[Prólogo] Los cuentos son de verdad

Torre Gubernamental - Metrópolis



En mitad de una cálida noche de verano dos figuras encapuchadas observan la inmensidad de la ciudad de Metrópolis desde la azotea del edificio más alto de la ciudad. La luna brillaba con una intensidad mística, como un faro en medio de la negrura.

-¿Es este el lugar? -dijo la figura más alta a la izquierda.- No parece que tenga nada de especial...
-Si... Pronto despertarán. -la figura a la derecha tenía voz femenina.- Él vendrá a por ellos y les ofrecerá un poder inigualable...
-No se lo permitiremos. -dijo con firmeza a la vez que cerraba los puños con fuerza.- Esta vez estamos preparados.
-Mira, ya ha aparecido. -dijo mientras alzaba su rostro al cielo y la luz de la luna bañaba su rostro.- Kingdom Hearts... ¿Has visto alguna vez algo más bello? -cerró los ojos y sonrió.

La figura masculina bajó la mirada mirándose el puño a la vez que lo cerraba, se quedó callado. A su lado en la mano izquierda de la muchacha apareció una llave espada, la Cadena del reino, el otro se quedó mirándola silenciosamente. Alzó la llave espada apuntando hacia delante.

-Ya están aquí. -dijo en un tono mucho más serio.- Vamos, no voy a permitir que ganen. -Una vez dicho esto se tiró de la azotea dejandose caer al vacío a la vez que su capucha se perdía en el aire.
-Se parece a él. -se rió, dicho esto se tiró tambien al vacío.


Mientras tanto en un oscuro callejón de Metrópolis, un pequeño personaje corría como si la vida le fuera en ello, y así era. Unas sombras oscuras le perseguían con intención de atraparle aunque su objetivo no era ese pequeño ser sino algo que guardaba y protegía, un libro. El pequeño grillo corría y corría pero la distancia que lo separaba de las sombras era cada vez más pequeña, giró la esquina solo para encontrarse en un callejón sin salida. Por suerte para él y su pequeño cuerpo podría esconderse en el desagüe del alcantarillado, al intentar meterse tropezó y el libro quedó atrás. Las sombras llegaron donde estaba el libro e intentaron meter sus ponzoñosas pezuñas en el interior el alcantarillado pero no alcanzaron al pequeño ser, al final desistieron, pero se llevaron el libro, un diario muy especial.


Al mismo tiempo en las sucias calles de los barrios bajos una extraña pareja se paseaba, una mujer alta, vestida con una túnica negra, llevaba un bastón con un orbe amarillo que culminaba en lo mas alto de la vara. El otro tenía un aspecto bastante más pintoresco y voluminoso.

-No me gusta este lugar. -dijo bastante asustado.- Vayámonos, dejemos que ellos hagan el trabajo sucio...
-Cállate, perro estúpido. -dijo la mujer, su voz era capaz de estremecer hasta al más valiente de los héroes.- Hemos venido aquí con un objetivo, debemos encontrarlos a todos. Buscadles, rápido.
-unas sombras aparecieron en el suelo y se desperdigaron por todas las
calles y callejones, mientras el tipo asustadizo permanecía inmóvil.- A que esperas... ¡Muévete!


Al pie de la torre había una persona con capucha blanca, su figura era femenina. Miraba hacia arriba y lentamente extiende los brazos alzandolos abriendo las manos, aparecen dos cuchillas curvas y entonces salta hacia arriba desde donde caen dos figuras más. En pocos segundos una cruenta batalla empezó en el aire entre las grandes torres de Metrópolis.


Dos figuras más observan desde otro edificio el encuentro, escondidas en la oscuridad de la noche como dos pájaros nocturnos, acechando.

-¿Quien es ella? -dijo uno.
-Eres tú, pero también es ella. -dijo el otro, mucho más alto, su voz era profunda.- pero no es ninguno de los dos, quien es... Aún esta por decidir.
-¿Podré volver algún día? -dijo mirando a su compañero.- Me estan esperando, creo.
-Me temo que ese momento pasó hace ya un tiempo. -hizo una pausa.- Ahora tu sitio esta a mi lado, vamos. -una oscuridad total envolvió a las dos figuras y desaparecieron de aquél lugar.



En lo más alto del cielo podía verse la luna con forma de corazón, Kingdom Hearts. Su luz era preciosa y la envolvía un halo místico, entonces como lágrimas, ocho gotas plateadas cayeron de ella y salieron hacia puntos opuestos de la ciudad, perdiendose entre los edificios. Las luces viajaban frenéticas entre los edificios esquivando todo tipo de obstáculos, buscando. Buscaban algo, y así rápidamente se movían entre calles y callejones, por encima y debajo de puentes, entre gente y coches en marcha, pájaros y señales de tráfico, se movían sin parar a una velocidad vertiginosa, buscando, algunas veces tropezaban con algún obstáculo pero no había nada que las pudiese parar. Una de ellas subió por un rascacielos junto a una cañería de desagüe zigzageando como una serpiente y veloz como un pájaro, subió hasta lo más alto y finalmente descendió, entró por una ventana abierta de la habitación de una joven muchacha que se había quedado dormida con un libro muy especial en el regazo. La luz se acercó prudentemente hacia ella, dió un par de vueltas a la habitación como si la inspeccionara, había una casa de muñecas y de su interior salían unas tenues luces de colores, la esfera plateada se acercó más a la muchacha, desprendía una energía cálida y reconfortante, se acercó más aún, se escuchó un ruido del interior de la casa de muñecas, la luz plateada se fundió en el pecho de la muchacha donde levemente fue perdiendo si brillo hasta desaparecer.




Delante tuyo hay un camino, el más largo que haya podido haber jamás, un camino por el cuál empezaste a caminar tranquilamente. El paisaje era relaxante, plano, a tu alrededor había una gran llanura cubierta de césped y encima de tu cabeza el cielo brillaba en todos los colores que han existido y algunos que aún no existen. A medida que vas avanzando te sientes más y más libre, el paisaje parece no cambiar aunque ahora hay globos, muchos globos flotando en el aire, de muchos colores. Al final del camino puedes ver una silueta, parece un gato con forma humanoide, no te parece extraño, te hace señas para que te acerques y así lo haces, pero empieza a correr y por más que lo intentas no consigues atraparlo, corres y corres, mucho más rápido de lo que has corrido en tu vida, ni los aviones podrían atraparte pero aún así no es suficiente, cada vez parece estar más lejos pero no puedes dejar que escape, avanzas sin cesar pero de repente el camino termina y te paras justo al límite del precipicio.

Delante tuyo no hay nada, solo vacío, el cielo y muchas nubes, casi puedes sentir la ligereza del viento en los dedos descalzos de tus pies, lo buscas con tu mirada pero no puedes encontrar al gato, pero antes de desistir ante la frustración este aparece flotando en el aire, lejos haciendote señas para que le sigas. Pero tu no sabes volar, y no hay manera de que aprendas ahora en los próximos cinco minutos, así que empiezas a recoger globos que atas a tu cintura, pero aun así eso no iba a ser suficiente para desplazarte, solo para flotar. Por fortuna a tu lado encuentras una bella flor de pétalos muy largos y blancos, te lopones en tu cintura en la espalda y con un leve impulso rotatorio los pétalos empiezan a girar como una hélice, ya estas lista.

Saltas al vacío y como cabía esperar empiezas a volar en dirección al gato, ahora puedes verlo un poco mejor, va vestido con unos habitos de color caramelo y un sombrero puntiagudo, la mitad de su pelaje es blanco mientras que la otra mitad es negro. Empieza a alejarse lentamente manteniendo la distancia, no parecía dispuesto a dejarse atrapar por ti. Empezó a llover, como cabía esperar, una lluvía de páginas ilustradas y escritas en ellas se contaban cantidad de cuentos y historias, todas ellas verídicas y fantásticas sobre mundos increíbles pero cada vez que intentas coger una esta se convierte en una nube de polvo dorado y brillante al tacto. A medida que avanzabas flotando en el vacío el cielo se volvía cada vez más y más oscuro, negros nubarrones empezaban a concentrarse a tu alrededor amenazantes, el aire se levantaba fríoy poco a poco empezaban a caer truenos y relámpagos a tu alrededor, el gato iba desapareciendo entre las nubes hasta que al fin lo perdiste de vista.

Un relámpago golpeó uno de los globos el cual explotó. El viento era ahora muy violento y te impulsaba de un lado a otro, cada vez quedaban menos globos, hasta que al final no quedó ninguno y caíste. Podías sentir la presión del estómago al caer a toda velocidad, todo se volvía cada vez más oscuro hasta quedarte en la oscuridad total. Dejaste de caer, ahora flotabas en la negra oscuridad. Pudiste ver una sola imagen que apareció ante tus ojos de la nada.


Una esfera de luz plateada apareció delante tuyo y con su estela de luz empezó a escribir, "ilu..." pero no pudo acabar de escribir lo que se suponía que debía poner.


Habitación de Amalia



-Milly, Milly, venga va... ¡Amalia! Despierta vamos, corre... -podías escuchar una voz familiar que te hablaba a la vez que te sacudía incesablemente intentandote sacar de tu dulce sueño- Venga vamos, despierta. Amalia... -abriste los ojos y ahí estaba con una gran sonrisa en su rostro, tu hermano David. Estaba encima de la cama con sus dos manos agarrándote por los hombros, podías sentir una sensación de escozor en tu mejilla derecha, no sería la primera vez que David o algun otro hubiera tenido que emplear medidas drásticas para intentar despertarte.- Amalia venga levántate dormilona. Vamos tienes que ver una cosa, te gustará.

Lentamente te fuiste desperezando, aún te costaba acostumbrarte a la luz, poco a poco la imagen se hacía más nítida. La ventana estaba abierte, por ella entraba una luz preciosa de un día de verano que se reflejaba en las múltiples piezas de cuarzo que colgaban del techo de tu habitación reflejando los colores del arcoiris. Pudiste ver a fuera una lucecita de color rojo que daba vueltas en el aire y luego se marchó.

Te habías quedado dormida con el libro de tu padre, el libro de los cuentos, estaba en tu regazo y no lo habías soltado en ningún momento, te invadió una gran sensación de nostalgia. Hacía tanto que no sabías de él, pero algo te decía que estaba bien y que pronto os encontraríais, no podías explicar el porque pero tenías la certeza de ello. Cuando por fin empezabas a despegarte de las sábanas un intenso aroma de bacon huevos y zumo de naranja recién exprimida invadió la habitación impregnandola de ese olor, al parecer el desayuno estaba listo ya. En la ventana podías ver ahora cuatro lucecitas de colores distintos, rojo, verde, azul marino y azul celeste.

Un zarandeo incesante acabó por hacerme abrir los ojos. Primero lentamente, a penas escuchaba lo que decía esa persona que me intentaba hacer despertar. Y allí estaba mi hermano, sonriente. Parecía emocionado, quería enseñarme algo.

- Sólo unos minutos más… - me giré sobre mi misma y le di la espalda a mi hermano, aún soñolienta. Noté un leve escozor en mi mejilla que me hizo gracia, no sé bien cómo. Es que soy tan difícil de despertar…

Algo me impidió seguir durmiendo, había algo duro que presionaba mi pecho de una forma muy incómoda. Era el libro de mi padre, me había vuelto a quedar dormida leyéndolo. No lo recordaba bien, pero me preguntaba si había algún cuento en el que saliese un gato negro y blanco...

David seguía insistiendo en despertarme, y finalmente me levanté.

- Vale, David, ya voy… - salí de la cama con movimientos lentos, como si me costase desprenderme de esa comodidad tan reconfortante que me brindaban mis gruesas mantas.

Dejé el libro sobre la mesa y avancé por la habitación, levantando las manos para rozar con las yemas de los dedos los trozos de cuarzo que pendían del techo. Emitían una bella luz de arcoíris… Pero ninguna luz podía ser tan bella como la de mis amigas. Estaban allí, todas ellas, en la ventana.

- Buenos días – susurré al mismo tiempo que esbozaba una amplia sonrisa. Dejé que la brisa matinal me acabase de desperezar. Hacía algo de frío, y como sólo llevaba un camisón hice señas a mis amigas para que entraran. Acto seguido cerré la ventana y volví con mi hermano, que me esperaba junto a mi cama.

Le di la mano y me lo llevé fuera de la habitación.

- Bien, ¿qué es eso que tengo que ver? – mis palabras, dirigidas a mi hermano, destilaban cariño.

Me sentí extraña. Dejarse guiar por un invidente era realmente curioso.

Desayuno, peleas y desfile

Tu hermano se dejó llevar por tí hasta fuera de la habitación, podías notar su excitación. Las hadas entraron en la habitación, al principio te molestaron un poco volando a tu alrededor, sobretodo Faye, pero al ignorarlas se acabaron cansando. David se soltó de tu mano y se giró hacia tí.

-¡Vamos Milly! Vístete rápido y baja a desayunar. -David empezó a bajar las escaleras hacia el comedor.- Ya sé que hoy hay cole pero... ¡Tienes que llevarme a ver el desfile, ha llegado un circo a la ciudad! ¡Quiero que me lo cuentes todo! -Hacía tiempo que no lo veías tan excitado y su sonrisa era tan preciosa.

David terminó de bajar las escaleras, entonces algo tiró de tus pelos. Era Faye, parecía que intentaba decirte algo, entre las demás hadas te empujaron a la habitación, no entendías nada. Entonces Odette empezó a hacerte señas y Faye asentía con la cabeza de una manera muy graciosa mientras Alvie bostezaba como si hubiera perdido el interés. Sebille volaba a tu alrededor sonriendo, entonces voló hacia la ventana y la abrió, Odette salió a fuera y Faye despertó a Alvie que se había dormido y le hizo señas para que se fuera a la casa de muñecas, esta se fue sin quejarse. Entonces Odette entró volando a la habitación y empezó a moverse por toda la habitación, se paró delante de la casa de muñecas, y se quedó quieta allí. Faye se llevó la mano a la frente en un gesto de resignción, fue a la casa de muñecas y golpeó a la pared, Alvie se levantó de un sobresalto y miró por la ventana, entonces Faye le dió permiso a Odette para continuar, Sebille a tu lado asentía con las manos en la cintura. Odette se acercó a la cama y entonces Faye se puso en la cama simulando que estaba dormida roncando, como si se intentara hacer pasar por tí.

Entonces Sebille te hizo señas para que miraras a Odette quien salió disparada hacia Faye y chocó contra su pecho cayendo en el cojín. Odette se cogía las manos con la cabeza y Faye parecía furiosa, empezó a regañarla y no tardaron en empezar a pelearse con tira y afloja de pelos, Alvie volvió a perder el interés y se durmió, Sebille en cambio se acercó a sus dos amigas intentando separarlas pero temiendo ponerse demasiado en medio y empezó a dar vueltas a su alrededor.

Amalia

David bajó corriendo las escaleras. Tiempo atrás me había preocupado por esa conducta. Podría tropezarse y caer, y hacerse mucho daño. Con el tiempo comprendí que David había pasado muchísimo tiempo en esta casa, su hogar, y ya la conocía tan bien que no le hacía falta ver para moverse por su interior.

Se le veía emocionado, quería ver el circo. Por alguna razón siempre me sentía algo mal por mi hermano cuando manifestaba el deseo de ver. Era triste que su propio mundo no fuese más que oscuridad.

Entonces algo me tiró de los pelos. Era Faye, quería arrastrarme a la habitación. Entre todas las hadas me llevaron a donde querían y comenzaron a actuar de un modo familiar. Querían decirme algo, era una lástima que no pudiesen hablar. Divertida, asentí y observé con atención lo que hacían.

- Vaya, es muy curioso… - musité, pensativa –. Es como si algo hubiese entrado por la ventana, ¿no? ¿Es eso lo que queréis decir?

Parecía haber algo más detrás del mensaje, pero Faye comenzó a pelearse con Odette y el mensaje se tornó borroso. Me acerqué y hablé con tono conciliador.

- Vamos, vamos, amigas… - trate de interponerme entre las dos hadas. Eran bastante propensas a pelearse, pero sabía que en el fondo se apreciaban mucho -. No os peleéis, ¿vale? Hoy es un día especial, vamos al circo. ¿Queréis venir? Veréis muchas cosas fantásticas – sonreí -. Puedo esconderos en mi bolso.

Mientras dejaba que valorasen la respuesta que me iban a dar me acerqué a la cómoda que había junto a mi cama y saqué algo de ropa. Una blusa blanca y unos pantalones. Tras vestirme me senté sobre la cama para calzarme, miré de nuevo a mis amigas.

- ¿Qué? ¿Queréis venir?

Desayuno, peleas y desfile

Las hadas se quedaron un momento pensativas mirandose las unas a las otras como si discutieran sobre algo, Alvie seguí durmiendo. Las tres se dieron la vuelta mirándote y asintieron con una gran sonrisa en el rostro, poco después Odette fue hacia donde se encontraba Alvie y la despertó. Alvie se metió en el bolso sin esperar a que nadie le dijera o importunara.

Bajastes al comedor donde estaba David que ya casi había terminado de desayunar.

-Vamos hermana, que solo tenemos media hora antes de que empieze el desfile en los Jardines. -te dijo, de verdad que estaba muy entusiasmado.

Amalia

Vestida y con las hadas en el bolso decidí que ya estaba lista. ¡No debería hacer esperar más a David! Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina sin detenerme. Mi hermano casi había acabado de desayunar, se le veía realmente entusiasmado.

Sonreí ampliamente, al fin y al cabo era un niño.

- Ya voy, ya voy hermanito – me senté frente a mi bol y decidí que esta mañana desayunaría cereales de esos de chocolate con leche. A David le encantaban, y se los solía acabar antes de que pudiese siquiera olerlos. Hoy tenía suerte, porque realmente estaban muy buenos.

Intenté acabar de desayunar lo más rápido que pude, yo tampoco quería llegar tarde. Junto a mí estaba el bolso con mis amigas en su interior. Casi podía sentir también su impaciencia.

Justo antes de irme con David cogido de la mano voceé.

- ¡Mamá, nos vamos al circo! – aunque realmente no sabía si estaba en casa. Hacía ya mucho que pasaba su tiempo con Louis. Incluso había comenzado a madrugar para salir a correr y cosas de esas. Cada vez pasaba menos tiempo en casa...

Personaje de cuento

Salisteis de casa, el dia era precioso, no podía serlo más. David se cogió de tu mano y atravesasteis el jardín. Cuando quedaba poco para salir a la calle David se paró, todo oscureció y empezaste a sentir una sensación de mareo, caíste de rodillas. Podías notar como en tu bolso cerrado las hadas no paraban de moverse muy agitadas, estaba ocurriendo algo, y no era bueno. David cayó al suelo inconsciente.

Delante tuyo pudiste ver como de la nada aparecía un humo negro y de su interior una persona, cuando el humo se disipó pudiste verla perfectamente.


No sabías muy bien porque pero aquél rostro te resultaba muy familiar, como si ya lo hubieras visto en alguna otra parte. Inspiraba un gran temor, a su lado había una especie de sombra de aproximadamente metro y medio, iba encorvada por lo que probablemente era más grande de lo que parecía. Se acercó sinuosamente hacia David y lo cogió.

-Vámonos de aquí, ya lo tenemos. -dijo la mujer con su voz reptiliana.- La función de esta noche será inolvidable.


Después de esto la mujer se esfumó atravesandó un portal oscuro que creó en el aire. De pronto recordaste de que te sonaba su rostro, aparecía en el libro de cuentos que te había dejado.

Amalia

Atravesé el jardín de la mano de David. Noté como se aferraba fuertemente a mí de la emoción. Estaba muy empeñado en “ver” todas las cosas maravillosas que había en el mundo, a su manera. Pero entonces todo se oscureció…

No lo entendía, ¿qué estaba sucediendo? Un molesto mareo se apropió de mi cabeza y me hizo sentir realmente mal. Caí de rodillas al suelo, intentando encontrar un lugar donde apoyarme.

- D-david… - murmuré.

Las hadas revoloteaban frenéticas en mi bolso cerrado. Querían salir, quizá escapar. Estaban muy nerviosas.

Entonces David cayó al suelo, inconsciente. Intenté decir su nombre de nuevo, pero las palabras se quedaron en mi garganta, y no salió de mi boca más que un balbuceo incomprensible. Sentía una gran presión sobre mí, creía que iba a vomitar.

Una nube de humo se materializó ante nosotros. Era una mujer alta y tenebrosa, me hizo sentir un escalofrío que recorrió toda mi espalda, arqueándome hacia atrás. El rostro de aquella mujer me era muy familiar, pero no me inspiraba precisamente nada bueno. Una figura encorvada se acercó a David y lo tomó en brazos. No podía creer lo que mis ojos veían.

Volví a intentar decir su nombre, pero ya no brotaron palabras de mi boca, sólo un amargo sollozo.

Desperté de aquella horrible pesadilla varios minutos después tirada en el suelo del jardín, con los ojos rojos de tanto llorar. Aquella gente se había llevado a mi hermano, a mi pequeño David.

Entonces recordé de qué me era familiar el rostro de aquella mujer. La había visto en mi libro, en mi libro de cuentos. Me levanté como pude y volví a entrar en casa. Sin decir nada me dirigí a mi cuarto y tomé el grueso libro que había sobre mi mesita de noche. Lo abrí y comencé a hojear.

Los cuentos de papá eran reales, y si aquella mujer aparecía en alguno de ellos debía buscarla, y descubrir qué podía hacer para que me devolviera a mi hermano. Si él estuviese aquí… Papá sabría qué hacer… Mamá no cree en estas cosas, me pediría que dejase de bromear.

Así pues estaba sola en esto. Se formó en mi interior una nueva convicción. Había sido muy repentino, demasiado. Pero ya había llorado demasiado.

Pérdida

Empezaste a hojear el libro frenéticamente. Ahí estaba, Maléfica una bruja malvada, en el pie de la imagen ponía que maldijo a todo un reino en un sueño eterno y que su poder en las artes oscuras són incomparables. Esta catalogada como uno de los personajes de cuento más poderosos y malvados del libro. Cuando fuiste a leer el texto te encontraste con que este había desaparecido, no había nada acerca de maléfica, solo lo que ponía al pie de la imagen.

Las hadas revolotearon en tu bolso y se liberaron, parewcían muy agitadas y confusas. Una ráfaga de viento entró por la ventana y un papel voló hasta caer en tu regazo, era un folleto del circo. El libro empezó a pasar páginas, quizás era el viento, en todo caso hubo algo que te llamó la atención. Se paró en una página que llevaba por título: El circo de las ilusiones de Zandellis. No recordabas haberlo visto nunca, la imagen era exactamente la misma que la del folleto. Pasaste las páginas pero estaban en blanco.

Amalia

Tragué saliva cuando vi aquella imagen. La bruja malvada, Maléfica… Las hadas seguían revolviéndose, asustadas. Era algo increíble el que me hubiera topado con uno de los personajes de los cuentos de mi padre. Quizá después de todo… no fueran sólo cuentos.

Pero no había nada escrito sobre ella, nada a parte de esas líneas bajo su imagen.

- Maléfica… - murmuré - ¿Por qué te lo has llevado? - las lágrimas seguían surcando mi rostro.

Apoyé los codos sobre mi escritorio, abatida. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a recuperar a David de las garras de aquella bruja?

De pronto las hadas salieron del bolso, y una ráfaga de viento entró por la ventana. Un papel voló hasta caer sobre mi regazo mientras el viento pasaba las páginas de mi libro. ¿Un folleto?

Tomé el papel entre mis manos y lo alcé. Miré con curiosidad el dibujo que había en él, y me sorprendí mucho al verlo exactamente igual en mi libro.

- El circo de las ilusiones de Zandellis – comencé a hojear el libro – Vaya, tampoco hay nada escrito.

No podía ser casualidad. David tenía muchas ganas de ir al circo, y Maléfica mencionó algo acerca de una función, esta noche… Algo malo estaba sucediendo, y el circo era la única pista que tenía.

- Chicas… - dije, con un tono autoritario – Nos vamos al circo.

Me levanté y guardé el libro y el folleto en mi bolso. El libro era muy aparatoso, pero necesitaba llevarlo encima. Quién sabe si lo necesitaría más adelante.

Con las hadas de nuevo en mi bolso y el folleto entre mis manos salí corriendo de casa, en dirección al circo.

Encuentro

Amalia Harriet-

Bajaste las escaleras apresuradamente con las hadas revoloteando a tu alrededor, abriste la puerta para salir al jardín. Delante tuyo tenías a un muchacho joven que llevaba una espada, una katana para ser mas preciso. Se escuchaba una música de fondo y gente gritando jovialmente.

León-

Velozmente atravesaste la ciudad hasta llegar a la zona residencial de los jardines, allí vivían las personas más ricas de todo Metrópolis. Paraste un momento para localizar la fuente un poco mejor. Allí estaba, era una casa enorme, casi era una mansión y era preciosa también.

Escuchaste una música y gente gritando y riendo jovialmente, en estos momentos a lo lejos podías ver en uno de los paseos colgantes de los jardines como desfilaba el circo que acababa de llegar a la ciudad.

Entraste en el jardín de la casa cuando la puerta se abrió y una muchacha joven y bella salió de ella acompañada de cuatro pequeñas luces, afilaste mejor la vista y viste algo que parecían, pequeñas personas con... alas.

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Interactuad los dos, yo ya intervendré cuando vea oportuno, mientras no lo haga tenéis cancha para hacer más o menos lo que querais

León

El camino era largo, pero el brillo era mejor...y se intensificaba al acercarse.

Llegué a los jardines, mas bien a su zona residencial, era un sitio muy selecto, y no me extrañaba nada...hasta hace poco hacía fotografías allí...espero que tantos lazos no me distraigan esta vez de el objetivo.

Una casa...enorme..llena de luces, simplemente preciosa.

Como los señores...que asco...el dinero... - Dije mientras me paraba a ver la mansiñon casi detenidamente...

Pude oir voces y gentío...el circo. Por uno de los paseos...era claramente distinguible...

Van... - Que chaval mas raro...siento curiosidad por el...por esa mujer...y por esa espada.

Un ruido hizo que me desconcentrase de mi mundo, o al menos del que yo quería crear.

Una chica apareció...saliendo por la puerta, era guapa...mediana estatura...y no estaba aparentemente sola.Tenía...luces...no me he equivocado seguramente...

Vaya... - Miré mas fijamente...personitas...con ¿alas? Me quedé mirando a la muchacha un rato...con la katana en el cinturon... - En los cuentos las llaman...hadas...¿no?

Esperé su respuesta...pero no me moví de la puerta del jardín...habia un pequeño camino hasta ella...pero no pensaba moverme.

En ese momento...sentí como...si el tiempo se detuviese...y me acordé de Julia...y de lo que era una mujer...una chica...una señorita...


Dime...¿por que te buscan, que tienes de especial...? - No se porqué pregunté eso...quizás me daba rabia.

Amalia

Salí corriendo de casa con las hadas siguiéndome de cerca, dibujando una estela detrás de mí. Cuando salí por segunda vez de casa casi me dio un vuelco al corazón. La misma escena se repetía, con una figura desconocida esperando en el jardín.

Me detuve en seco, pero las hadas no tuvieron tiempo para esconderse. Las había visto, lo veía en sus ojos. Era un chico joven, pero más mayor que yo. Y llevaba un arma, ¿cómo podía alguien llevar un arma por la ciudad?

No estaba segura de qué tenía que responder a su pregunta, pues me había pillado totalmente desprevenida. Maldita sea, no tenía tiempo para estas tonterías. ¡David había sido secuestrado por la bruja Maléfica!

- Yo, esto, no tengo tiempo para eso ahora.

Creía que iba a poder deshacerme de él fácilmente, ni siquiera me preocupaba ya esconder a las hadas. Pero su siguiente pregunta consiguió desarmarme.

- ¿Q-qué? – respondí, sorprendida. ¿Podría ser que aquel chico supiera que tenía el don de ver lo que los otros no podían? ¿O quizá que el poder de los cuentos acudía a mi llamada? - ¿T-tú…? ¿Tú también puedes ver lo que los otros no pueden?

Iba a contrarreloj pero nunca antes había encontrado a otra persona como yo. Papá siempre había dicho que yo era única, especial…

León

¿T-tú…? ¿Tú también puedes ver lo que los otros no pueden? - Chica lista...era ella.

Puedo verlo todo... - Le dije mirandola a los ojos...y tambien a las hadas... - ¿Pueden hablar? Es una sensación rara el saber que nunca vas a estar sola...

Le dije mirandola a los ojos...

No pensaba moverme del sitio...al menos de momento. Quería hacer algo de tiempo...quería que se quedara de momento.

Saqué la espada envainada del cinturón y la apoyé en el suelo por el fin de la vaina.

No voy a hacerte nada. Habla conmigo un rato...solo eso. Me voy a sentar... - Me senté en el suelo, y la espada la dejé en mi regazo, ya de lado... -¿Que se siente? No me has contestado.Sientate, por favor, como si fuese tu jardín.

Tiraré persuasión para que se quede a charlar.

- No, no pueden hablar. Pero a veces puedo… entenderlas. A veces podemos comunicarnos.

Con el tiempo me había acostumbrado a entrever las intenciones de las cuatro hadas, pero en ocasiones, cuando tenían que transmitirme algún mensaje concreto, tenía que usar como medio una hoja de papel y un bolígrafo. Teníamos que comunicarnos por medio de la escritura, aunque aún no entendía del todo el por qué.

Cuando el joven desenvainó su espada di un paso hacia atrás, instintivamente. Las hadas se pusieron a mi alrededor, con Faye al frente. Ella sería capaz de atacar si estuviera en peligro.

Pero entonces el joven se sentó, desconcertándome. No sabía si combatir o quedarme sin hacer nada. Él se interponía en mi camino, pero no podría deshacerme de él tan fácilmente. En una carrera me daría alcance, no me dejaría en paz hasta que le dijera lo que quería.

Me senté lentamente, abatida. Las hadas se posaron en mi regazo. Excepto Faye, que seguía observando fijamente al joven, vigilante, preparada para conjurar una bola de fuego en cualquier momento.

- N-no sabía que nadie me buscase… Yo… no sé qué siento.

Acababan de secuestrar a mi hermano, no me sentía muy comunicativa.

- Sólo quiero que todo vuelva a la normalidad…

Me llevé las manos al rostro, angustiada. ¿Era mi capacidad de ver lo que buscaba aquel joven?

- Lo único especial que tengo es que puedo ver cosas que los demás no pueden. Y estas hadas… Están conmigo desde que era pequeña. - también podía invocar el poder de los cuentos, pero aún no sabía bien cómo funcionaba.

No sabía realmente lo que esperaba escuchar el chico que tenía en frente.

León

N-no sabía que nadie me buscase… Yo… no sé qué siento. - Decía mientras se sentaba...las hadas estaban un poco agitadas había una frente a la chica...y las demas en su regazo, junto a ella...como cachorros.

Se ve que quieren cuidar de ti...en algo les tienes que haber gustado - Dije mirándola a los ojos...

Sólo quiero que todo vuelva a la normalidad… - Decía...aunque...no se mostraba muy receptiva, quizás era el hecho de que fuera a salir y...yo le había bloqueado el paso.

Deberías saber que cuanto más cambian las cosas...mas siguen igual. - Era vergonzoso...doy consejos porque no los tengo para mi, yo mismo que trato de dejar atrás todo lo que soy y todo lo que siempre he sido para intentar ser algo que debo ser...vaya confusión.

Lo único especial que tengo es que puedo ver cosas que los demás no pueden. Y estas hadas… Están conmigo desde que era pequeña - Y de nuevo volví a preguntarme...¿porque esa hechicera quería a todo el mundo...menos a mi?

Ya somos 2. - Dije mientras me levantaba. Aunque seguía mirándola...me dediqué a andar...de un lado a otro... - Parece que nuestros ojos valen su peso en algo muy valioso...aunque...parece ser que los tuyos valen más. Dile a tu hada que se tranquilice - Volví a ponerme la katana en el cinto. - Ya he dicho que no voy a hacerte nada...aunque...no creo que seas una pobre chica indefensa...se ve que van a cuidar bien de ti...

Mire a todas y a cada una...la que estaba frente a ella...tenía pinta de quedarse ahí, aunque intentara calmarla.

Decidí no acercarme, pero tambien decidí no callarme.

Pareces preocupada...¿que te pasa? - Le pregunté sin mirarla esta vez...simplemente mirando al jardín...precioso...

- Ven, Faye – dije en voz baja. La incandescente hada revoloteó un poco entre el joven y yo para reunirse con sus compañeras.

El chico envainó su arma mientras caminaba de un lado a otro. Parecía estar interesado en algo que yo tenía o podía hacer, ¿pero el qué?

Y entonces me preguntó por qué estaba preocupada.

- Yo… - musité. Las hadas alzaron el vuelo, revoloteando frente mi rostro – No te lo creerías.

Pero él era especial, él también podía ver lo que los demás no veían. Me levanté, decidida. Si alguien podía creerme ese sería él.

- La bruja Maléfica – dije su nombre como cuando lo leí del libro de cuentos, con una mezcla de respeto y miedo – Ella ha secuestrado a mi hermano, hace unos minutos. Se nos apareció de pronto, todo se volvió oscuro. Y sentí que me mareaba... Surgió de una nube de humo negro Dijo algo de una función, esta noche, y creo que se refería al circo que ha venido a la ciudad.

Me imaginaba la escena, típica de los más oscuras historias. Era como el argumento de un cuento, tan fantástico como poco creíble.

- Tienes que creerme, por favor. Tengo que ir a rescatar a mi hermano.

León

Yo…No te lo creerías. - Las hadas se amontonaron en su rostro...parecían...como si quisieran calmarla, como pensaba antes...que sensación tan extraña el no sentirse solo nunca.

Ponme a prueba entonces. - Dije mientras la miraba...ella se levantó del suelo...

La bruja Maléfica. Ella ha secuestrado a mi hermano, hace unos minutos. Se nos apareció de pronto, todo se volvió oscuro. Y sentí que me mareaba... Surgió de una nube de humo negro Dijo algo de una función, esta noche, y creo que se refería al circo que ha venido a la ciudad - Vaya...así que se llama Maléfica. - Tienes que creerme, por favor. Tengo que ir a rescatar a mi hermano

Vaya...parece que estaba reuniendo o tratando de reunir a mucha gente en un mismo sitio...le gusta las recompensas grandes...se ve que poco a poco no ve resultados, se parece mucho a mi. Maléfica.

Te creo... - Me lo pensé brevemente...y decidí que era lo mejor para el momento, me hice a un lado. - Bien...creo que estoy impidiendo que busques a tu hermano...y supongo que el...también tendrá unos ojos privilegiados...o algo mejor. Vamos...ve, nos veremos en otra ocasión.

Escuché lo que me dijo...

Esperé a que no hubiese nadie...

Ve la recompensa a vista de pájaro y...quiere tenerlos a todos al mismo tiempo, veamos si aqui hay sorpresas. - Dije mirando al majestuoso cielo de la metrópolis...

Me dediqué a buscar algunos paseos de los jardínes que parecieran deshabitados...sin nadie. Y saqué el caliz. Me quedé mirándolo...hasta que apareció ella.

Maléfica...que nombre tan curioso, es raro escucharlo de voca de otras personas. Hacia el circo se dirige otra chica, acompañada con hadas, por lo visto tienes a su hermano, esta noche la verás en la función. ¿Sabes donde pueden estar los 3 restantes? Si es así...les convenceré para que vayan al circo. - Le dije mirando su rostro en el caliz...

Esperaba realmente que aquel joven decidiera ayudarme. ¿Por qué? Quizá los cuentos que me contaba mi padre habían nublado mi sentido común. La vida real no es como un cuento.

Él simplemente se apartó, dejándome ir. No sabía realmente si tenía lo que quería, pero no podía quedarme a comprobarlo.

- A-adiós... - dije, sorprendida por que me dejara marchar tan fácilmente.

Con las hadas pegadas a mí salí corriendo de nuevo. ¿Cómo se encontraría David en estos momentos? Deseaba con todas mis fuerzas verlo de nuevo. Ahora debería estar perdido, en las garras de la bruja. Ni siquiera podía ver lo que había a su alrededor. La ceguera era su maldición, y si no estaba yo a su lado sentía que mi hermano pequeño no estaba seguro.

- Ya voy, David. Yo te libraré de Maléfica.

¿Realmente podría hacerlo sola?

La triste realidad

El muchacho se marchó de repente. Aunque fue un encuentro confuso no tenías tiempo para preocuparte por eso ahora mismo. Así que saliste del jardín de tu casa. Podías escuchar el ruido y la música del desfile a unos 400 metros de allí. Empezaste a andar por una cuesta que llevaba al parque de los Jardines colgantes.

Aún te quedaba un buen trecho cuando por el rabillo del ojo viste al muchacho que te habías encontrado en tu jardín, estaba en un callejón entre dos casas. Estaba prácticamente de espaldas y sujetaba una especie de cáliz entre sus manos, salía una ténue luz de su interior.

Maléfica...que nombre tan curioso, es raro escucharlo de voca de otras personas. Hacia el circo se dirige otra chica, acompañada con hadas, por lo visto tienes a su hermano, esta noche la verás en la función. ¿Sabes donde pueden estar los 3 restantes? Si es así...les convenceré para que vayan al circo. -Dijo dirigiéndose al cáliz, quizás fuera algún tipo de comunicador como un teléfono extraño.

-Así que la muchacha también... Vaya, esto es interesante. Buen trabajo, ya te queda menos. En cuanto a los demás pues hay uno en Nithaiah's Street, va acompañado de una mujer y un grillo, me vendría bien tu ayuda para separarlo de la muchacha.

Mientras corría por la cuesta vi al joven que me había encontrado en el jardín de mi casa. ¿Me lo había encontrado otra vez? Intrigada detuve mi marcha, y me acerqué lentamente. Estaba hablando alguien, pero allí no había nadie más. Aunque podía ver en sus manos una especie de cáliz que brillaba tenuemente.

Sus palabras me dejaron muy sorprendida, pero la reptiliana voz que surgió del objeto que sostenía fue lo que me desarmó completamente. ¿Cómo era posible? ¿Él conocía a Maléfica? ¿Estaba asociado con ella?

Me sentí traicionada. Ni siquiera conocía realmente a aquel chico. Pero lo había tenido enfrente, había confiado en él para contarle lo que me pasaba, sólo porque también podía ver. Y él, desde el principio, había estado aliado con esa bruja malvada. Por si fuera poco me había vendido a la bruja, diciéndole que iba a ir al circo. Las lágrimas se agolparon en mis ojos mientras llena de rabia grité con todas mis fuerzas.

Grité, enfadada y desesperada. Había perdido a mi hermano pequeño, y estaba muy resentida por ello. Lo recuperaría costase lo que costase, y me enfrentaría a cualquier siervo de esa bruja para conseguirlo.

- ¿Cómo has podido? – pregunté entre lágrimas - ¡Es una bruja malvada!

Fruncí el ceño, dispuesta a darle una lección. Iba armado, pero no me daba miedo. El poder de los cuentos estaba conmigo. Fije mi mirada en un lugar al azar, para concentrarme. Y comencé a sincronizar con el único personaje de mis cuentos con el que había podido congeniar.

“Loly Ann, ayúdame a recuperar a vencer a los siervos de Maléfica. Ayúdame a recuperar a mi hermano…”

Dificultad: 180 + 0 (Un minuto)

Convocar 155 + 10 (Llave de Fantasía) + 0 (3 asaltos, si Leon me lo permite, si no se reduce) + 20 (Creer en la fantasía) = 185 +

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'Dado de 100' : 66

León

Así que la muchacha también... Vaya, esto es interesante. Buen trabajo, ya te queda menos. En cuanto a los demás pues hay uno en Nithaiah's Street, va acompañado de una mujer y un grillo, me vendría bien tu ayuda para separarlo de la muchacha.

Maléfica...la verdad que el nombre le pegaba...

Solo espero que cumplas con tu parte del trato...si no es así...no respondo de mis actos. - Dije. Tras eso cogí el caliz y lo guardé en mi mochila...aunque...cuando me di cuenta...tenía a esa chica de nuevo...a pocos metros de mi...con la cara descompuesta.

¿Cómo has podido? ¡Es una bruja malvada! - Estaba llorando...y gritando...

A la chica le cambió el rostro que ocultaba tras las lágrimas, se veia dispuesta a dejar claro su territorio. Y parece que iba a pelear...tenía ambos edificio a mi lado. Lo vi claro en ese momento.

Gasto 1 punto de Ki para usa ELIMINACION DE PESO e ir hacia el tejado de uno de ellos.

Cuando llegué al tejado pude mirarla desde las alturas...¿Tan especiales son esta gente?

Deja que te diga una cosa. Si tu hermano ha ido con Malefica...o lo ha secuestrado, no me importa lo mas mínimo, ni ninguno de vosotros...no tengo nada en contra. Parece que hay muchos como tu por aquí. - No se porqué...pero tenía la mano la mano izquierda en la vaina de la Katana, como si la derecha quisiera lanzarse a por el mango para pelear...pero... - No lucharé contigo...aunque...la curiosidad es demasiado grande.

No se porqué...pero me recuerda demasiado a Julia...y no se parecen en nada.

Apreté los puños al mismo tiempo que sentía como el poder de Loly Ann recorría todo mi cuerpo. La magia envolvió mi cuerpo, y allí dónde segundos antes había una joven apareció un gato naranja, con un lazo verde en la cola.


El gato de Loly Ann era diferente, lo había visto ilustrado en mi libro, pero al parecer cuando me encarnaba en él no podía evitar adoptar una apariencia acorde a mí. Mis nuevos ojos esmeralda miraron penetrantemente al joven, que corrió sobrenaturalmente por la pared de una de las casas, subiendo al tejado.

- ¡No hay excusa que puedas darme! – grité, con una nueva voz aguda.

Corrí yo también hacia la casa, dispuesta a hacer uso de mis habilidades. Treparía hasta el tejado para combatir cara a cara con el joven. Decía que no quería combatir, pero estaba de parte de Maléfica. No podía dejarlo ir sin más.

Estais uno a cada lado del tejado. Os separan unos 5 metros.

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ESTAS EN SITUACIÓN DE COMBATE. HAY QUE TIRAR INICIATIVAS