Prólogo: Eiríkr, Mielikki, Artje y Nid [posteriormente también entrará el pj de Kvothe]

En la posada se estaba perfectamente... Fuera caía pesadamente la lluvia, pero dentro se estaba caliente... El fuego se mantenía avivado en una de las esquinas. Todas las mesas estaban ocupadas, y las camareras no podían parar ni un momento. Se respiraba ese ambiente típico de las posadas de frontera... Enorme actividad, risas, algún canto, niños jugando... Pero también había una sombra... Hasta allí, Alfheim, habían llegado los rumores de la guerra abierta entre el Imperio y Feralia... Los elfos temían que la guerra llegase allí, debido a la cercanía con sus fronteras, y los mercaderes esperaban no meterse en un campo de combate...

Una noche típica en la posada "Última Parada", situada en la linde del bosque de Alfheim, cerca de los caminos... Última posada hasta llegar al Imperio, "Última Parada" siempre estaba llena... Un grupo de avaros enanos por allí, mercaderes humanos por allá, elfos por todos lados... Era el mejor sitio de Alfheim para que los viajeros descansaran... O para que alguien reuniese información...

Eiríkr: Tras haber llegado de los últimos a esa posada, habías tenido que conformarte con un sitio en la barra. Mientras el tabernero preguntaba que querías, pensabas en lo cerca, y a la vez lejos, que estabas de tu hermana... Si no te hubiera pillado de viaje, no habrías venido tan cerca de Alfheim...

Mielikki: La última información que recibiste fue muy escueta... Alguien quería que te reunieras con él aquí... justo en esta de mesa en medio de las sombras en la que estabas sentada... ¿Pero quién?

Artje: Habías llegado muy tarde a la posada, pero todavía había un sitio... Justo al lado del cuentacuentos que entretenía a los niños... Podías oír las risas de los niños, y como de vez en cuando callaban, expectantes de que el hombre, algo mayor ya, continuará... Estaba contándoles la saga de Gwenda, primera Walkyria y heroína... Algún día tu también contarías las tuyas propias...

Nid: De pie en la barra, justo al lado de un elfo con aire de distraído, esperabas a que tus compañeros volvieran, ya que habían ido a ver si había una mesa... El aire en todo el lugar te resultaba extraño... Era alegría... Algo que no habías vivido... Una camarera te sacó de tus ensoñaciones preguntando si querías algo, aunque te pareció que estaba distraída mientras lo decía.

ARTJE

Después de entrar en la posada cierro con suavidad la puerta. Observo el interior de la posada. Cuando veo al cuentacuentos y los niños, me quedo un instante quieta: me recuerda al abuelo cuando nos contaba cuentos junto a la chimenea. Um, podría acercarme, ya estoy cansada de cargar con la mochila... Me dirijo hacia el sitio que esta libre al lado del cuentacuentos con cuidado para no molestar a nadie y con una sonrisa en la cara, me encantan las historias de las hijas de Odín. Me inclino ligeramente y cojo el borde de la silla que está libre, le digo al cuentacuentos en voz baja -- ¿Puedo? pidiendole permiso. Luego dejo mi mochila entre la silla y la parez, bien cerca.

Eiríkr

Entré en la posada, había sido un viaje largo y me merecía un descanso. Alfheim... Había pasado mucho tiempo desde que no pisaba estas tierras, y no era mi intención adentrarme más allá de la frontera, aunque mi corazón me pidiese a gritos que me adentrara, que fuera corriendo al encuentro de mi hermana, mi querida hermana... Te hecho de menos, solo espero que estes bien. Seguro que sí, ella sabe cuidarse de si misma, por algo es una de las brujas más poderosas de la aldea.

Sin darme cuenta me había quedado absorto en mis pensamientos justo delante de la entrada, aún estaba la puerta abierta. La cerré, a dentro se respiraba un ambiente muy cargado, estaba absolutamente lleno, apenas había espacio, busqué algun lugar entre la multitud, parecía haber un sitio en la barra. Me acerqué allí mientras observaba el lugar, no estoy acostumbrado a estar rodeado de tanta gente, no almenos en un ambiente tan festivo y familiar como aquél. Había niños y gente de todas las edades, sin duda parecía un lugar próspero. Me apoyé en la barra y me percaté del muchacho que tenía a mi lado. Tenía tatuajes en los brazos, había algo que me resultaba familiar en ellos. Segudos después recordé porque me sonaban esos tatuajes, en mi interior reí. Seguro que hay algun refrán para esto, dos hombres en una posada con una "maldición" y habían acabado el uno al lado del otro. Por supuesto lo suyo no se trataba de una maldición sino de un don, un don mal visto por la gente ignorante que desgraciadamente son la mayoría de personas, lo mío si que era una maldición pero en cambio a mi no me repudiaban. Bueno, almenos no por aquí cerca, pense.

Se acercó el mesero, esperando a que pidiera algo. Imagino que este seria uno de esos sitios de o consumes o te vas, bueno quizás esa era mi oportunidad de sociabilizarme un poco, hacía tiempo que no lo hacía así por ocio y no me vendría mal la práctica.

-Póngame un vaso de hidromiel por favor. -le dije al mesero.- Y al caballero sentado aquí a mi lado también si es tan amable. -dejé cuatro monedas de cobre sobre la barra esperando que eso fuera suficiente. Miré al hombre que tenía a mi lado y con un intentó de sonrisa le dije- Hola, me llamo Eiríkr, encantado.

....Sonrisas......alegria....familia...... Por muchas veces que lo viera nunca lo habia entendido, todo era tan ajeno a mi, tan diferente, que parecia que todos ellos fueran de otra especie diferente a la mia......no, de hecho, soy yo el que parece ser diferente a todos, aunque igualmente seguia sin comprenderlo bien, al igual que tantas otras cosas.

Habiamos hecho un alto en la posada y mis compañeros fueron a buscar mesa, aunque con todo tan lleno probablemente no lo lograran. Estando en mis pensamientos me hablo la camarera, pese a que no parecia mostrarme atencion.

No llegue a responder cuando un elfo a mi lado hablo y me invito a una jarra, algo especialmente raro, nadie solia dirijirme directamente a mi y mucho menos invitarme, a excepcion de mis compañeros. Con un gesto de cabeza acepte la invitacion.

-....Niedrick....

Dije con un tono frio y sin sentimiento, tal y como aquello que llamaba "Yo" era, la unica forma que conocia de actuar.

Cerré los ojos un momento y suspiré. Miré a mi alrededor intentando adivinar quien se tenia que reunir conmigo. Estaba impaciente. Empecé a mover el talón derecho arriba y abajo rapidamente. Volví a mirar.

Mientras todo el mundo hablaba, comía, bebía... El posadero tocó una campana que se oyó por encima de la multitud. Todas las conversaciones se interrumpieron un momento. Las camareras apagaron unas cuantas velas. Las velas que quedaban apenas iluminaban el lugar.
¡Señoras y señores!¡Damas y caballeros! Por favor, presten atención, porque están a punto de ver el espectáculo especial de la posada "Última Parada".

Sin decir más, el posadero se hizo a un lado. Sobre una gran mesa despejada se subió una joven, de apenas unos 16 años. Vestida con poca ropa y casi todo telas suaves y semitransparentes, hizo una pequeña reverencia.
¡Desde los bosques de Feralia, la gran bailarina, Mirina!


La joven bailaba al son de una conocida danza élfica, mientras unos músicos tocaban. Mientras bailaba, se iba acercando a las mesas, lanzando miradas seductoras, y buscando una pareja de baile. Al llegar delante de un hombre en una de las sillas de delante de la barra se paró.

NID: La joven fue a pararse justo delante tuyo. Aunque no habías visto muchas veces ese baile, sabías que significaba que debías bailar con ella... Al menos si querías continuar el baile.

Apenas acababan de llegar las bebidas, cuando el mesero llamo la atencion, era la hora del baile, apgaron algunas velas de manera que todo quedaba muy mal iluminado y la joven, con poca ropa se subio a la mesa y empezo el baile.

No era la primera vez que lo veia, otras veces estando aqui lo habia vislumbrado, incluso algunos de mis compañeros, que seguian sin volver, habia salido a acompañar a la susodicha bailarina. Por como hablaban siempre parecia algo que les gustaba mucho, aunque yo nunca habia sentido nada al verlo, y en alguna ocasion mis compañeras han insistido en bailar conmigo, pero nunca he visto nada especial en ello, pero me intrigaba siempre el porque para el resto de la gente estas cosas son algo muy especial tal y como la musica y el baile fueran un conjuro que atraia sus almas...

La chica empezo a acercarse a la gente, buscando la que seria su pareja, y extrañamente se paro enfrente de mi, era algo extraño, y ya ivan dos cosas extrañas en muy poco tiempo, parecia como si derepente me hubiera convertido en una persona normal.
Me quede un rato pensativo sin hacer nada, durante unos segundos pensaba no hacer nada, para que la chica eligiera a otra pareja, pero recorde que siempre mis compañeros hablaban de aceptar y seguir las tradiciones y costumbres de los sitios a donde ibamos, almenos si se queria volver y ser bien recibido, ademas quizas asi si podria saber que era eso tan especial de estos bailes.

Me incorpore lentamente y antes de que empezara susurre

-No soy buen bailarin

Y si aun asi siguiera, aceptaria el baile, pero muy seguramente fuera distinto de lo que muchos esperaban, pues no es que fuera entregarme a un sentimiento que desconocia ni seguira el baile con estilo, solo seguiria a la chica con lo que pudiera llegar a recordar de las veces anteriores que lo habia visto.

NID: La chica te llevó de la mano hasta la mesa donde ella misma había estando bailando sin decir una palabra, y dio los primeros pasos del baile. Tuviste suerte de que la chica te hubiese oído, ya que te estaba guiando en el baile. Aunque vacilabas en los movimiento, por lo menos no hiciste el rídiculo.

Tras el baile estabas exhausto. No podías imaginarte que el baile cansara tanto. Tras acabar, te indicó por gestos que volvieses a tu sitio.

RESTO: Aunque se notaba que aquel hombre no era bueno bailando, la ayuda de la joven hizo que por lo menos fuese aceptable. Tras unos cuantos aplausos, le indicaron que volviese a su sitio y la joven abandonó la escena y salió por otra puerta.

TODOS:
Señoras y señores. Como broche para esta noche, hemos traído a uno de los mejores bardos del otro lado de la Gran Cordillera. Por favor señor Ceries. El tal Ceries era ni más ni menos que el hombre que había estado de cuentacuentos antes con los niños. Mientras se aclaraba la voz el hombre pidió una lira que había a un lado. Tras cogerla comenzó a tocar una melodía que denotaba tristeza. Tras unos veinte segundos de introducción, comenzó a hablar.
Esta es la historia de Koganusân, una de las muchas fortalezas enanas al otro lado de la Gran Cordillera. su voz se ajustaba al tono y ritmo de la música, encandilando al público. Fundada como centro minero para el rey enano, esta fortaleza entró en los anales de la historia por sus enfrentamientos con los elfos, por la sangre que se derramó, por su grandeza... Pero sobretodo, por su maldición.

Tras el agotamiento de las minas del reino, el rey decidió que era hora de crear una fortaleza que pudiera abastacerlos del mineral que tanto necesitaban. Mandó llamar a siete enanos caídos en desgracia, y les dió una posibilidad de mejorar su situación. Y así dejo el rey enano:
Vosotros, desgracia de nuestro reino,
tenéis una nueva posibilidad.
Liderad la expedición a nuevas tierras
y ocuparéis los cargos de importancia en ellas.

De esta manera el gran rey mandó a los siete enanos. El lugar indicado estaba lleno de animales salvajes, grandes como árboles, poderosos como ningún otro. Estos animales, exóticos en cualquier otro lugar del mundo eran llamados elefantes.
El bardo comenzó una pequeña introducción musical. Todo el mundo estaba escuchando atentamente. Nadie en estos lugares había oído hablar nunca de aquella fortaleza o de esos animales. Todos deseaban escuchar.

(RF contra 100 o quedáis en estado de fascinación. En caso de que falléis por menos de 10, aunque a efectos prácticos estáis en ese estado, podéis seguir fijandoos en otras cosas.)

No le presté demasiada atención al baile. No era de mi interés.
-Señoras y señores. Como broche para esta noche, hemos traído a uno de los mejores bardos del otro lado de la Gran Cordillera. Por favor señor Ceries.
Sentí cierta curiosidad, por ese bardo, así que decidí escuchar la historia que nos iba a ofrecer. Tan solo con la introducción tube suficiente para quedar embobada con la historia.
-Esta es la historia de Koganusân, una de las muchas fortalezas enanas al otro lado de la Gran Cordillera- su voz se ajustaba al tono y ritmo de la música, encandilando al público-. Fundada como centro minero para el rey enano, esta fortaleza entró en los anales de la historia por sus enfrentamientos con los elfos, por la sangre que se derramó, por su grandeza... Pero sobretodo, por su maldición.
La voz de aquel hombre me embelesaba, impidiendome prestarle atención a cualquier otra cosa, cualquier suceso que no fuera la historia que salia de los labios de Ceries.

RF: 35+48=83

El miembro 'Cecil Harvey' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 48

RF
60+36= 96
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El baile resulte ser algo mas agotador de lo que esperaba, algo un poco extraño para mi, alguien habituado al combate, pero aquella mirada que no conseguia descifrar de la chica quizas me ofusco demasiado.

No habia pasado mucho tiempo cuando se anuncio a un bardo, que empezo a hablar sobre una historia de los enanos, hablando de animales tan grandes como arboles y muy poderosos, elefantes, no podia dejar de preguntarme como serian, asi que preste atencion a aquel bardo mientras contaba su historia, dando de cuanto en cuanto un vistazo general, viendo como no era el unico interesado en aquella historia.

El miembro 'Qian' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 36

ARTJE

Se sentó al lado del cuentacuentos y prestó toda la atención a la historia que contaba intentando reproducirla en imágenes dentro de su cabeza. El cuentacuentos se detubo y entoces se fijó en la bailarina que acababa de entrar. -Que hermoso... pense mientras la gracil bailarina se presentaba y se arrimaba a aquel hombre de la taberna, invitándolo a bailar.

Señoras y señores. Como broche para esta noche, hemos traído a uno de los mejores bardos del otro lado de la Gran Cordillera. Por favor señor Ceries. ¡Dioses! ¡Aquel hombre no era un cuentacuentos normal y corriente, sino un reputado bardo llamado Ceries! Me aparté rápidamente con mi butaca para dejar sitio al bardo y escuchar su melodía. Aquella melodía me encandilaba de una forma sublime, pensando en los valientes aventureros enanos y las enormes bestias que encontraron por el camino, pero mi atención estába centrada más en la curiosa gente que permanecia en la posada que en la narración de este.

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RF 60+40 = 100

El miembro 'Keron' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 40

Eiríkr

Entonces entró una bailarina que empezó a bailar, el ambiente se animó aún más si era posible, contemplé el espectáculo por hacer algo, el muchacho al que había invitado resultaba no ser de muchas palabras, bueno, no era el único, yo me había vuelto algo huraño últimamente. Sacó al hombre de mi lado a bailar, no parecía que le entusiasmase demasiado la idea.

Me quedé pensativo, estoy demasiado cerca. Aún no entendía porque me había parado allí, quizás podría haber continuado hasta la próxima posada, en un lugar más alejado.

El hombre que contaba cuentos resultó ser un bardo y empezó a recitar una de las tantas historias que los bardos conocían, incluso podría estar compuesta por él mismo. No sabía muy bien porque pero todo el mundo le miraba fascinado.

A mi la verdad es que la mayoría de historias de este tipo me aburrían, los bardos no eran muy de mi agrado, aunque ayudaban a uno a alcanzar la fama y eso siempre era bueno para el trabajo. En una ocasión me había juntado con alguno, si es cierto que me ayudó a encontrar trabajos pero a veces la serenidad resulta más importante que el dinero, sobretodo si viajas con alguien que no puede mantener el pico cerrado y metiendose siempre en líos.

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Tirada de RF 90+42= 132

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'Dado de 100' : 42

MIELIKKI: Completamente dedicada a la música del bardo, eres incapaz de escuchar o ver nada más.

RESTO: Aunque la música del bardo es hechizante, sois capaces, algunos mejor que otros, de resistiros. En ese momento podéis ver como por la puerta entra un hombre con una pesada armadura. La armadura le cubre entero, y esta decorada con motivos de dragones. El hombre es enorme y el suelo está a punto de hundirse bajo sus pies. Según se acerca veis como el posadero le mira, se acerca, y le susurra algo. Mientras tanto el bardo sigue, cantando sobre la gran fortaleza enana, hablando de como esos enanos eran unos avaros codiciosos de dinero.

TODOS:
¡Mentira! dijo el hombre de pesada armadura, que ahora se hallaba cerca del bardo. Esos enanos podían ser unos guarros, podían ser unos borrachos. Puede incluso que alguno tuviese gustos cuestionables, pero de avaros nada.
¿Acaso se atreve a cuestionar mi historia? dijo el bardo Esta es una historia milenaria que...
De milenaria nada. Tendrá como mucho unos cuatrocientos años. Y no me lo discutas, que a diferencia de jovencitos como tú, yo estaba allí.
¿Un loco?¿Un elfo?¿Tal vez un feral? ¿Quien era aquel hombre que le discutía al bardo?