[Prólogo] (Dakota Cromwald) Los Llanos Santos

Los verdes campos de Helenia ya son un recuerdo difuso en tu memoria. Largos meses de duro viaje han borrado de tu mente aquello que una vez consideraste un hogar.
Todo se remonta a tu partida desde Helenia, cruzando la frontera hasta Los Grandes Lagos del hermoso Gabriel. Pasaste muchas noches entre cisnes, hasta que decidiste ir al puerto de Chaville, al sur del principado.

Alli, tus pesadillas cobraron forma, cuando el inquisidor Margold llamó a la puerta de la habitación donde te hospedabas. La vieja posada de “El ciervo” no tardó en convertirse en cenizas, cuando te negaste a abrir aquella puerta.
Milagrosamente, y con la ayuda de tu fiel Daguerreo, conseguiste evadir una vez más aquel juicio mortal. Pero Margold te persiguió por toda la ciudad.

Subiste a una de las embarcaciones del puerto a hurtadillas, intentando escapar de la perspicaz vista del inquisidor. Te encerraste en un barril vacío dentro de la bodega, y allí permaneciste horas y horas, hasta que una voz quebró el monótono ambiente: ¡Levad anclas!
Así, Daguerreo y tú, cruzasteis el Mar Interior. Como polizón te alimentaste, durante casi un mes de viaje, de la comida de la propia bodega.

Con el cuerpo frágil y cansado, pisaste por fin tierra firme en un puerto pueblerino de Kanon. Bajaste hábilmente de aquella goleta, sin que ningún marinero se percatase. Y durante varias semanas, recorriste las yermas tierras de Kanon en carretas de todo tipo, a cambio de unas pocas monedas de plata que conseguiste hurtar de aquel barco.

La sombra de Margold ya había desaparecido de tus pesadillas. Ahora, todo un mar os separaba. Al atravesar las áridas tierras de Kanon, ante ti se abrieron grandes y hermosos campos verdes: habías llegado a Bellafonte.
Te encuentras recorriendo Los Llanos Santos; reciben su nombre por la gran cantidad de iglesias que hay en sus praderas. Famosas además por acoger a viajeros, y brindarles comida y alojamiento a cambio de un donativo.
Aunque las cruces que coronan los campanarios te inspiran cierto temor, sabes bien que a ojos de aquellas personas no eres más que una pobre niña con frio y hambre. Te despides del amable anciano que conducía la astillada carreta, y te encaras frente a la inmensa puerta de roble de una de las iglesias. Daguerreo está a tu lado, no tienes nada que temer.

¿Qué haces?

-Dague... voy a llamar.

Mi voz, como mi valor, temblaba ante la iglesia. Mis piernas estaban fatigadas, y notaba la boca seca. Las perspectivas de encontrar algún refugio eran, cuanto menos, muy tentadoras.

- Recuerda lo que tienes que decir, Dakota.
- Si, si.

Con estas palabras, llamo al portón. Mi excusa es clara, soy una niña del puerto de Kanon, me he escapado porque mi padre borracho quería pegar a mi madre y a mí violarme. Estoy desamparada, pero sé fregar y barrer y puedo ser de gran utilidad. Incluso sé leer y escribir. Si no me dejaran quedarme, al menos a ver si me dejan pasar la noche por lo poco q llevo en el bolsillo.

Hago que las argollas de bronce de la puerta resuenen contra la madera. El sonido me hace estremecerme un poco.

Y espero a que alguien me abra para soltarle mi historia.

Al poco tiempo, las visagras oxidadas rechinaron, y la vieja madera crujió. Aquella puerta se abrió, cruzando su umbral un hombre. Con un traje talar raido y grisáceo. Te miró un instante antes de hablar, tenía el rostro de una persona anciana, arrugado y de ojos caídos y tristes.

- ¿Si, a quien tengo el gusto de atender? - su voz era ronca y desgastada.

- Me... me llamo... eh... Dally. Dally Faron, señor.
Vengo del puerto de Kanon, busco alojamiento en la Iglesia. No es mucho lo que tengo, señor, pero sé lavar, cocinar, leer y escribir. Me escapé de casa por... problemas familiares. Espero que no le importe.

Pongo mi mejor cara de niña buena. Daguerreo está impávido, muy quieto, como si estudiase la cara del anciano esperando cualquier reaccion.

-Tengo algo de dinero, también. ¿Y bien, señor?

El anciano sacerdote levanta su ceja, mientras te mira fijamente.

Haz una tirada de Persuasión.

Tiro persuasion (-25)

Resultado: 49

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'Dado de 100' : 74

El anciano, algo receloso, asintió.

- Está bien pequeña. Pero te lo advierto: si alguien de tu familia llega preguntando por ti, no me hago responsable, no te pienso incubrir.

Se frotó el entrecejo con sus dedos índice y pulgar, mostrando un gesto de incomodidad.

- No es un buen momento para cobijar menores, y mucho menos niñas...

Murmuró.

- Entra, antes de que cambie de idea.

Entras en la vieja iglesia, con Daguerreo siguiéndote de cerca. Aunque es pleno día, el interior es bastante oscuro, se ve que las vidrieras no ejercen del todo bien su función. Unas cuantas velas revelan el interior: una pequeña capilla, con una puerta tras el altar y unas escaleras a la derecha.
El sacerdote sube por las escaleras, tú le sigues con cierto temor.
Tras el último escalón encuentras un pequeño pasillo, con una puerta al final. Al cruzarla, ves una habitación algo más luminosa. Parece ser el aposento del sacerdote.
Hay una mesa, una silla, una cama y un pequño ventanal que filtra la luz del sol.

- Sientate aquí, te traeré algo de comer.

Me siento en la cama. Con aprensión, estiro las cansadas piernas. De repente todo el agotamiento de los últimos días se viene encima de mí, y sólo la desconfianza de estar en un lugar desconocido impide que se me cierren los párpados.

Daguerreo está murmurando cosas, no le hago mucho caso; la experiencia me ha enseñado a no mirarle ni hablar con él en presencia de otra gente.

Más tranquila, me fijo más detenidamente en la habitación, cualquier detalle que me llamara la atencion.

[OFFTOPIC: Hago una tirada de Advertir para ahorrarte tiempo, si está mal me rectificas]

Tirada de Advertir (20)
Resultado: 55

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'Dado de 100' : 35

Devoro las gachas sin escrúpulos. Ni siquiera sé si saben bien o no.

-Dakota, duerme. Te hará bien. Estás agotada.

-¿Has oído, Dague? Ha echado la llave.
- Lo sé, no me gusta. Pero ahora mismo no hay nada que podamos hacer, estás muerta de cansancio.

Ya me había dormido cuando Daguerreo dijo estas palabras. Mis sueños fueron grises, borrosos. Apenas recuerdo nada. Me pregunté, aún soñando, si Daguerreo estaría junto a mí, vigilando mis sueños. Nunca sé si él también duerme cuando yo lo hago, siempre evita esas preguntas.

Me levanto de golpe, como alertada por algo. No tengo ni idea de cuanto tiempo ha pasado. Se me ocurre asomarme a la ventana a ver si sería viable escapar, en caso de peligro.

-¿Dague...?

[Offrol: en las partidas que masterizo, a los jugadores que tienen familiares o criaturas de conjuración, les permito que controlen al 100% a sus compañeros, pero si quieres yo también puedo aportar acciones y diálogo a Dague.]

Haz una tirada de RE.

Tienes que ponerte de puntillas sobre la cama para vislumbrar el exterior, pero con un pequeño esfuerzo lo consigues. No hay nada más que campos y alguna que otra zona frondosa por el horizonte. La obertura de la ventana es demasiado pequeña, ni siquiera tú podrías salir por ahí. Además, recuerda que estás en un segundo piso.

[Me parece bien que el control de Daguerreo sea un 50% entre tu y yo; yo puedo rolear con él pero sólo desde el punto de vista de Dakota... creo q queda muy wapo así]

- Mierda...

El vértigo me hace temblar el estómago. Me vuelvo y me siento en la cama. Es... ¿realmente el vértigo?. Ugh.

Tirada de RE (30):
Resultado: 68

Daguerreo se da cuenta al momento, e inspecciona el cuenco con apenas restos de gachas.

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'Dado de 100' : 38

Comienzas a sentir un leve dolor de estómago, las gachas no te han sentado del todo bien. Algo te dice que se encontraban mantenidas o elaboradas en pésimas condiciones.

Los pinchazos en el estómago, y el peso de tus párpados, hace cada vez más tentadora la idea de dormir.

-¡Aguanta, Dakota!

Los párpados se me cierran.

Tengo que llegar a la puerta.

-S...señor, ayúdeme...

Aporreo la puerta y, junto al pomo, vomito estruendosamente. Daguerreo está muy nervioso.

Me caigo muy poco graciosamente al suelo, intentando apartarme del estropicio que he liado. Se me cierran los ojos, y ya me importa bien poco todo lo demás.

Daguerreo se asusta, e intenta hacer algo. Dirige sus manos hacia la puerta, y toca el pomo.

[Daguerreo intenta usar "Modificación Inorgánica", nv12 de Creación.
Su objetivo es transformar la cerradura de la puerta en otra cosa, o hacerla desaparecer o cambiar su forma; lo que sea para abrirla ]

Tirada de Proyección Mágica (100)
Resultado: 183

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'Dado de 100' : 83

Un leve cambio, en la frágil estructura de aquella oxidada cerradura bastó. La puerta se abrió, rechinando un poco.

Daguerreo observa el estrecho pasillo, sólo encuentra sombras.

Daguerreo deja a Dakota en la cama, inconsciente. Daguerreo decide explorar en busca de ayuda o observar si hay peligro, para sacar a su niña de allí.

Después de dejarla en la cama,Daguerreo sale al pasillo y cierra la puerta. Modifica la forma de la cerradura, de modo que ahora la llave del anciano no podría permitirle el paso.

Daguerreo avanza por el pasillo, fundiéndose con las sombras. Si detecta algún ruido, va hacia el.

Si no detectara ningún ruido, baja a la planta inferior, a la capilla o donde pueda estar el anciano. Intenta ocultarse al máximo.

Ocultación (120)
Resultado: 151

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'Dado de 100' : 31

Daguerreo no encuentra ningún problema en ocultarse, las abudantes sombras le ayudan enormemente a conseguirlo.
Atraviesa el pasillo, y desciende hasta la capilla. Alli no hay nadie, aunque hay una puerta tras el altar. Puede que no sea del todo prudente cruzarla, lo más probable es que sea allí donde se encuentre el viejo sacerdote.

Daguerreo se queda un rato escuchando a escondidas. Si no ocurre nada, vuelve a la habitación con Dakota y se queda allí, vigilante. Sabe que con el truco de la cerradura, ganará tiempo.

Y esperará hasta que Dakota despierte...

Daguerreo no escuchaba nada, tan solo un mortuorio silencio. Pensó en volver junto a Dakota, y cuando hizo ademán de marcharse, algo lo detuvo, una voz procedente del interior de aquella estancia:

- No me mires así... sabes bien que no tenemos otra opción.

Era la voz del sacerdote anciano, no habia duda.

- Si nos descubren nos matan... ¡muertos! ¡fin de la historia!

Se trataba de una voz femenina, una voz joven.

- ¡Y para colmo dejas entrar a esa niña! ¿te has vuelto loco?

- Lo que tenemos que hacer es actuar con normalidad, imaginate que esa niña encuentra cobijo en algún otro lugar, y se le ocurre decir que aqui no la dejamos entrar... nosotros... ¡gente de fé!

Gruñó angustiado el anciano.

- Sería demasiado sospechoso.

- Que se vaya para antes del crepúsculo. Asi podremos dejar zanjado este tema durante la noche.

- ¿Dejarla ir sola por la noche? ¿Ya te has olvidado de las desapariciones de niñas?

- Eso no tiene nada que ver con nosotros, no es nuestro problema.

Se produce un silencio.

Si quieres seguir escuchando, te arriesgas a que se abra la puerta. Aunque seas invisible ante unos ojos humanos, nada te asegura que esa mujor no tenga el don de ver lo sobrenatural. Tú decides ¿te quedas y escuchas o te vas?
También te dejo la posibilidad de que realices una tirada de advertir, para intentar percatarte de si alguien se está desplazando hacia la puerta, pero te aviso que será contra una dificultad muy alta.

Daguerreo tiene suficiente información. Ese sitio es demasiado sospechoso. Aunque no parezca haber peligro inminente para Dakota, muy pronto será un lugar poco recomendable.


Piensa, piensa... Tiene que sacar a Dakota de allí como sea.


-¡Ah!



Daguerreo vuelve rápido a la habitación de Dakota y deshace el conjuro de la cerradura, para que vuelva a la normalidad. En un suspiro, baja de nuevo y sale a la calle, quedándose frente al portón de roble.

Daguerreo usa su poder Velo para adquirir una forma humana. Toma forma de hombre, un hombre sereno, adusto, con pinta de adinerado.
Desde fuera, usa un toquecito de magia para hacer sonar el portón de madera (recordemos que aunque tiene Velo, Daguerreo sigue siendo intangible) y espera que le abran.

Su plan consiste en hacerse pasar por el padre de la tal Dally y llevársela a casa. Será muy educado con los desconocidos y se marchará rápido, prometerá discrecion dado que el asunto le es embarazoso a él también.

Y se marcharán pronto.


¿No es acaso un plan perfecto?