Bienvenidos [Grupo Furion]

El relajante sonido de las olas del mar chocando contra el barco eran bastante relajantes. El vaivén de aquel "crucero" que os llevaba desde la antigua isla de Japón a una misteriosa isla un poco al este causaba sueño a algunos, y mareo para otros. Gente de todas partes, desde Canadá hasta la India, desde Estados Unidos a China, miles de estudiantes se reunían en este barco. ¿Qué tendrían en común con vosotros? ... A saber.


La carta en vuestro camarote lo dejaba bien claro:

Querido futuro (o corriente) estudiante del Bakemono Chogakkou:

Nos gustaría que atendiese el banquete formal que se celebrará el 11 de Septiembre del 2009 en el comedor principal del barco, a las 18:00. Sed puntuales. Un profesor os va a dar unas palabras de bienvenida. En el armario del camarote tenéis varios vestidos/trajes para la ocasión.

Un saludo,
-El Equipo Directivo de Bakemono Chogakkou.

Y así era. Faltaban 4 minutos para el "anuncio" del profesor que fuese a venir. Fuisteis tomando vuestros puestos. Cada asiento tenía vuestro nombre... Las mesas eran de dos personas, las cuales quedaban una enfrente de la otra. Demasiadas mesas como para poder contarlas, todas quedaban enfrente de una especie de escenario. A la izquierda de la sala habían un mini-bar y una barra llena de todo tipo de comida: Fuentes de diversos mariscos, carnes de todos tipos, y todo tipo de bebida no-alcohólica.

Spoiler:

El reparto de las mesas quedan así:

"Nemo" (Herrian) - Ciel (Light)

Jace (Joantorne) - Izaya Ryu (Syn3k)

Daniel Flowers "Danny" (Derein) - Ryuuji Watatsumi (Shadeseraph)

En la mesa habían dos platos, dos sets de cubiertos (los cuales incluyen 10 tenedores, 8 cuchillos y 4 cucharas). Además, hay dos servilletas dobladas en forma de cono, y debajo de ellas un papel que dice:

Disfrute del banquete. No dude en llamar a cualquier camarero si necesita cualquier cosa.

La gente llegaba a cada minuto, tomaba su asiento, y esperaban a las 18:00.

Ciel The Heartbreaker


Barco del Bakemono Chugakku.


Estaba en alta mar en dirección a la isla, el dia se me había pasado volando. Como iba siendo habitual en algunas celebraciones, el personal de cocina pedía permiso al director para que me dejasen cocinar junto a ellos, debían de gustarle como cocinaba.

Tras terminar mi labor, me dirijí a mi camarote, me aseé con presteza y cogí mi ropa favorita, un traje blanco hecho a medida, con su cinturón y zapatos blancos también... ¡perfecto!

Me dirijí a cubierta y acabe en proa, necesitaba tomarme un poco de respiro, asi que me acerque y me apoye a la varanda, mirando el horizonte.
Ah... esto me trae recuerdos...

- Tres años, tres años han pasado ya desde que conocí al profesor. - dije con nostalgia mientras miraba al ancho mar - Y... también... a ella.

Miré mi traje por donde me había apoyado, y estaba algo sucio.

- ¡Oh maldición! mi precioso traje... - dije apenado - Bueno, ya está, limpio otra vez. - dije mientras el traje se limpiaba automáticamente.

El tiempo pasaba volando, conocía a gente que llegaba y se iba o incluso que desaparecía. No todos aguantaban estar allí, supongo que no tenemos ningún derecho a retenerlos.

- Bueno, es hora de ir al comedor, dentro de poco empezará el banquete. Solo espero que no me haya tocado en la misma mesa que ella, sería muy embarasozo después de haber roto nuestra relación, se pondría furiosa. - dije para mi mismo algo preocupado sabiendo el carácter tenía.

Llegué al salón y aún no había mucha gente, solo algunos del año anterior, eran los mas puntuales, normalmente los nuevos solían llegar algo tarde. Así que como Senpai salude a mis compañeros.

- ¡Hey! ¿Qué tal estás Preston? ¿Has adelgazado? - le dije a un compañero que pesaba 200 kg y media 2 metros mientras me daba un abrazo que me dejó casi sin aliento.

- ¡JOJOJOJO! ¡Ciel! Tu dieta me ha funcionado, he perdido 5 kg en estas vacaciones, gracias. - me dijo mientras yo intentaba zafarme de ese titán.

Cuatro mesas mas a la derecha había un grupo de chicas, me dirigi hacia ese lado, pues en el contrario estaba ella con sus amigas, comunmente conocido por algunos como "arpías", y sería incómodo saludarla en estos momentos... aunque también lo sería que me viera saludando a otras chicas... que demonios, ya no estoy obligado a hacerle caso por muy mal que me mire.

- Señoritas... estais tan guapas como siempre, espero poder veros después jeje - dije con todo mi encanto y mi sonrisa estilo "Heartbreaker".

Una de las chicas dijo - He oído que ya no estas con ella, Heart, tal vez podamos tomarnos algo cuando lleguemos a la isla. - dijo en un tono algo tentador.

De repente algunas empezaron a discutir y aproveche para escabullirme. Y así estuve unos diez minutos, hasta que llegue a mi mesa, la cual aún seguía vacía.
Tomé asiento y espere a que todo el mundo llegase mientras de cuando en cuando miraba hacia ella, no parecía tener buena cara.

Todo marchaba bien !Je¡

Danny Flowers



Los muelles estaban atestados de gente, estudiantes que iban a tomar el mismo barco que yo hacia mi nueva escuela, el Bakemono Chogakku, curioso nombre por cierto, predominaba la raza asiática aunque supongo que era normal aún siendo una escuela internacional. Yo seguía chupando mi polo, aunque empezaba a cansarme ya ese sabor después de dos días sin cambiarlo... No, es mentira, me encanta.

¿Me había despedido de Ramona? No me acuerdo la verdad. La verdad es que no había pensado en ello desde que me fui de Toronto, bueno que mas da, total ella quería que fuera a esta escuela ¿Sería porque esta lejos? No... Ella nunca haría algo así... o... ¿Sí?

Bueno no importa, conocer gente nueva sería algo bueno para mí, además, así podría formar un nuevo grupo de música con el que llegaría al estrellato, otra vez (esta vez sin fracasar estrepitosamente), y le daría una lección a ese engreído de Stephen Stills.

Subí por la pasarela de embarque con mi polo en la boca y mis auriculares a tope mientras escuchaba una canción de un grupo de la zona local. Love is Dead de D'espairs ray, e iba cantandola, con mi polo en la boca por supuesto.

-Lofvah-lofvah Lofv ifs dlead! Rp it up Bfreak it down dance... -cantaba emocionado despertando la curiosidad y el espanto de la gente a mi alrededor (aunque nunca lo reconocería, ni siquiera era consciente).

Sin darme cuenta emocionado con lo mío choqué contra un mastodonte del que no me había percatado delante mío y caí al suelo. Levante la mirada, y lo que vi simplemente me dejó sin palabras (en realidad no), un tipo enorme con alas de dragón al más puro estilo anime y un pelo de delincuente sin igual. Instintivamente me transformé en un charco. El tipo se dió la vuelta pero no vió absolutamente nada, pasé un rato allí hasta que desapareció mientras la gente me pisoteaba, que gente mas maleducada. Espero no coincidir mucho con él.

Un poco más tarde me asomé a la borda, ¿Habría pingüinos por ahí cerca? Ni idea, pero cabras no por suerte, a no ser que hubiera cabras marinas... ¡Oh dios mío! ¿Las hay?

Me fijé en las olas que chocaban y se rompían en el casco del barco. Polo de agua marina... ¿Porque no se me habría ocurrido antes? Estaba dispuesto a probarlo, saqué mi palo y sustituí el hielo por agua marina y lo probé... Madre de dios... Bueno quizás con un poco de azúcar... Tampoco esta tan mal.

Satisfecho continué cotilleando por ahí buscando chicas bonitas. Mi anterior relación no salió demasiado bien, supongo que sería por el hecho de que Knives Chau era Scottadicta... Vaya un desperdicio, una chinita preciosa aunque le rompió el corazón a Young Neil...

Sin darme cuenta me ví en mitad de una sala llena de mesas donde la gente se iba sentando.

-¿¡Pero como!?... ¿¡Cuando!?... -exclamé.

Bueno a los pocos segundos me dejé de interesar de como había llegado hasta allí, me fijé en que todos los estudiantes, mis futuros compañeros se sentaban en sus respectivos sitios, cada mesa estaba reservada a dos estudiantes específicos. Me senté en la mía, mi compañero aún no había llegado. Leí el cartelito con su nombre.

-Ryuuji Watutsumi... -dije mientras entrecerraba los ojos como si intentara ver algo que estubiera lejos y de cara al sol.- Espero que sea alguien simpático...

Le dí una fuerte chupada a mí polo, miré a mi alrededor con recelo y volví a concentrarme en mí polo.

Izaya Ryu, Barco de Bakemono Chogakkou

"Pues aquí estamos..." -pensé, mientras contemplaba con horror aquél traje tan cursi que me habían obligado a vestir. Incluso juraría que me estaba pequeño, aunque... ¡bah! Qué importaría eso... seguramente hubiera encontrado algún defecto a mi ropa de gala aunque rozase la perfección.
Sí, odiaba que me dijesen cómo vestir. Aquello definitivamente no era para mí. El ambiente elitista y remilgado, las sonrisas de complicidad aquí y allá, los guiños, los sonrojos... ¿de dónde habían salido todos estos críos?

Necesitaba un pitillo. Aquello era peor incluso de lo que había pensado. ¿Qué clase de reformatorio juvenil era éste? ¿A qué venían tantas galas, formalidades y exquisiteces? Por Dios... ¡si algunos parecían incluso contentos de estar allí!

-Panda de tontos... -mascullé en voz baja mientras intentaba recordar dónde estaban las escaleras que llevaban a cubierta.

Por el rabillo del ojo, observé a un tipo de piel oscura y pelo de color platino que parecía desenvolverse con cierto desparpajo entre los demás idiotas... como un pastor entre sus ovejas. Acababa de acercarse a un grupo de chicas, que parecieron recibirlo con entusiasmo. Sin saber por qué, me ruboricé. Había algunas tías realmente macizas... aunque todas parecían orgullosas de esconderse tras una máscara patética de pulcritud y virginidad, a juzgar por lo infantil de su comportamiento...

¡Bah!

Con las manos tanteé la chaqueta en busca mi paquete de cigarrillos Comet, mientras ponía rumbo al exterior. La cubierta estaba bastante concurrida, seguramente por tipos tan nerviosos y decepcionados como yo lo estaba... encendí un pitillo y me desplomé sobre la robusta baranda del barco, con la vista perdida en el mar. Ignoraba si allí se podía fumar, pero me daba igual. En ese momento, me sentí bastante relajado.

"En el fondo, todas deben de ser muy zorras..." -acabé pensando, sin saber muy bien por qué-. "Ese tipo lo sabe bien... el negro de pelo blanco. Por eso intenta aparentar, para que ellas también se metan en el papel... y nadie pueda reprocharles nada. No hay ninguna diferencia entre "eso" y pagar a una puta... salvo las apariencias."

Me sorprendí a mí mismo pensando en ese chico. Acaso era... ¿envidia? De hecho, sentía algo raro en el estómago desde que lo vi hablando con las tías del comedor, pero... ¡no! ¿¡Envidia!? Por favor... es sólo que... llevaba demasiado tiempo sin echar un buen polvo. Sí, eso sería. El tema de los juzgados me había tenido demasiado ocupado, ni tan siquiera había tenido tiempo de despedirme dignamente de mis alumnos... Seguro que ahora mismo estarán preocupados por mí. Si me vieran en este traje de mierda...

Terminé el cigarrillo y bajé al comedor. Busqué mi asiento y me senté, intentando observar en el proceso a todos los niños que me acompañaban... algunos eran realmente patéticos. Unos se peleaban con los cubiertos, otros se tiraban servilletas... a la mayoría se les hinchaban los cojones sólo de ver tantos culos femeninos, se les notaba a la legua. Parloteaban como cotorras y emitían esas risitas... ¡Dios! ¡Cómo odiaba esas risitas! Se me daba bien calar a la gente, y muchos no hacían demasiados esfuerzos por no delatarse... estaba el típico abusón, se le notaba en la cara, con su aire de superioridad, creyéndose indestructible... luego estaban los empollones, los tímidos, los ligones, los raritos, los marginados, los nostálgicos, los lloricas...

"Dame paciencia..."

Pronto me di cuenta de que había una nota en el asiento de en frente. Le cogí y le eché una ojeada: "Jace"

No tenía ni idea de quién sería ese tipo. Tan sólo esperaba que no fuese un bicho raro como la mayoría de mis "nuevos compañeros"...

(...)
¡Auch!
-Maldita sea... este traje pica. ¡Agh! -Retorciendo el gesto, tomé uno de los tenedores y lo metí debajo de la camisa-. Además, hace calor... aaah... eso está mejor...sí... -mascullé alegremente, mientras me rascaba la espalda con el cubierto, y veía como algunos chicos y chicas volvían la mirada hacia mí, desconcertados.

"¿Qué están mirando? ¡Bah!"

Aunque reconozco que, en ese momento, debí de poner cara de tonto absoluto.

"Nemo"

Ryuuji Watatsumi



El cálido sol del atardecer de verano empezaba a hacer mella en el jóven Ryuuji, amodorrándole lentamente conforme las horas se iban perdiendo en la lejanía. El dragón disfrutaba desde la cubierta de la suave brisa marina, que tanto le recordaba a su Zamami natal. Despreocupado, bostezó mientras rememoraba los eventos que le habían traído hasta aquel barco, camino a su nuevo hogar.

La vida en la ciudad había sido, cuanto menos, interesante, pero la oferta que le había hecho aquel extraño hombre era demasiado interesante. Empezaba a estar cansado de tener que ir a todos lados escondido bajo una capa de lluvia, o de vivir fingiendo ser un otaku cosplayer con un par de tornillos de menos para ocultar sus aspecto y su origen, y empezaba a añorar comida que no fuese instantánea. Necesitaba un lugar al que llamar hogar -ya-, y sin más ingresos que la venta de las joyas que le habían quedado de las ofrendas de los habitantes de la isla, sus opciones eran instalarse en algún lugar rural o aceptar ir a ese extraño instituto. Un benefactor desconocido se había ofrecido a gestionar gastos y necesidades básicas, y a pagarle la educación, con lo que Ryuuji no lo dudó demasiado.

Y allí estaba él, en el único crucero que llevaba desde la capital hasta Bakemono Chogakkou. En el barco había un montón de individuos extraños y de dudosa naturaleza, todos ellos de edades similares a la suya propia. Vampiros, elementales, e incluso alguna kitsune danzaban alegremente por el barco, algunos más entusiasmados y otros con el miedo a lo desconocido tiñendo su mirada. Ryuuji, contemplativo como era por naturaleza, se había abstenido de socializar demasiado, prefiriendo observar un mar que le recordaba vagamente las aguas de Okinawa, como una suerte de despedida.

Al contrario que el resto de los presentes, no vestía traje de gala, no por orgullo, si no porque no podía permitirse uno salvo de alquiler o prestado, y las alas le impedían usarlo salvo que modificase el traje, cosa que no podía hacer con un traje que no fuese suyo. En su lugar, llevaba las ropas ceremoniales que solía usar en Zamami, un sencillo jōe blanco adaptado para su fisionomía. El resto de sus pertenencias seguía en la maleta, incluyendo su ropa y su fiel tachi, que seguramente sería confiscado nada más entrar a la residencia. Por una vez en mucho tiempo se sentía más o menos libre. Se desperezó extendiendo sus alas al máximo y agitándolas suavemente al ritmo de las olas.

Sin previo aviso, algo chocó contra su espalda. Para cuando Ryuuji se giró, curioso ante la posibilidad de un encuentro, lo único que vió detrás suyo era un charquito de agua. Buscó con la mirada de un lado a otro, pero aunque había más de un estudiante que lo observaba sorprendido ante su inusual apariencia, apenas considerable humanoide, ninguno parecía tener interés en comunicarse con él.

Ryuuji se enocogió de hombros y volvió a su camarote.

Más tarde, sobre las seis ya en tierra, y después de que Ryuuji hubiese dejado sus cosas en la que a partir de ese momento sería su habitación, todos los recién llegados, así como muchos de los estudiantes antiguos, fueron guiados hasta la cena de gala.

El jóven Ryuuji sentía como los nervios se acumulaban cada vez más. Era la primera vez en su vida que caminaba abiertamente, sin ocultar su aspecto, entre una multitud tan grande, y sin posibilidad de no ser, al menos en cierta medida, centro de atención. Sin embargo, si algo podía decir de sí mismo con toda claridad es que nunca había huído de un desafío... para bien o para mal. El dragón suspiró con fuerza, se irguió, y entró en la sala, con su traje ceremonial blanco contrastando fuertemente contra el pardo intenso de sus alas, que enmarcaban la figura de Ryuuji, y de su propia piel.

La sala era impresionante, con cientos de mesas elegantemente decoradas distribuidas entre retales de tela y columnas que se alzaban hasta la blanca bóveda ribeteada en dorado del techo. Al fondo, el estrado desde el que el director presidiría el acto se alzaba sobre el suelo imponente.

Un tipo de piel profundamente negra, casi del color del azabache, flirteaba felizmente con algunas de las niñas que ya se habían instalado, demostrando cierto aire de complacencia y de familiaridad con el entorno. Por otro lado, un chaval de aspecto fuerte pasaba en aquellos momentos un instante parecido al del propio Ryuuji, quizás un poco abrumado por lo excepcional de la situación, aunque quizás fuese sólo un intento del subconsciente de Ryuuji por encontrar alguien con quien empatizar en aquel entorno tan extraño.

Cada una de las mesas estaba preparada para dos personas. Ryuuji se percató de que las parejas no tenían relación de ningún tipo, y se preguntó quién sería su compañero. Con un poquito de suerte, sería una mujer. Escudriñó entre la multitud, hasta que se fijó en de ellas ocupada por un chaval de rasgos caucásicos, posiblemente americano, que, en medidas humanas, tendría más o menos su misma edad. Tenía el pelo de un intenso azul cenizo, y por alguna razón parecía que hubiese salido de un comic occidental. Uno con muchos ex-novios malignos. Lamía con avidez los restos de un palo de polo que a todas luces debería haberse acabado o derretido hace siglos.

Se acercó a la mesa ante la mirada expectante de aquellos alumnos que no estaban acostumbrados a ver cosas tan extravagantes, los cuales, en justicia, no eran tantos como Ryuuji pensaba. Observó un segundo los nombres inscritos en los carteles sobre la mesa, y tras tragar saliva rápidamente, realizó una veloz inclinación como muestra de respeto. En cualquier otra situación, el orgullo del dragón le hubiese impedido realizar tal acto, pero en este caso era consciente de que no estaba en control de la situación, lo cual le ponía en tensión. Después recordó que los occidentales solían saludarse con un apretón de manos, con lo que le tendió su zarpa, recia y escamosa. Intentó recordar el poco inglés que sabía y articuló una frase vagamente correcta, en el tono más educado que supo.

-<May neimu izu Ryuuji Watatsume. Naisu tuu met yu. Yu mast bi Flowers, izu dat uritu?>

Spoiler:

Danny Flowers



Ahora sonaba Trinidad de Edguy por mis auriculares. Me fijé en que todo el mundo llevaba traje, que raro... Me miré pero llevaba mimisma ropa de calle y me sentí un poco avergonzado, bueno no importa.

Estaba silbando cuando alguien se acercó por detrás, mi compañero. Cuando lo vi me quedé sin aliente, era el mismo tipo con el que había chocado subiendo al barco y llevaba un... algo raro de vestimenta.

--dijo en uno de los peores intentos de hablar inglés que había visto jamás.

Me tendió la mano. Mi boca se abrió tanto que estubo a punto de desencajarse, el polo se me cayó directamente en el regazo manchando de saliva y agua mis pantalones. Me quité los cascos, fue lo más inteligente que logré hacer, entonces sin saber como e inexplicablemente porque estaba firmemente sentgado encima de la silla me encontré en el suelo y la silla tumbada. Me levanté a toda prisa.

-Hola yo soy Daniel Flowers pero todo el mundo me llama Danny soy de Estados Unidos aunque también he vivido en Groenlandia y en Canadá soy músico profesional y antes tenía un grupo pero Stephen Stills me echo así que probé mi carrera en solitario saque un disco pero la cosa no fue muy bien estoy aquí porque mi hermana me sugirió que me marchara aún no se muy bien porque la verdad es que no se quien ha pagado todo esto porque yo no. -dije a tanta velocidad que las palabras quemaban en mi boca, mi voz salió extremadamente aguda, y hablé en perfecto japonés.- Todo el mundo va vestido raro... Pareces buen tipo, eso claro, suponiendo que seas un tipo... Ui, finjamos que no he dicho esto último. Encantado de conocerte Ryuuji. -dije un poco más calmado ya.

Estreché su mano nerviosamente, me agaché para recoger el polo y me lo metí en la boca y luego puse la silla en su sitio y me sente evitando mirarle avergonzado. El corazón me iba a mil y tenía la respiración acelerada, y mis ojos parecían que iban a salirse de sus cuencas y rebotar en el plato.

Ciel The Heartbreaker


Comedor del barco.


Cada vez llegaba más gente, y en su mayoría eran nuevos, de lo más variado y curioso, también habían muchas chicas preciosas. De cuando en cuando iba saludando a la gente que conocía, era agradable verlos después del verano.

Entre la concurrencia, había un chico de apariencia tímida, igual era un peqeño diablillo, no era la primera vez que veía uno así, pero este parecía distinto.

Dado que venía en mi dirección y mirando tímidamente hacia mi mesa y el suelo continuamente, deducí que era mi acompañante.

- "Pobrecito, debe de sentir mucha verguenza ahora mismo, lo entiendo perfectamente, siempre pasa la primea vez." - pense mientras sonreía para mi mismo.

Ya estaba a un metro de mi mas o menos, y se presento cortadamente. No sabe la suerte que ha tenido al estar en mi mesa, si llega a estar en la mesa de uno de los integrantes del club de lucha no se que habría pasado con su diminuto cuerpo.

- H-hola... S-soy Nemo. - Soy nuevo aquí…

Se había presentado como Nemo, ni siquiera me había mirado a los ojos. Asi que me levante, puse mi mano izquierda en mi pecho y con la derecha señale su asiento mientras me inclinaba a forma de saludo al más puro estilo caballeresco.

- Buenas tardes Nemo. Yo soy Ciel, encantado de conocerte. - le dije educadamente - Por favor, toma asiento, la ceremonia esta a punto de comenzar jeje - termine diciendo en un tono amable y sonriendo.

Mi intención era que se sintiera relajado y cómodo. Sé lo mal que se pasa cuando no conoces a nadie, aunque yo nunca tuve problemas de integración. Dios me había dado un don de gentes que jamás podré agradécerselo tanto.

Pude escuchar, y seguramente Nemo también, como un grupo se burlaba de el. Se trataba de Terry, uno de los muchos matones del club de lucha.

- Hoo... hoola, m... m... me llamo Memo y no tengo amigos. - dijo en un tono demasiado burlesco - BUAJAJAJAJAJAJA! - rieron un grupo de ellos.

Los miré de forma inquisitiva, y cesaron las risas, no me gustaban los que abusaban, realmente no sabía si Nemo era fuerte o no y no me importaba. Pero eso era una falta de respeto inncesaria.

- Olvida lo que han dicho, a mi también me hicieron lo mismo cuando llegué. - mentí, pero tal vez así se sentiría mejor.

Para romper el hielo, le hice un par de preguntas no muy personales, pues sabía perfectamente que el no tomaría la iniciativa, asi solo tendría que responderme.

- Y bueno Nemo. ¿De dónde eres? - comenté tranquilamente - Por cierto, un traje excelente, buena elección, tienes que decirme quién es tu sastre. - le dije con un guíño de ojo cómplice.

Jace

Hay estaba yo en mi camarote, mirando la carta que me habían dado, mientras estaba tumbado en la cama. Solo llevaba unos tejanos y la idea de vestirme de etiqueta sencillamente la odiaba. cuando me levante y cogí la bolsa que guardaba lo que teóricamente me tenia que poner, al abrirla averigüe que al menos los trajes no eran ridículos. Sino por muy buena comida que hubiera yo ya sabia de uno que se colaría en cocinas para pillarse un banquete y se lo zamparía en su habitación. Me puse el traje pero la corbata se quedo en su percha.

Fui hacia el salón central donde se celebraba el banquete y nos daban la bienvenida. Había de todo incluidos seres que ni sabia que eran. Me fije que las mesas estaban organizadas para sentarse en grupos de dos, “Espero que me toque una de esas chicas monisimas que hay por aquí como compañera pensé para mi mismo. Busque mi sitio no tarde micho en encontrarlo por desgracia no había chica al lado, había un tío. -Un placer, Jace -me presente y me senté en mi sitio, al menos no era una sanguijuela lo que tenia al lado.

Aquel chico respondió de una forma muy educada. El contraste entre su actitud i las actitudes que había presenciado durante toda mi vida me dejó profundamente sorprendido. No supe que decir. Me invitó amablemente a sentarme. Asentí repetidamente y tomé asiento.

- S-sí, sí… Gracias.

Miré detenidamente a Ciel, su imagen me encandiló. Mi curiosidad voraz me pedía que me quedara junto a él, parecía ser una persona de la que se podía aprender mucho.

Entonces oí una voz más allá que me hizo sentir vergonzosamente aludido. Agaché la cabeza mientras notaba como mi cuerpo entero temblaba. Estuve a punto de perder mi forma, pero logré mantenerme. Revelar mi identidad me aterraba mucho más que lo que aquella panda de matones podía decirme.

Ciel me dirigió de nuevo amables palabras.

- ¿E-en serio? – no me lo podía creer. Él era tan… tan… no sé.

Pasé unos segundos en silencio, mirando fijamente todos los cubiertos que tenía en frente. Nunca había visto tantos juntos, ¿para qué serviría cada uno? Ciel decidió romper el hielo, porque estaba claro que yo no iba a mediar palabra por mí mismo.

- Eh… pues… Soy de… - intenté hacer memoria. No sabía exactamente dónde había nacido ni de dónde venía, pero sospechaba que la cueva en la que pasé la mayor parte de mi vida se encontraba en algún lugar de Sudamérica. – No lo sé exactamente, mi infancia no fue muy usual.

Ciel elogió la vestimenta que llevaba, por lo menos había sabido copiarla bien. Me sonrojé levemente.

- E-estaba en mi camerino y… simplemente me lo puse. Me pareció bonito – la verdad es que nunca antes había vestido de gala.

Debía seguir con la conversación de algún modo.

- Y-y… tú, ¿de dónde eres? No eres nuevo aquí, ¿verdad? - ¿Cómo podía serlo? Se le veía tan seguro de sí mismo, tan familiarizado con esto…

Ryuuji Watatsumi

Ante el aluvión de palabras y frases en un idioma que apenas controlaba, el dragón no pudo sino verse superado, y símplemente observaba al chico mientras éste vomitaba semejante parrafada como Ryuuji no había visto antes. Los reptiles no destacan por su expresividad, y, a pesar de la forma mucho más humanoide del chico, Ryuuji tampoco era un derroche de gesticulaciones, pero hasta la persona menos empática del planeta podría haber entendido la mueca de pasmo que se le había quedado al joven. Algo había entendido, como que era estadounidense, que se dedicaba a la música y que su hermana no le quería, o algo así.

-<Ehhhh... Suerte con el grupo.>

Ryuuji no vió ninguna razón para alargar la conversación, con lo que con un leve asentimiento y una sonrisa comprensiva (aunque en realidad no había comprendido demasiado) se sentó. Tenía curiosidad por saber alguna cosa más de Flowers, que se comportaba como una ardilla con sobredosis de cafeína, pero el dragón imaginaba que semejante comportamiento no era solo por cuestión de que aquel chico fuese bastante agitado, si no también por su propia presencia. Con un poco de tiempo, supuso el joven, se calmaría. Además, empezaba a notar la gusa.

Varios estudiantes iban y venían a la barra lateral, donde se servían todo tipos de alimentos de aspecto exquisito. Ryuuji tomó nota rápidamente, y empezó a listar mentalmente los platos que iba a coger. Antes de ir a por el primero, se giró un segundo hacia su compañero de mesa, y le lanzó una mirada inquisitiva.

-<¿Te traigo comida?> - Comentó en tono ligero, al mens todo lo ligero que su marcado acento le permitía.

Mientras, la mirada se le desviaba con cierta consistencia en dirección a cierto plato de perca de río a la sal, que temía se acabase. Esto de la globalización tenía sus pros.

Danny Flowers

Me fijé en que el... la... maldita sea, no tengo ni idea de lo que es, bueno, que eso iba perdiendo el interés, quizás lo había ofendido de alguna manera. Su interes ahora estaba fijado en la barra que estaba repleta de comida.

Ufff, comida, cuando pienso en ella me entran escalofríos, no es que no me guste la comida pero prefiero los helados, con ellos tengo suficiente para sobrevivir. Entonces me preguntó si quería algo de comer. Me quedé pensando.

-¿Cuanto será capaz de comer?... OH! ¿Lo he dicho en voz alta? Olvida que he dicho eso, pareces un buen tipo en realidad. -dije excusandome.- Tranquilo, con este polo me sobro y me basto aunque si te apetece puedes traerme un zumo de melocotón... Ah y perdona por lo de antes, en realidad soy un buen tipo. -lo miré de manera inquietante.- Soy genial.

Continué concentrándome en mi polo.

Izaya Ryu

Finalmente, un tipo de aspecto recio se acercó a mi mesa. Le eché una ojeada desinteresada mientras jugueteaba con mi mechero entre los dedos. El tipo parecía desilusionado.

"¿Qué esperabas, tío?"

-Un placer, Jace.

Eso fue todo lo que dijo. A primera vista, el tal Jace parecía bastante normal, no como los monstruitos que empezaban a verse por ahí. Y no era el típico niño descerebrado e infantil, a juzgar por su aspecto. De hecho, se le veía bastante curtido y en buena forma. Un tipo duro. Y lo mejor era que no parecía tener muchas ganas de hablar. Había tenido suerte aquella noche.

-Yo soy Izaya. Encantado, también -le respondí mientras sacaba un par de cigarrillos de la chaqueta-. ¿Un pitillo?

Jace

-No gracas, ademas creo que aqui dentro no esta permitido, pero por mi haz lo que quieras que halla un poco de follon animaria la fiesta.- Respondio con esa sonrisa de suficiencia que tenia. Apollo los pies en la mesa y se acomo viendo a las chicas que habia por hay. -Tendremos buenas compañeras -siguio diciendote mientras miraba descaradamente a un grupo de chicas.

Izaya Ryu

¿Un alborotador, eh? Pues al final me iba a caer bien el tal Jace...

-No gracias, ademas creo que aqui dentro no esta permitido, pero por mi haz lo que quieras que halla un poco de follon animaria la fiesta.

-Allá tú -le dije, encogiéndome de hombros y encendiendo un cigarrillo para mí. Dejé que el humo saliese a borbotones de mi garganta en la primera calada.

-Tendremos buenas compañeras.

-Y que lo digas. Aunque la mayoría parecen bastante acojonadas -respondí en un bufido-. Creo que habrá que echar mano del amigo Jack -le guiñé el ojo pícaramente a Jace mientras sacaba una petaca plateada del bolsillo interior de mi chaqueta-, a ver si así se alegran un poco, ¡jaja!. Esta fiesta empieza a ser un coñazo, y no parece que vaya a cambiar mucho...

"Tal y como pensaba"

Ciel The Heartbreaker


Comedor del barco.


Estaba manteniendo una conversación agradable con Nemo, aunque fuera una persona tímida, era a su modo divertido. El tiempo pasaba y la comida tardaba en llegar, lo cual hacía que el aire respirable fuera claro.

De pronto, empecé a oler a humo en la sala.

- ¿Hueles eso Nemo? Algo se quema... - dije observando a mi alrededor.

Busqué con la mirada que podría ser, y lo localicé, se trataba de dos mozos nuevos, tenían pinta de ser del estilo de los miembros del club de lucha. No podía ser que siendo nuevos se saltaran las normas como quisieran.

- Perdona compañero, enseguida vuelvo. - le dije con una sonrisa y los ojos cerrados.

No me gustaba tener que dejar a Nemo solo ahora que estaba soltándose conmigo, pero las normas eran prioritarias, y nadie debía de saltárselas.

Me dirigí con elegancia hacia la mesa donde estaba aquel chico fumando, yo llevaba una mano en el bolsillo mientras con la otra saludaba a algunos colegas que estaban en dirección a mi "objetivo".

Algunos habían detectado que iba a hacer, sabían que era un miembro del consejo estudiantil, y que respetar las normas en cualquier lugar regentado por la Academia Bakemo Chogakku era una de mis prioridades.

- !Buff¡ la que se va a liar, Ciel les va a dar el sermón. ¿Te acuerdas cuando nos la dió a nosotros? - dijo un tipo de aspecto marcial con gafas de sol.

- Si tio, más nunca volveré a usar mis poderes en la academia, ese tio puede ser... - Dijo un chico bastante delgado con orejas puntiagudas.

Ambos se callaron justo cuando pasaba por delante de ellos y los saludaba con la mirada. Finalmente, llegué a la mesa.

- !Ejem¡ Disculpen caballeros. - dije calmadamente - Me llamo Ciel, y tengo que decirte que en este espacio esta prohibido fumar. - comenté dirijiéndome al fumador - No es porque yo quiera, sino porque lo dicen las normas. - dije señalando un cartel donde ponía "No Smoking".

De la nada y con un chasquido de dedos, en mi mano apareció un cenicero que coloqué sobre su mesa. Solo esperaba que fuera razonable, pues intente ser lo más amable posible.

- Toma, cortesía de la casa. - comente educadamente - Cuando hayas disfrutado de la comida, podrás fumarte ese veneno que emponzoña tus pulmones en cubierta. - dije mirándole a los ojos con una sonrisa esperando que apagara el cigarrillo.

"Curioso..."

Al final resultó que el chico de color no era el chulopiscinas que me había imaginado. Aunque tampoco pensaba que fuera a tener el valor de contrariarme delante de tanta gente. Al fin y al cabo... no parecía gran cosa. Salvo por eso de crear ceniceros de la nada... Miré tranquilamente a mi al rededor para cerciorarme de la reacción de los demás alumnos. Algunos miraban y cuchicheaban entre bastidores, otros sonreían disimuladamente, y parecían tener un gesto en el rostro que no terminaba de gustarme, como de expectación o curiosidad por ver qué haría el tal Ciel en una situación adversa... En aquel lugar, todos parecían respetar al chico. Me pregunté si alguna vez habría tenido la corriente en su contra.

Pero había sido amable. Sinceramente, habría esperado cualquier otra reacción, pero él no era de "ese" tipo de gente. Un par de minutos atrás, había visto cómo defendía de las burlas a aquél muchachito... ¡Bah! No me toméis por un sensiblero, pero ya se sabe... odio a los abusones, y dar la cara por ese renacuajo en concreto había tenido su mérito.

De repente, algunas imágenes inconexas vinieron a mi mente... me vi a mí mismo, muchos años atrás, llorando en el parque, en el colegio, bajo las grandes sombras de aquellos que me aterrorizaban a diario, sin que pudiera hacer nada, sin poder defenderme...

"Eres... tan frágil" -dijo una vocecilla en mi cabeza.

Fruncí el ceño. No me gustaba pensar en todo aquello.

"De eso hace mucho tiempo" -me dije-. "Mucho tiempo..."

-Claro. -Tranquilamente, apagué el cigarrillo en el cenicero que me había entregado-. Yo soy Izaya, encantado de conocerte, tío -le dije mientras intentaba mostrar mi cara más amable-. Soy nuevo por aquí, y no había visto los carteles... hay tantas cosas interesantes que ver en este lugar que uno no sabe dónde mirar. Estarás de acuerdo conmigo...

Y sonreí.

Jace

Al poco de que mi compañero de mesa se encendiera su pitillo vino hacia nosotros otro chico,me habia fijado el el por que le gustaba ser el centro de atencion, "bien al final se animara la fiesta y sin ser yo el culpable" pense para mi mientras le soltaba el sermon de las normas son para cumplirlas. Yo miraba atento a cualquier indicio de violencia para participar, pero para mi sorpresa el chico ese, o lo que fuera, disuadio a mi compañero con suma facilidad,con tanta que incluso a mi se que quitaron las ganas de meter cizaña.

Ciel The Heartbreaker


Comedor del barco.


Allí estaba yo, de pie, esperando la reacción del muchacho. Todos nos miraban, pero no les prestaba atención, solo me fijaba en él y su futura elección.

Hacía tiempo que no lo notaba, pero aquel joven poseía un espíritu de combate que llevaba tiempo sin notar. Sus ojos eran los de alguien que no se podían tomar a la ligera.

Quedé sorprendido cuando accedió a mis peticiones, no me mal interpreteis, no es que juzgue y no quisiera que lo hiciera, pero es que pensaba que iba a tener que usar la fuerza para ello... no sería la primera vez, afortunadamente no fue así.

-Claro. -Tranquilamente, apagué el cigarrillo en el cenicero que me había entregado-. Yo soy Izaya, encantado de conocerte, tío -le dije mientras intentaba mostrar mi cara más amable-. Soy nuevo por aquí, y no había visto los carteles... hay tantas cosas interesantes que ver en este lugar que uno no sabe dónde mirar. Estarás de acuerdo conmigo...

- "Jeje, sabía que era un muchacho razonable" - pense para mi mismo sonriendo satisfecho - No pasa nada amigo mío, es muy normal cometer fallos cuando acabas de llegar, la culpa es del director por no poner carteles mas grandes. - dije a modo de broma para romper el hielo.

- Bueno chicos, me alegra que no os haya molestado, luego nos veremos, os presentaré a unas amigas para que os integreis rapidamente. - les dije guiñándoles un ojo - Disfrutad de la comida. - comente finalmente mientras cojía el cenicero.

Me despedí de ellos dándoles la espalda y levantando la mano a la altura del hombro. Finalmente llegué a mi mesa, allí estaba Nemo, callado y con cara de sorpresa mientras me sentaba de nuevo.

- ¿Y bien? ¿Por dónde habíamos dejado nuestra conversación? - dije pensativo con los brazos cruzados y mirando hacia el techo ignorando el reciente acontecimiento - !Ah si¡ !Las animadoras¡ Te van a encantar, ya lo verás, son muy divertidas y... - dije sin percatarme que Nemo se iba sonrojando cuando hablaba de chicas.

Y así estuve hablando hasta que finalmente llegaron los entrantes.

Ryuuji Watatsumi

Ryuuji se preparaba para ir de cabeza a por la comida cuando de repente algo hizo "click"en su cabeza.

-Espera, ¿has hablado en jap...?

-¿Cuanto será capaz de comer?... OH! ¿Lo he dicho en voz alta? Olvida que he dicho eso, pareces un buen tipo en realidad.

Sí, aquel chico hablaba un japonás perfecto, de libro. Mejor incluso que el de Ryuuji, el cual tenía un cierto e inevitable acento uchinaguchi. Y desde luego podía faltar al respeto sin ningún tipo de remilgo. El dragón, no esperándose semejante conversación, y empezando a darse cuenta del significado de las anteriores frases, las cuales en un principio creía no haber comprendido, alzó una ceja, más intrigado que ofendido.

-Tranquilo, con este polo me sobro y me basto aunque si te apetece puedes traerme un zumo de melocotón... Ah y perdona por lo de antes, en realidad soy un buen tipo.

Ryuuji, que tenía la boca medio abierta tras haberse quedado a medias en su frase, empezó a cerrarla lentamente, mientras poco a poco recuperaba la compostura. Entrecerró sus ojos levemente mientras intentaba sondear en los de aquel tipo tan extraño algún indicio de en qué estaba pensando. En ese momento, Danny respondió a su mirada con una que Ryuuji no hubiese sido capaz de definir. "Algo" en ella hizo que un leve escalofrío recorriese la dorsal del dragón, y que la piel de sus alas se tensase en reacción. Por un momento, Ryuuji no pudo evitar pensar que aquel tipo podía implicar malas noticias.

-Soy genial.

-Oh, genial. Megalómano. Y posiblemente peligroso. - Pensó el dragón. Poco antes de ese comentario, se había planteado por unos instantes sondear la mente de aquel chaval con sus poderes para intentar comprenderlo. Se lo pensó mejor.

-Claro. Si me disculpas. - Dijo, volviendo a una sonrisa correcta y aceptablemente cordial, aunque con un tono levemente más receloso.

Mientras se giraba en dirección a los alimentos, con el hambre perdida en gran medida, se fijó en el pequeño incidente que se estaba produciendo en el otro extremo de la sala. Ryuuji, inclinó levemente la testa en señal de curiosidad. Alguien había encendido un cigarrillo en el otro extremo de la sala. Había visto varios de aquellos cilindros de papel durante su estancia en Tokio, pero nunca había probado ninguno. Teniendo en cuenta lo mal que le sentaba el humo de ciudad, uno de esos debía ser como mínimo letal para él. Pero los humanos tenían, al menos aparentemente, un buen nivel de inmunidad a aquel extraño compuesto de alquitrán, y según había visto el dragón, su uso era un símbolo de posición social entre los adolescentes.

El chico de piel negra, a quien Ryuuji había etiquetado en un principio de ligón, se levantó en dirección al fumador, aparentemente a reprender al chaval, por los comentarios entre susurros de los presentes con más experiencia. Ryuuji estaba totalmente a favor de que se hiciesen respetar las normas, pero tenía que admitir que la manera de actuar de aquel chaval le parecía un tanto... necesitada de atención. Es decir, todo el mundo se la ofrecía, pero desde luego el chico no parecía hacerle ascos. Aunque no pudo oir del todo la conversación, la manera en que trató al transgresor se le antojó al dragón algo condescendiente.
Aquel chico parecía ser lo más parecido a un lider que había en la zona. Es decir, un rival. Ryuuji se encogió de hombros, y volvió a lo suyo, con lo que podía ser el inicio de una media sonrisa, velada por la incomodidad que ese tal Danny le había provocado.

Poco después se volvió a sentar, con un nacarado plato en el que traía un lomo de carpa con verduras al estilo occidental en una mano y una lata de coca-cola y una botella de zumo de melocotón en la otra, todo pedido a una de las camareras que deambulaban por la sala. Prefería servirse sus propios platos, razón por la que se había levantado en un principio, pero la misma camarera le había rogado que se sentase, que para esas labores ya estaban ellos. Consiguió, eso sí, que se los diesen en mano en lugar de que se los sirviesen. Colocó el plato sobre la mesa, junto a sus propios cubiertos, y dejó la botella de zumo junto a los de Danny, para terminar abriendo la lata y sirviendose un cuarto de ésta.

-Aquí tienes. Que aproveche. - Dijo sonriendo serenamente.

Sin mucha habilidad, el dragón blandió aquellos cubiertos que le resultaban tan ajenos, cortando con toda la delicadeza que pudo el pescado. Por un momento se planteó evitar una conversación que fácilmente podía tornarse tensa, pero decidió romper el hielo y así evadir el previsible silencio incómodo, a pesar de la suspicacia que aquel chico le despertaba. Aunque, pensó Ryuuji, si no era él quien lo rompía, Danny no tardaría en hacer lo propio.

-¿Puedo preguntarte tu razón para venir a esta academia? - Comentó en tono ligero.

Danny Flowers

Ryuuji fué a buscar su comida, aquello era bastante aburrido la verdad y estaba empezando a perder el interés en todo aquello. Me fijé que Ryuuji miraba hacia otro lado y no a la comida, algo extraño ya que juraría que había visto las babas asomando por su boca un instante atrás al hablar de comida. Miré hacia donde miraba y ví que había un tipo fumando, "que majo". Entonces se acercó un tipo de piel oscura y pelo... blanco, tenía cierto aire de... como decirlo... sentí un escalofrío que erizó los pelos de mi nuca, ese tío daba un poco de repelús. De todas maneras aquello no era para nada interesante así que volví a concentrarme en mi polo mientras esperaba ansioso que alguien, cualquiera, me trajera un zumo de melocotón.

-Aquí tienes. Que aproveche. -Dijo.-¿Puedo preguntarte tu razón para venir a esta academia?.

Con una gran sonrisa en mi rostro acepté la botella de zumo de melocotón. Un muchacho muy amable, si es que es un muchacho claro. Saqué mi polo e hice que se deshiciera dentro del vaso que se llenó de agua marina. Cogí la botella con el zumo de melocotón e introduje el palo plano de madera y congelé el contenido formando un delicioso helado de melocotón, por desgracia cuando intenté sacarlo se quedó atascado en la boquilla. Empecé a forcejear con la botella como si me fuese la vida en ello, creo que me levanté por que al poco rato me encontraba en el suelo con la mitad del contenido de la botella desparramado por el suelo y la mantelería, el granizo empezó a deshacerse.

Entonces tuve una idea. Volví a coger el agua marina y la moldeé como si fuese un cuchillo de hielo, corté la botella por el cuello y ahora si, ya tenía mi polo de melocotón.

-Lo siento por eso, ¿no te ha salpicado verdad? -dije mientras volvía a sentarme ignorando las miradas ajenas.- Que razón tengo para venir a esta escuela, pues... Muy simple, mi hermana me dijo que lo hiciera aunque empiezo a pensar que fue para deshacerse de mí...

A bordo del crucero S.S.BAKEMONO.

En la sala había miles y miles de inquietos estudiantes. Algunos se reían, otros hablaban, otros iban a por comida, otros discutían... Y de repente, con el sonido de unos pasos, todos se callaron. Llegó al centro del escenario de madera, y se puso a hablar.

-Buenas tardes, estudiantes del Bakemono Chogakku. Espero que estéis disfrutando tranquilamente de esta velada. -Dijo. Tenía un claro (y bastante marcado) acento estadounidense, pero aún y así hablaba japonés fluidamente. -Bienvenidos a este barco, el S.S.Bakemono. Pronto llegaremos al instituto. Al Bakemono Chogakku. El instituto tiene una larga historia. A ver por dónde podría comenzar...

Se oyeron varios murmuros por la sala. Algunos nuevos rogaban por que el profesor contase la historia. Otros (los más antiguos) se quejaban de que siempre repetía lo mismo. El profesor sonrió:

-1945. Segunda Guerra Mundial. La guerra en Europa había terminado. Hitler se había suicidado, y Alemania rápidamente se rindió. Pero los Estados Unidos tenían una última pelea que ganar... Japón. Las tierras que vísteis antes de partir en este barco, fueron en su tiempo un campo de guerra. Un cuerpo de científicos, trabajando bajo el Presidente Truman, descubrieron un día varia gente de distintos lugares del mundo, capaces de hacer habilidades que estaban por encima del estándar humano. Esos científicos los reclutaron, los entrenaron, y los unieron bajo un grupo secreto. Luego, le comentaron al Presidente Truman que "tenían la solución más rápida para terminar con la guerra." El Presidente Truman aceptó a usar a aquel cuerpo de sobrehumanos para atacar a Japón... -Tomó un traguito de un vaso de agua. Un momento... ¿Desde cuándo tenía el profesor un vaso de agua en la mano? -Pronto, las discusiones alrededor del mundo surgieron. Criticaban la moralidad de los Estados Unidos al usar tales armas para la guerra. Los Estados Unidos camuflaron a los sobrehumanos, diciendo que fue todo obra de bombas atómicas (o como ellos la llamaban, la A-Bomb). Pero los demás países tardaron poco en descubrir la existencia de las criaturas sobrehumanas... Y claro, los Estados Unidos se aprovecharon de la situación y les culparon a ellos de todo... Pronto, alrededor del mundo, las ejecuciones de "sospechosos sobrehumanos" se dieron a cabo... Volvimos a los tiempos de la Revolución Francesa, donde todo el mundo iba a la guillotina acusado de "sospechoso" por el vecino. A los tiempos de la Inquisición, donde todos los "sospechosos" de brujería eran quemados. Pero, en medio de todo el caos, un hombre... Un hombre, superviviente del primer grupo de "aquellos bichos" que terminaron la guerra... Decidió fundar esto. Fundar Bakemono. Invitó a todas las criaturas sobrenaturales, les dió un lugar en el que encontrarse con gente como ellos. Les dió hospedaje. Y les enseñó a camuflar sus poderes en la multitud... A aparentar ser un humano normal y corriente... Mi nombre es Mark Jameson, y bienvenidos a todos y a todas al Bakemono Chogakku. Ahora responderé a cualquier pregunta que tengáis.

Se oyeron aplausos...

Ryuuji observó con una mezcla de asombro y ligero desagrado como Danny se creaba un nuevo polo a partir del zumo que le había traído. Como buen bicho de sangre fría, el jóven dragón jamás entendería la pasión de los humanos por las temperaturas inferiores.

La razón era, al menos en apariencia, muy básica. Familia. Hasta donde sabía, éste solía ser el caso en la mayoría de familias normales, con lo que tenía cierto sentido. Ryuuji pensó por un momento en sus propios motivos, mucho más base y surgidos de la necesidad de cobijo, y se sonrió con suavidad cuando se imaginó cuantos de los presentes habrían tenido la misma clase de problemas.

Iba a responder cuando una voz adulta que clamaba atención le interrumpió. Ryuuji, que no había ido a un colegio nunca, observó con curiosidad al individuo, que parecía que tenía practicado lo que iba a decir desde hace ya muchos años. Por un momento Ryuuji se planteó seguir a lo suyo, pero consideró que, no sabiendo qué esperarse, resultaba más productivo escuchar.

La charla le dejó totalmente aturdido. Tanto su madre como su padre habían muerto a causa de los "bombardeos" de Nagasaki, uno en pleno acto y la otra por culpa de las secuelas. Si lo que aquel hombre decía era cierto, la muerte de ambos habría sido bastante menos fortuíta de lo que pensaba, y posiblemente podría dar una explicación plausible, al menos parcialmente, a los actos de los hombres de negro que le habían hecho huir de su hogar en Zamami.

Ryuuji permaneción pensativo unos instantes, reflexionando sobre las implicaciones de lo que les había contado aquel tipo. De repente se daba cuenta de que necesitaba asilo incluso más urgentemente de lo que había creído inicialmente.

-Interesante. - comentó en alto -Sabía del objetivo de esta institución, pero no me imaginaba que su transfondo fuese tan... oscuro. ¿Me pregunto de donde sacarán los fondos para mantener todo esto? Donaciones, supongo.

Escuché el discurso de aquel tipo en el más absoluto silencio. El hecho de que las criaturas sobrenaturales eran rechazadas en todo el mundo me confundió. No fue exactamente mi caso, pero reconocía que estar en esa escuela me ayudaría.

Al liberarme de mi prolongado cautiverio me vi en un mundo en el que no había podido aprender a vivir. Sabía pocas cosas, y realmente quería aprender más. Si debía ocultarme lo haría, aunque eso no era problema para mí.

Cuando terminó el discurso del tal señor Jameson me uní al coro de aplausos, emocionado. Realmente aquel parecía ser mi lugar, un lugar que podría considerar mi hogar.

Un chico unas mesas más hacia allá hizo un comentario en voz alta. Sus palabras me hicieron pensar. ¿Fondos? Lo que aquella palabra conllevaba había destruido mi vida desde que tengo memoria. Me sentí interesado en la respuesta, y alcé la cabeza impaciente, atento.

Pero también estaba nervioso, inseguro...

¡Quizá aquella gente hacía lo mismo que aquellos hombres malos de la cueva de sudamérica!