[Libro de la luz] Capítulo 0: Una merienda con Zandellis

Spavente Scaramuccio Polichinol de Ariel Pantaleone

Iba dando saltitos por la calle mientras decía: “¡Circo, circo!” y hacía toda clase de preguntas a Nadia, como por ejemplo sobre si el circo ese tenía perros azules que bailaban haciendo malabares con tostadas. Me fijé en que era ella la que me iba guiando por la ciudad, y eso que había dicho que no se la conocía, ¡Seguro que era una guiri con gps! Aunque no parecía tener nada en la oreja... ¡GPS INVISIBLES! ¡OH, NO! ¡NOS ATACAN LOS GPS INVISIBLES!

Se vé que también podía leer la mente porque cuando dobló una esquina simplemente desapareció...

Joo... Yo creí que teníamos algo especial... Como macarrones. Y Riku. Y macarrikus. Pensé. Eso de los macarrones me recordaba una interesante teoría sobre el tal Riku que había enunciado minutos atrás, estaba seguro de que mi teoría era correcta, pero aun así había algo que se me escapaba... Seguramente no serían macarrones, sino espaguettis.

Mis diserciones lógicas cesaron cuando vi el paisaje. Sin darme cuenta había llegado a las afueras de la ciudad, y eso que metrópolis era grande de cojones. Normalmente no solía ir a las afueras porque no tenía pasta para taxis y porque Toby es un cerdo inexistente que no puede pagar porque: HOLA, SOY TOBI, NO EXISTO Y POR TANTO NO PUEDO PAGAR. A los seres inexistentes también habría que hacerles pagar, ese condenado conejo de Pascua lleva años haciendo sinpas en los bares ¡Y NADIE LE VÉ! De hecho, creo que Nadia tampoco lo vería.

Las afueras se presentaron ante mí como un paraje verde lleno de hierba igualmente verde. Encima de un monte había un circo, que suponía gracias a mis poderes de superhéroe que sería el que habíamos ido a buscar... Porque coño, no había más circos cerca y habíamos ido a buscar un circo, si no hay más circos cerca y hemos ido a buscar un... Creo que debería de dejar de hablar solo. De todos modos, y como tampoco tenía nada especial que hacer, me dirigí hacia el circo canturreando.

-We never cry for looove, we are suuuperheeeeroeeees.-Cantaba mientras daba saltitos por la pradera.

Conforme iba avanzando una especie de niebla me iba envolviendo, no era la típica neblina tétrica de las pelis de miedo sino que era como si un dios creador se hubiera puesto manos a la obra yendo borracho y hubiera decidido poner nubes en el suelo. Además el cielo se volvió violeta, como si hubiera anochecido pero mucho más bonito. Cuando en Fantasía el cielo se ponía así había que sacrificar ovejas lanudas, aunque afortunadamente por ahí no había ovejas.

De repente empezó a sonar una melodía de lo más relajante y que, de alguna manera, me instigaba ser más feliz, o a demostrarlo más y a olvidarme de mis preocupaciones. Era una sensación muy muy muy genial; no sabía quién tocaba esa canción pero tenía que pedirle la partitura algún día, seguro que en la plaza le gustaría a la gente.

No tardé mucho en ver al músico en cuestión (O a la música, porque parecía casi una señora). En la entrada del circo habían dos personas, un/una hombre/chica tocando la flauta y una chica. Al verme, el sujeto de sexo difícilmente definible dijo con una voz increíblemente dulce:

-Bienvenido John, ansiaba el día en que pudiera llegar a conocerte famoso héroe de Fantasía.

Si un violín hubiera tenido forma antropomórfica, sería de sexo indefinido.

-¡¡HOLA!!-Grité más que hablé.-¡Me llamo Spavente Scaramuccio de Ariel Pantaleone!-John no era nombre adecuado para un héroe, y menos para un Spavi.-¿Has estado en Fantasía? Fantasía mola, la gente que va a Fantasía siempre dice: Me cogieron unos caníbales con cabeza de cerdo y trataron de meterme una manzana en la boca (Un caníbal es algo bueno ¿no?) ¡Peeeero ahora soy un cerrajero! ¿Tú quién eres, señor señora de sexo indefinidamente confuso?

Spavente Scaramuccio Polichinol de Ariel Pantaleone

Estaba claro que la flauta no la tocaba él ya que cuando paró de tocarla la melodía continuó en el aire, eso o era un mago... O tenía una radio escondida en algún lugar, sí, seguramente fuera eso. De todas formas, eso era lo de menos; el señor señora se presentó como Zandellis y dijo que ese era su circo de ilusiones. A mí siempre me habían gustado las ilusiones y saber que aquel era un circo de ilusiones contribuyó a que aquel sitio fuera AÚN más genial. El hombre había estado en Fantasía y había oído hablar de mí, o sea, de John, que es yo pero no yo porque John no es un nombre guay para un héroe... También preguntó que, si yo era S.S.P.A.P. dónde estaba John en esos momentos, lo hizo mientras me cogía de la mano y me guiaba por el circo.

-Está en...-Me llevé la mano libre al mentón. Técnicamente era yo...-¡Está de vacaciones lejos de Fantasía! En un circo muy raro pero guay. No sé si te suena... Espera que te digo, lo dirige un tipo con una flauta llamado Zandellis y hay una bailarina muy guapa y... Y nubes. Nubes por todos lados.-Traté de explicar, aunque no sabía si sabría de qué sitio hablaba. A decir verdad no lo sabía bien ni yo, y es que aquel sitio era más propio de fantasía que de Metrópolis...

Me encantaba.

Finalmente llegamos a una pequeña tienda en la que apenas cabrían dos personas dentro, me dijo que pasara y que había gente esperando dentro, cosa dudosa, pero cosas más raras se habían visto... Así que pasé. Al mover la tela salió del interior una luz dorada que me deslumbró durnate unos segundos, y cuando abrí los ojos vi que en realidad ahí dentro había una habitación gigantesca que además poseía una ENORME mesa llena de comida y sillas.

Mi sonrisa al verla no conoció límite humano ni divino ¡Había de todo! ¡Más de lo que podría comer en días! ¡En semanas!

Zandellis estaba a la cabeza de la mesa. No tenía ni idea de cómo había llegado ahí, imaginaba que se había teletransportado de alguna manera, pero eso no era importante. Lo importante era que podía comer cuanto quisiera. Apenas le dio tiempo acabar la frase cuando ya había empezado a comer a dos manos, cogiendo puñados de chocolate y sirviéndome leche a montones, y de vez en cuando llenándome los bolsillos de cosas.

Reparé entonces en que, frente a mí, había una bella señorita alrededor de la cual volaban unas cosas pequeñitas, como haditas. Las haditas tampoco es que me interesaran mucho, más bien lo hacía la señora en cuestión.

-¡Holaaa! ¡Me llamo Spavente Scaramuccio Polichinol de Ariel Pantaleone! ¡Alias cerrajero! ¿Pero sabes qué es lo mejor? ¡No tengo ni idea de qué significa "Alias"! ¿Tiene que ver con las polillas?-Me limpié la boca con la manga del traje antes de seguir hablando.-¡Tambien me puedes llamar John! Pero sólo porque eres muuuy guapa! ¡La gente normal no puede porque lloro y pataleo si lo dicen! Además mira ¡Chocolate!-Me tomé una tableta de chocolate sin motivo aparente.

Amalia

El repentino beso de Zandellis me sorprendió enormemente, pero no me aparté. Sus labios sabían a fresa. Incluso me sonrojé un poco. Zandellis se apartó lentamente, y no supe qué hacer entonces.

De pronto entró una extravagante figura en la tienda. Su mera imagen me fascinó, aquel lugar parecía hecho expresamente para que aquel chico pudiera estar en él. Sonreí al verlo abalanzarse hacia la comida. Incluso me arrancó una carcajada. No podía evitar sentirme feliz.

Las hadas escucharon mi risa y revolotearon a mi alrededor, mirando con atención al chico. Sus voces tintinearon como pequeñas campanillas, acompañándome.

Tras comer sin cesar durante unos segundos el chico pareció fijarse en mi presencia. Comenzó a hablarme en un tono muy animado, presentándose. La situación se me hacía tan agradable que no podía borrar la sonrisa que había en mi rostro.

- Encantada de conocerte, John – dije en un tono para nada intranquilo. Sentía que tenía un gran deber, pero la felicidad me embargaba completamente – Yo soy Amalia, pero puedes llamarme Millie.

El tal John parecía hablar muy rápido y decir muchas cosas diferentes y extrañamente divertidas. Parecía una persona de esas que siempre recuerdas por cómo te hacía reír.

- Por cierto – me encaré a Zandellis. No podía olvidar lo que me había llevado allí – Tengo que hablarte sobre alguien…

Tragué saliva. La felicidad que sentía era muy grande, pero lo que sentía cuando imaginaba a aquella bruja era muy poderoso. Sin embargo aquel sentimiento idílico no se vio perturbado del todo, seguí hablando como si realmente no pasara nada.

- Tengo que hablarte sobre Maléfica, la bruja. ¿Has oído hablar de ella? Esta noche estará aquí, en el circo.

Aproveché la pausa que hice para llevarme otra pasta a la boca. Un delicioso croissant.

- He venido hasta aquí porque ha secuestrado a mi hermano. Esperaba poder recuperarlo si venía aquí.

Spavente y Amalia

Zandellis miró a Amalia, cuando pronunció el nombre de Amalia pareció que su sonrisa desaparecía de su rostro pero antes que nadie pudiera percatarse su sonrisa volvía a lucir en su cara.

-Tranquila pequeña, ella vendrá y sus intenciones no son buenas pero para eso estais vosotros hoy aquí. -os miró a los dos.- Todo saldrá bien.

Amalia

Noté como la expresión de Zandellis cambiaba momentáneamente. Fruncí un poco el caño.

- ¿A qué te refieres? - intenté atar cabos en mi mente, pero no estaba segura de poder llegar a una conclusión acertada - No te referirás a que nosotros podemos hacer algo para detenerla, ¿verdad? Ella es... muy poderosa.

Agaché la cabeza, pero ni aquellas palabras de desaliento me hicieron sentirme mal en aquel pintoresco lugar. Su extraña magia me llenaba de alegría. Era extraño, decir cosas tristes cuando te sientes tan alegre.

Miré entonces a Spavi, que parecía estar en su hábitat natural.

- ¿Entonces tú y yo estamos aquí porque Maléfica tiene que venir?

No acababa de comprenderlo.

Spavente Scaramuccio Polichinol de Ariel Pantaleone

¡Yuhu! Parecía haberle caído bien ¡Qué coño! ¡Más que bien! Y podía llamarle Millie ¡Nunca nadie me había dejado que le acortara el nombre! Bueno, nadie menos los Acoxoporlistinaodiclapiloducios del Nialdorajdurandante, una raza endémica de Fantasía que... bueno, consideraban que el nombre de su región era corto. Y sí, lo era en comparación a sus propios nombres. Tampoco tenían muchas mujeres, ahora que lo pienso... Y ni de coña tenían una comida taaaan deliciosa como la de esa tienda ¡madre mía, me estaba poniendo las botas a base de bien!

Aunque por desgracia mi charla con Millie no duró demasiado, pues empezó a hablar con Zandellis sobre una bruja muy malota y muy fea que había secuestrado a su hermano ¡Jajaja! ¡Como si eso fuera posible! Como mucho habría secuestrado a una princesa o algo, las brujas suelen hacer eso... la verdad es que debe ser un trabajo peligroso, y no muy recompensado si siempre van tan encorvadas... Y bueno, aquella parecía de las gordas, aunque a Zandellis no le preocupaba en especial... Millie por el contrario no parecía tan segura de sí misma ¡decía que era poderosa! ¡buahaha! ¡Y yo lo era mucho más! ¡Acabaríamos con ella, sí!

Empecé y terminé, de un bocado, una tarta de chocolate.


-¿Entonces tú y yo estamos aquí porque Maléfica tiene que venir?

Me metí una piruleta enorme con gesto contento y me puse de pie en la silla, levantando un puño al cielo.

-¡GNO! ¡GNO FTAMOZ AGNI PAGA EZO!-Me saqué la piruleta.-¡Estamos aquí para desfacer entuertos malvados y para acabar con la maldad de esta mesa! ¡Hemos de comeeer! ¡Y si viene Maléfica...! ¡Sufrirá las consecuencias! ¡Buahahaha! ¡Que nuestros corazones ardan con la furia del chocolate y reine en nuestras almas el azúcar glaseado! ¡Vamos, Millie! ¡Pues esta gesta es grande y dulce!

Y me comí otra tarta.

Spavente Scaramuccio Polichinol de Ariel Pantaleone

Zandellis parecía que iba a contestar, pero de repente se oyó fuera, atronador y terrible, como el rugido de un asesino de pasteles (lo que era, básicamente), el ensordecedor lamento de un motor, un motor de los buenos. Y ese motor era tan terrible que consiguió hacer que dejara de comer, y consiguió callar a Zandellis ¡Madre de la Ensaimada!

Y entonces ¡Fuosh! la moto derribó una parte de la carpa y por ella entró a trompicones un motorista que, derrapando por debajo de la mesa, mandó su contenido a la mierda ¡Cuál fuera mi dolor en aquel instante! ¡Tan terrible y lacerante! ¡Las lenguas del infierno del dentista llenaron mi dulcificada alma de dolores sin igual! El asesino de los postres vestía de negro ¡Negro como la negra caries! A los pies de Millie había caído un maletín metálico con el logotipo de ENCOM, una empresa de Videojuegos.

Entonces el Asesino se levantó y, dolorido, miró a Millie y le ordenó que le diera eso.

-¡¡ASESINO DE POSTREEEEEEEEEEEEEEEEEES!!-Grité, y empecé a recoger todo lo que podía y a guardarmelo en los bolsillos, esperando que pudiera comerse luego.-¡Zandellis! ¡Este asesino es malo malo! ¡¡HA MATADO A MIS POSTRES!! ¡¡HIJO DE PUTAAAAAAA!! ¡¡MILLIE NO LE DES EL MALETIN!! ¡DEJAME QUE ME LO COMA!!

Me abalancé sobre el maletín y empecé a mordisquearlo.

Amalia

De pronto un molesto ruido llenó la tienda. Aquella ilusión de alegría absoluta que nos envolvía pareció disolverse durante un instante para dejar paso a la sorpresa y a la tensión. Un motorista prácticamente echó por tierra la carpa en la que nos encontrábamos. Todo lo que había en la mesa cayó al suelo, cosa que pareció alterar mucho a Spavi. Éste comenzó a gritar mientras se guardaba la comida que había caído al suelo, para luego abalanzarse contra el maletín metálico que había caído a mis pies.

Miré durante un instante al motorista cuyo rostro se ocultaba tras un brillante casco negro. Entonces mi mirada se desvió intermitentemente hacia Zandellis, y hacia Spavi que mordisqueaba el maletín metálico. Entonces abrí la boca para…

Un momento…

¿Spavi estaba mordisqueando el maletín?

- ¿Pero qué haces? – dije mientras intentaba tomar el maletín de sus manos. Vi entonces que llevaba grabado el logotipo de ENCOM, una empresa de videojuegos de Metrópolis. Nunca me habían gustado demasiado los videojuegos, y a David tampoco, así que no sabía mucho del tema. En algunas ocasiones algún amigo me había invitado a jugar a esas maravillas de la electrónica, pero jamás les había conseguido pillar el truco.

Mientras forcejeaba por el maletín con mi compañero (¡Cuan extraño era!) me decidí por descubrir algo más acerca de aquella peculiar situación.

- ¿Qué hay en el maletín? ¿Quiénes están al caer?

Parecía una movida y poco entendible escena de una película de acción. Todo pasaba muy deprisa.