Hace poco he visto un personaje BUENÍSIMO, de veras, chulísimo; pero creo que adolecía de este defecto. Y me he inspirado para escribir...
Aviso: esto es MI OPINIÓN. Únicamente. Y es como las lentejas.
Los Personajes con "Complejo de Novela"
Te sientas ante la pantalla. Pones buena música. Estás inspirado.
Tus dedos bailan sobre el teclado. Tienes un firme propósito en mente:
“Voy a escribir el mejor PJ de la historia.”
Realmente, te luces. De alguna manera, todo va encajando en tu cabeza como las piezas de un puzle. Empiezas de un concepto básico, de él vas añadiendo cosas que te gustaría que estuvieran porque sí, un esbozo de su pasado, de su psicología, y finalmente añades todo el trasfondo necesario para justificar el resto de cosas de su ficha numérica, como ese 20 en Danza o el 40 en Herbología. Cuando te quieres dar cuenta, el personaje ya está más que aceptable y sonríes satisfecho.
¡Para, detente! ¡Termina ahí!
Pero no te detienes. Los dedos aún te tiemblan. La cabeza bulle con ideas nuevas, con extraordinarias justificaciones al porqué de su pasado, de su presente, de su futuro. Dónde se hizo esa cicatriz, por qué se llevaba mal con su hermano, qué es ese dibujo que recorre su cuerpo cuando acumula Ki. Sigues, no paras. Desarrollas la guerra que ha llevado a su familia al caos, trazas los maléficos planes de sus gobernantes. La historia entera, notas como encaja perfectamente, cómo ensambla. Por supuesto, tu personaje vive en ella, la siente, la sufre y la ama. Pones cómo reacciona, escenificas sus escenas más importantes, sus personajes principales. Momentos dramáticos de la vida de ese universo que has creado, de tu personaje, de su interior y de su mundo.
…
Y te has pasado.Odio ser yo quien lo diga, pero has caído en el “complejo de novela”. No has creado un PJ. Has creado un universo literario nuevo.
Eso estaría de por sí muy bien, pero tu error ha sido el siguiente:
Vas a jugar al rol con este personaje.
No vas a escribir una novela. Ahora quizá no te das cuenta, pero esto lo vas a pagar durante la partida.
Me explico.
El universo que está en tu mente es
perfecto. Por muy proclive a la aventura que sea, todo encaja como un guante. Amigos, enemigos. Traiciones, amores, acontecimientos. El flow de tu obra es genial. Y de repente…
… de repente tu PJ se ve en la posada compartiendo historia con otros cuatro personajes que, tú lo sabes, han de ser igual de importantes en la trama. Y tu participación, hasta ahora épica, pasa a ser la misma que la del resto. No es poco, pero aparece ese extraño “regusto” amargo en tu lengua de literato.
¿Dónde está la epopeya épica que tu PJ tenía que acontecer? ¿Por qué el justo pero implacable Duque de Drakenland, tu archienemigo, no ha desatado ese conflicto de sangre, celos, honor y resentimiento? Oh, si, por supuesto. Claro que ha aparecido. Tu DJ es un buen DJ y lo ha incluido. Objetivamente eso es indudable. Pero en vez de un vengativo duque cuya personalidad rígida le impulsa a desafiarte a un duelo, lamentos y sangre, el DJ ha decidido que sería más lógico que te encuentres con dos matones suyos con los que luchar en un combate a las afueras de la ciudad.
¿Qué fue de tu antiguo amor, al que odias y amas? Oh, lo habéis encontrado, por supuesto. Una muchacha joven, guapa y de cabellos castaños. Incluso has escrito un diálogo apasionado. Ella ha contestado y correspondido, como debería. Pero no es lo que esperabas. Algo ha pasado, no sabes qué, pero ella no encaja con lo que tenías en mente. Para empezar: ¿Qué hace
ahí? ¡Pero si deberías estar pasada la frontera con Westerland, huyendo desconsolada con su familia mientras piensa en ti y en lo que te dirá cuando te encuentre! Y segundo, ¿por qué reacciona así? ¿No sería mejor que te mirara con odio y suplicara entre sollozos que la abraces, aunque te odia? ¿No querías desarrollar ese mundo interior, ese romance maldito que rompería los corazones de medio mundo?
Pues no. Esa muchacha está ahí. Se llama igual que tu amor, viste igual, habla igual. Pero no es ella. No lo será nunca, porque al igual que el malvado Duque de Drakenland, te has
pasado. Les has dado demasiados detalles, les has bordado una personalidad. No te has limitado a esbozarla, para darle libertad al DJ. No. Les has creado, sin saberlo, un PJ propio. Sufre las consecuencias.
El resto de la partida es igual. Acabas haciendo cosas con tus compañeros, que en cuanto pasan un par de batallas, se convierten en mucho más imprescindibles que cualquier viejo amigo de la infancia llamado Ronny que te enseñó a usar el hacha. Pero no.
Al final resulta que la aventura que os tiene preparada el DJ parece un anécdota al lado del enorme historial de aventuras que el PJ lleva a sus espaldas. Y todas están tan vívidas en tu mente, que recuperar un artefacto de Sol Negro junto a un mago, un fortachón y una sexy pero desconfiada asesina,
parece casi una broma.
¿Y qué decir de tus enemigos? No son nada al lado de la huida desesperada de palacio esquivando las flechas mágicas de los soldados gólem que os perseguían. Pero contra éstos tienes que luchar. En tu mente, son bastante más importantes.
Los soldados gólem nunca te hubieran podido hacer nada, estaban en tu mente, porque "quedaban bien” para la historia. Estos simples bandidos de caminos pueden, en un pispás, matarte. Lo sabes porque son del mismo nivel que tú, has jugado a este juego muchas veces y sabes que una mala tirados te va a matar.
Y no te cuadra. Después de todo lo que has pasado… ¿morir así?
Pues sí. Que se te muera un PJ pasa a veces, qué le vamos a hacer. Pero lo peor es la sensación, fulgurante, de que se ha cometido un atropello narrativo. De que tu PJ
no tenía que acabar así.
En conclusión: Inventaste un PJ, pero le definiste
demasiado el universo alrededor. Fuiste demasiado rígido, sin tener en cuenta que ibas a
rolear con él. Tu personaje hubiera estado genial en tu novela, pero aquí…
…aquí ha chirriado. Más suerte para la próxima.