Cirque du Croix

Mi rostro se volvió serio cuando hizo referencia a la inquisición. Realmente aquello era un asunto serio, e involucrar a la iglesia solo empeoraría la situación.

- Esta bien. Iré con vosotros para asegurarme de que lo que dices es cierto, y de ser así ordenaré a la guardia que vaya a solucionar el problema. Pero antes deme un momento.

Volví hacia donde estaba Natasha, pero parecía que alguien mas se había acercado a ella.

Dylan

Según te acercas a Natasha ves como agarra al hombre que se le ha acercado por el mentón y, tras darle una patada en los huevos, lo estampa un par de veces contra la puerta de Chrome mientras le dice muy clarito que se vaya a perdirle turno a su señora madre.

Tras discutir rápidamente la situación, te dice que tiene que ocuparse de un asunto urgente y que, ya que a "La Puta Esa" no parecía que fuesen a sacarle algo más, de momento su parte en esto había terminado y te vería luego para informar a Martina.

Una vez fuera del burdel, vuelves con Kayal al distrito de las minas pero, para tu sorpresa, cuando llegáis allí no hay rastro de la criatura o de su guardián.

Te empiezas a plantear que el hombre estuviese realmente borracho y empiezas a responder duramente a sus torpes balbuceos cuando de la boca de la cueva salen dos hombres, musculosos y bien armados; llevando en brazos a un tercero, de pelo ralo, barbado y desnutrido.

Er... Esos son los mercenarios que mencioné, milord. Pero a ése... A ése no lo he visto en mi vida.

Advertir 40 y Memorizar 80:

*Haz la tirada, postea y pasas a Velvet Underground

Al parecer, alguien tuvo la desgracia de creer que Natasha era una de las "ofertantes" del local, padeciendo por ello dolorosas consecuencias, que realmente no lamentaba para alguien interesado en un servicio como aquel. Tras discutir rápidamente la situación, se va por un asunto urgente, diciendo que no podríamos obtener mas información de ella. Pese a mi desacuerdo, se marchó.

Al volver con Kayal, una vez en una de las entradas a las minas, no había rastro alguno de la bestia mencionadas por el grandullón ni de sus vigilantes. Tampoco habían rastros de violencia, así que era muy poco probable que susodicha bestia se levantara y eliminara a sus vigilantes. Su ya de por si endeble historia acababa de hacer aguas, y mis reproches atacaban al minero con casi tanta fuerza como la afilada lengua de Marina. Sin embargo, aparecieron los mercenarios, y con ellos traían a un tercer hombre, completamente demacrado. Su físico no era el de un minero, pero su rostro me resultaba familiar.

- Yo he visto antes a este hombre...

"... pero, ¿dónde?"