[Prólogo] La posada de Loaine

Halerd no pronunció palabra durante la discusión. Espero a que la señora Loaine bajara con las llaves de las habitaciones. Una para cada uno, a excepción del mago y la niña. Los miró mientras discutían y suspiró resignada.

- Bueno muchachos voy a cerrar, todo el mundo a su habitación se acabaron las discusiones.- Dijo Loaine.

Halerd cogió a la niña de los brazos de León, le sonrió y le dijo.- Ya me encargo yo de la pequeña. Descansad que tenemos un largo camino por delante.

Justo después de eso subió a su habitación y cerró con llave.

Leon

Gracias por el ofrecimiento, no todo el mundo se encuentra cada día a alguien que le paga la estancia en una posada. - Dijo el joven...

Bah, pasé.

Loaine bajó las escaleras con las llaves de las habitaciones...en su rostro se podía ver un cabreo monumental

Bueno muchachos voy a cerrar, todo el mundo a su habitación se acabaron las discusiones

En ese momento vi como el anciano se levantaba hacia mi y cojiendo a la pequeña de mis brazos...


Ya me encargo yo de la pequeña. Descansad que tenemos un largo camino por delante.

Subí hacia una de las habitaciones sin mediar palabra, me metí en ella y...caí rendido...
Metí la katana con su funda en la cama..."durmiendo" conmigo por así decirlo...

LE

Era la inscripción de plata que ella había pedido para la vaina...

León y Elena... de la familia de los leones... - Decía una y otra vez...antes de caer rendido en la cama, mirando la inscripcion

Alan

No había comido nada al final, pero tampoco tenía demasiado apetito. Las pesadillas no me dan hambre precisamente. Volví a mi habitación tras despedirme del resto.

Nada más cerrar la puerta detrás de mí saco el estilete que tengo bajo la manga, junto a la daga que hay en la bota. Dejo las dos armas en una mesita, junto a las demás. Me siento sobre la cama, pensativo.

- Entonces, aquí comienza mi misión – murmuro.

Me siento animado, incluso algo nervioso. Saco mi diario en blanco, lo había reservado para registrar mi misión. Dejo el diario sobre la mesa, mojo la pluma con tinta, y me pongo a escribir.

Durante unos minutos plasmo en el papel lo que siento, lo que sé, y lo que pienso hacer. Como si el propio diario fuera mi confidente. Alguien a quien le puedes decir todo lo que te pasa por la cabeza, y te escucha con atención.

- Estimado diario, eres un buen confidente… - murmuro mientras lo cierro. No tengo demasiado sueño, por lo que me quedo un rato tumbado en la cama, mirando el techo, pensativo.

Como todos los demas, subi a mi habitacion. Cuando cerre la puerta, deje el carcaj y el arco apoyado sobre esta... Habia sido una noche interesante... No habia cumplido con mi mision, pero al menos habia conocido al compañero de mi abuelo. Y lo iba a acompañar. No es que me pueda quejar...

Me tumbe sobre la cama, no tenia nada mejor que hacer... Miraba de vez en cuando al carcaj y a las flechas. Mis unicas compañeras durante los viajes... -Ay, si pudierais escucharme... susurre.

Me acoste de lado. No tenia sueño, pero... Algo habia que hacer...

Y quede dormida...

León

Estas en la cama descansando plácidamente, es entonces cuando sientes un calor intenso y agradable en el pecho. Es tu colgante que brilla con intensidad. Justo al lado hay alguien encapuchado con un colgante igual que el tuyo, también esta brillando. Sostiene una daga firmemente con una mano mientras que con la otra se acerca a tu rostro. Por un momento el tiempo parece hacerse eterno y su mano toca tu mejilla, lo único que separa vuestra piel es una fina capa de cuero de sus guantes. Es entonces cuando una lágrima cae de entre las sombras de la capucha negra y cae al suelo.

La estancia se vuelve completamente oscura, te encuentras de pie perdido en la inmensa oscuridad. A lo lejos puedes ver una cosa brillante así que empiezas a caminar hacia ella, te lleva mucho rato alcanzar a ver siquiera de que se trata. Puedes observar que se trata de una construcción de marfil completamente blanca y tallada de manera excepcional pues el edificio es una sola pieza de marfil.

Ante ti tienes un castillo majestuoso con unas puertas de diez metros de altura adornadas con plata y en el centro de los portones también tallado en plata el busto de un león. Al acercarte a las puertas tu colgante empieza a brillar y a vibrar con fuerza. Ves como la cabeza del león abre la boca y ruge con fuerza. Los grandes portones empiezan a abrirse ante ti, entras en el vastillo, dentro todo es blanco y el suelo negro, puedes verte reflejado en el suelo con una claridad cristalina. Continuas el camino y subes por unas grandes escaleras, a tu alrededor puedes ver estatuas de muchos leones de tamaños y aspecto completamente diferentes, algunos de aspecto gentil otros con expresión aguerrida y otros en una posición de majestuosidad, incluso alguno que te inspira gran temor.

Las escaleras suben hasta un gran pasillo de varias decenas de metros, a ambos lados más estatuas de leones que parecen seguirte con la mirada y de los grandes ventanales entra una luz blanca y brillante que se refleja por todas las paredes. Continúas tu camino, al llegar al final del pasillo hay otra puerta esta adornada con adornos de oro y el busto de un león en él, otra vez ruge con fuerza y se abre. Llegas a lo que parece ser la sala del trono.

Al final puedes ver un gran sillón con dos estatuas de leones a cada lado, esas estatuas puedes ver claramente que son mucho más grandes y solemnes que las demás y sentado en el sillón se encuentra el león más grande que hayas visto jamás, mide alrededor de dos metros y su pelaje es de un color dorado y brillante y tiene los ojos de un profundo color azul. Puedes sentir como te llama dentro de tu cabeza. “Acércate” dice con su voz rasgada y profunda.

“Estas aquí porque las dudas hacen temblar tu corazón. ¿Por qué desapareció Elena dejando ese rastro de cadáveres, fue ella? ¿A caso piensas que había alguien más allí? ¿Solo estabais vosotros dos, puedes asegurarme que fuiste tú y no ella? El linaje se debilita. No lo sabes pero lo sabes. ¿Puedes fiarte ciegamente de tu corazón más allá de la razón?”

El león te miraba fijamente en los ojos analizándote, podías sentir como rebuscaba en tu mente. Se acercó hacia ti y rugió.

“Destino, cierto o incierto, hecho o aún por hacer. La verdad de aquél día, ese incidente… Escrito. Lo que…”

En ese mismo instante te despertaste sobresaltado. Podías oír las campanas de alerta de la ciudad. Hacía frío y había corriente de aire. La ventana esta abierta.

Alan

Esa noche soñaste con tu madre, con tu padre. Tu lugar de nacimiento y sentiste una gran nostalgia, reviviste la muerte de tu madre otra vez y la angustia que sufriste. Te despertaste en medio de la noche entre lágrimas. Observas la ventana y ves como una silueta de alguien te observa desde fuera, al verte despertar salta a la calle y corre, te levantas corriendo para intentar alcanzar su rostro pero te es imposible, escuchas que justo al lado se abren los portones de las ventanas pero no le das importancia alguna. Su silueta, su forma de correr te resulta familiar. Por un instante piensas en Derek pero luego lo descartas, es una tontería.

Te enjuagas el rostro lleno de lágrimas y al observarte las manos ves que están manchadas de algo negro, contemplas extrañado y te miras en un espejo. Ves que tus lágrimas son negras, nunca antes habías visto algo como aquello, sentiste una ansiedad por dentro que te dejó en vela durante muchas horas. Pudiste pensar en muchas cosas, el viaje, el mago y la niña, tus nuevos compañeros…

Ves entre tus cosas una bolsita con un contenido muy especial que te recuerda de algo muy importante aunque aún faltan dos días. Finalmente vuelves a la cama no sin antes correr las cortinas y esconder tu daga bajo la almohada por si acaso. Pocas horas después te despiertas sobresaltado por el ruido incesante de las campanas que anuncian un ataque inminente.

Selina

Te acostaste pensando en tu abuelo y las historias que te contaba tu padre sobre él y de sus aventuras con el Portador. Te acordaste de una en especial que te gustaba mucho. En ella explicaba como tu abuelo se ganaba el título del Ojo de halcón salvando al Portador de una muerte segura. Según te contó tu padre, tu abuelo y el Portador estaban intentando liberar a una pequeña villa de la opresión de su señor feudal.

Los soldados acorralaron al Portador y lo habían desarmado por lo que estaba completamente indefenso, por desgracia durante la refriega tu abuelo se había separado del Portador y estaba luchando en las murallas que rodeaban la villa con otros soldados. A una distancia de 200 metros pudo ver al Portador en apuros y con una sola flecha ensartó a los dos soldados que estaban apunto de arremeter contra él salvándole así la vida.

Perdido en tus pensamientos no te habías dado cuenta de los ruidos que se escuchaban afuera, saliendo de tus divagaciones te diste cuenta de que al lado había alguien, alguien en la ventana. Podías escuchar unos susurros que hablaban una lengua completamente desconocida para ti. Venía del exterior, de la ventana de la habitación de al lado, Alan el chico que te había pedido que bajaras el arma anteriormente. Te levantaste deprisa y abriste la ventana, miraste al lado pero lo único que pudiste ver fue a una sombra saltando de la ventana a un callejón y huir hasta perderse en las sombras, te resultó imposible reconocer al sujeto o algún trazo característico suyo. Así que cerraste la ventana y volviste a echarte a la cama. No podías dormir, aún estabas excitada por los sucesos de esta noche. Un par de horas más tarde volviste a escuchar ruidos, pero esta vez de la habitación al otro lado, la del muchacho del colgante. León crees recordar que se llama. Cada vez te pesan más los ojos y terminas por quedarte completamente dormida.

Te despiertas completamente sorprendida al escuchar las campanas de alerta de la ciudad, sabes que esto solo puede significar una cosa, Osvalth esta a punto de ser asediada.

León

¡¡¡¡¡Elena!!!!! - Grité sobresaltandome de la cama, me eché una mano a la cara mientras la otra alzaba la katana aún en su funda.

Joder...no entiendo nada de nada...¿el linaje se debilita?

El linaje ya ha muerto, solo quedamos yo y Elena...y no descansaré hasta encontrarla...

Así tenga que vender mi alma al mismisimo demonio... - Dije mirando hacia la nada...

Cuando me tranquilicé pude oir claramente las campanas de la ciudad...me levanté y me vestí lo más rápido que pude, colocando la katana en mi cinto.

Me puse la gabardina y miré por la ventana...


Bueno...es hora de irse. - Dije mientras di la espalda a la estancia.

Me dirigí hacia la habitación donde estaban el anciano y la pequeña, llamé a la puerta con un toque de nudillos.

Creo que habría que irse de aqui - Digo mirando al suelo, esperé a que alguien respondiera o en su defecto, a que alguien saliera.

Alan

Lágrimas negras de angustia. Siento una gran ansiedad, nunca me había pasado algo parecido, ¿por qué…? ¿Qué es esto?

No lo comprendo, ni lo acepto. Debo de habérmelo imaginado, la gente no llora líquido negro. Consigo conciliar el sueño finalmente, pero el sonido de unas campanas me despierta.

- ¿Qué? ¿Un ataque? ¿Ahora? – recojo rápidamente mis cosas, y enfundo todas mis armas. Como un autómata me preparo rápidamente para huir, o combatir.

El hecho de las lágrimas negras todavía me sigue abrumando, pero no tengo tiempo para pensar en esos asuntos. No en estos momentos.

Cuando salgo de la habitación veo al joven que se encuentra frente a una puerta. La habitación de la niña y el mago. Él parece preparado para salir. Me acerco rápidamente, ansioso.

- Vaya, ya estamos la mitad en pie. Habrá que darse prisa si queremos evitar el conflicto – llamo a la puerta de la habitación contigua a la mía, donde duerme la mujer del arco -. ¡Vamos, no hay tiempo que perder!

Tantas cosas raras pasaban... Primero una sombra saltando de la habitacion del muchacho que me interrumpio. Luego, un ruido de la habitacion del tipo del colgante. Por ultimo, unas campanas. Las campanas de Osvalth. Solo podia significar una cosa... Asedio.

Me levante rapidamente, cogiendo mi arco y mi carcaj. Mire hacia la ventana... "Salida de emergencia numero 1: La ventana. Cualquier cosa, una rampa no seria mala idea..." Pense. Pero algo me distrajo de mis pensamientos. Un ruido. Tocaban a la puerta.

Del otro lado de esta sono una voz. - ¡Vamos, no hay tiempo que perder! Gritaba. Entonces, lo reconoci. La voz del joven. Recordaba sus palabras de ayer.

Decidi abrir la puerta, con carcaj colgado en el hombro y arco en mano. -Baja! Le dije. Intente no gritar, pero... En tiempos de guerra, un grito te puede salvar la vida. -Rapido!

Tras eso, baje corriendo... No por cobardia... Tampoco por miedo...

Simplemente es mi deber.