Tarik >> [Prólogo] Soldadito de Plomo (FIN)

Prólogo de Tarik


Hermoso, brillante, valioso, perfecto.

Es, también, tu sentencia de muerte. La de todo un país, de hecho.

En el 2002 terminó una guerra civil en Sierra Leona; cuyos efectos dejaron la nación dividida, devastada y absolutamente en ruinas. La mortalidad materno-filial es la más alta del mundo. Para una mujer, parir casi significa morir.

Y muchas siguen pariendo, no obstante. No es que sea Sierra Leona un sitio próspero para fundar una familia. Es que no tienen más remedio. Las violaciones están a la orden del día. El tráfico infantil –los niños se reclutan, las niñas se usan como esclavas sexuales- es desolador.

Hace unos años, uno de los brazos armados del país, conocido como FRU (Frente Revolucionario Unido) fue disuelto y segregado en cientos de pequeñas bandas que, en la práctica, supeditan diversos territorios; a los que aún se sigue refiriendo como los territorios “del FRU”. No es casualidad que estos territorios sean especialmente los más prolíficos en la que debería llamarse la Joya de la Muerte:

Diamantes.

Pero volvamos, volvamos a ti. Bueno, a lo que queda ahora.
Nunca has existido del todo, Tarik. Nunca llegaste a formarte por ti mismo. Sierra Leona ha conseguido romper todo lo que hubiera podido quedarte. No eres del todo humano ya, o podríamos decir que eres "lo peor de la especie". Que no tengas culpa de ello... no cambia nada.

Eres un soldado. Peor, eres una máquina de matar; porque ni siquiera sabes por qué luchas, violas, devoras los trozos de día cumpliendo barbaridades, ignorando las leyes más elementales de dignidad humana.
Jamás te ha gustado, desde luego. En eso eres diferente. A tu alrededor ves a algunos de tus compañeros, muchos que tienen la mitad de edad que tú y no dudarían en vaciarte un cargador si los miraras mal.

Perteneces a la banda de ex –FRU de Sarim Abberq. Un tipo carismático, que no pasará de veintipocos. Os guía como nadie, os da valor antes de un pillaje. Y tiene un genio horrible.


-¡Escuchad, camaradas! Veis aquí a esta mujer; o mejor dicho, este…¡cerdo!

A sus pies había una muchacha. Era hermosa, su tez de ébano parecía inmaculada, fuera de lugar entre tanto polvo que se levantaba en esa nave industrial ruinosa, reconvertida en barracas paramilitares, con dos enormes ventiladores que jugaban con la luz intermitente; con el olor del expectante comedor, lleno de asesinos. Me refiero a vosotros, mientras véis como vuestro líder retuerce el cabello de la chica.

-Esta cerda, aquí. La encontramos esta mañana, sola por un camino cerca de la selva. ¿Adónde ibas, putilla, eh? ¿A buscar leche al establo? ¿O… a lo mejor venías para que te encontráramos?

Todos rieron. La chica lo miró temblando.

-¡Parece que no dices nada! –Le arreó un guantazo que la tiró al suelo. -Vamos a enseñarle modales, ¿eh, muchachos? A ver, zorra, quítate la ropa. ¡Que te la quites, coño!

Sarim arrancó violentamente los ropajes de la chica. Venderías tu pierna si la niña tuviera más de quince o dieciséis años. Y tampoco te equivocabas: la chica era muy hermosa, desnuda aún más. Esa tersura de piel, y las curvas suaves, las redondeces exquisitas…

Algunos de los chicos también se fijaron, y soltaron risotadas y obscenidades. La chica no pudo aguantar más y rompió a llorar.

Los llantos se ahogaron con los estruendos y los golpes en las mesas mientras Sarim penetraba violentamente a la chica. La sangre cayó en abundancia y cuando la chica se tumbó exhausta y temblando, Sarim comenzó a reírse. La movió con la bota, pero ella seguía aterida.

-Que alguien la arregle. Luego querré echarle un vistazo. No está mal. Ésta –dijo mirando a todos- la quiero para mí.

Tras esto, se marchó de la sala. En instantes, la sala se despejó de soldados que se llevaban sus escudillas.

Sólo quedaba la chica, rota en medio del comedor; y tú, aún sentado en el banco.

Las lágrimas que resbalaban por sus mejillas, te recordaron claramente un brillo que conoces bien.

Un día más.

No recuerdo cuando tomé la costumbre de contar los días que pasaban. Puede que lleve apenas semanas, puede que lleve años ¿Por qué lo hago? Ni yo lo sé, es posible que hubiera cogido esa costumbre desde que casi cada día es subir al patíbulo a jugármela entre criminales y violadores. No voy a empezar con gilipolleces hipócritas, entre esos criminales y violadores estoy yo, tampoco voy a decir que sea un angelito perdido de ningún dios inexistente, simplemente existo para sobrevivir, apenas un animal, pero como animal, tampoco distingo la maldad de la bondad, eso desaparece cuando vives en Sierra Leona. Los fuertes sobreviven, los débiles no. Es posible que desde siempre haya sido así, otra cosa es que nos hubiéramos percatado de ello.

Pensamientos similares me llegaban aquella mañana.

El jefe, a quien a partir de este momento llamaré Sarim, estaba de pie, frente a nosotros, con una chica a pocos centímetros de sus botas. La chiquilla parecía lo más parecido a la presa de un lobo que pudiera haber visto en.. horas. Con una pequeña diferencia, dos en verdad. Los lobos devoran a su presa, no la humillan, la segunda me la guardaré para contarla más adelante.

-¡Escuchad, camaradas! Veis aquí a esta mujer; o mejor dicho, este…¡cerdo!

Me fijé algo mejor en sus rasgos, era preciosa, sin más, una tez que, de no haber relucido en ese momento con el mortecino fulgor del miedo, habría resultado la perfección encarnada. Incluso en medio de aquel antro de podredumbre, polvo y porquería, parecía increíblemente limpia, como si las manchas no se atrevieran a tocar su rostro. Un rostro aterrado.

-Esta cerda, aquí. La encontramos esta mañana, sola por un camino cerca de la selva. ¿Adónde ibas, putilla, eh? ¿A buscar leche al establo? ¿O… a lo mejor venías para que te encontráramos?

Todos a mi alrededor estallaron en carcajadas, me obligué a sonreír, conociendo el genio de aquel hombre era perfectamente posible que acabara tomándola conmigo si no lo hacía, de todas formas, aquel espectáculo me resultaba de todo menos divertido. Aunque dudara que alguno de los presentes compartieran mi opinión al respecto.

-¡Parece que no dices nada! Vamos a enseñarle modales, ¿eh, muchachos? A ver, zorra, quítate la ropa. ¡Que te la quites, coño!

Sarim, tras golpearla violentamente, le arrancó la ropa con brutalidad. Desnudándola ahí mismo y violándola entre las risas y comentarios a cual más obscenos de mis compañeros. Estaba claro que le dolía, y aun así entre lágrimas, parecía relucir entre las demás, aun cuando la sangre manase de ella, aun pese a todo.

En cuanto el jefe la soltó, se derrumbó, sin más, frente a todos, temblando, sangrando, sufriendo.

-Que alguien la arregle. Luego querré echarle un vistazo. No está mal. Ésta la quiero para mí.

Tras eso, se marchó. En cuanto se hubo ido el sitio empezó a vaciarse, cada cual cogía sus bártulos y salía, tras apenas un minuto, quedé solo. Con ella delante. La luz del techo, interrumpida por las aspas de los ventiladores, hacía relucir su rostro como si se tratase del más puro diamante.

¿Me va a tocar a mí arreglarla? Pensé, sin saber como sentirme.

Me levanté del banco desde el que había presenciado toda la escena para coger su ropa, aun destrozada, tal vez pudiera taparse con ella sus vergüenzas. Cerca del edificio donde me encontraba había un pozo en el que podría limpiarse la sangre, lavarse la cara y limpiarse el polvo, generalmente se usaba como abastecimiento, pues la mayoría no solíamos preocuparnos demasiado por nuestra higiene, a fin de cuentas, había cosas más importantes de las que ocuparnos, de todas formas, estaba seguro que podría limpiarse en él. Me acuclillé frente a ella, no sabía como reaccionaria, aunque intuía que no demasiado bien.

-En fin, ya le has oído.-Comenté con voz cansada.-Parece que le has gustado al jefe, por desgracia para ti, es posible que esta escena se repita más a menudo de lo que crees.-Comenté con todo el tacto que pude reunir, que a ojos normales era nulo.-No te preocupes, solo duele la primera vez, quien sabe, a lo mejor acabas acostumbrándote y todo.-Tras soltar eso no pude evitar pensar que frases como aquella no eran las que ayudan a alegrar a una chica recién violada, precisamente.-En fin...-Vale, no sabía como animarla ¿Qué? Nunca se me ha dado bien consolar a la gente. Le tendí su ropa.-Ponte esto y sígueme, supongo que querrás lavarte. Y aunque no quieras.-Ordené autoritariamente mientras me levantaba. Al contrario de lo que podáis pensar no, no la llevé a rastras, ni del pelo. Únicamente la esperé, si no se retrasaba no tendría que recurrir a la violencia, por otro lado, el pozo tampoco estaba lejos, unos minutos podía tardar.

La chica se levanta temblando, con la cabeza gacha. Las piernas la sostienen apenas.

Tienes que ayudarle a caminar. Es evidente que dentro de ella ahora solo hay dolor. Contemplas sus ojos, que claman sorpresa, impotencia, en un mudo "¿por qué yo?".

Esto es Sierra Leona. Hoy la ayudas, pero quizá mañana te den órdenes de violarla.

Camináis hasta el pozo, donde la ayudas a lavarla. Ella se deja, incluso las partes pudendas. Está casi como un zombi hasta que te das cuenta de que no puede seguir así.

La zambulles en un cubo de agua, esperando que el contraste la espabile un poco. Parece que surte efecto, la muchachita parpadea y te mira.

Entonces rompe a llorar. Te abraza fuertemente y luego empieza arañarse el pelo, tan fuerte que tienes que pararla. Se desgañita gritando y llorando, y hablando en dialectos que no conoces.

Os tiráis una buena media hora así.

Cuando al fin las lágrimas la abandonan, la chica cae de rodillas.

-¿Qué.. qué va a pasar conmigo? ¿Voy a tener que estar toda la vida así? ¿Que pasará con madre y mi enferma abuela? ¡Y mis hermanos! Sin mi no pueden sobrevivir, no dan abasto, ellos...

Comienza a murmurar una extraña letanía, como un rezo personal para sí misma. Te hubiera gustado acordarte de cómo rezar.

Cuando acaba, te mira implorante.

-Dime, que... ¿qué puedo hacer?

Una extraña determinación asoma en sus ojos. ¿Son los ojos de la desesperación, acaso?

Es mediodía, y los pocos que pasaban por el pozo ya no os prestan atención. La mayoría están durmiendo en las barracas, y Sarim probablemente esté emborrachándose.

La piel de la muchacha resplandece en el sol del mediodía.

Haz una tirada de Advertir.

Al final tuve que ayudarla a caminar, parecía que el dolor, tanto el físico como el anímico, la atenazaba e impedían que se sostuviera por su propio pie. Y aun pese a mi ayuda estaba claro que le costaba andar. Todavía temblaba, y, en cierta medida, lograba comprender su miedo. Esa sensación de estar solo, haber perdido a tus seres queridos por el azar del destino y, por culpa del mismo, haber llegado a las puertas del infierno.

Sierra Leona.

En el pozo, yo mismo tuve que ayudarla a lavarse. Sus ojos miraban sin ver, casi como si fueran dos pozos oscuros, más negros y tristes que el que teníamos a un lado. Estaba bastante claro que no podía continuar así. Suspiré, haciendo ademán de levantarme, sin embargo, en el último segundo la cogí y sumergí en el cubo de agua, esperando que la sorpresa y el cambio de temperatura ayudaran a que se espabilara de una buena vez. El agua me salpicó y su cabeza salió del barreño, parecía haber surtido efecto.

Aunque tal vez más del deseado. Como si hubiera abierto algo que no debía, ella empezó a llorar, se abrazó a mí con fuerza, desgarrada y aterrada. Empezó a arañarse con tanta fuerza que, de no haberla sujetado, habría acabado arrancándose el pelo a mechones. Tras media hora, se quedó sin lágrimas que derramar, entonces, y solo entonces, habló.

-¿Qué.. qué va a pasar conmigo? ¿Voy a tener que estar toda la vida así? ¿Que pasará con madre y mi enferma abuela? ¡Y mis hermanos! Sin mi no pueden sobrevivir, no dan abasto, ellos...-Empezó a murmurar algo, si fuera religioso, diría que imploraba piedad a su dios. La pobre no sabía que eso no existía en Sierra Leona.-Dime, que... ¿qué puedo hacer?-Preguntó, implorante. Miré de reojo alrededor, la mayoría estaban durmiendo la mona en sus barracas, otros iban de arriba abajo, demasiado concentrados en sus quehaceres como para prestarnos atención. Sarim debía ir por la cuarta o la quinta botella.

-Si lo supiera, te aseguro que ni tú ni yo estaríamos aquí.-Le confié, seguro de que no había nadie como para pedir explicaciones por ello.-Pero aquí estamos, y eso no lo puedo cambiar.

La miré de nuevo, estaba realmente hermosa, su piel resplandecía bajo el sol por el reflejo del agua, dándole un aspecto lustroso y límpido a su cuerpo. Aun así, sabía que no debía encariñarme con ella, lo más seguro era que durara el tiempo que tarda una mujer en parir.

Mientras la lavavas, has observado en la espalda de la chica dos pequeñas manchas. Primero las atribuiste a cualquier accidente o a la más común herida de guerra. Pero cuando las lavaste, la chica se estremeció ligeramente. Dos pequeños bultitos sospechosos. ¿Una malformación? Bah.

La chica llora en tu hombro. Tras el pozo llegan Buzz y Kombu, una pareja tan rara como un camello besando un león. Buzz es alto, largirucho y desgarbado. Kombu es bajito y regordete -aunque su panza irregular indica que probablemente sea más por una enfermedad que de abundancia alimentaria-. Ambos llevan una americana militar raída y desvencijada, junto con el cuchillo reglamentario. Kombu también tiene el fusil de guardia.

Son quizá los tíos más gilipollas de la base, y les toca turno de patrulla.

-Bueeno, Tarik, qué.

Dice Kombu.

- Oye, qué me dices si echamos un ratito? Ya que la estás lavando, por aquí no pasa ni dios, te da igual tardar veinte minutos más, no?

-Qué cojones dices, capullo. Sarim nos corta la polla si se entera. -Le replica Buzz.

- Ya se que es la putilla de Sarim; imbécil. Pero mira tio, qué tetazas tiene.


Ciertamente, los atributos de la chica saltan a la vista.

Buzz se queda pensativo. De los dos es el más razonable, pero también lo has visto ensañarse con los cadáveres en mitad de una operación y ser arrastrado a hostias para calmar su sed de sangre.

- A la mierda, el pajarito ya lleva demasiado sin salir. Únete o apártate, Tarik; pero voy a "entrenar" a esta zorra para que Sarim esté satisfecho, eh. Despeja, Tarik.


La chica gime y se aferra a ti con fuerza. Tragas saliva cuando se te agolpan recuerdos de tus hermanos, de cuando los sacabas de los suburbios, de cuando plantabas cara. Pero justamente este gilipollas es de los tuyos...

Tirada de Intimidación de Kombu(15). Total= 57.

Haz una tirada de Frialdad o contraataca con una de Intimidar/Liderazgo/Persuasión (Nota: recuerda q puedes hacerla aquí mismo)

El miembro 'VonClouve' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 42

Mientras la lavaba noté en su espalda un par de bultos, realmente no tenían por qué ser nada importante, no obstante, algo me extrañé cuando al lavarlos se estremeció. De todas formas, no le di más importancia de la debida, podía ser perfectamente una leve malformación (Que, de hecho, era fácilmente ignorable en comparación al resto de atributos de la muchacha). Aun así, había cosas más importantes a las que prestarle atención. No, no me refiero a esas cosas precisamente, no del todo al menos, me refería más bien a un par de imbéciles que en esos momentos se acercaban a nosotros.

Sus nombres eran Buzz y Kombu, un dúo tan disparejo en físico como similar en conducta, y es que es difícil encontrar a otro par de tíos más gilipollas en la base. El primero parecía un cruce entre una paja de centeno, una escoba y un camello giboso, mientras que el segundo era más bien una extraña y desagradable mezcla entre tambor de pistola y saco de grano demasiado lleno y aplastado.

-Bueeno, Tarik, qué.-"Saludó" el segundo.-Oye, qué me dices si echamos un ratito? Ya que la estás lavando, por aquí no pasa ni dios, te da igual tardar veinte minutos más, no?

Fruncí el ceño en evidente señal de desaprobación.

-Qué cojones dices, capullo. Sarim nos corta la polla si se entera.-Replicó el otro, más razonable que su compañero.

-Ya se que es la putilla de Sarim; imbécil. Pero mira tio, qué tetazas tiene.-Contraatacó el primero, callando definitivamente a su acompañante, que no parecía muy convencido de qué hacer.-A la mierda, el pajarito ya lleva demasiado sin salir. Únete o apártate, Tarik; pero voy a "entrenar" a esta zorra para que Sarim esté satisfecho, eh. Despeja, Tarik.-Ordenó con toda su falta de autoridad, encarándome.

Por un lado, el recuerdo de momentos similares que pasaba en mi infancia casi me llevó a incinerarle ahí mismo, sin dar más explicación, no obstante, ese imbécil, por mucho que me pesara, era de los míos. La valentía era solo un recuerdo lejano, pero se impuso sobre la lógica tras varios años de letargo.

-Escúchame, gilipollas, tócale un solo pelo y te abro el cráneo, me cago en tu cerebro y le prendo fuego a tus pulmones. Y ni te molestes en desenfundar, sabes de sobra que me basta con desear que ardas para matarte. Largo de aquí.-Le contesté, sintiéndome henchido de júbilo interiormente al ver la fluidez con la que hablaba.

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Tirada de frialdad

25 más 49= 74

Tirada de intimidar

25 más 100 más 90= 215, Mamma mía

El miembro 'Carpazzo' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

#1 'Dado de 100' : 49

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#2 'Dado de 100' : 100

[Joder si, puto Tarik xDDDD]

Intimidar 25 más 100 más...

El miembro 'Carpazzo' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 90

[No es abierta ya que tendria que sacar 91]

Buzz retrocede unos pasos.

-Mierda, Kombu, va en serio. Corren rumores por el campamento de que este tío está maldito. Como Ross, el que después de muerto siguió levantándose y disparando. Dicen que este tio ha matado gente con mirarla, joder.

La expresión de tu cara debió ser todo un poema. Kombu dejó caer el arma al suelo y se arrojó de rodillas, temblando.

-Joder, joer, tio, Joder, Tarik, que no, que voy de coña. Joder tio, n... no me hagas nada, joder....

Cuando te vuelves a Buzz, éste ya ha salido corriendo en dirección contraria. Y es que pese a todo, no sois más que críos en un cuerpo de mayor, en unas circunstancias demasiado duras para nadie.

Escupes para rematar la faena. Kombu te mira implorante desde el suelo.

-N..No le dirás nada a Sarim, ¿verdad? ¡¡Tarik!! ¡Te lo suplico, amigo! ¡Me hará pedazos si...! ¡Perdona, perdona!

Le llora a la muchacha. Sin embargo, ella te mira con una rara expresión. Entre los sollozos del pobre bastardo de Kombu, se gira hacia ti.

-¿Haces...arder a la gente? - Pregunta en un susurro.

Sacude la cabeza, casi incrédula. Casi mas sorprendida por ser tú quien hace arder a la gente que por el hecho en sí.

Observé con masculino orgullo como el palo de escoba retrocedía, no había perdido mi toque. En los suburbios, una amenaza bien dicha es, con diferencia, más útil e igual de emocionante que un linchamiento a hostias.

-Mierda, Kombu, va en serio. Corren rumores por el campamento de que este tío está maldito. Como Ross, el que después de muerto siguió levantándose y disparando. Dicen que este tio ha matado gente con mirarla, joder.

Oh, genial, ahora estoy maldito, y yo sin enterarme. Pensé sarcástico. Mientras, Kombu había tirado el arma al suelo y había empezado a llorar como una magdalena. Realmente patético, en serio, no quiero ponerme pesado, pero este tipo en los suburbios no habría durado ni una semana.

-Joder, joer, tio, Joder, Tarik, que no, que voy de coña. Joder tio, n... no me hagas nada, joder....-Sollozó. Buzz ya no andaba cerca, el muy cobarde se había amedrentado aun más que el otro, ni siquiera había tenido huevos para quedarse a disculparse. En fin, al menos era más sensato que su compañero. Escupí a un lado.

-N..No le dirás nada a Sarim, ¿verdad? ¡¡Tarik!! ¡Te lo suplico, amigo! ¡Me hará pedazos si...! ¡Perdona, perdona!

-Largo. Como te atrevas a tocarla pienso no solo dar parte a Sarim, sino pedirle permiso para torturarte yo mismo. Si no lo haces... Pues no deberás preocuparte ¿Entendido?

Miré entonces a la muchacha, que me observaba con perplejidad. Se giró hacia mí, ignorando los lloros del buscón, que en esos momentos iban dirigidos a ella.

-¿Haces...arder a la gente?-Susurró, sacudiendo la cabeza casi con incredulidad. No tenía sentido negarlo tras lo dicho, así que no lo hice.

-Sí.-Contesté simplemente, como quien no quiere la cosa.

La muchacha se levantó de golpe, y con férrea determinación te tira del brazo, como queriendo arrastrarte tras la esquina de un almacén polvoriento.

Una vez allí, te mira de arriba a abajo. Parece alterada, y casi como si hiciera caso omiso de su peligrosa situación.

-Por favor, escúchame. Te llamas Tarik, ¿no?

Te mira unos instantes como pidiendo aprobación para lo que te va a pedir.

Yo me llamo Mawe -dice la chica- Por favor, necesito que te quites la camisa. Aunque suene raro.

Casi lo implora.

-Por favor.

Está, ciertamente, nerviosa.

La chica se levantó de golpe, alterada. Sin darme tiempo a extrañarme siquiera me cogió del brazo y tiró de mí hasta la esquina de uno de los almacenes cercanos, algo sorprendido, me dejé llevar (Era difícil negarle algo yendo como iba). Ya en el sitio en cuestión, me soltó y miró de arriba abajo, todavía nerviosa, no el mismo nerviosismo temeroso de antes a causa de la violación, sino uno que no sabría identificar.

-Oye, ¿Estás bi...?

-Por favor, escúchame. Te llamas Tarik, ¿no?-Preguntó de repente. Asentí.-Yo me llamo Mawe. Por favor, necesito que te quites la camisa. Aunque suene raro.

Espera ¿Qué? Me pregunté a mí mismo, enarcando una ceja a causa de la extraña petición, hace unos momentos no parecía capaz de pedir tal cosa y ahora... Agfs, joder, que tampoco tiene que ser siempre ESO, aunque la verdad es que no me imaginaba qué otra cosa podía ser.

-Por favor.-Imploró.

En fin, de algo hay que morir ¿No? Realmente no estaba muy convencido de ese pensamiento pero, como ya he dicho, era difícil negarle algo a aquella chica. Me quité la camisa y me la eché al hombro, obedeciendo su casi súplica.

-Hala, ya está.

La chica examina detenidamente tu espalda, un buen rato.

Casi te estremeces cuando te roza suavemente los omóplatos. Hace mucho, mucho tiempo, que no sientes una caricia suave, no forzada, una piel fina que voluntariamente toca la tuya. Es un poco raro, pero hasta nota una comprometedora sensación en los pantalones, y hasta te da vergüenza.

Cuando acaba su inspección, la chica se pone frente a ti. Sigue desnuda, lo cual no ayuda nada.

- Es... Es muy raro. Creo que aún tú no has despertado. Pero puedes hacer milagros...

>> Escucha, Tarik. Voy a decirte algo.

Acerca su boca a tu oreja. Sus gestos son inconscientes, pero es muy, muy sensual. Incluso sin quererlo. Sacudes tus pensamientos cuando recuerdas que una hora antes la habían violado cruelmente ante tus ojos, y te cuesta creer que ahora esté tan concentrada.


Debe ser algo realmente importante para ella, si la urgencia sobrepone el propio terror. De repente, te trata como su aliado... aunque tú no estés muy seguro de eso. SIn embargo, sus palabras tambalean tu realidad.

- Conozco el secreto. El por qué haces cosas, por qué prendes fuego. Mira.

Alza la mano, y al momento, unos pequeños zarcillos verdes, como enredaderas, salen de su mano y la envuelven hasta la muñeca. Es un milagro, un hermoso milagro de Dios.

- No sé hacer mucho más, pero sé que es un Don que Dios me ha dado para ayudar. No puede defenderme de nada, ni hacer más, pero poco a poco, con ayuda de mi abuela, voy a intentar cambiar...

Tragó saliva.

- ...cambiar el mundo, Tarik. Cambiarlo, para bien. Para que se acabe todo esto y nadie sufra más.


>> Ven, ven conmigo. Abandona esto, por favor. Ven conmigo a la selva, y que te vea mi abuela. No quieres estar aquí. El don que Dios te dio a ti es mucho mejor, puede usarse para hacer Su obra. Por favor, Tarik.


De repente, empieza a llorar.

-Yo tampoco quiero estar aquí. Sálvame, Tarik. Por favor.

Cuando empezó a examinar mi espalda apenas pude contener una molesta estrechez cada vez más patente en los pantalones. Era extraño sentir una piel tan suave de manera no forzada tras tantísimo tiempo, desde que había llegado ahí todo fueron violaciones y en los suburbios rara era la ocasión en la que podíamos preocuparnos de quien se acostaba con quien, precisamente por eso me era tan difícil contenerme, aun así lo conseguí, luchando contra todas las fibras de mi cuerpo que votaban por violarla ahí mismo.

Oh, venga, Tarik, contrólate macho, no es más que una cría, joder.

-Es... Es muy raro. Creo que aún tú no has despertado. Pero puedes hacer milagros...-Dijo cuando ya hubo terminado, traté de no mirarla demasiado.

>> Escucha, Tarik. Voy a decirte algo.-Acercó sus labios a mi oído, en esos momentos tuve que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para evitar abalanzarme sobre ella. Maldita sea.

-Dime.-Accedí con evidente extrañeza. La chica que antes había sido poco más que una prisionera llorona en esos momentos me trataba con total confianza, como si fuera un aliado y ¿Qué cojones? No es un milagro, nunca, nunca, nunca fue un milagro. Los milagros no existen.

- Conozco el secreto. El por qué haces cosas, por qué prendes fuego. Mira.

Alzó la mano entonces, de sus dedos empezaron a crecer unas pequeñas enredaderas, tímidas y finas, pero ahí estaban, sin motivo alguno ¿Quién demonios era esa chica?

-¿Qué cojones…?

-No sé hacer mucho más, pero sé que es un Don que Dios me ha dado para ayudar. No puede defenderme de nada, ni hacer más, pero poco a poco, con ayuda de mi abuela, voy a intentar cambiar...

-El mundo no cambia así, por las buenas. Donde yo crecí, a la gente como tú y como yo las mataban, sin más, para ellos los que podemos hacer estas cosas somos demonios a erradicar ¿Acaso crees que dos personas pueden cambiar el mundo?-Sin embargo, en el fondo, ansiaba creer sus palabras, un torbellino de atracción y repulsión ante el ideal de la joven se abatía en mi interior. Ser libre. Ser libre de nuevo. Sin miedo. Sin sufrimiento.

-...cambiar el mundo, Tarik.-Repitió.-Cambiarlo, para bien. Para que se acabe todo esto y nadie sufra más.

>> Ven, ven conmigo. Abandona esto, por favor. Ven conmigo a la selva, y que te vea mi abuela. No quieres estar aquí. El don que Dios te dio a ti es mucho mejor, puede usarse para hacer Su obra. Por favor, Tarik.

Me dejé caer sobre la pared, abatido ¿Cómo demonios pensaba que era tan fácil? Mi poder… Sí, era cierto que en los últimos años había ido cogiéndole el tranquillo, pero ni de coña podría detener a un montón de tipos armados y ella con las mierdas de zarcillos esos ¿Qué iba a hacer? ¿Enseñarles botánica a los que mandaran en nuestra búsqueda? No. No era tan fácil pero…

Pero era lo que quería. Dejar a toda esta gente tirada de una vez por todas, había llegado aquí contra mi voluntad, tratado como si fuera un producto más. La idea de irme por mi propio pie me seducía cada vez más, lenta pero inexorablemente.

-Yo tampoco quiero estar aquí. Sálvame, Tarik. Por favor.-Sollozó.

¿Tengo miedo de que me pillen? Pensé de repente ¿Miedo a que me pillen… precisamente yo? Después de tantos años, después de todo ¿Tengo miedo a eso? La sola idea me parecía ridículamente cierta, pero ayudó a que me sintiera mejor: No tenía por qué tener miedo, en realidad, si no moría escapando lo haría cualquier día de estos, la única diferencia es que de una manera lo haría libre y de otra lo haría cumpliendo órdenes.

Libertad…

-Quiero escapar de este lugar también. Te ayudaré.-Accedí, con la vaga sensación de sentirme como un niño que habla sin saber.-Aun así, ¿Cómo lo vamos a hacer? No pienso ir a lo tonto, por experiencia te digo que eso jamás funciona, tampoco sé orientarme en la selva. Y qué cojones, hay gente haciendo guardia, ya viste a los de antes, es cierto que la mayoría son unos cobardes, pero son cobardes con rifles.

- Tarik. Sólo tenemos que salir de aquí. Si logramos adentrarnos en la selva, yo puedo guiarte.

Te miraba con ojillos decididos.

- De... de verdad. Puedo hacerlo. Lo hago muchas veces cada semana. Esta vez... tuve mala suerte. Huyamos pronto.


[Si deseas buscar algo más que te ayude, haz una tirada de Buscar. Los barracones de viviendas están aproximadamente cerca, adjuntos a los garajes, muy próximos a vosotros. Hay tres salidas en el campamento, dos principales (este y sur) muy vigiladas. La otra suele estar cerrada y se usa para emergencias y otro tipo de cosas.]

-Tarik. Sólo tenemos que salir de aquí. Si logramos adentrarnos en la selva, yo puedo guiarte.-Dijo, con ojos decididos. La miré, sorprendido por su seguridad, mandaba huevos que lo dijera una chica que hacía unas horas había sido capturada y violada. Pareció captar mi mirada incrédula, por lo que se apresuró en añadir-: De... de verdad. Puedo hacerlo. Lo hago muchas veces cada semana. Esta vez... tuve mala suerte. Huyamos pronto.

-Precisamente nos hace falta suerte.-Mascullé, antes de coger su mano y echar a caminar, tratando de cruzarme con la menor cantidad de gente posible, dadas las horas tampoco resultó muy arduo.-Verás, hay tres salidas exactamente. Una allí y otra en esa dirección, tras el edificio que hemos dejado atrás.-Iba explicando de mientras, señalando aquí y allá.-Sin embargo, por ahí no vamos a ir, ni de coña. Son las más vigiladas, por lo que iremos por la restante: La del oeste.-Di un pequeño salto para salvar una raíz, tuve cuidado de que mi acompañante no se cayera. Sin duda, lo que decía era verdad, cuando algún prisionero trataba de huir lo hacía siempre por la del este, más que nada porque era la que solían tener más cerca, no hace falta decir que acababan como un colador, por suerte para ambos, dos años malviviendo en un sitio te hacen experto en manejarte por la zona. La verdad, no quería demostrarlo, pero la idea de volver a ser libre me animaba por momentos.-Verás, la del oeste está casi siempre cerrada y su vigilancia es más escasa. Al menos no tendremos que preocuparnos de que nos acribillen desde las ocho direcciones. Por otro lado, si hubiera alguien… Bang.-Sonreí, disparando desde mis dedos una llama que fue a impactar contra la pared. Hice girar a Mawe la esquina de uno de los edificios. Ahí al final estaba la salida. La salida a la ansiada libertad.

-Hemos llegado.

Te cruzas por el camino con un par de tus "compañeros", que te miran entre risas y escandalosos aullidos obscenos a la chica desnuda. Ella se ruboriza y se intenta tapar como puede, más consciente ahora de su situación. También notas que le tiemblan las piernas, aunque intente evitarlo.

Al asomaros a la esquina, veis la puerta oeste. Está abierta, pero hay un jeep cruzado que bloquea la salida. El conductor está apeado del vehículo, cargando bidones. A su izquierda y derecha hay guardias, armados con dos kalashnikov; el arma favorita de la insurgencia.

Tirada de Advertir conjunta: 60


Haz una tirada de Sigilio si quieres hacer algo, o de Ocultarse si te vas a quedar en el sitio.

El miembro 'VonClouve' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 40

Guardias, solo dos, pero jodidos guardias.

Le hice una señal para que viniera conmigo y le indiqué que tratase de parecer relajada. La verdad, tenía poca idea de cómo podría deshacerme de ellos, la opción más fácil habría sido hacer un bonito bum con los bidones y una chispita, pero el sonido habría alertado a todo el maldito lugar, no, tenía que ser algo más sutil... Y un pene, bastaba con no llamar la atención, no tenía tiempo ni tiempo ni ganas para florituras, debía aprovechar que había poca gente despierta, así como que, en su mayoría, tardarían en armarse y salir en nuestra búsqueda, debía pues confiar en Mawe, debía confiar tal y como lo hacía antes.

Que quien sea nos asista.

-Vamos hacia allá, a lo mejor la situación resulta un poco sangrienta, espero que no te importe.-Le ordené antes de echar a caminar, esperaba acabar rápido.

Anduve con tranquilidad, tratando de parecer relajado, como si solo estuviera dando un paseo, sin embargo, los nervios me jugaron malas pasadas. Mis movimientos eran algo cortantes y casi mecánicos, ansiosos... Me iba acercando lentamente, demasiado lentamente, quería echar a correr, elevar el grito en el cielo y quemarlos a todos. No podía, estaba claro, pero aun así algo dentro de mí, algo que llevaba dormido mucho tiempo, me lo ordenaba, suplicaba y se arrastraba por ello.

Llegué frente a los guardias entonces.

-Quitad esa mierda.-Ordené, tajante.

Intimidar 25+76=101

El miembro 'Carpazzo' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 76

Frialdad

Guardia A: 64
Guardia B: 35