[Campaña Individual] (Dakota Cromwald)

De pronto, Dakota se desploma y cae inconsciente al suelo.

El remolino de emociones te arrastra, hasta el punto de hacerte perder la conciencia por un instante. Sientes frío y calor al mismo tiempo, alegría y miedo, desesperación y júbilo, multitud de sentimientos y emociones te asaltan a la vez, como una colmena de abejas que se lanza, impetuosa, sobre un montón de dorada miel.
Cuando sales de tu confusión, se presenta ante ti un nuevo mundo. La tierra que pisas es yerma y gris, cubierta por una tupida niebla que refleja tonos violetas y azules. Hay unos pocos árboles, parecidos a los típicos de una sabana y repartidos de una forma similar. Aunque, curiosamente, no son de madera, ni siquiera son árboles propiamente dicho. Se trata de una especie de ramificaciones viscosas, de verdes apagados y rosados, como algas secas que se sostienen en el aire como si no existiese gravedad alguna.
No hay sol, ni luna, tan solo un cielo encapotado, tan invadido de nubes que no dejaba ni un respiro para el azul. Aunque tampoco estabas segura de que aquello fuesen nubes.



Todo es muy abstracto, como en un sueño. Tus emociones estaban apagadas, pero latentes, igual que en un sueño. No sentías ira, ni miedo, pero tampoco felicidad, todo era muy raro.
De todos modos, y fuese lo que fuese aquel lugar, no tenías más remedio que echar a andar.

Aquel lugar estaba encantado por algún tipo de magia que impedía el menor ruido. Tus pasos eran inaudibles y aunque gritaras, tus oidos no escuchaban tu propia voz.
Al poco rato de caminar por aquel extraño lugar, vislumbraste una silueta en el horizonte. Tras la niebla, parecía ser un hombre, pero no podías distinguir nada más, lo único que veias era una sombra difusa.
Tampoco te atrevías a acercarte. No por miedo, simplemente tus pies no te dejaban.

Siempre supe que había dos "yo".

Una "yo" alegre, risueña y contenta. La "yo" que saltaba y bailaba y se deleitaba con los mundanos colores de las cosas hermosas, la danza de alegría que supone, simplemente; estar vivo.

La otra "yo" era misteriosa, incoherente, sombría y lúgubre. Era la "yo" que no quería ver, la que todo el mundo odiaba, por la que pasaban las cosas, la que me producía esa sensación en el estómago tan horrible, la que no debía permanecer aquí, pero que no podía arrancar por ser intrínsecamente mi propio ser.

Ambas Dakotas reposaban ahora, en un duermevela con un ojo abierto, como algunos pájaros. En un sueño sin colores, gris apagado.

Me encontraba en algún lugar sinuoso, pero un lugar que sabía necesario para mí. Un lugar bendito, porque me permitía esconderme del mismísimo dolor que sabía capaz de partirme en pedazos si me llegaba a alcanzar. En el fondo era lo justo, el mundo de verdad no era lugar para mí. ¿Sería este mi sitio? Empezaba a sentirme más y más agusto en el vacío total de sentimientos, en la ausencia, en la Nada misma.


Me acerqué a aquella figura, pero no me acerqué. No podía moverme, así que simplemente me dio igual, así que por eso me movía.



Entonces caí en una cosa muy graciosa. Hoy, día en el que lo había perdido todo, también era una fecha muy especial para mí.

Dado que no tenía nadie que me lo dijera, se lo dije yo misma a la figura que me observaba entre la penumbra, con una hermosa sonrisa.


-¡Feliz Cumpleaños, Dakota! - Le grité con la voz del silencio.


Hoy cumplía 13 años.


Feliz...cumpleaños.

La sombría silueta parecía mirarte. No veías sus ojos, no apreciabas su cara, no distinguías sus facciones, pero sentías como te estaba observando fijamente.
Aquella negrura humanoide dió un paso al frente y se detuvo. En ese momento, dos brillantes ojos carmesí se iluminaron en su cara. Experimentaste la primera emoción desde tu llegada: miedo, mucho miedo.

-Te he estado buscando durante mucho tiempo.

Su voz era áspera y muy ronca, como si procediese de las fauces de una bestia.

-¡Y ahora que te he encontrado, te arrancaré la cabeza de un bocado!

No pudiste evitar retroceder unos pasos, aquellos ojos, como rubíes de fuego, te quemaban. Desviaste cobardemente la mirada y entonces, un intenso destello blanco explotó en tus narices. Como una poderosa bomba de luz, te cegó por completo, impregnando de luminosidad blanca varios kilómetros a la redonda.

Cuando te recuperaste de aquella inesperada conmoción, la sombra negra había desaparecido. En su lugar, había una mujer con un vestido celeste.

-Ah...

Era de una belleza sin igual; su iris mezclaba millones de colores, haciendo de sus ojos los más hermosos del mundo. Su larga melena, que alcanzaba la cintura, la componía un fino y plateado cabello. Y su tez, blanquecina, recordaba al cutis del un ángel.
No podías escrutar mucho más sin cegarte con la luz que la rodeaba, como el halo brillante que cubre a los entes luminosos.

-¿Dakota? ¡Has venido! Desde nuestra última conversación… pensé que me odiabas.
Pero no es así ¿verdad? Has venido a por mí… a rescatarme de mi prisión ¡este mundo que me anula, que me condena, que me impide abrir mis alas!

Parecía muy feliz de verte, aunque en su mirada también había desesperación.

-Pero esto.... esto no ha sido una coincidencia.... hoy es tu cumpleaños ¿verdad? claro... ahora todo tiene sentido.

Inclinó su hermosa faz. Cargaba sobre sus hombros un profundo pesar, quizá relacionado con la terrible sombra de antes, con el lugar donde te encontrabas, con la muerte de Daguerreo, con tu llegada... o con todo a la vez. No podías saberlo.

[pd: perdonad la falta de acentos, un problemilla tecnico]


Me lance sin pensar, sin detenerme siquiera ante cualquier otro de mis neblinosos pensamientos, que se desvanecian.

La abrace fuertemente. No sabia quien era, solo que... era tan brillante. Una extraña afinidad surgida del mismo vacio.


No se si llegue a tocarla o no. Simplemente la abrace.


- He decidido no odiar mas. No tiene sentido. No hay nada ahora. Hasta el odio se rompe cuando todo acaba, ¿verdad? Ja,ja, ni siquiera se si puedes oirme. Ni siquiera se por que digo esto o si deberia estar aqui.


>>...Y ni siquiera se quien eres. ¿Me lo diras?

-Hace mucho tiempo, más allá de mis propios recuerdos, existió una ciudad de cristal. En ella la magia era libre de volar, por un cielo vacío de nubes y tormentas.
Por aquel entonces yo era muy distinta a como soy ahora, era dueña de mi destino y de mis sueños. Podía sentir la justicia de un mundo en armonía, regido únicamente por un Bien y un Mal que no rivalizaban.


Pero como todo, tanto aquella vida, como aquella ciudad, como las personas que la habitaban, desaparecieron. Abatidos por el paso del tiempo y castigados por los azotes de unos hombres que no toleraban la magia. El Mal quebró el equilibrio del mundo.
Pero no todo lo bueno murió en aquel entonces, pues antes de que la oscuridad cubriese nuestro sol, dos personas encontraron un amor más allá de la vida y la muerte. Un amor inmortal… y como fruto de ese amor, naciste tú.

Walrus es el nombre de tu padre. Mi nombre es Saya, y también es el nombre de tu madre.

Sonrió y te devolvió el abrazo.

-¿M....Madre? ¿Eres mi madre?

Sentí un raro calor en las mejillas. Por alguna razón, supe que era cierto. No era necesario mentir aquí, en este sitio tan extraño y a la vez tan familiar.

-¿Por qué estás aquí? Yo...


No pude aguantar más. Me rompí como un delicado cristal, agriatado por todos sus bordes, amenazando con deshacerse en mil esquirlas contra el suelo.

Las lágrimas resbalaban por mis mejillas.

- ¡Me abandonaste de pequeña! ¡Me dejaste! ¡Tuve que sobrevivir, todos me perseguían y me hicieron mucho daño; yo...! Yo...


Las lágrimas apenas me dejaban continuar. Su rastro sobre el rostro ardía, la única sensación verdadera en aquel neblinoso mundo.

- Daguerreo ha muerto. Mi guardián, mi protector, mi amigo. Godia ha muerto. Mi mentora, mi maestra, mi señora. No pude hacer nada para protegerles. Ellos me protegieron a mí. Les debo...

>> ...les debo tanto...


Cuando me di cuenta, estaba levitando en el aire. Tenía dos alas de color blanco brillante, que aleteaban sin esfuerzo. Eran parte de mí, las notaba alimentarse de mi propia alma, latir junto a mi corazón, y existir porque yo misma existía.

- ¿Qué eres, madre? ¿Por qué estás aquí? ¿Soy un error? Cuéntamelo todo, por favor... Necesito saberlo y necesito saber qué hacer para sacarte de aquí.

Levitaba a tan solo unos pasos de Saya, con su blanco resplandor. Ella era hermosa, extraordinariamente hermosa. Me fascinó pensar siquiera que pudiera parecerme a ella de mayor, y me sonrojé. Era un ángel. Y yo era un horrendo demonio condenado al dolor. ¿Cómo es posible?


- Necesito saber la verdad sobre mí, madre. También sobre tí, y sobre mi padre. Necesito saber, para que no me hagan más sufrir. Por favor... mamá.


Qué bien sonaba esa palabra.Ni siquiera con la señora Cromwald la había utilizado, y de repente no me dolía decirla.
Cuando estaba en el convento, siempre fantaseaba sobre mi verdadera mamá, como muchas otras niñas huérfanas. ¿Cómo sería encontrarte a tus padres? Pensábamos todas, hasta que las monjas pronto nos quitaban esas ideas de la cabeza con tareas, deberes y castigos. Pero enseguida volvíamos a fantasear, a inventarnos la vida que nuestros padres de verdad tendrían, y adonde nos llevarían en cuanto nos reuniéramos con ellos de nuevo. Pensaba, en mi mundo feliz; que sería una princesa, y que me llevarían a su castillo donde bailaríamos hasta desfallecer, o también que mis padres serían unos grandes aventureros que irían por el mundo en busca de aventuras, o que quizás fueran unos eruditos muy respetados y me enseñaran todo tipo de misterios extraordinarios y maravillas nunca vistas.

En cierto modo... Daguerreo fue todo eso. Padre, hermano, amigo y protector. De pronto entendí que yo ya no estaría completa nunca más, que Dague era una parte de mí, y que parte de mi alma estaba vacía de verdad sin él.


Repetí una vez más mi petición a mamá.

-Cuéntamelo todo.

-Puedo darte todas las respuestas que quieras, pero aún no podrás entenderlas. Escúchame hija, el hecho de que hayas tenido una infancia tan vacía, no significa que seas un error. Todo lo contrario, tú eres la clave... tú decidirás nuestro destino y podrás cambiarlo todo.

Tu madre echó un vistazo a su alrededor, expectante. No te lo dijo, pero por su mirada, podías deducir que estaba esperando a alguien.

-Debes ir a la fortaleza de la Hermandad del Silencio. Si todavía queda esperanza, es allí donde la encontrarás. Pero no debes ir sola, reúnete con tus compañeros, yo agilizaré el encuentro.

Cerró los ojos y juntó los dedos de las manos, cruzándolos. Como si estuviese orando. Se mantuvo en esa postura, en silencio, durante unos minutos.
No podías ver del todo sus labios, por la fuerte luz que emanaban, pero podrías asegurar que estaba conjurando algo en voz baja.
Al terminar, te sonrió.

-Del mismo modo que no puedes hacer esto sola, tampoco puedes hacerlo siendo una niña. Pero conozco a alguien que podría ayudarte, alguien que inclinaría la balanza hacia nuestro lado. Khalcifalo.

Y apareció. Agitando sus enormes alas tras una nube, en un instante cruzó el cielo y se posó ante vosotras, imponente y orgulloso.
Se trataba de un dragón, el primer dragón que veías fuera de tus sueños. Ni siquiera pensabas que fuese posible que existiesen.
Este no superaba los cuatro metros, para ser un dragón era pequeño, pero su semblante seguía siendo terrible e imponente, sin duda se trataba de un dragón joven. Infinitas escamas plateadas, de un suave brillo azulado, componían su piel de acero. Poseía dos inmensas alas que recogía sobre su espalda. Su pose era noble, al igual que su mirada.


-Khalcifalo es un buen amigo mío, confío plenamente en él, tanto como para dejarte en sus manos.

Saya torció la mirada, al parecer no todo iban a ser buenas noticias.

-Pero... si quieres que te ayude, deberéis sellar un Pacto de Dragón. Mediante ese acuerdo, su alma quedará atada a la tuya, y podréis salir juntos de aquí.
De otro modo será imposible, pues Khalcifalo es tan prisionero de aquí como yo. Y es el único modo que tiene de escapar, con un Pacto.

Ceñiste el entrecejo, extrañada por las palabras de tu madre. Ella, al ver que no comprendías del todo la situación, te detalló:

-El Pacto de Dragón es un acuerdo entre hombres y dragones, que une por completo las esencias comunes de ambos, pero a cambio de semejante poder, se debe sacrificar algo. Ese algo solo lo decidirá la suerte, pero siempre es algo importante y crucial para una persona, sea lo que sea.
Yo no podría cargar con la responsabilidad de las consecuencias que el Pacto acarree sobre ti, por lo tanto, debes decidir tú. ¿Deseas realizar el Pacto de Dragón con Khalcifalo? Si te niegas, podemos encontrar una alternativa para mejorar tu potencial, no te sientas entre la espada y la pared... simplemente decide.


Te han ofrecido sellar un Pacto de Dragón ¿aceptas?. Si aceptas, debes lanzar un D100, que decidirá los efectos permanentes que sufrirá tu PJ, según indican las reglas de Pactos de Dragón de Gaïa.
Si te resulta demasiado arriesgado, puedes simplemente negarte.

Acaricié la cara de Khalcifalo, con ternura.

-Muy bien. –Dije decidida. -Lo haré.

Dispuesta a entregarme al Pacto de Dragón, dispuesta a darlo todo ya. Mi alma se abrió a Khalcifalo, cuando él buscó en mi conciencia. No deja de tener cierto amago de ironía el hecho de necesitar a algún extraño para encontrarme cara a cara conmigo misma. Supongo que siempre fue así…. ¿no es cierto, Dague?

Mi interior, era un mar cálido. Por el contrario a lo que me esperaba, era apacible, sereno. El firmamento saludaba el arrecife de estrellas y nubes del color que mi alma entendía, de la mismísima Magia.

Spoiler:

Khalcifalo voló y voló por el océano, y aspiraba deleitándose con la brisa. Sin embargo, llegó un punto en que quiso posarse, y no pudo. Más cansado aún, sin reposo, apenas divisó una barca con una niña flotando en el reflejo mismo de la consciencia. Comenzó a llover.

-Déjame posarme, Dakota. Déjame descansar aquí. Tu alma es vasta, y es limpia. Debes dejarme arraigar en ti.

Entonces lo entendí.

-No.

No recuerdo si grité o simplemente las palabras se hicieron eco en el firmamento caleidoscópico que eran mis emociones formando paisajes.


-En esta barca no hay sitio para ti.


Quedaban dos magníficos asientos libres. Khalcifalo los miró.


-Oh. ¿Y de quién es, pues, esta plaza?


-De mi otro yo. De mi guardián. De Daguerreo.


-¿Y el sitio libre que queda? Esta barca es amplia y estás tu sola.


-Godia. Mi señora Godia. - Era estúpida. ¿Qué demonios estaba haciendo?


-¿Y bien, Dakota?


Me avergoncé.

-No cabes, Khalcifalo. Lo siento. No cabes aquí. Es demasiado pequeño.

-Pero estás tú sola ahora. Están muertos, Dakota. Muertos.


Permanecí callada durante minutos.


-No cabes, Khalcifalo. Lo siento de veras.


Khalcifalo agachó la cabeza y resplandeció. Al momento siguiente, mi madre me miraba a través de sus hermosos ojos de pura luz, intrigada. Comprendió al momento.

-No puede ser, Saya. – Dijo Khalcifalo. – Es tu hija, pero también es hija de Horror de Dragones. La sangre de Walrus el Bribón corre por sus venas tan limpia como la tuya.

Khalcifalo la miró con pena.

-No puede ser.

Saya asintió.



Me era imposible saber qué pensaban. Los había decepcionado. Pero no podía ser de otra manera.

No cabía nadie más.

La bestia batió las alas, para desaparecer entre los oscuros nubarrones del cielo.
Tu madre te miraba inexpresiva, te era imposible adivinar si tu decisión había supuesto para ella una decepción, o una muestra de madurez.
Entonces, con una voz que mostraba el mismo sentimiento de vacío, te habló:

-Dakota, no me queda tiempo. La sombra que viste antes me está buscando y no puedo contenerla lejos de aquí por mucho más tiempo. Deberás marcharte… corre todo lo que puedas, aléjate de aquí y evita que te encuentre a ti también.

Lluvia o lágrima, una gota de agua resbaló por la cara de Saya. Su expresión era fría, pero algo te decía que su corazón se estaba partiendo en dos.

-Sé fuerte, hija mía.

Tras estas palabras, un destello de luz hizo desaparecer a tu madre, dejando en su lugar varias plumas de luz blanca.


Estás sola en plena mitad de la Vigilia. La panorámica que se muestra ante ti, un abstracto desierto sin horizonte, no te deja muchas posibilidades a tu alcance.
Puesto que la Vigilia es un lugar donde abundan los peligro, dejemos tu suerte al azar. Haz una Tirada lanzando un D10. El resultado corresponderá a tu suerte en relación a la dirección que escojas.

Elige: Norte, Sur, Este u Oeste.

Una vez hayas elegido, lanzarás un D10.

1 (zona sin peligros)
2 (zona con algún que otro peligro)
3 (zona algo propensa a que haya entes peligrosos)
4 (poco peligroso)
5 (los pligros que son más comunes en la Vigilia)
6 (algo más peligroso de lo normal)
7 (bastante peligroso)
8 (muy peligroso)
9 (demasiado peligroso, tu vida peligra)
10 (la zona más peligrosa de la Vigilia)

Dependiendo de la dirección que hayas decidido tomar, y del resultado en el dado, te encontrarás un tipo de criaturas determinado.

Norte. Algo bastante peligroso.

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'Dado de 10' : 7

En tu travesía, por el vasto desierto de arena cobriza, no alcanzabas a ver más que un horizonte infinito. Y era curiosa la imagen que una pequeña niña representaba en aquel lugar. Tan frágil, tan joven, tan indefensa… en un vacío mundo de oscuridad y fuerzas que superan el entendimiento y la razón. Eras como un pequeño ratón paseándose por el labio de un dragón.

Tras caminar incontables horas, las cuales, raramente, no te produjeron cansancio alguno, llegaste a una zona pedregosa que a lo lejos formaba un profundo cañón. Todo, como de costumbre, vacío de vida.
Te adentraste en las entrañas del cañón. Y fue entonces cuando empezaste a sentir compañía.
Una sombra se cruzó de lado a lado en tu camino, subió ágilmente la escambrosa pendiente hasta la cima y se detuvo; parecía un perro, o al menos eso aparentaba en la lejanía. De semblante siniestro, macabro, parecía como si sus huesos no tuviesen una piel que les impidiese mostrarse. Sentiste miedo.
Un segundo gwyllgi se cruzó, este vez a tus espaldas. Inmediatamente lo perdiste de vista.
Sentías que de un momento a otro te atacarían y ya no estaba Daguerreo para protegerte, ni tu señora, ni el oriental que huele a flores, ni el amable Miquel, estabas sola…

Al final del cañón: una superficie desértica, aunque algo más pedregosa, se abría ante ti. Y en su apertura, algo que, curiosamente, te resultó familiar: una vieja armadura amontonada y abandonada.
Sí, era la armadura de tu señora Godia. La misma que se quedó en la posada, aquella que la caballera lucía con tanto gusto y soltura. No pudiste contener las lágrimas que mojaron tus ojos, pues inevitablemente, aquella armadura te recordó a su dueña.
De pronto, las piezas de metal comenzaron a vibrar, como si bajo ellas se estuviese produciendo un pequeño terremoto. Poco a poco, se elevaron en el aire, sin soporte alguno, hasta tomar una forma humanoide, como si desearan encajar en el cuerpo al que antaño pertenecieron.

-¡Males y demonios, pizpajilla, mírame! No soy más distinta que la chatarra sobrante del mal herrero ¡maldito aquel que me confinó aquí! ¿y el maltrecho chino? Ese tal Gao ¿está al final del cañón, verdad? ¡pardiez, se me escapó!

Si, era tu señora, era su voz, pero sin cuerpo. La voz expresaba una triste confusión en su alma, como si hablase alguien que no sabe que ha muerto. O simplemente, carece de memoria.


El reflejo de Godia en la Vigilia es ahora una Armadura Animada de Nivel 4. Tienes la oportunidad de Dominarla y Atarla, no se va a resistir mientras esté "cuerda".

Dominar(105): 163

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'Dado de 100' : 58

Atar(110): 174

[En principio, la ato a la propia Dakota excepto que haya algún objeto capaz de contenerla en las inmediaciones, véase una pluma de Saya que hubiese quedado o similar.]

El miembro 'VonClouve' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 64

Buscar(15): 94
Para buscar dicho objeto de mi post anterior en el q guardar la criatura. SI no lo hay, a la propia Dakota.

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'Dado de 100' : 79

Vuela, alma. Vuela.


Dirección: Norte.
Resultado: La Zona Más Peligrosa De La Vigilia (10)






Yo lo noté.

Ellos lo notaron.

¿Ellos? Las presencias que esperaban fuera, a mi alrededor, que se amontonaban en cada paso.

Ante mí, el pozo sin fondo del que emanaban los temores.


-¿Una niña, solita caminando por el Hilo de los Perdidos?

-¿Dónde irá?


Murmuraban voces en la penumbra de los sueños, en el rabillo del ojo del Destino, allá donde las pesadillas no se atreven a mirar.



¿Qué encontrará la niña? ¿Luz? ¿Oscuridad? ¿Vacío?

-Quizás sólo esté ella misma.



-¿Es aquí donde debo estar?


Grité a la nada mientras seguía caminando. Ahora segura de todo. Una armadura andante, con cimbreante paso, que me seguía.


Las muescas del destino se tornan sombrías mientras ya no me queda ni el sonido de mis pasos...

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'Dado de 10' : 10

Decides encaminarte hacia el norte, atravesando las estepas negras de vacío, que tan frecuentes son en aquel paraje.
Tras un rato caminando, descubres a lo lejos lo que parece una ciudad en ruinas. Aunque no son más que edificios derruidos, el haber encontrado algo relacionado con la civilización te alegró. Corriste animada y esperanzada. Pensaste que quizá allí encontrarías a algún otro humano. Era un pensamiento muy inocente e infantil, pero después de todo todavía eras una niña.
Al adentrarte en la tétrica ciudad, tu cara cambió por completo. La ciudad estaba plagada de cadáveres. Montañas de cuervos devoraban a los caídos.

Haz una Tirada de Frialdad.

Frialdad(-3): 31

La visión quejumbrosa de aquellas criaturas cala hondo en mi conciencia. En alguna parte honda, me repugna todo lo que son y lo que pueden representar.

Creo que estoy gritando.

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'Dado de 100' : 34