[Prólogo] Los cuentos son de verdad

León

¡No hay excusa que puedas darme! - Oía que gritaba desde los suelos.

Vaya situación...¿para que querrá a esta gente Maléfica?

Perdí de vista a la chica...sin duda alguna quería pelea.

Y yo parece que voy a tener que seguir con mi filosofía.

No me equivocaba...llegó al tejado.

Frente a mi.

Estas equivocandote de persona. Haz lo que quieras... - No desenvainé la espada...y no pensaba hacerlo. No iba a pelear con ella.

Tiro iniciativa

Ataque al joven, saltando sobre él. Él fue muy rápido, debo admitirlo, y sólo pude hacerle un rasguño.

Caí sobre mis cuatro patas, dispuesta a seguir adelante. Un maullido rabioso escapó de mi garganta. Esa presión que sentía en el pecho tras haber perdido a David me volvía loca.

León

Se abalanzó sobre mi a una velocidad superior a mi reacción. Algo característico de los gatos parece ser...

No pude reaccionar a tiempo y me atacó. Haciendome un arañazo con sus manos que traspasó mis ropas.

Parece que no era tan inocente y tan indefensa...no engañaba.

¡¡¿¿Quieres respuestas??!! - Le dije gritando. - Yo no las tengo, buscalas en otro lado. - Seguía agarrando la espada por la funda, no iba a desenvainar.

Esto me está dando más problemas que beneficios...Malefica... - Pensé mientras me preparaba para intentar esquivar su siguiente ataque.

Si quieres pedir responsabilidades por lo de tu hermano, habla con Malefica. Yo no tengo nada que ver con eso. - Le dije mirandola a los ojos.

León

La chica volvió a atacarme.

¡¡Parece que no escuchas!! - Dije mientras volvía a intentar esquivar su ataque.

Esta vez me costó algo menos...me desplacé hacia un lado del tejado...podría haberle atacado...pero aún así...no voy a faltar a mi palabra.

Podría haberte atacado. - Le dije cuando me aparté. - Tu pelea no va conmigo, sino con Maléfica. No se quien es tu hermano.


Volví a mirarla...de arriba a abajo...¿Cuanto tiempo sería capaz de estar en ese estado?

Aunque no me extraña, si tu hermano tiene algun talento parecido al tuyo...no me extraña que lo quiera para algo. - Dije mientras la miraba a los ojos. - Pero desengañate...si quieres seguir peleando, al menos di simplemente que buscas pelea, y no metas tus sentimientos en esto.

Había fallado. El chico era muy habilidoso.

- ¡No intentes escudarte en Maléfica! - me preparé para saltar de nuevo sobre mi contrincante.

Aquel joven se empeñaba en que él no tenía nada que ver. Pero no me lo creía. Lo había visto hablando con Maléfica, con la bruja malvada. Él estaba de su lado, estaba aliado con ella.

- ¿Qué te ha prometido? ¿Poder? ¿Riquezas?

Pese al cambio de forma las lágrimas seguían brotando amargas de mis ojos. No podía soportar la opresiva sensación que sentía. No podía prolongar aquello mucho más, mientras yo me entretenía con los siervos de Maléfica David estaba atrapado.

- Mi hermano no tiene ningún talento especial, ¡y está en peligro por culpa de la bruja con la que te codeas! - me sentía rabiosa, pero no era con él con quien quería pelear. Era con ella... - ¡Llévame hasta Maléfica!

León

¿Qué te ha prometido? ¿Poder? ¿Riquezas? - La chica solo sabía gritar y atacar.

Eso no te incumbe. - Le dije volviendola a mirar a los ojos. - Aunque...piensa algo, si quisiera haceros daño, me habría mandado haceros daño. No ha sido así.

La chica estaba cegada por los sentimientos, y la verdad no me extrañaba.

Mi hermano no tiene ningún talento especial, ¡y está en peligro por culpa de la bruja con la que te codeas! - Gritaba como una histerica.

La conozco desde hace menos de 2 horas. - En este momento...yo ya exploté. - ¡Crees que todo el mundo tiene una vida como la que posiblemente tienes tu? Seguro que nunca te ha faltado de nada y siempre has tenido respuestas.

¡Llévame hasta Maléfica! - Me decía...

La quieres a ella...entonces ve esta noche al circo. Habrá más como tu, ni siquiera se donde está ahora mismo, y no te he dicho una mentira desde que te has puesto a atacarme y antes tampoco...así que...deberías tranquilizarte y hablar lo que tengas que hablar con ella.

Me volví a preparar para su esquiva...no iba a golpearla...

¿Reaccionas o vamos a seguir? - Le pregunté mirandola a los ojos...

Me sentía exasperada. Aquello no iba a ninguna parte. Claramente ese chico no podría ayudarme, o por lo menos se hacía el desentendido.

¡Pues no iba a esperar más!

- Me voy a por Maléfica. Puedes quedarte ahí siguiendo las órdenes de esa bruja - dije en un tono agresivo. Estaba realmente enfadada.

Aproveché el poco tiempo que me quedaba en esta forma para tratar de salir de aquel tejado.

No podía esperar que un siervo de la bruja Maléfica me ayudase, debía hacer aquello por mí misma. Pero... ¿y si me vencía? La inscripción del libro daba a suponer que se trataba de una bruja muy poderosa. Pero el chico había dicho que aquella noche habría más como yo, ¿se referiría a más gente a la cual Maléfica le había secuestrado a un ser querido? Fuera como fuera tenía que ponerme en contacto con ellos, seguramente me ayudarían a derrocar a la bruja.

Hacia el circo

DIste media vuelta y huiste sin más, sin mirar atrás. Pasado el minuto volviste a tu estado normal y te diste cuenta de que ya no estaba allí.

Continuaste corriendo por los paseos de los jardines dirección al circo, aun quedaba un buen trozo y a pie te llevaría al menos un par de horas llegar ya que estaba a las afueras de la ciudad, lo mejor sería tomar el transporte público. Mientras divagabas con tus cosas no te diste cuenta de que delante tuyo había una persona y chocaste contra ella, caíste al suelo del golpe.



-Cuidado muchacha, podrías hacerte daño. -su voz era extraña, parecían dos voces diferentes, una era masculina y la otra femenina. Estaba levitando.- ¿A donde vas con tanta prisa? -Dijo mientras te ayudaba a levantarte, te fijaste que estaba levitando.

Amalia

Corría sin parar, empleando en ello todas mis fuerzas. Quería estar más cerca de David, quería verlo de nuevo. Pero el camino era largo y los jardines parecían alargarse sobrenaturalmente a mi marcha.

Recordé las veces que había llevado a mi hermano a este lugar. Un jardín enorme lleno de maravillosos olores, brisa y suaves hojas que tocar. Le encantaba que viniéramos cuando llovía...

Tan distraída iba que no vi que tenía alguien enfrente. Y no me di cuenta de ello hasta que caí al suelo tras chocar.

- ¡Vaya, lo siento! - grité automáticamente.

Me levanté como buenamente pude, ayudada por la persona con la que me había topado. Cuando alcé la mirada me sorprendí. ¿Estaba levitando? Bueno, no era la primera vez que presenciaba algo sobrenatural.

- Eh... yo... Voy al circo - seguramente él (o ella, tenía una voz muy rara) podría creerme. ¡Si estaba levitando! ¡Eso no lo hacen las personas normales!

Pero... ¿podría confiar en él/ella? No tenía tiempo, ¡no lo tenía! Decidí intentar investigar rápidamente.

- ¿C-cómo es que estás... levitando?

Hacia el circo

Su rostro quedaba oculto por la capucha por lo que te era imposible escudriñar su expresión.

-No te preocupes. -dijo haciendo caos omiso de tu pregunta.- Pareces afligida por algo, tu corazón parece triste por algo pero no te preocupes, todo se solucionará. ¿Dime pequeña, que te ha pasado?

Amalia

Respiré hondo, intentando tranquilizarme para contar lo que tenía que contar.

- No creo que me creas siquiera pero... la bruja Maléfica ha secuestrado a mi hermano y tengo que rescatarlo. Se lo ha llevado al circo que ha venido a la ciudad. Ahora mismo estaba corriendo hacia allí.

La extraña figura flotante me había asegurado que todo se solucionaría, ¿iba a brindarme su ayuda?

- Sé que el poder de esa bruja es enorme, pero tengo que salvar a mi hermano, tengo que hacerlo sin importar las consecuencias.

Estaba realmente desesperada.

Hacia el Circo

El/ella se rió.

-Maléfica... En el circo ¿eh? Me pregunto si Zandellis tendrá algo que ver en todo esto... -murmuró.- Vamos pequeña, te acompañaré hay algo que quiero hablar con Zandellis, quizás pueda ayudarte. ¿Que me dices, vienes conmigo?

Amalia

Me quedé bastante sorprendida ante la proposición de ayuda de la extraña figura. No pude hacer otra cosa que aceptar, ¿realmente tenía otra opción? ¿Iba a poder enfrentarme sola a la malvada bruja?

- ¡Por supuesto! Vayamos al circo.

Me estaba arriesgando mucho. ¿Y si me estaba juntando con un aliado de Maléfica? Ya me había encontrado con uno, y estaba seguro de que esa bruja tendría más aliados. Pero no podía perder más tiempo, era aquello o nada.

Los cuentos son de verdad



Fuisteis hasta las afueras de la ciudad, era un trayecto largo y cansado pero llegasteis. A lo lejos arriba de un pequeño monte se veía ya el circo. Un circo como pocos había, aunque la verdad era la primera vez que veías un circo, de hecho nunca habías oído a hablar del Circo de las ilusiones de Zandellis, pero estaba en tu libro de cuentos.

¿Que quería decir todo aquello?

Los cuentos son de verdad

El circo brillaba bajo la luz del atardecer, ¿cuando había pasado tanto tiempo? El camino había durado varias horas, la realidad es que Metrópolis era MUY grande. Pero ¿tanto como para perder un dia atravesandola?

Miraste atrás pero aquella persona que te había acompañado que ocultaba su rostro bajo una capucha blanca ya no estaba. A medida que te acercabas al circo una bruma empezaba a rodearte a ti y a todo el terreno dando el efecto de que estubieras en las mismas nubes y el cielo se iluminaba en tonos morados como si hubiera llegado la noche. Ahora la visión del circo parecía casi onírica.





Empezaste a andar hacia el circo y una dulce melodía empezó a rodearte, una melodía que daba paz a tu corazón. Poco a poco ibas olvidando todas tus preocupaciones y te sentías cada vez mejor...

Te ibas acercando al circo hasta que llegaste a la bella entrada, ahí había dos personas, un hombre y una mujer, el hombre tocaba una flauta, deduciste que era el que producía la dulce melodía que tanto te embelesaba.



-Bienvenida pequeña Amalia, cuanto has crecido. -dijo el hombre con la voz más dulce que habías escuchado jamás.

---

Haz una tirada de RM contra 140, si no la superas quedas totalmente embelesada por la melodia y olvidas tus preocupaciones. Eres una persona feliz y todo cuanto ves te fascina.

Amalia

El viaje fue largo, pero no me importó. La convicción de que debía rescatar a mi hermano me hacía capaz de afrontar cualquier esfuerzo. Cuando nos acercamos lo suficiente pude ver la luz del atardecer, ¿tanto tiempo habíamos estado corriendo?

No podía creerlo.

A medida que avanzaba hacia el circo una bruma rosada comenzó a rodearme. Me giré para mirar a mi compañero, pero ya no estaba allí.

Muy bien, pues lo haría sola.

Seguí avanzando, y una dulce melodía comenzó a embelesarme. Sentí como mis preocupaciones comenzaban a abandonarme. Mi amuleto comenzó a brillar con intensidad, pero pronto el influjo mágico de la canción hizo que su energía se debilitase hasta finalmente se apagó por completo.

Me sentía feliz y despreocupada, como si nunca nada malo me hubiese pasado.

- ¡Hola! - dije, sonriente - ¿Cómo sabe mi nombre? Yo no lo conozco a usted.

Hablaba siempre con una sonrisa en la boca, como una niña alegre. Me encontraba profundamente fascinada, y lo miraba todo como si estuviera en una tienda de juguetes de cuando era pequeña.

Los cuentos son de verdad



Aunque ya no tocaba la flauta la melodia continuaba flotando en el ambiente.

Aquél hombre te miró sonriente, digo hombre porque aunque parecía joven su mirada era la de alguien que ha vivido mucho tiempo.

-Yo soy Zandellis. -dijo a la vez que te tomaba la mano y empezaba a andar.- Nos conocemos de hace mucho tiempo pequeña, tu padre nos presentó.

Cuando cogió tu mano tu corazón se aceleró pero fue en el buen sentido. Sentías confianza y una enorme felicidad. Las hadas salieron volando de tu bolso y volaron a tu alrededor, parecían felices y tranquilas, se movían como hipnotizadas por la melodía.

-¡Vaya! ¿Que tenemos aquí? Que maravillosa sorpresa. -dijo animadamente, su voz era muy dulce.- ¿Como se llaman tus preciosas amiguitas? Vamos, debes de estar hambrienta te haré algo de comer.

Continuaste por el circo, había todo tipo de gente maravillosa y sorprendente a tu alrededor, payasos, contorsionistas, trapezistas, acróbatas, incluso había tigres, elefantes y otros animales. Todos parecían estar pasandoselo en grande. Era un lugar maravilloso.

Zandellis te condució a una tienda más pequeña que las demás, de hecho era tan pequeña que apenas cabría una persona adulta. Apartó la tela y de su interior salió una luz dorada y cálida.

-Vamos pequeña, pasa. -dijo mientras te dejaba el paso al interior de la tienda.

Tú y las hadas entrasteis en el interior, para tu asombro te encontraste en el interior de una tienda de dimensiones gigantescas, en el centro había una mesa con más de cincuenta sillas y a su alrededor había todo tipo de aparatos, figuras y cuadros maravillosos, del techo colgaban móviles de cristal que reflejaban luces irisadas que daban a aquél lugar un aspecto mágico.

Zandellis te acompañó hasta una silla en la otra punta y te ayudó a sentarte con suma gentileza y siempre con una sonrisa en su rostro. Siempre con una sonrisa. Llenó un vaso de cristal con un líquido de color ambarino, además te acercó una taza con leche y chocolate y te acercó un plato lleno de pastas dulces. A las hadas les dió un azucarillo a cada una y ellas lo tomaron extasiadas.

-Toma come todo lo que quieras querida. -te dijo con esa sonrisa ya característica de Zandellis.

Amalia

Me dejé llevar, sumisa, hacia donde aquel hombre me llevaba. No podía evitar sentirme maravillada en aquel lugar tan mágico y especial. No sentía preocupación, ni tristeza, nada. La visión de Maléfica parecía ya un recuerdo lejano sin la menor importancia.

Yo no lograba reconocer a aquel hombre, Zandellis, pero él me conocía a mí. Mi padre nos había presentado. ¿Mi padre?

Cuando me hallé en aquella mesa tomé la taza con leche y me la acerqué a los labios. Le di un sorbo, ¡estaba deliciosa!

- ¿Y de qué conoce a mi padre? ¿Qué sabe de él? Hace tiempo que no lo veo - mis últimas palabras, en circunstancias normales, habrían sido pronunciadas con suma nostalgia. Pero en ese mismo momento sonaron como si no me preocupase en absoluto.

Las hadas revoloteaban, alegres, a mi alrededor. Parecían tan felices como yo.

Cogí una de las pastas dulces y le di un mordisco.

¿Es que todo lo que había allí tenía que ser tan maravilloso?

Los cuentos son de verdad



Ante tu pregunta no pudo más que sonreír como siempre hacía. Se te acercó y se inclinó lentamente hacia tí, vuestros rostros estaban cada vez más cerca y tu estabas cada vez más hipnotivada por él. Sentías su respiración que acariciaba la tersa piel de tus mejillas y el calor que te hacia subir la presión sanguínea, su perfume te embriagaba y entonces sus labios rozaron los tuyos, sabían a fresa. Ese fue tu primer beso y te pareció lo más maravilloso que habías sentido nunca. Lentamente apartó sus labios de los tuyos, cuando abriste los ojos estaba sonriendo, siempre sonriendo.

-Cariño, no te preocupes por tu padre esta bien. Nos conocemos de hace tiempo y por él hoy estas aquí, porque se lo prometí. -dijo.- Debo protegerte.

Entonces alguien entró en la tienda.

FIN DEL PRÓLOGO