[Prologo] François Crieu

(Sigue inmediatamente de tu trasfondo)

Cuando sacas la daga, el extraño hombre te mira con los ojos abiertos a mas no poder, mientras da unos torpes pasos hacia atras. Es un hombre de unos cuarenta años, alto aunque no parece muy fuerte, con la piel clara y el pelo rubio.

¿Que... vas a ha-a-acerme? -tartamudea un poco-

Dado que continua de tu trasfondo di la zona en la que estas, y de donde a donde ibas.

Sonreí no sin cierta malicia al ver que ese tipo no era más que un pobre diablo sin actitudes combativas. En mis tiempos si eras alguien así acababas muerto o algo peor, qué daño ha hecho la buena vida a algunos. Muestra de su cobardía fue su cara de sorpresa y su palidez cuando observó la daga que acababa de sacar, casi me daba pena ese pobre hombre. Solo casi.

-¿Que... vas a ha-a-acerme?-Balbuceó, retrocediendo instintivamente.

<< Presa fácil. Mira que me he prometido veces dejar este oficio pero es que tiene algo que… me encanta. >>

-No retrocedas. No te gustaría saber hasta donde llega esto siendo lanzado... Ni lo profundo que puede llegar a clavarse.-Le advertí.-Bien, bien. Veamos que tenemos por aquí. No pareces muy peligroso ¿Eres muy peligroso? No, ya lo creo que no lo eres. Bien, en tal caso ¿Qué hacías siguiendo al viejo François? El viejo François sabe, joven, sabe que no te gustaría morir en este bosque y por tanto te vas a portar bien… ¿Verdad?-Pregunté apuntándole al cuello con la daga mientras clavaba mis ojos en los suyos. Actuaba mecánicamente, con frases que había utilizado tantas veces que ya salían simplemente solas.-Bien, hijo. Pregunta número uno: ¿Qué hacías siguiendo a un servidor? Si veo que tardas mucho en responder... Tchak.-Dije, imitando con la lengua el sonido del metal clavándose en la piel.

<< La vida del salteador de caminos, nunca vi nada mejor. >> Pensé.

El hombre abre mas aun sus ojos, y se detiene temblando.

N-no os se-eguia señor... me... me-e dirigia a mi cabaña... un poco m-mas adelante.

Con todo, no era capaz de dejar de temblar, mientras señala un poco adelante, entre los arboles.
Aunque algo raro habia alli... no habia ningun camino, y el que seguias tu tenia tantas malas hierbas y era tan angosto que probablemente por alli no habria pasado nadie desde hace tiempo.

Pe-permitame llevarle

-N-no os se-eguia señor... me... me-e dirigia a mi cabaña... un poco m-mas adelante.

Fruncí el ceño levemente. Pero bajé el arma, aunque en ningún momento llegué a soltarla. Nunca se sabía lo que hacía la desesperación, y lo último que necesistaba era a las autoridades tras de mí...

<< ¿Autoridades? ¿Qué autoridades? Por dios, si seguimos en Gabriel, encima en un bosque al sur de las montañas. Aquí no solo podría matar a este hombre, sino también salir indemne ¿Voy a desaprovechar esta oportunidad? >>

Lamentablemente eso tenía pensado hacer: Dejar escapar dinero. ¿Por qué? Porque ya no tenía motivo aparente para matarlo. Eso habría sido... Habría sido volver a lo que era antes. Seré escoria, pero escoria semi-honrada, en su día me prometí que dejaría esta vida, sí, es difícil, las viejas costumbres cuestan de quitar, pero una promesa es una promesa. De pillo a pillo.

-Pe-permitame llevarle.-Su tembolorosa voz me sacó de mis pensamientos. Traté de recuperar el hilo de la conversación, pero creí haberme perdido.

-¿Qué...? Ah, tu cabaña. Vale, ¿Vives solo? Lo creas o no el viejo François no es escoria, no es escoria sucia y malholiente, sino escoria en rehabilitación. Creí que me seguías y el viejo François ha tenido la vena homicida, pero si no das problemas no volverá a salir. Porque no quieres que salga ¿Verdad?-Dije mostrándole una vez más la daga antes de guardarla en el pliegue de la chaqueta.-Espera, antes de nada debo ir a por mis cosas. Si ayudas al viejo François te daré vino bueno a un precio barato, ya lo creo, vino exquisito. Cosecha del 34. Una delicia ¿Trato?-Pregunté, tendiéndole una mano. Si no era tonto sabría que no era una pregunta.

Era una orden.

Al decirle lo del vino y, sobre todo, al ver que te guardas las daga, te mira un poco mas tranquilo.

Pobre soy, señor, y no tengo dinero ni para el peor vino imaginable - dice, bajando la vista - Sin embargo, mi hogar esta un poco mas adelante, a unos minutillos. Tengo comida si tiene hambre.

Tras decir esto, avanza hacia donde estas, pero desviandose un poquillo para no pasar demasiado cerca tuya, con intencion de seguir hacia su cabaña.

Al verme enfundar las armas pareció relajarse un tanto, aun cuando seguramente supiera que podía volver a sacarlas en cualquier momento.

Pobre soy, señor, y no tengo dinero ni para el peor vino imaginable << Genial, he estado apunto de robar a un pobrucho sin una puta moneda de cobre. Me alegro de que los de mi banda estén muertos y remuertos, porque se reirían en mi cara de solo contarselo. >> Sin embargo, mi hogar esta un poco mas adelante, a unos minutillos. Tengo comida si tiene hambre.

-Claro.-Dije sonriendo.-Pero antes debo recoger mis cosas. Estarán a unos... diez minutos de aqui. Más o menos. Si me ayudas acabaremos antes. Venga, hombre, que el viejo François no muerde, ¡No tengas miedo porque hace unos segundos hayas estado a punto de morir! El miedo es para caguetas ¿Eres un cagueta? El viejo François, que no es un cagueta, te dice que no debes ser un cagueta. Y el viejo François sabe mucho de caguetas, ya lo creo que sabe. Por eso sabe que no eres un cagueta y por eso vas a acompañar al viejo François a recoger sus cosas ¿Verdad? Tú nunca dejarías a un pobre viejo achacoso recogiendo su tienda, sus vinos y demás ¿Sí? Venga, pues entonces vamos, vamos.-Le apremié, dando por supuesta su respuesta y, a grandes rasgos, no dándole posibilidad de elegir. Aunque bueno, nunca se sabía, a lo mejor no respetaba tanto su integridad física como parecía.

Ya te mira con un aire mas confiado, como si ya confiara en ti.

De acuerdo, Fraçois, vamos a recoger sus cosas. Yo soy Andres, Andres Geil. Y no, no soy un cagueta.

Tras decir esto, echa a andar en la direccion en la que venia, dos pares de metros.

Venga François, luego te invito a comer.

-De acuerdo, Fraçois, vamos a recoger sus cosas. Yo soy Andres, Andres Geil. Y no, no soy un cagueta.-Dijo, más confiado, yendo hacia donde había dejado la tienda.-Venga François, luego te invito a comer.

-Bien, bien, buen trabajo.-Dije, sonriendo ante la perspectiva de comida gratis.- Andrés ¿Eh? Conocí una vez un Andrés.-Iba diciendo mientras nos dirigíamos a mi improvisado campamento.-Un tipo divertido, le faltaban dos dientes, las paletas. Y tenía parche, un jodido parche que, no obstante, parecía mirarte el alma. Era un tipo cachondo. Una pena que pasara a morir, a veces la vida es tan injusta... << En especial cuando fui yo quien le mató. >>. Pero no te aburriré con historias del pasado, a los viejos nos gusta tanto hablar de nosotros que nos embalamos y no paramos, es algo taaan natural...

Tras andar unos quince minutos, quizas veinte, llegais a vuestro campamento.

¿Que tenemos que recoger, François? - te pregunta mientras mira tu pequeña tienda y tu mochila - Realmente me ha entrado hambre ya, y va a dar el mediodia.

-¡Está claro! ¡El campamento!-Dije señalando mi pequeña tienda.-Vamos, como dije, entre dos tardaremos la mitad: La mitad de nada es nada de nada. Así que vamos, vamos. Así luego iremos a comer algo. Además, comeremos con vino y todo.

Tras eso, cogí mi maleta y me la colgué a la espalda, para luego empezar a desmontar la tiendecita como había hecho tantas otras veces antes. Tantas eran que conocía ya varios "atajos" para acabar antes. Una patada por aquí, un leve tirón por acá... Y de esa manera, en pocos segundos del campamento solo quedaban unas brasas consumidas.

Bien, François, vamos a mi cabaña a comer.

Tras decir esto, vuelve a echar a andar hacia el camino que seguiais antes, mientras silva una alegre tonadilla: se ve que ahora esta mucho mas tranquilo que cuando le descubriste cerca tuya.

Una vez hube acabado y guardado la tienda volvimos a tomar camino hacia su casa, listos para una comilona.

-Bien, François, vamos a mi cabaña a comer.-Dijo, antes de empezar a silbar alegremente. Tal vez resultara una tarde hasta divertida.

-Vamos, vamos. No perdamos un instante, el estómago se vacía y hay que llenarlo.-Apremié yendo con él.

Andais un ratillo, por el mismo camino que llevabais antes.
Vas siguiendo la cancioncilla que silba Andres: es bastante conocida por esa zona, cantada en las tabernas. La letra habla de una mujer morena con unos ojos verdes que hechizaban a los hombres, y de como estos caian en su embrujo irremisiblemente. Sin embargo, te das cuenta de que en un momento determinado deja el ritmo de la cancion, y que empieza a dar unos silbidos mas fuertes.
Cuando vas a preguntar porque ha dejado la cancion y cuanto falta para la cabaña, se te clava una flecha en el hombro izquierdo (por suerte, no ha chocado con el hueso, inexplicablemente, por lo que no la notas apenas), y ves, sorprendido como Andres, ese tartamudeante muchacho que antes pensaste que te seguia, da un salto magistral hacia delante, sacandose ademas un estilete de la bota mientras se da la vuelta para encararte:
El bueno de François no es un cagueta, ¿verdad? - incluso te parece que le ha cambiado la voz - Asi que el bueno de François no va a ponerse nervioso y va a dejar sus cosas en el suelo para irse tranquilito, ¿a que si? Por cierto, en aquel arbol - te señala uno, ves a una mujer encaramada en una rama con un arco y sonriendo - esta mi amiga Regi. Pero no estamos solo los tres, no. Asi que François, deja tu mochila y ya esta. No te pasara nada.

Seguíamos caminando, directos a donde decía estar su casa, el estómago me pedía alimento, aun cuando fuese por simple gula. Entretanto, y tratando de reconocer la tonadilla que silbaba el joven -La cual me resultaba, cuanto menos, familiar.- oí un silbido. No el de los labios de Andrés. Sino más parecido a un flechazo, un flechazo como el del ese día.

Mis sentidos se pusieron a trabajar a toda velocidad, ignorando al raciocinio. Pivoté sobre un pie con la agilidad felina que la edad todavía no había podido requisarme. El virote sesgó el aire y fue a clavarse en mi piel. Afortunadamente tantos años de escaramuzas y tantos cortes recibidos habían hecho de mi pellejo una armadura por sí misma, de tal guisa que lo único que consiguió fue ponerme en sobre aviso, con ambas dagas desenvainadas.

Por el rabillo del ojo pude ver que Andrés, con una hábil acrobacia se colocaba delante de mí, desenvainando un estilete desde su bota.

-El bueno de François no es un cagueta, ¿verdad? Así que el bueno de François no va a ponerse nervioso y va a dejar sus cosas en el suelo para irse tranquilito, ¿a que si? Por cierto, en aquel árbol está mi amiga Regi. Pero no estamos solo los tres, no. Así que François, deja tu mochila y ya esta. No te pasara nada.

Yo no le oía. Había entendido “Deja tu maleta”, pero había sido una orden vana. Una orden vacía, algo irreal. Dentro de mí, un torbellino de emociones se desencadenaba en todo su apogeo. Aquel hombre al que había decidido perdonar la vida ahora le amenazaba la suya.

…Era ridículo…

…Dios, tú, nuestro señor. Tú, que velas por nosotros, pecadores ¿Existes realmente? ¿Existes? ¿No existes? ¿O simplemente te divierte nuestro sufrimiento?…

…Tantos años tratando de confiar en las personas, tantos años tratando de creer en la vida honrada… Se acababan, simple y llanamente por haber perdonado una vida. Era paradójico en sí mismo, por ser fiel a mis principios acaban de quebrarse todos…

…Mátales, mátales a todos…

…Traición…

…Engaño…

Notaba los ojos húmedos, apenas dos láminas cristalinas de iris negro, impenetrables como el ópalo. Bullendo de rabia y tristeza. Había fallado en lo único que me había propuesto en su puta vida. ¿Qué era entonces? ¿Basura? Basura…

Reí. No habían pasado ni dos segundos, y, sin embargo, para mí habían pasado horas. En esa espiral de odio y autodestrucción de la que no podía salir me iba consumiendo.
Pronto, un aura color tinto empezó a emanar de mí.

…Mátales, mátales a todos…

-Debí haberte matado cuando tuve oportunidad.-Musité con un hilillo de voz mientras sentía como el poder salvaje y furioso del ki me iba llenando por dentro, alimentando mi odio y mis ansias de venganza.-Dime… Andrés… ¿Quieres el vino? Te pregunto que si quieres el vino.-Le pregunté, con lo que debía ser una sonrisa compungida por la ira en la cara.

…Mátales, mátales a todos…

-Porque para vosotros solo tengo una cosa.

Cerveza.

Y el mundo a mi alrededor pareció explotar en un torbellino de ira, dolor, sangre y desolación. Un simple reflejo de mi alma en aquellos momentos.

Cuando terminas tu frase, ves como Andres se da la vuelta para correr e intentar evitar tu ataque. Sin embargo, nada mas girar se tropieza con una raiz que hay en el suelo, y por mas que lo intenta, no es capaz de desengancharse, muriendo instantaneamente por la ola etilica.
La mujer del arbol salta rapidamente, pero tambien es alcanzada, y oyes gritar de dolor a otros salteadores a tu alrededor.

Retirada!! Vamonos!! -oyes que grita alguien, y ves entre los matojos a algunas personas corriendo -

A tus pies esta Andres Geil, todavia con el pie enredado en la raiz

El pobre imbécil trató de correr, como siempre suele pasar en estas situaciones una raíz se interpuso entre él y la salvación(1), produciéndole una fuerte caída que lo dejó un tanto expuesto a la explosión de cerveza(2). Con un tanto me refiero a que apenas tuvo tiempo de gritar antes de ser aplastado y destrozado por múltiples sitios, el sueño de cualquier alcohólico.

La mujer trató de huir, pero también fue alcanzada con bastante dureza. Cayó al suelo envuelta en cerveza y salió corriendo a través de la espesura.

-¡¡Retirada!! ¡¡Vamonos!!-Gritó alguien entre la espesura. Al parecer esos eran los "no estamos los tres solos" de los que hablaba Andy. Maldita sea, no iba a poder atraparlos a todos si corrían en direcciones opuestas.

Iría a por la tal Regi, que al menos conocía su nombre. Así, corrí a través de la espesura, listo para sacarle información o bien torturarla. Más lo segundo que lo primero.
________________________________________

1 Verídico, y es que parece que tooooodos los que tratan de huir en un bosque sienten el irrefrenable deseo de probar el suelo. Yo entre ellos. Recordad que os cuente la historia algún día.

2 Una vez tuve un cliente excepcional, un tal Alex, compraba cada día y tal, vaya, que me llevé unas pelas. Lo que una mañana me amenazó con su espadita con matarme si no le daba suficiente alcohol como para ahogarse bebiendo. Supongo que ya os imagináis el resto.

Echas a correr por el bosque, en la direccion en la que esta la mujer que cayo del arbol. La carrera es dificil, debido a las cantidad de arbustos, raices, piedras y otros obstaculos que hay.
Con dificultad eres capaz de seguirla, pues ella se mueve rapidamente, por sitios que ya conoce y que, por lo tanto, hacen que pueda correr comodamente.

Corrí como pude, un poco difícil con tanta mierda vegetal enredándose. De haber tenido fuego para quemar algo habría prendido este maldito bosque. Forcé mis piernas al máximo, aun así entre el denso follaje notaba como mis movimientos se veían ampliamente reducidos por culpa de ramas sueltas y similares. La muy puta, en cambio, se movía como si fuera su maldita casa. Tuve que desistir tras pocos segundos y, finalmente, volví al sendero.

Era probable que la nombrada casa de André no fuera más que una sucia mentira pero no perdía nada más que tiempo por ir. Total, por la tarde podría salir de este bosque y tirar para Arklo. Por otro lado, era posible que la nombrada casa no fuera más que el refugio de los bandidos, en tal caso mucho mejor, tras matarlos a todos podría quedarme con sus cosas.

Pasé junto al cadáver de André y lo miré con evidente asco(1), el muy gilipollas pensaba que iría indefenso por su jodido "territorio", subnormales... Descanse en el infierno(2).

Y de ahí seguí hasta donde debía estar la "casa".

_______________________________________________________________

(1) No solo por ser un *** traidor de mierda, sino por la extraña fijación de las moscas de tirar hacia la basura. Al menos su cadáver estará acompañado por... insectos molestos y zumbantes, pero eh, se lo ha ganado por jugar con quien no debía. De vez en cuando debería hacer caso a su madre: No juegues con extraños. Ah, cadáveres, se dan cuenta de las cosas demasiado tarde.

(2) Por partida doble, al infierno no solo van los malosos sino también los gilipollas y ese tipo tenía mucho de ambas cualidades.

Tras seguir unos minutos por el sendero, ves efectivamente una cabaña de madera. No es muy grande, pero bien podrian caber varias personas para dormir.

Cuando te acercas, ves que quedan brasas de un fuego delante de la casa, pero tambien notas que la cabaña esta totalmente vacia, sin nada en su interior. A tu alrededor, algo empieza a escamarte, pero no eres capaz de decir que sera.

Notas algo a tu espalda, pero cuando te das la vuelta, no hay nada. Entonces, con el rabillo del ojo ves como algo pequeño ha entrado en la cabaña por la puerta, pero al asomarte dentro, no hay nada.

Cuando sales de la cabaña, te parece que algo ha cambiado en el bosque, pero no sabes el que... quizas haya sido la luz que ha cambiado, o puede que esos arbustos no estuvieran antes, o esos arboles ¿tenian hojas con esas formas?

Al parecer sí que había una cabaña mediana al final del sendero. Cuando entré me alegré de saber que estaba vacía, no obstante, las brasas del interior todavía ardían. Hubiera sido perfecto si no fuera por esa molesta sensación de inquietud.

-¿¡Quién va!?-Grité desenvainando ambas dagas(1).

Nada. ¡Espera, sí! Algo pequeño había entrado. Corrí a asomarme pero cuando llegué... nada. Rebusqué con cierto nerviosismo en el interior de la cabaña pero no encontré nada, estaba vacía. Menuda pérdida de tiempo.

Seguramente se lo hayan llevado todo. Iré hacia Arklo, ya no hay mucho que hacer aquí. Solo tengo que seguir la ruta contraria a las montañas. Pensé, saliendo con un sonoro portazo. Qué raro, juraría que esos arbustos no estaban ahí hace unos momentos. Tampoco me fijé pero... Nada, joder, serán imaginaciones...

Envainé una de las dagas, la otra la sostuve en la mano por si esos majaderos trataban de sorprenderme de nuevo. Así, seguí el sendero de nuevo hasta el claro donde acampé para tomar desde ahí ruta a Arklo o algún pueblo donde orietarme.

_______________________________________________________________________

(1) No quiero oír ni una risita.

Vuelves hacia atras en direccion al claro donde acampaste, con la misma sensacion de que hay algo distinto en el ambiente. Llegas sin problema, ya que el sendero sigue ahi, pero, por alguna razon, el cuerpo de aquel pobre infeliz a que mataste antes, Andres, ya no esta. Tambien notas que las brasas de tu fuego ya no estan.

Sin embargo, y pese a tu extrañeza, decides tomar el camino a Arklo, siguiendo la ruta que habias preparado.

Dias despues, sin que ocurra nada excepcional, aun no has salido del bosque. Por contra, has llegado a unos acantilados que se alzan ante ti, plagados de cuevas, pero que por mas que intentas rodear, no tienen fin. Mas extraño aun, no recuerdas que en esa zona haya ni acantilados ni cuevas...

Conseguí volver pero nada más. Y con ese nada más quiero decir que estaba de muuuy mala hostia. Entre otras cosas, no pude quitarme la sensación de que algo había cambiado en todo el camino, al principio pensaba que era la diferencia de iluminación entre la cabaña y el bosque, algo perfectamente plausible en un principio, sin embargo, de ser así ya debería haber desaparecido tiempo atrás. Tampoco vi el cadáver de André, aunque eso no era nada especial, a fin de cuentas podían habérselo llevado los de su banda para enterrarlo o algo(1).

Ahora viene la parte flipante. Escuchad, escuchad, bien ¿Cuánto se tarda en salir generalmente de un bosque relativamente pequeño? Menos de una jornada, por supuesto. Bien, pues ya son días los que llevaba aquí, días, y todavía no había podido salir. En esos momentos me encontraba frente a una gran pared de roca plagada de cuevas que se hallaban salpicadas por toda su superficie.

-Espera ¿Había de esto aquí?-Me pregunté en voz alta(2).

Sin embargo, era una buena oportunidad para ver cuánto me quedaba de bosque y en qué dirección caminaba. Así pues, tomé impulso y modelé el ki que se agolpaba en mis piernas dirgiéndolo a todo el cuerpo, eliminando una parte de él. Básicamente aligerando mi peso hasta cotas mínimas. Una vez listo cogí carrerilla y empecé a correr por la pared, hacia la cima.
_______________________________________________________________

(1) O desvalijarlo, espera, que eso se puede hacer ahí en medio. Bien, pues ahora Regi tendrá tendencias necrófilas.

(2) Son curiosas las tendencias que se cogen estando perdido en un bosque varios días sin oír voz humana alguna...

Cuando llegas a la parte de arriba del acantilado, ves a una gran distancia: todo lo que ves son "ollas" similares a la que estabas, rodeadas por acantilados cuya parte superior esta a tu altura. La parte superior del acantilado tendra una anchura de unos tres metros, y al otro lado vuelve a bajar. De repente, ves que no hay ni un sonido ademas de el del viento: no se oye ni se ve ni un pajaro entre los arboles, ni un movimiento tampoco.

-Qué demonios... Pensé llevándome una mano a la cabeza, abatido, estaba seguro de que aquí no era donde me había levantado por la mañana ¿Cómo...?

Desde el acantilado veía que todo lo que se extendía ante mí eran ollas, como una piel verde jaspeada de gris montaña. Me dejé caer sobre el suelo, abatido ¿Qué demonios...?

Entonces recordé que la sensación de cambio la había tenido justo al salir de la cabaña. Algo habían puesto ahí esos cabrones, tal vez droga alucinógena y me había perdido a causa de ella o tal vez algún veneno para dejarme inconsciente y traerme aquí... No, eso último es una tontería: De haberme tenido en sus garras me habrían matado y desvalijado.

Me incorporé con dificultad, todo aquello era demasiado raro para mí, pero al menos tenía un plan. No era el mejor plan del mundo, pero algo era algo. Consistía en lo siguiente: Volver a la cabaña, con suerte ahí estarían los cabronazos esos y podría darles hostias hasta que me contaran dónde me habían llevado. Esperaría a la noche para eso, pues de día se vé que atacan a "indefensos" viajeros. Si no encontraba a nadie (Porque se hubieran mudado o algo) entonces volvería a la elevación rocosa y viajaría hasta salir de acantilado en acantilado.

Con el plan en mente volví a bajar, dirigiéndome a la cabaña. Sabía que poco iba a sacar de ahí, pero necesitaba un lugar por el que empezar a buscar.

Bajas el acantilado, intentando seguir el camino de vuelta a la cabaña.

Mientras andas por el bosque, a menudo sientes ojos mirandote desde la espesura, y a veces, gente siguiendote, pero cuando giras, nunca hay nadie. Tampoco consigues ver a nadie cuando corres hacia donde crees ver los ojos. Y llega la noche mientras estas en el camino.

Enciendes una hoguera, e intentas dormir, pero dificilmente podrias, ya que durante toda la noche escuchas susurros de entre lo arboles.

Por la mañana, sigues el camino: has podido descansar un poco, aunque demasiado poco. Sigues tu camino con las mismas sensaciones del dia anterior.