Ves almas a tu alrededor. Sabes que en su día fueron tus hemanos. Estás feliz, porque te reencontrarás con ellos. Te fundirás con ellos, y juntos iréis a otra parte...
PARA SER CONSUMIDOS.
De repente lo entiendes todo. Te van a comer. A ti y a tus hermanos. Y no podéis hacer nada por evitarlo. Miles como vosotros van a ser devorados sin piedad. Nada de volver al mundo, ni nada de ser feliz.
¡¡¡¡¡¡¡NADA!!!!!!!!
Y eso mismo, nada, es lo que podéis hacer para impedirlo.
Salvo...
Hay un hilillo. Un hilo fino, que flota allá donde estás. La corriente asciende pero al hilo se mantiene firme. Tira desde abajo.
Te enganchas al hilo, te agarras con una fuerza que no tienes. El torrente se vuelve aún más fuerte. Sabes que si sales de ahí no volverás a ver a tus hermanos. No volverás a acordarte de ellos nunca más. Todo lo que fuiste... adiós.
Y sin embargo sigues aferrado.
Te gusta demasiado la vida.
Por fin emerges, gracias al hilo. Sales de la fuerte corriente, y todo el mundo cambia.
***
Es por la tarde.
Estás empapado. Tu cuerpecillo tiembla. Notas un tacto suave, como... pelaje. Te sacudes y avanzas tambaleante, pero no sabes andar. Te caes, en un gracioso tropiezo.
Una voz cantarina se rie, pero no la puedes ver bien. Estás muy cansado...
Cuando te levantas te sacudes todo el cuerpo. Estás a cuatro patas. Miras a tu alrededor. ¿Quién eres? O mejor dicho, ¿qué eres? No recuerdas nada. Sabes que una vez tuviste algo que se llamaba habla, pero ahora mismo eso ha desaparecido. Tus ideas resuenan, no obstante, en tu propia mente.
- No, no. Aún eres muy pequeño. ¡Vaya! Qué cosita más mona...
La dulce voz te habla a tu espalda. Te giras con torpeza, y ves una gran cabeza morena. Tiene los ojos de distinto color, y viste unas ropas extrañas. Además, es enorme, unas cinco o seis veces más grande que tú.
El olor a incienso llena la habitación.
- Pequeño, estás aún confundido, ¿verdad? Es normal. No puedes recordar nada.
Se acerca hacia una cosa rara, que se abre con un ruido metálico. La mujer saca un extraño objeto que pone ante ti.
- Mira... este eres tú ahora.
Giras la cabeza para ver bien el reflejo de lo que eres ahora en el espejo. Si recordaras lo que es una figura humana, o siquiera pudieras hablar, gritarías.
Pero no hay nada fuera de lo normal. Así eres tú, y punto.
De algún modo, parece que la mujer comprende lo que piensas. Te quedas un poco asombrado del suave tacto de sus manos, el color rojo de sus ropas. La habitación tiene el suelo acolchado, y se está agusto ahí.
Carpazzo Miembro Legendario
Mensajes : 2693 Fecha de inscripción : 20/07/2010 Edad : 29 Localización : Sevilla (Santiponce)
Una esperanza rota. Mil pedazos de cristal quebrándose en algún lugar, rebotando suavemente hasta desaparecer como si se tratase de humo, un humo frío, un humo vacío. Eliminado.
Porque ya no existía. Aunque nunca hubiera existido realmente, aunque todo aquello entonces me pareciera irreal. Era un sueño, no podía desaparecer. No, no podía. Yo no. Mans, chicos… No puedo morir aquí. No puedo ser…
Borrado.
Pero eso estaba siendo. Borrado, eliminado. Eliminado por un poder que jamás entendí, una maldición que nunca pedí. Un pasaporte a la muerte.
Milagro, había dicho Mawe. Dios, había rezado Mawe. La misma cuyas lágrimas ahora asomaban en sus ojos. La misma cuyas alas desaparecían como si hubieran soplado una llama. Mi luz, mi esperanza.
Desaparecía.
Todo a mi alrededor daba vueltas. Ya no había sentido. Ni visión. Ya no había dolor, ya no había agonía, ¿La libertad? Una estela de humo ¿El vivir? Una llama extinguida.
Nada.
Nada, nada, nada. Todo desaparecía. Robles y los guardias había caído al suelo entre gritos; pequeñas partes de sus cuerpos se desprendían, desapareciendo en el aire. A mí me pasaba igual, a todo a mí alrededor le pasaba igual. Pero no podía sentir desesperación, ni miedo, ni ira, ni impotencia, todo eso había desaparecido. Y, sin embargo, pese a mi mirada perdida, pese a mi mente destruida, lloraba. Lloraba. Después de tanto tiempo… Lloraba. Lágrimas amargas, lágrimas muertas.
Flotando…
¿Acaso era eso la muerte? En realidad, siempre tuve razón. No había vida después de ella. Y es que en esos momentos era apenas una corriente de energía que se dilataba y encogía de alguna manera, y digo de alguna manera porque en aquel lugar las cosas no parecían funcionar como en la vida real. Casi como un sueño, un sueño en el que no podía controlar mi esencia, un sueño que me adormecía tan plácidamente... Un sueño en el que volvía a estar con mis hermanos, mucho más cerca de lo que jamás iba a volver a estar jamás. Una única sustancia espiritual diluida. Los sentía, estaban ahí. Estaban ahí ¿A dónde íbamos? ¿A dónde nos llevaba esa red? ¿Ese flujo? ¿A dónde?
De haber tenido cuerpo habría palidecido.
Devorados, íbamos a ser devorados, devorados por aquel extraño flujo de almas. Nada, nos llevaban a ser consumidos por segunda vez, a quemar nuestras esencias, a separarnos de nuevo. El miedo a lo desconocido… El pavor se transmitió por todo mí ser como si se tratase de un chispazo eléctrico, y, solo por eso, por unos instantes, solo unos instantes, formé una individualidad. Un ser aislado de aquella marea de almas. Vi alejarse sus espíritus, oí sus súplicas, y las vi desaparecer entre las demás, en poco las perdí de vista, pero no podía, no podía morir. No allí.
Y entonces lo vi. Un hilo. Un hilo. Un simple hilo de consciencia, un hilo de esperanza, esperanza… Mawe… ¿Qué era eso? ¿Cómo podía sentirme tan feliz sosteniéndolo? ¿Por qué me llenaba? ¿Acaso era eso…
…Un milagro?
Me aferré a ese hilo. Me aferré con toda mi fuerza, tirando, no dejándome arrastrar por el poderoso flujo. Cuanto más tiraba, más me separaba del torrente de almas, cuanto más tiraba me sentía más... vivo. Un último estirón.
Estaba empapado. Temblaba; hacía frío. Nadie me había explicado nunca lo que era el frío, simplemente era algo instintivo, era una sensación punzante y desagradable, entumecía, pero también era extrañamente ensoñadora…
*Achís*
Me puse en pie como bien podía, mis cuatro patitas apenas sabían mantener el equilibrio, y me sacudí el líquido del suave pelaje. Pequeñas gotitas cayeron a mi alrededor. Olía a algo en el aire y olía muy bien. Cerré los ojos y eché a caminar hacia el olor. No me salió muy bien, mis patas se enredaron y caí de lado. Asustado, me puse de pie y miré en todas direcciones, sobresaltándome al oír una risa cantarina muy por encima de mí. Di un pequeño saltito y solté un maullidito de sorpresa.
-No, no. Aún eres muy pequeño. ¡Vaya! Qué cosita más mona...-Dijo la voz, cuando me conseguí girar vi un enorme monstruo que era como varios yo, de piel morena y ojos de distinto color ¡E-eso podía hacerme mucho daño si me pisaba sin querer!
Me encogí hasta el límite, colocando mis dos alas tapando mi cabeza. Temblando.
-¿Nyu?
-Pequeño, estás aún confundido, ¿verdad? Es normal. No puedes recordar nada.
-¿Nyu?-Maullé, ladeando la cabeza, sin entender.
Se acercó a mí, sacando algo de un algo que se abría con un algo de algo de color marrón. Me extendió entonces ese algo, hecho de algo que me devolvió mi reflejo. Extraño ¿Así era yo? Sí, tenía que ser yo. Cuatro patas, dos alas, una cola, ojos grandes… Y, aun así, era extraño. Era la primera vez que me miraba en un espejo.
Y no solo eso: se estaba tan cómodo allí… Sus manos eran suaves y sus rojos ropajes, cálidos. El suelo era acolchado y mullidito. Se estaba en el cielo…
¿Dónde estoy? Pensé instintivamente, mirando alrededor con cansancio, demasiado cómodo como para mover un músculo.
VonClouve Admin
Mensajes : 2253 Fecha de inscripción : 19/06/2010 Edad : 37
Tu reflejo en el estanque, a la luz de la luna, rieló por el viento de la noche.
Elsa te había sacado de “paseo”.
-Tienes que ver cosas, pequeño. Vas a ser mi ayudante.
Y sin ton ni son, os marchásteis.
Elsa tampoco parecía saber muy bien lo que hacía. Se sorprendió mucho de los coches que pasaban, se quedó fijamente mirando los semáforos hasta intuir para qué servían; atravesó las sendas y veredas siguiendo una dirección más bien errática.
Al final, llegasteis al estanque. Durante todo ese tiempo, continuabas en el hombro de Elsa. Contemplándolo todo por primera vez, aunque algunas cosas no lo fueran para ti.
-Eh. Tú.
Una voz que no era la de Elsa os hizo giraros. Ante vosotros; una chica. Parecía una colegiala, y vestía una minifalda indecente. Estaba chupando una piruleta o algo del estilo. Tenía una expresión… ¿sorprendida?
-Sí, tu. La del vestido rojo.
Elsa se la quedó mirando. Primero con sorpresa, y luego sonrió.
-Vaya. Sí que estás diferente.
-¿Diferente? ¿Quién demonios eres? A ti no te conozco.
-Todavía. Pero yo a ti si. Dime, ¿cómo te llamas?
-No, no. Yo hago las preguntas. Lo primero es, ¿cómo has sabido llamarme? Los únicos que saben hacerlo, los conozco desde hace largo tiempo.
-Lo que tú digas. Pero ya ves. Soy simplemente una observadora.
-¿Observadora? ¿Qué te propones?
-Me propongo…
Elsa alzó una mano hacia el estanque. Con un gesto, el agua de todo el estanque se apartó de golpe y se convirtió en una pequeña esfera, que levitaba en el aire.
-Me propongo aprender. Aprender cómo funcionan las cosas aquí.
-¿Eh?
-No me has dicho tu nombre aún.
-Me llamo… Millie.
-¿Millie? Bueno, no eres muy original. –rió Elsa. -Oye, no me das buena espina. Esto se acabó, yo…
Elsa no replicó. La esfera de agua se agrandó en una columna, que se extendió hasta el cielo, y más allá…
-Eso es el Flujo de Almas aquí, ¿verdad? Se va, y no vuelve nunca más.
Millie se quedó boquiabierta. Entonces mudó su expresión rápidamente, adoptando un semblante que jamás podría tener una adolescente.
-Vaya…. Te respeto. Creo que ahora podemos hablar.
-Si. Como te he dicho, Millie, quiero aprender. Aprender cómo funciona todo aquí. ¿Siempre ha sido así? ¿Las almas no regresan al mundo?
-Sí. Lo llamamos la Kabbala de Metatrón.
-¿Metatrón?
-Lo lleva todo. Él diseñó el circuito.
-¿Y el Dios Creador?
-Nadie lo sabe. Si está ahí; se ríe de mi. Puedes decir que ha dejado a su cargo a ese patán.
- Es imposible que funcione.
Reflexionó Elsa, mirando la corriente que ascendía. La burbuja de agua se achicaba cada vez más.
-Lo sabemos.
-¿Y? Tú deberías ser la que más se preocupara.
-Lo era. Siempre lo supe. Pero se va a acabar.
-¿Cómo?
-Mi marido. Él ha descubierto una forma de evitarlo antes de que todo el circuito explote, será… ¿qué te pasa?
Elsa se estaba riendo.
-Perdona, perdona. ¿Tu… marido? ¡No me digas que estás casada!
-Si, ¿qué pasa?
Millie se enjarretó.
Continuaron discutiendo largo rato. Tú te aburriste y quedaste dormido. Pese a que era interesante, de la mitad no te enterabas de nada.
Al rato, un toquecito de Elsa te reanimó.
-¿Qué es esa criatura?
-Es mi ayudante.
-Vaya. ¿Cómo se llama?
-Pues… ni idea. No le he puesto nombre aún, y el suyo lo olvidó hace tiempo.
Otra vez Millie se echó para atrás.
-Has… ¿has extraído un alma del Flujo?
-Ya lo ves. Pero es algo incompleto. Inestable. El pobre no puede sustentarse sin los poderes de otras personas a su alrededor.
-Es… increíble. ¿Quién… quién eres?
Elsa rió otra vez.
-Dejémoslo para otra ocasión, Millie.
-Está bien. Ten por seguro que me alegro de que me hayas llamado esta noche.
>> En cuanto a esta criaturita… La llamaremos Spielzeug.
-¿Spielzeug?
-Sí. Significa “chuchería” en Alemán. Es un nombre que siempre me ha gustado. Es adorable…
-Hmm… Si a él le gusta…
-Ya sé, Spielzeug. Te voy a hacer un regalo.
Millie se inclinó ante ti y te tocó la frente.
Después de eso, cuando ya casi amanecía; Elsa y tu volvisteis al habitáculo; que creías que era su casa.
A la mañana siguiente, Elsa simplemente salió muy temprano y te dijo:
-“Puedes curiosear, pero sé muy cuidadoso. El chico que me ha dado esta casita es muy, muy bueno. Que no te vean.”
Y se marchó.
[Ganas la carta vínculo con MILLIE. Ver explicación en tu ficha.]
Carpazzo Miembro Legendario
Mensajes : 2693 Fecha de inscripción : 20/07/2010 Edad : 29 Localización : Sevilla (Santiponce)
El aire nocturno… Qué extraña sensación. No era tan calentito como el de la casa de la mujer aquella, pero también resultaba agradable… No de la misma manera, pero agradable, muy agradable. Salimos del habitáculo de la señora, mientras ella caminaba por la vereda yo contemplaba anonadado mi propio reflejo en el estanque, muy similar al de la cosa plateada que había sacado y que me había devuelto la mirada. La única diferencia es que ese se movía cuando el viento soplaba, por poco que fuese…
Iba acurrucadito en el hombro de ella, agarrándome como podía a su vestido, ligeramente colgando. Su paso, pese a no ser muy muy rápido, me desequilibraba, aunque con mucho esfuerzo pudiera conseguir una posición más o menos estable que me permitió descansar. No obstante, no me dormí, habría sido imposible. Aquel lugar era una explosión de luces y ruido, resultaba hipnótico ver a las latas pasar por el camino negro pintado de blanco, exhibiendo sus luces rojas, blancas y anaranjadas; ver unas extrañas casitas con tres luces que hacía que se pasaran las latas y pasasen los gigantes; así como contemplar unas psicodélicas montañas brillantes, como si tuvieran un millón de luciérnagas pegadas. Iba paseando mi vista con cada vez más entusiasmo por todos lados, a punto estuve de caerme un par de veces en todo el trayecto y es que tanto me cautivaba aquel festival rutinario, aquel espectro de colores cambiantes, que no podía concentrarme en lo que tenía más cerca.
-Eh. Tú.-Dijo una voz a nuestra espalda. Sorprendido, me giré de un salto (Un tanto torpe), luego, la señora sobre la que iba montado se giró, de manera que quedé mirando en dirección contraria. Jo, tuve que girarme de nuevo.
La gigante que nos hizo girarnos estaba a unos metros de nosotros, lamiendo algo que parecía ser comida. También llevaba la versión pequeña de la tela que vestía mi cuidadora, la única diferencia era esa, que era muy corta, aunque para mí fuera suficiente como para hacerme un nido…
Empezaron a hablar entonces. Me costaba seguir la conversación, no porque hablaran raro, sino porque la inmensa mayoría de las cosas eran completas interrogantes para mí, por lo que la mayor parte del tiempo lo pasé acicalándome las alas. Eso sí, cuando el agua del estanque se convirtió sin motivo en una enorme bola de agua y tras eso en una columna sin fin presté renovada atención a la conversación (Y di un saltito de sorpresa).
Hablaban de cosas sin sentido, un flujo de almas, dios creador, kabarbarba de metraaakfadon. Al parecer, el dios creador no existía, pero se reía de ella, sí, a la vez, realmente desconcertante. Y al parecer metratrón diseñó un circuito ¿Qué era un circuito? ¿Un círculo pequeñito? Había visto muchos círculos viniendo mientras paseaba con ella, no sabía por qué era tan importante ese Metratrón, si a fin de cuentas solo había construido un circuito. Ah, y la chica estaba casada, sí, la verdad es que con esas piernas tan finas y ese cuerpo tan enorme debía ser fácil cansarse, como no iba en el hombro de nadie… En fin, tras un rato acabé durmiéndome sin poder evitarlo, era una charla para niñas mayores.
-¿Qué es esa criatura?
-Es mi ayudante.
Ayudanteeee…
-Vaya. ¿Cómo se llama?
-Pues… ni idea. No le he puesto nombre aún, y el suyo lo olvidó hace tiempo.
¿Mi nombre? ¿Olvidar?
-Has… ¿has extraído un alma del Flujo?
¡Yo no he nacido de esa columna de agua! Ahora ya no juego contigo, mala...
-Ya lo ves. Pero es algo incompleto. Inestable. El pobre no puede sustentarse sin los poderes de otras personas a su alrededor.
-Es… increíble. ¿Quién… quién eres?
-Dejémoslo para otra ocasión, Millie. -Rió Elsa.
-Está bien. Ten por seguro que me alegro de que me hayas llamado esta noche.
>> En cuanto a esta criaturita… La llamaremos Spielzeug.
¿Spiel?
-¿Spielzeug?
-Sí. Significa “chuchería” en Alemán. Es un nombre que siempre me ha gustado. Es adorable…
-Hmm… Si a él le gusta…
-Ya sé, Spielzeug. Te voy a hacer un regalo.
¿Regalo?
Dijo que iba a darme un regalo, pero no me dio nada, tan solo me tocó la frente… Aunque debo reconocer que olía muy bien… ¡Y me había dado un nombre! Al final no era tan malota… Pero bueno, tras eso volvimos a la casa de Elsa, ya era hora, el son había empezado a salir por el horizonte. Una vez dentro, me lancé sobre el suelo y me dormí, acurrucadito entre mis alas.
A la mañana siguiente, muy temprano, Elsa salió, dejándome todo el sitio para mí solo. Me dijo que podía hacer lo que quiera mientras no me vieran y, aunque tenía sueño, era la ocasión perfecta para buscar cosas divertidas que hacer.
Pues, por suerte, encuentras una divertida cucaracha con la que jugar. Haces bastante ruido, pero parece que no se percatan mucho de tu presencia.
A fin de cuentas, la cabaña está en un bosquecillo adonde nunca va nadie, ¿quién se va a fijar en ti?
Aunque por los alrededores, hay bastante ajetreo.
Pasas el dia revolcandote y haciendo cosas de criatura adorable.
A la noche, Elsa vuelve a la cabaña.
-Hola, Spiel. ¿Todo bien?
Se pone un rato a practicar contigo el habla común. A ella también le cuesta. Ha traído bastantes diccionarios y cosas raras. Te está intentando... enseñar a leer.
Haz una tirada de Memorizar.
Carpazzo Miembro Legendario
Mensajes : 2693 Fecha de inscripción : 20/07/2010 Edad : 29 Localización : Sevilla (Santiponce)
Me paseé por toda la cabaña, yendo de arriba abajo. Para mi desgracia, no era un sitio precisamente divertido, es decir, era confortable y calentita, pero muy muy aburrida. De hecho, lo único que me dio diversión fue un pequeño bicho cobrizo con antenas al que perseguí durante toda la mañana. Era muy muy rápido y me costaba seguirlo teniendo todavía problemas para andar, pero tenía un color muy bonito, seguro que Millie se habría divertido persiguiéndola.
Hmmm... ¿Debería cazarla y dársela a Millie? Seguro que así se pone contenta, que la pobre debía haberse resfriado con esa falda tan corta...
Sin dudarlo un instante, extendí un par de alitas de forma puramente intuititiva y di un salto, moviéndolas frenéticamente. Caí de golpe sobre la alfombra y la cucaracha se refugió bajo un sillón. Era muy malvada. Sin embargo, el bicho no pudo hacer que me rindiera. Me revolví con fuerza y colé debajo del sofá, lanzándole un zarpazo, que la mandó a volar varios metros. Había ganado.
O al menos eso creía, hasta que se puso en pie y echó a correr de nuevo. Picado, la perseguí durante horas y horas. Encontrándome con serios problemas para darle alcance y teniendo que pasar varios minutos al acecho hasta que se decidiera a salir de sus escondites. Sin embargo, cuando la luz blanca que se filtraba desde fuera empezó a volverse anaranjada y a adquirir un tono casi pesado, un afortunado zarpazo puso fin a su vida. Escondí su cadáver bajo el sofá, de manera que pudiera llevársela a Millie cuando volviera a verla y donde nadie pudiera quitármela.
El resto del tiempo lo pasé durmiendo o tratando de aprender a usar mi par de alas. Cosa muy difícil, pues no tenía ni idea de como hacerlo, ¿He mencionado ya lo fantástico que resulta saltar desde un lugar alto y caer sobre la alfombra? Porque es genial.
Pero bueno, cuando Elsa regresó yo dormitaba sobre el sillón bajo el cual todavía se encontraba mi recompensa por tan arduo día de trabajo, arropado por el sonido de los árboles del exterior, el trinar de algún pájaro que no supe identificar, ambos mezclados con el acompasado y relajado sonido de mi respiración. Aquel lugar resultaba idílico para el descanso y, habiendo pasado el día solo, era algo que a mí me sobraba. Sospechaba, no obstante, que Elsa iba a mandarme en algún encargo pronto, principalmente porque era su ayudante, los ayudantes hacen cosas de ayudantes. Las cosas de ayudantes las hace el ayudante, va así ¿No?
-Hola, Spiel. ¿Todo bien?-Preguntó desde la puerta. Abrí los ojos con algo de dificultad, había oscurecido mucho, era de noche y Elsa iba cargada de libros y similares. La miré con interés, para instantes después recordar su pregunta y asentir en señal de respuesta.
Y, sin comerlo ni beberlo, colocó las pequeñas montañitas de libros en torno a ambos y trató de enseñarme a interpretar aquellos galimatías cuya procedencia me era un enigma del que nunca había tenido constancia.
Aunque te cuesta un poquillo, más o menos captas lo que te dice. Recuerdas algunas frases y sobre todo, los gestos. No sabes de dónde los recuerdas.
Cuando acabas, Elsa se marcha otra vez. Así es siempre, saliendo y viniendo intermitentemente.
Elsa ha dejado un pequeño reloj en una de las esquinas de la cabaña, que cada vez está más amueblada y parece un pequeño apartamento.
"Da un silbido por aquí si necesitas algo urgente, Spiel. Mientras tanto, cuida bien de la casa."
El mediodía transcurre apaciblemente entre cucarachas y juegos con piedras; pero pronto te cansas. Deambulando por el bosquecillo, escuchas unas voces.
-¿Escapado? ¡Qué! ¡No sé dónde está Schaun! ¿Por qué me preguntas a mí? Sydney estaba a su cargo, ¿dónde...?
El hombre, parece más o menos joven, treinta y pocos; pero tiene aspecto cansado.
[Haz una tirada de Ocultarte o de Sigilo si t quieres acercar]
Carpazzo Miembro Legendario
Mensajes : 2693 Fecha de inscripción : 20/07/2010 Edad : 29 Localización : Sevilla (Santiponce)
Era muy difícil aprender lo que quería enseñarme, pero poco a poco iba haciéndome con frases y expresiones, así como gestos, muchísimos gestos, aunque la mayoría los recordara de forma instintiva ¿Instintiva? La verdad es que casi pareciera que no fuera la primera vez que hiciera aquello, un extraño deja vu. Al parecer, eso del habla no era algo que solo tuvieran los patas-largas (Nombre adjudicado a todo aquel con patas de zanco), sino que yo también disponía de ello (¿Soy un pataslargas?).
Una vez acabamos la lección, Elsa se marchó, no sin antes dejar un pequeño reloj en una esquina de la cada vez más atestada cabaña. La verdad, no sabía donde iría, que iba y venía con tanta asiduidad, pero me olía algo ¡Seguro que ha ido a comer con Millie! ¡Y me dejan solico!
-Da un silbido por aquí si necesitas algo urgente, Spiel. Mientras tanto, cuida bien de la casa.-Dijo antes de marcharse.
-Vaa... Hmm... ¿Le?-Acepté, todavía novel en el habla. Malvados patas-largas que parece que sepan hablar de toda la vida...
Pero bueno, como soy un algo práctico, pasé el resto del mediodía lanzando piedras contra las cucarachas (Millie se iba a poner muy contenta cuando viniera) y demás bichos del bosque circundante. Así como lanzándome desde las copas de los árboles más bajos tratando así de "volar". Sí. Caí como un plomo al suelo, pero fue justo en uno de esos plomazos en el que escuché un murmullo a pocos metros de mí. Confuso y curioso, me acerqué con cuidado entre los arbustos más cercanos a las voces. También mordisqueé unas pocas hormigas, pero eso no tiene nada que ver.
-¿Escapado? ¡Qué! ¡No sé dónde está Schaun! ¿Por qué me preguntas a mí? Sydney estaba a su cargo, ¿dónde...?-Dijo un hombre de mediana edad, parecía fatigado. Aunque sabía que Elsa podría enfadarse, aquello pintaba demasiado interesante como para dar media vuelta, por lo que traté de camuflarme como podía entre los arbustos.
Puedes, perfectamente, escuchar más tranquilamente la conversación.
- Vale, vale. Escúchame. Tengo que dejarte.... Si, sí. Adiós.
El hombre hace un gesto y deja de hablar. Aleja ese cachivache de su oreja.
Entonces comienza a andar, pensativo. Tras un rato, vuelve a tocar el chisme y otra vez vuelve a hablar con él en la oreja.
- Doyobre utro. No me jodas, Alfred. Sé lo de la base de Siberia. ¿Qué ha pasado con Sydney?
Se queda pensativo.
-Ah... Dios mío. Entonces él... está... está... ¿y qué ha pasado con las madres? ¿Dos? ¿Y el resto aún las tienen?
>>Escucha, Alfred. Tengo que contarte algo. Una de las IA... Sí. Supongo que Sydney te puso al corriente antes de hacer eso. Ya sé que es una niña. Pero tambien es algo más. Si, si. La pelirroja. Ariel. No sé si sabes lo que le pasó a mi hijo, hace años. Tiene mucho que ver.
>> Bueno, el caso es, ¿dónde la has mandado? ... ¿A París? ¿Sola? .... Bueno, Paule podrá hacerse cargo de ella un tiempo. No puedo postergarlo más, tendré que ir a verla yo personalmente. No pasa nada, no saben que estoy ahora aquí. Nadie sabe que esta es mi casa, yo...
El ruido de una alarma en el reloj del hombre se activó de repente.
-Tengo que dejarte, Alfred. Mi hijo ha vuelto del colegio. Ya hablamos. Cuídate.
El hombre se va apresuradamente del jardín, en dirección a la casa. A la casa tú siempre tienes cuidado de acercarte, para que no te vean, pero ahora crees que estás seguro. Ves a un muchacho muy bien arreglado, bajándose del coche y entrando en la mansión.
Carpazzo Miembro Legendario
Mensajes : 2693 Fecha de inscripción : 20/07/2010 Edad : 29 Localización : Sevilla (Santiponce)
El hombre debía estar algo locuelo, pobrecito él, pues no paraba de hablar con un trozo de algo pegado a la oreja ¡Como si estuviera charlando con alguien! La verdad es que era divertido observarle, era un tipo entretenido. Aunque cierto es que no me enteré del todo bien de lo que decían, y es que la mayor parte del monólogo era una incógnita en sí mismo. Eso sí, seguro seguro que iba a ver a su novia, se le veía el amor en los ojillos.
Tras un ratito de charla, su pulsera emitió un pitido. Rápidamente me encogí hasta prácticamente hacerme una bola ¿Me había visto? ¿Elsa se pondría triste? ¡No!
-Tengo que dejarte, Alfred. Mi hijo ha vuelto del colegio. Ya hablamos. Cuídate. -Se autocomentó antes de entrar en la casa con muchísimas prisas. A unos metros, un chavalín de pelo blanco y muy arreglado se bajó de una lata con ruedas y empezó a rebuscar en mi dirección, extrañado. Por unos momentos pensé que me había visto, sin embargo, enseguida se fue hacia dentro de la casa. Sabía que no era lo más sensato, pero le seguí.
Por ir rapidamente, digamos que sigilo es para hacer cosas sin que te vean, y ocultarse para pasar desapercibido sin hacer nada. Dadas las tiradas, y que por ser pequeñajo tienes un +20 a ocultarte por que sí; voy a tomar eso en consideración.
Te cuelas por una puerta trasera de la mansión. Es un pequeño pasillo, con una puerta al fondo y unas escaleras que suben hasta la próxima planta. Se escucha algo de barullo viniendo por la puerta, pero tu situación, en una esquina de la casa tras una planta, es bastante buena.
-Señorito Ícaro, cuando usted desee, suba a su habitación y le serviré la cena allí; hoy ha sido un día duro.
Oyes tras la puerta. ¿Qué harás?
Carpazzo Miembro Legendario
Mensajes : 2693 Fecha de inscripción : 20/07/2010 Edad : 29 Localización : Sevilla (Santiponce)
Me escurrí por la puerta trasera, tratando de no hacer ni el más mínimo ruido. Cuando abrí la puerta en cuestión apunto estuve de ahogarme, ¿Llamaría la atención el ruido? ¿No lo haría? Le di un pequeño empujón con la pata y... Nada. Simplememte se deslizó ssobre las bisagras con total limpieza, se notaba que eran gente acaudalada, aunque, si os digo la verdad, tampoco era nada del otro mundo: un pasillo terminado en una puerta (Que presumiblemente conectaba con la puerta principal) y, a un lado, una escalera que conducía al piso superior. Definitivamente ese sitio era más grande que la cabaña de Elsa, pero no era algo espectacular.
Caminé con total sigilo (miento, en realidad de cuando en cuando la madera crujía levememte bajo mis patas y, para colmo, notaba mi respiración más sonora de lo habitual) hasta la puerta, que estaba cerrada. Del otro lado, oí una voz que le aconsejaba a alguién subir a descansar. No me hizo falta más, enseguida hilé datos y una simple suma me dio la situación en la que estaba: Subir + Escalera al lado de Spiel = Spiel descubierto.
Di al caer en la cuenta un pequeño salto tras el que me lancé escaleras arriba con alma que lleva el diablo, cuando me di cuenta de que la opción más inteligente habría sido salir fuera ya había entrado en una habitación y trataba desesperadamente de esconderme en algún lugar, el tal Ícaro debía estar al caer.
Espera ¿Es él al que se refería Elsa? ¿El chaval bueno? Ay madre dónde me he metido.