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Ícaro Silveira & Spielzeug



Ícaro descubre, tras un mueble, un pequeño "peluche". Lo misterioso, es que el peluche es una forma psíquica completa. Tiene mente, y lo más sorprendente...

...Es una mente humana.

Tumbado de lado en la cama tengo una visión general de la habitación. Está como siempre, no me gusta que alguien me la toquetee y cambie las cosas de sitio. Es como tener una foto con la que comparas el estado actual de las cosas.

Por eso no puedo evitar extrañarme cuando veo algo negro sobresaliendo tras un mueble. Parece… ¿una cola?

- ¿Qué es eso?

Me levanto, y doy unos cuantos pasos hacia la cosa negra. Noto en mi cabeza como la presencia late cada vez con más fuerza. Frunzo el ceño. ¿Podría estar ahí el origen de mi molestia?

Llego junto al mueble y me agacho, para ver lo que hay detrás de él.

- ¿Un peluche? – pregunto, sorprendido. Nunca antes había visto uno así. Tiene algo… algo extraño.

Acerco la mano hacia éste, para cogerlo. Por lo menos voy a sacarlo de detrás del mueble, que no sé lo que hace ahí. Y entonces lo siento.

Intensa.

Complicada.

Inteligente.

Es una mente humana.

Mi rostro se vuelve un poema. Sencillamente no puedo concebir que un peluche tenga una mente humana. Nunca antes había notado algo parecido. Ni siquiera en animales. Es diferente.

- ¿Qué eres? – hablo como si aquella cosa realmente pudiese comprenderme, como si estuviese viva. Aparto la mano que antes había alargado hacia él.

No entiendo nada.

Me escondí tras uno de los muebles, una especie de armario. Tras unos tensos e insoportables segundos, oí como la puerta se abría y cerraba y, tras eso, el sonido de algo recostándose sobre la cama... Y silencio. Me atreví a respirar por fin, soltando pequeñas bocanadas de aire de vez en cuando, todavía inseguro. Solo cuando empezaba a creer que podría escapar ahí sin problemas el chico de antes abrió la puerta, dejándome parcialmente a la vista. Elsa se iba a enfadar mucho mucho.

-¿Un peluche?-Preguntó él, agachándose, como queriéndome coger. Yo estaba paralizado ¿Me iría a pegar? ¿O quizás quería comerme? Era enorme, y seguro que muy muy peligroso. No podía moverme, el miedo me atenazaba sin dejarme posibilidad de ejecutar cualquier acción por pequeña que fuese, incluso respirar me costaba.

Vi la enorme manaza acercándose a mí y recé porque Millie o Elsa aparecieran por la puerta. No lo hicieron, y, sin embargo, al tocarme retrocedió, como si estuviera electrizado y le hubiera dado calambre. Su cara cambió de expresión a la incredulidad más profunda que podáis imaginar, solo tras unos segundos pudo articular palabra.

-¿Qué eres?-Me preguntó.

Aproveché ese breve respiro. Casi de reflejo, imitando a algunos animales peludos que había visto en los árboles mientras venía para acá, me dejé caer a un lado, haciéndome el muerto. Seguro que así se iría ¡A nadie le gustan los muertos! Porque a los patas-largas no les gustan... ¿Verdad?

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Pese a tus intentos, tu actuación como peluche no pasa exactamente desapercibida. No te puedes hacer el muerto y luego rascarte.

Me quedo unos segundos sin moverme ni un ápice, sorprendido. Una mente humana, en ese peluche. ¿Es posible? No obtengo respuesta del peluche, lo que hace que me sienta algo ridículo pero aliviado a la vez. Suspiro.

- ¿Quién en su sano juicio le habla a un peluche? – me pregunto a mí mismo. Miro decepcionado al peluche. Debo de haberme imaginado lo de la mente.

Pero entonces se mueve, rascándose.

- ¡AAH! – grito y doy un brinco hacia atrás. ¡Esa cosa se ha movido! ¡Está viva! No estoy alucinando entonces, o eso creo - ¿Qué eres? Respóndeme – repito mi pregunta, esta vez a una distancia de seguridad de esa cosa. Si tiene una mente humana ese peluche podrá comprender lo que digo, o como mínimo intuir que estoy intentando comunicarme con él.

Frunzo el ceño mientras lo miro fijamente.

- ¿Me entiendes?

Podría intentar meterme en su mente, pero es algo que descarto sin dudar.

Se quedó unos instantes sin moverse, seguro que se estaba preparando para atacar. Por mi parte, estaba haciendo una genial actuación como peluche, a lo mejor hasta debería hacerme imitador profesional, hay que admitir que tengo vocación y... Uiiiins, picaaaaaa...

-¿Quién en su sano juicio le habla a un peluche?-Dijo para sí, mirándome todavía. Picaba mucho, entre la pata derecha trasera y la delantera, justo en el lateral del lomo. No podía aguantarlo, seguro que no lo notaba, solo tenía que rascarme y...

-¡AAH!-Gritó, retrocediendo ¡Me había visto! No me quedó otro remedio que dar un brinco e internarme en el armario de nuevo, con el lomo erizado ¡Spiel no se rendiría sin luchar! Aunque no sepa cómo...

Sin embargo, el humano no tenía garras, ni pico, ni alas; es más, parecía bastante enclenque y, desde luego, no tenía pinta de agresivo. No obstante, no por eso me relajé. Posiblemente fuera más peligroso de lo que aparentaba, además, tenía... tenía... ¡Tenía dientes!

-¿Qué eres? Respóndeme-Preguntó a cierta distancia. No le contesté, aunque le entendía me costaba hablar, a mitad por el miedo y a mitad por haber aprendido a comunicarme hacían apenas horas.

Frunció el ceño y yo solté un bufido gatuno en contestación, había visto a los gatos hacerlo cuando se preparaban para atacar. Extendí las alas para darme un aspecto amenazante. El efecto se perdió cuando tras eso me rasqué detrás de la oreja.

-¿Me entiendes?-Preguntó finalmente, sin dejar de mirarme. Sorprendido, me volví a poner en pose gatuna, devolviéndole la mirada. No sabría decir qué encerraban sus ojos, si hambre, ira o solo incredulidad. Si me preguntarais, os diría que lo último parecía lo más probable.

-S-sí.-Asentí, asustado.

Es algo muy extraño. ¿Realmente estoy esperando la respuesta de un peluche? Es esta maldita cosa que tengo que no deja de fastidiarme.

- S-sí – asiente de pronto, con una vocecilla que me sobresalta.

Vuelvo a quedar en silencio, asombrado. ¿Va esto en serio?

- S-sa… ¿sabes hablar? – peluches con mente humana que hablan. He visto cosas raras, pero esto…

Esto me sobrepasa. Puede que sea un producto de mi imaginación.

- A ver… Eres un peluche… Un peluche que habla… - no me alejo más, realmente no parece algo peligroso.

Trato de atar cabos en mi cabeza. Sé que hay gente como yo que también puede hacer cosas raras, papá me lo contó… Pero… ¿pequeños animales parlantes? Bueno, esa cosa no parece un animal. Es más, creo que no existe ningún animal parecido a ese. Bien, no es un animal, pero tiene una mente humana, sabe hablar…

…

…

No, no tengo ni idea de lo que puede ser. Parece algo asustado.

- N-no tengas miedo. No voy a hacerte nada – lo sigo observando desde una distancia prudencial, sin moverme ni un ápice – Pero, ¿qué eres y qué haces aquí?

Tengo que saberlo, tengo que saber qué es. Mi curiosidad innata juega en mi contra. Es fascinante, una mente humana en un cuerpo… un cuerpo diferente de lo habitual.

Mirado de otro modo es bastante mono.

-S-sa… ¿sabes hablar?-Preguntó, asombrado. Malvados pataslargas incrédulos...- A ver… Eres un peluche… Un peluche que habla…

Negué con la cabeza ante su afirmación ¡Spiel no era un peluche! Me puse a duras penas sobre mis patas traseras y abrí las alas, dando pequeños saltitos para tratar de mantener el equilibrio, cosa muy difícil dada mi fisionomía.

-¡Spiel ser Spiel! ¡Spiel no peluche!-Recordaba que Elsa me había enseñado algo relacionado con las conjugaciones verbales. Cosas muy difíciles y raras a las que apenas presté atención, tampoco parecían muy necesarias. Entonces recordé que ese bicho quería devorarme y dejé de hacer payasadas para vovler a retroceder, algo cohibido: No tenía ni idea de cómo escapar de ahí.

- N-no tengas miedo. No voy a hacerte nada – Dijo, sin acercarse un ápice, eso contribuyó a relajarme, aun cuando todavía sospechara de él, a fin de cuentas había animales que engañaban para luego abalanzarse... – Pero, ¿qué eres y qué haces aquí?

-¡No tener miedo!-Mentí.-Spiel estar explorando, aburrido en cabaña... ¡N-no decir nada!-Recordaba que Elsa había dicho que no me acercara a ningún humano.-¡Elsa enfadar! << ¡Cachis! >>-Me tapé la boca con ambas patas delanteras:: Estaba hablando más de lo que debía. Si Elsa no quería que me viera nadie mucho menos querría que supieran que era su ayudante... Creo.-¡NodecirnadaNodecirnada!

Esa cosa vuelve a hablar. Parece que responde al nombre de… ¿Spiel?

- ¡No tener miedo! - dice -. Spiel estar explorando, aburrido en cabaña... ¡N-no decir nada! ¡Elsa enfadar!

- ¿Has dicho Elsa? – me encuentro aún más sorprendido que antes. ¿Qué tiene Elsa que ver con todo esto? ¿No se había ido?

Spiel se tapa la boca con las patas delanteras, como si hubiese dicho algo que no debía.

- ¡NodecirnadaNodecirnada! – responde frenético.

Elsa era la única persona con la que había podido estar, tranquilamente, sin tener que preocuparme por esto que me pasa.

- ¿Conoces a Elsa? Por favor, me gustaría saber dónde está – mantengo el silencio durante unos instantes, mirando al pequeño Spiel a los ojos. Con sólo oír el nombre de esa misteriosa joven me he olvidado de mi pesada curiosidad por la criatura – La conocí en la playa. Y es tan… tranquila… Se quedó en la capilla de mi abuela, la que hay en el jardín, pero no la volví a ver más.

Sonrío levemente, echo de menos a Elsa. Me habría gustado ayudarla a recuperar la memoria.

- ¿Puedes ayudarme a encontrarla, Spiel? Quizá tú sepas dónde está.

Llevo toda mi vida intentando eludir todo lo sobrenatural que hay a mi alrededor. Estar con Elsa me hizo sentirme normal por primera vez, pero si quiero volver a verla quizá tendré que contar con la ayuda de este ser. Es irónico, por más que intente huir de todo lo extraño que hay en mi vida siempre encuentro algo aún más extraño que lo anterior.

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Abierta

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'Dado de 100' : 100

Como no me entere es un espía de la CIA metahumano entrenado para no ser encontrado nunca.

Abierta.

Perdón.

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'Dado de 100' : 7

- ¿Conoces a Elsa? Por favor, me gustaría saber dónde está – Se mantuvo en silencio, no entendí por qué. Simplemente dejó de hablar, como si hubiera recordado... er... Como si hubiera olvidado donde dejó las cucarachas que le iba a regalar a una amiguita – La conocí en la playa. Y es tan… tranquila… Se quedó en la capilla de mi abuela, la que hay en el jardín, pero no la volví a ver más. -Sonrió entonces y ese gesto hizo que se me erizara el pelo del lomo, desde la punta de los bigotes a la de la cola.- ¿Puedes ayudarme a encontrarla, Spiel? Quizá tú sepas dónde está.

-¡N-n-n-no saber dónde está! ¡Salir mañana volver noche! ¡NocomerSpielporfavor!-Respondí, frenético. El corazón me latía desbocado, Elsa tenía razón, no tenía que haberme colado ahí. El pataslargas no parecía tener intención de atacar, pero bien podía ser un farol... No, no era un farolillo de esos de papel, sino una trampa... ¿Trampas de papel? No parecía tener mucho papel, excepto por el pelo, que lo tenía blanco. Había visto más humanos de pelo blanco, pero solían tener arrugas e ir con bastón Agfs ¡No desvaríes, Spiel! ¡Malo grande delante! Me dije a mí mismo, sobrecogido por la inmensidad de aquel ser.

Tan gigantesco era que aunque hubiese tratado de huir por alguno de sus flancos de buen seguro se habría abalanzado sobre mí antes de que llegara a la puerta. Y luego estaba el tal Jarçao ¡O incluso el tal Papá! Su nombre imponía mucho, Papá el Terrible, sí, sin duda era el jefe de la manada, a fin de cuentas era el que parecía que daba las órdenes ¡Entonces me hallaba ante la cría del jefe de la manada! Seguro que si me veía me cocinaba, definitivamente no, por la puerta era un suicidio... ¡Por la ventana! ¡P-p-pero Spiel no sabe volar! Si me lanzo por la ventana todavía podría tratar de aletear para no hacerme tanto daño... ¡Pero todavía tendría que burlarle! A lo mejor podía negociar por mi vida, diciéndole que su madre estaba en París... ¡Sí, por supuesto que sí, eso podía hacer!

-¡N-no me comas, sé dónde está tu madre!

Ícaro advierte la presencia de dos entes mentales en el lado oeste del jardín de la casa. Estaba lejos, pero sus presencias se encendieron como luces brillantes justo tras la línea de visión de Ícaro.

Es más, no eran del todo desconocidos. Los colores de las presencias de aquellos individuos extraños que lo asaltaron la primera mañana resultaban fácilmente reconocibles, así como su fuerte empeño en pasar desapercibidos. Pero no ante tí, estabas demasiado acostumbrado a reconocer las sutilezas de los intelectos que flotan en el ambiente, obvios para tí.


Están en el jardín, por la parte oeste. Obviamente no han sido invitados.

Es tarde ya y la luna brilla burlona.

Spiel obtiene la Carta Vínculo "Ícaro"