Icaro & Spielzeug >> Secretos

El pequeño Spiel responde frenéticamente, parece nervioso, incluso asustado.

- ¡N-no me comas, sé dónde está tu madre!

Sus últimas palabras me desconciertan.

- ¿Comerte, yo? – siento una extraña sensación en mi interior, y no puedo reprimirla.

Me pongo a reír, sin poder contenerme. Se me saltan las lágrimas a los pocos segundos, tras lo cual comienzo a calmarme. Seco mis lágrimas, aún ahogando mi risa. Es casi surrealista, de pronto aparece un extraño peluche parlante con mente humana en mi habitación y río, por primera vez en bastante tiempo.

- ¿De verdad pensabas que te iba a comer o algo parecido? Además, ¿qué tiene que ver mi madre en todo esto? – sonrío ampliamente. Resulta de algún modo agradable estar con este ser, aunque pertenezca a la categoría de cosas extrañas de mi vida que suelo evitar – No te preocupes, pequeño. No tengo intención de comerte, ni de hacerte daño, ni nada de eso.

Extiendo mi mano hacia él. Hasta el momento no me ha parecido que deba preocuparme por nada. Parece ser completamente inofensivo. Y si es un amigo de Elsa no debería comerme la cabeza continuamente. Tiene una mente humana, pero eso no hace sino avivar más mi curiosidad.

- Puedes confiar en mí, pequeño Spiel.

Cuando parece que por fin puedo relajarme siento algo en las cercanías. Son esas dos consciencias, otra vez. Las podría reconocer incluso en medio de una marea de gente. No suelo olvidar tan peculiares intelectos. Parece que intentan pasar desapercibidos, aunque no lo hacen lo suficientemente bien.

Me quedo en silencio durante unos instantes, concentrado.

- Están en el jardín, en la parte oeste. Esos dos tipos tan extraños… Han venido otra vez, ¿buscarán a papá? – miro a Spiel, medio confundido - ¡Tengo que avisarle!

Me levanto de un salto, corro hacia la puerta deteniéndome en el último instante, en el que me giro para mirar al pequeño ser.

- ¿Vienes?

-¿Comerte, yo?-Preguntó con incredulidad. De nuevo, silencio. Solo unos segundos, hasta que empezó a reír con fuerza ¿Por qué lo hacía? No tenía ni idea, pero empezaba a pensar que quizá, y solo quizá no quisiera comerme.-¿De verdad pensabas que te iba a comer o algo parecido? Además, ¿qué tiene que ver mi madre en todo esto? Puedes confiar en mí, pequeño Spiel.-Añadió, acercando su mano. Yo dejé mi postura defensiva (Aunque ésta fuera más bien relativa, pues parecía más una bola de pelo erizada que un... un algo defensivo) y me acerqué para olerle la mano.

-Sí.-Asentí, moviendo la cabeza arriba y abajo rápidamente. Cuando oí que preguntaba qué tenía que ver su madre con todo eso me sorprendí mucho ¿Qué clase de cría no añora a su madre?-¡P-p-pero es tu madre!-Respondí, frenético.-Está en París y se llama Ariel ¿Verdad?¡Y tiene que ver con el incidente de hace unos años!-Hablaba sin saber, tratando de reproducir la conversación del hombre del trozo de plástico que, si la intuición no me fallaba, era el patriarca del chaval. No me había salido demasiado bien, suponía que por eso de haber estado más pendiente de que no me viera que del diálogo en cuestión. El peliblanco, sin embargo, parecía no escuchar, como si se hubiera perdido en sus pensamientos. Me senté sobre mis cuartos traseros y bostecé.

- Están en el jardín, en la parte oeste. Esos dos tipos tan extraños… Han venido otra vez, ¿buscarán a papá? –Me miró, confundido. Le devolví la misma mirada, acrecentada: ¿De qué hablaba? - ¡Tengo que avisarle!-Dijo, levantándose de un salto; pegué un brinco al verle, pero no era un ataque, sino una especie de huida, a menos que pensara abalanzarse sobre la puerta, que era donde se detuvo antes de mirarme de nuevo.

-¿Vienes?

-¡Sí!-Asentí con entusiasmo, caminando hasta la puerta. Salí tras él, tratando de ocupar el mínimo espacio, de tener un lugar en el que esconderme si venía algún miembro de la manada (El temible Jarçao, por ejemplo, que debía ser uno de muchos, y seguro que no todos tenían el mismo buen corazón que el chaval, no me gustaba que trataran de comerme...) o, por lo menos, de hacer el mínimo ruido. Tal era mi miedo (y a la vez mi creciente excitación ante el peligro), que la sola idea de respirar me resultaba ruidosa, mis inspiraciones eran lentas y profundas, y cuando soltaba aire lo hacía de forma muy pausada. Era para volverse loco.

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Sigilo -30+20 por pequeñajo= -10+21= 11.

Por cierto, he de pedir disculpas, he estado ojeando los prólogos y he visto que tiré ocultarse con base 10, cuando la ficha dice que tengo 5. Siento mucho la equivocación, aunque, por suerte, no haya supuesto ningún problema (A fin de cuentas la primera vez saqué abierta y la segunda Icaro me superó).

El miembro 'Carpazzo' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 21

Echando un vistazo al jardín, observáis el quieto camino que conduce al bosquecillo de bambú. A la izquierda del camino, en una parte de la verja; Ícaro nota las extrañas presencias de antes. Parece que están dentro de la casa, con la cercanía eres más capaz de localizar su situación física con más exactitud.


Sin embargo, el silencio de la noche no parece interrumpido salvo por los grillos y otros animalillos de la noche.


Qué haréis ahora?

Guardo silencio durante unos instantes. No se escucha nada, pero siento esas dos presencias como si fueran dos payasos en una habitación pintada de gris. Bueno, sí, es una comparación un tanto peculiar…

Miro a Spiel. Jarçao y Elvira podrían verlo, no creo que les gustase ver animales en casa. Suponiendo que sea un animal… Además, tampoco me convendría dejarme ver… Si me pillan podría encubrirlo haciéndolo pasar por un peluche, aunque antes no parece haber sabido fingir. Me agacho junto a Spiel, lentamente.

- Escucha, pequeño Spiel – le susurro – intentemos no hacer ruido, ¿vale? Jarçao y Elvira deben estar por aquí, no sería conveniente que nos pillaran. Lo comprendes, ¿verdad? – sonrío, pese a la peligrosidad del asunto parecía incluso que iba a ser divertido. Pero no puedo fiarme de esos dos, eran demasiado… raros. Y sabiendo que papá trabajó hace años con gente como yo… - Tenemos que avisar a mi padre de que hay intrusos que lo buscan, pero no nos tienen que ver. Es… como una misión.

Una misión… la verdad es que es algo gracioso, aunque no sea el momento más idóneo para reír. Ciertamente formamos un extraño equipo. Un… tengo que preguntarle a Spiel lo que es cuando todo esto acabe. Y yo… aunque no soy gran cosa.

Comienzo a caminar, tratando de hacer el menor ruido posible, hacia las escaleras que llevan a la tercera planta. Mientras me desplazo sigilosamente, o por lo menos lo intento, trato de escuchar con atención, por si Jarçao o Elvira aparecen.

Sigilo -25 +

Advertir 20 +

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#1 'Dado de 100' : 59

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#2 'Dado de 100' : 13

Parece que llegas sin problemas a la tercera planta de tu edificio. Aún hay otra escalera que sube a la azotea, que no es más que un observatorio con una terraza al aire libre y un telescopio muy caro de tu padre. La tercera, donde estáis, es una planta con varias habitaciones y un suelo de parquet más oscuro que las otras. La decoración también es menos abundante, pero inteligentemente colocada de modo que da un aire adusto y sereno que llena los pasillos.

Pero en esta tercera planta, la habitación de tu padre está al fondo. Una puerta de caoba muy gruesa, con rebabas de metal dorado que sobresalen, y enmarcado en su centro un folio con un dibujo desordenado hecho con ceras de colores, que hiciste cuando tenías cinco años en el que se lee "papai" (papá).

Sale luz bajo la puerta. Desde la escalera, que es desde donde estáis, no aciertas a saber mucho más, quizás una tirada de Buscar de ambos ayude.

Y por el momento, no parece que nadie os haya pillado por la gran casa.


Spiel, de algún modo notas que tu dueña Elsa sigue lejos de ti. Pero no sabrías determinar hacia dónde, la verdad.

-Escucha, pequeño Spiel – Susurró en voz casi inaudible mientras caminábamos – intentemos no hacer ruido, ¿vale? Jarçao y Elvira deben estar por aquí, no sería conveniente que nos pillaran. Lo comprendes, ¿verdad? ¡Sísísísí! ¡No dejaré que los malvados pataslargas me coman! ¡Spiel les… les… les… Er… Huirá! ¡Sí! ¡Spiel huirá muy mucho! Tenemos que avisar a mi padre de que hay intrusos que lo buscan, pero no nos tienen que ver. Es… como una misión.

¿Misión? Pensé, sin entender el concepto del todo. Misión sonaba a piñón, que era una especie de fruto de las piñas. Es decir, que escabullirse era como un piñón, un piñón… ¡Tiene sentido! ¡Las ardillas saltaban para coger los piñones! En tal caso… ¡Hemos de saltar! Hmmm… Espera, el chaval dijo que no haga ruido… ¿Saltos sin ruido? Hmmm… Sin duda, estos pataslargas nunca dejarán de sorprenderme. Además de que él no saltaba, sino que se movía con cuidado y apoyando solo las puntas de los pies. Lo dicho: Todos locos.

Franqueamos el pasillo sin que se sucediera ningún incidente, no aparecieron ni Jarçao El Terrible ni Elvira, lo cual fue una suerte, ya que dábamos bastante pena como espías. Subimos una escalera y llegamos a otro pasillo, al final del cual se hallaba otra ristra de peldaños que también subimos hasta una planta de parquet más oscuro que el de las salas anteriores. Arañé un poco el suelo, la madera era suave y cálida al tacto. La luz lunar se colaba a través de los cristales, dando un aspecto lúgubre a la casa en suave contraste de claroscuros.

Había otra escalera que subía, pero el chico me hizo una señal para que mirara la puerta del final, donde había una plancha de madera de aspecto grueso, finamente ornamentado con incrustaciones doradas y en cuyo centro se encontraba un dibujo (Bastante infantil) que decía algo así como “papai”. Estaba claro que Papai era el grito de guerra del clan, igual que lo estaba el hecho de que el tenebroso Jarçao había mandado ese dibujo a su señor por ascenderlo de alguna manera…

De dentro de la puerta salía luz, y no era la de la luna. Había alguien.

-¿T-tenemos que entrar ahí?-Pregunté, encogiéndome y aguzando los oídos para escuchar algo al otro lado. Si dentro estaba el patriarca no iba a dejar a Spiel salir con cuello…Por suerte, notaba a Elsa muy lejos de mí, lo cual significaba que todavía no había vuelto.

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Buscar -30+74=44

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'Dado de 100' : 74

Pues ahora tiro advertir

-30+53=23

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'Dado de 100' : 53

Finalmente llegamos sin percances al tercer piso. Al final diviso la puerta del estudio de mi padre, en ella está colgado el dibujo que le hice cuando era niño. No puedo evitar sonreír, aún lo tiene ahí. Me agacho al ver que sale luz de debajo de la puerta, seguramente estará en el interior. Le hago una señal a mi compañero para que mire la puerta.

- ¿T-tenemos que entrar ahí? – pregunta el pequeño Spiel, encogiéndose. No tengo ni idea de cómo debe ser su percepción del mundo. Puede que no entienda del todo lo que está sucediendo.

- No te preocupes, pequeño Spiel. Mi padre es bueno, con él podemos estar seguros – con seguridad pero cautela al mismo tiempo sigo avanzando, tratando de no hacer ruido. Mis ojos se acostumbran finalmente a la poca luz que se cuela por las ventanas, observo la tercera planta mirando bien dónde piso.

Me giro momentáneamente, para ver que Spiel sigue atrás. Al parecer la idea de ver a mi padre no le inspira confianza. Pero tengo que hablar con él, esos dos tipos raros lo buscan, no hay tiempo que perder. Con gestos le indico al pequeño Spiel que se dé prisa.

- Si te quedas detrás de mí papá no te verá. No tengas miedo.

Tras llegar a la puerta me quedo de pie frente a ella, en silencio.

Acerco la mano y golpeo con los nudillos la robusta madera que me separa de mi padre. Elevo un poco mi voz, para que mi padre pueda identificarme.

- Papá, soy yo.

Esas tres palabras entrañan a la vez preocupación, y urgencia.


Buscar 10+

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'Dado de 100' : 85

Antes de entrar, a través de la puerta entreabierta por donde se cuelan fugaces haces dce luz provinientes del interior, veis que en la habitación hay alguien más. Parece... una niña.

El padre de Ícaro está hablándole en tono confiado y tranquilo.

En cuanto escucha la advertencia de Ícaro para entrar, su padre se da la vuelta haciendo crujir su vieja silla de ébano.

- ¿Ícaro?

Un silencio un tanto prolongado, mientras el doctor Silveira piensa.

- Está bien. Pasa.

En su despacho, completamente de madera desde el suelo hasta el techo, con algunos adornos de temática marinera junto a extraños instrumentos reliquias de la Ciencia de otros tiempos; está el doctor junto con la niña.

Aparentará tener unos doce o trece años, no mucho más. Tiene una mirada un tanto perdida y os mira con expresión... ¿vacía?

En cuanto la observas, una rara impresión te llega, Ícaro.

Haz un control de RP y en caso de no llegar a 120, uno de Resistir Dolor.

- ¿Ícaro? – pregunta mi padre.

Durante el incómodo momento de silencio aprieto la mandíbula. ¿Está pensando si me deja pasar? ¿Quién es esa niña?

- Está bien. Pasa.

Abro la puerta y la cruzo, asegurándome de dejarla un poco abierto para que el pequeño Spiel pueda mirar e incluso entrar si quiere. Cuando voy a hablar me fijo en la niña.

Tendrá un año o dos menos que yo. Su mirada parece perdida, y entonces me mira. No logro reconocer la expresión de la niña, ni siquiera en sus ojos. Simplemente están… vacíos. Y eso me transmite una sensación extraña, y a la vez amarga.

Trato de apartar la mirada, pero hay algo raro en esa niña. Algo que… que…

RP 30 + 100

que me desconcierta...

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'Dado de 100' : 100

- Si te quedas detrás de mí papá no te verá. No tengas miedo.-Contestó él ante mi pregunta.

-¡N-no tener miedo!-Chillé, para taparme la boca con las patas segundos después, lo cual desemboco en un gracioso tropiezo para el que lo viera, para mí no lo era tanto.-¡S-Spiel luchará contra malvado patriarca si patriarca comer mí!-Continué una vez me estabilicé de nuevo, murmurándolo todo entre dientes y vocalizando cuanto podía, cosa difícil al no tener labios, pero algo hacía.

Caminamos unos segundos que se me hicieron eones, cada paso acercaba la puerta un poco más a nosotros. Y es que, pese a que trataba de parecer airado, estaba muerto de miedo. Claro que en esos momentos era demasiado tarde para echarse atrás, ya había dicho que entraría en la boca del lobo (Irónico) y, muy a mi pesar, lo haría.
Nos detuvimos frente a la puerta, por cuya rendija se intuían un par de formas, una adulta y otra más infantil, no conocía a ninguna de las dos, pero si era una cría y no un adulto pequeño a lo mejor no tenía que arañarle... Por eso de que los padres suelen estar más tranquilos con sus crías cerca... ¿Era así o al revés...?

El chaval (Y lo seguiré llamando así hasta que me diga su nombre) se detuvo frente a la entrada e inició con total ceremoniosidad el ritual de llamada. Levantó la mano en gesto aparentemente anodino y golpeó con el dorso de ésta la plancha de madera, una, dos y hasta tres veces. Los nudillos restallaron contra la puerta en sordo quejido de dolor. Algo dentro reaccionó.

-¿Ícaro?-Me encogí detrás del chaval, con suerte ni me habría visto.

Silencio. Un largo y aterrador silencio que me hizo pensar por unos instantes que nos habíamos equivocado de sala, y que las voces eran imaginaciones nuestras, así como las sombras o cualquier cosa que hayamos visto o sentido de algún modo. Sin embargo, para el lector está claro que el silencio en cuestión sería roto justo al acabar este párrafo.

-Está bien. Pasa.-Concedió finalmente. Al oírlo, el chico abrió la puerta y entró, no cerrándola tras de él y retándome con ello a seguirle. Malditos patas-largas orgullosos... Pero decidí mantenerme fiel a mi palabra, así, me escurrí tras de él y me coloqué a su lado, observando el panorama.

Dentro estaba el señor que había visto en el jardín, sentado en una silla y, a su lado, una cría patas-largas más; por suerte, no era el terrible y horroroso Jarçao (de adjetivos cambiantes, como ya os habréis dado cuenta), pero era igualmente desconcertante. Los animales normalmente tenían algo en los ojos que les daba sensación de vida, como una llamita vital que los hacía parecer jugosos y bonitos; en aquella niña eso no existía, sus ojos eran dos pozos profundos e insondables... Como los de los cadáveres. No me gustaba ni un pelo, solté un bufido y noté como se me erizaban todos el pelaje del lomo, desde el hocico hasta el último capilar de la cola.

-En menuda me he metido...

mmm, dado q Carpa me ha aclarado q no intenta entrar oculto, q tire RP también. Tú no tienes que hacer res. dolor.

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'Dado de 100' : 86

-Pasa, hijo mío.

Cuando Silveira ve entrar al pequeño Spiel, se queda un momento intrigado. Tras una mirada penetrante, no dice nada pero muestra una misteriosa sonrisa. No sabes si te cae bien o no, este pataslargas. Cuanto menos, parece muy seguro de sí mismo.


-Esta chica es Eva. Por favor, tratadla bien, porque es muy importante para todos.

>>Siéntate Ícaro. Tú también, amiguito. –Dice señalando dos sillas altas, de madera cara, que Ícaro ha trepado desde que tiene memoria. Esta será otra de las charlas importantes de tu padre. Sin embargo, tienes curiosidad.


-Ícaro, hijo mío. Sabes, no sé si es mejor que te cuente todo, o dejarte al margen como quisiera. Pero ya eres mayor. Tienes cierto derecho a saber qué ocurre.

>> Verás, dentro de poco sucederá un evento terrible. Qué será exactamente; no lo sabemos aún. Estamos investigando… mucho, hijo.

Tu cara de pasmo no le pasa desapercibida.

- No os sucederá nada a mamá ni a ti, hijo mío. Pero es importante que sepáis qué ocurre. Después tendré otra charla con ella.

>> Lo primero que tenéis que saber es que el mundo entero, y no os lo toméis a broma, se enfrenta a una crisis sin precedentes.

Aunque tu padre a veces compone unas bromas con su serio y peculiar sentido del humor, el modo de fruncir el ceño te hace reconocer inmediatamente que de ironía tiene poco. Todo lo que dice es rotundamente cierto. Y tu padre es muy inteligente, demasiado incluso.

- Dentro de… no mucho, sin saber exactamente cuánto; ocurrirá un evento de carácter desconocido que hemos llamado “singularidad”.

>> No quiero aburrirte con detalles técnicos, simplemente estamos tan perdidos que no sabemos de qué puede tratarse. Si será una gran hecatombe, o simplemente un acto insignificante. Lo que sí sabemos es que tendrá consecuencias desastrosas, a largo plazo.


>> ¿la consecuencia final de todo? Bueno…

La expresión se ensombrece.

- No lo sabemos con certeza, hijo mío.

>>Por eso está Eva aquí. Ella es una niña muy especial, y muy importante. Mañana debe partir conmigo, y os quedaréis mamá y tú en la casa. Quiero que sigas yendo al colegio como de costumbre, ¿vale? Pero has de saber que si ocurre algo…

Silveira se levanta y saca algo de un armarito, cerrado con una hermosa llave dorada. Te entrega una tarjeta y un pequeño botoncito, muy pequeño.

- Es un transmisor. Pégalo donde quieras, en algún sitio que lleves siempre. Sirve como localizador GPS también. Una chuchería del trabajo. Y la tarjeta que llevas, te dará un cierto acceso privilegiado a sitios gubernamentales de importancia.

>> Si la cosa se pusiera realmente fea, úsala para esconderte, para pisar a quien tengas que pisar, para conseguir lo que tengas que conseguir.

Silveira estaba hablando muy severamente, casi con furia. Intimidaba un poco. Los pataslargas pueden ser temibles y tu cuerpecito de peluche se estremeció.

- Tú y mamá sois la máxima prioridad, hijo mío. Espero que nunca tengas que usarla, pero es bueno que la tengas tú por si acaso. Mamá tendrá otra, y sólo Jarçao sabe que las tenéis. Cuidadlas muy bien y mantenedlas en secreto.


Tras esto, te abraza.


-Bien, perdona este inciso, Ícaro. Todo saldrá bien, y no tendrás que preocuparte de nada de esto. Antes que todo, dime, ¿qué querías contarme?


La pequeña Eva os mira girando la cabeza con curiosidad.

Cuando entramos, noté que el patriarca se quedaba unos segundos mirándome de forma extraña. Le devolví la mirada como bien podía; cualquiera diría que yo llevaba ventaja, puesto que mis ojos eran del tamaño de dos o tres de los suyos, claro que nadie osaría decirlo si tuviera que enfrentarse a un mirar que era como si te clavasen un clavo en el cerebro. Traté de evitar pensar en brochetas de Spiel o en objetos punzantes y afilados recorriendo la habitación a toda velocidad. No lo conseguí.

Aun así, el padre retiró su mirada de mí, sin hacer ningún movimiento sospechoso ni nada. Me ponía nervioso ese pataslargas, pero no me caía especialmente mal… Ni bien, por eso de poder devorarme y menudencias tales.

- Esta chica es Eva. Por favor, tratadla bien, porque es muy importante para todos.

>>Siéntate Ícaro. Tú también, amiguito.-Asentí en señal de cauteloso saludo cuando presentó a la chica. Tras ello hice caso y tomé asiento, peleando contra la silla para poder subirme; todavía me pregunto si le importó mucho que arañara la madera, parecía carilla…

-Ícaro, hijo mío. Sabes, no sé si es mejor que te cuente todo, o dejarte al margen como quisiera. Pero ya eres mayor. Tienes cierto derecho a saber qué ocurre Eso es bueno….

>> Verás, dentro de poco sucederá un evento terrible. ¡Eso es malo! Qué será exactamente; no lo sabemos aún. Estamos investigando… mucho, hijo.-Llegado a este punto la cara del chaval era como la de un cerdo perdido en un campo de jamones. También empezó a repetir sistemáticamente la parte más impactante de cada intervención del padre, más balbuciendo que articulando.

-No os sucederá nada a mamá ni a ti, hijo mío ¡Eso es bueno!. Pero es importante que sepáis qué ocurre. Después tendré otra charla con ella.

>> Lo primero que tenéis que saber es que el mundo entero, y no os lo toméis a broma, se enfrenta a una crisis sin precedentes. Eso es malo…-Me rasqué una oreja con una pata en un distendido gesto que me apresuré en corregir, adoptando una pose más regia. O todo lo regio que puede ser un Spiel. Él pareció hacer caso omiso y continuó hablando, frunciendo el ceño como un padre que descubre al novio de su hija haciendo cosas que escapan a la comprensión del pequeño Spiel y cuyos detalles prefiero omitir.

-Dentro de… no mucho, sin saber exactamente cuánto; ocurrirá un evento de carácter desconocido que hemos llamado “singularidad”.

>> No quiero aburrirte con detalles técnicos, simplemente estamos tan perdidos que no sabemos de qué puede tratarse. Si será una gran hecatombe, o simplemente un acto insignificante. Lo que sí sabemos es que tendrá consecuencias desastrosas, a largo plazo.-Conforme hablaba, me daba cuenta de que no entendía la mitad de palabras que utilizaba aquel hombre, así que le puse significados propios; por ejemplo: Hecatombe significa “Peca tumbada” y singularidad era el deporte favorito de los Siguientes. Tampoco tenía muy claro que era eso último, pero era un nombre cómico.

>> ¿la consecuencia final de todo? Bueno…-Su expresión se ensombreció como la de una anciana al descubrir que su perro se ha hecho pis en el suelo sobre el que acababa de pasar la cera.-- No lo sabemos con certeza, hijo mío.-Aquí debería haber comentado algo sarcástico, pero de repente había pasado a estar tan metido en la conversación (Coincidentemente con la simplificación del léxico) que se me pasó.

>>Por eso está Eva aquí. Ella es una niña muy especial, y muy importante. Mañana debe partir conmigo, y os quedaréis mamá y tú en la casa. Quiero que sigas yendo al colegio como de costumbre, ¿vale? Pero has de saber que si ocurre algo…-Se levantó y abrió un pequeño armario, del que sacó una tarjeta y algo que no alcancé a ver bien. Estúpidos pataslargas de manos anormalmente enormes…-Es un transmisor. Pégalo donde quieras, en algún sitio que lleves siempre. Sirve como localizador GPS también. Una chuchería del trabajo. Y la tarjeta que llevas, te dará un cierto acceso privilegiado a sitios gubernamentales de importancia.

>> Si la cosa se pusiera realmente fea, úsala para esconderte, para pisar a quien tengas que pisar, para conseguir lo que tengas que conseguir.-Aquellas palabras me produjeron una honda impresión. La seriedad con que estaban dichas… La fuerza que transmitían… La marcha del líder… Sí, estaba claro: Hoy, la tribu ha perdido a un niño... Y ha ganado a un nuevo patriarca. Y yo había asistido al nombramiento, sin duda todo un honor.

- Tú y mamá sois la máxima prioridad, hijo mío. Espero que nunca tengas que usarla, pero es bueno que la tengas tú por si acaso. Mamá tendrá otra, y sólo Jarçao sabe que las tenéis. Cuidadlas muy bien y mantenedlas en secreto.-Su voz se suavizó entonces y se volvió extrañamente tranquilizadora cuando dijo-: Tú y mamá sois la máxima prioridad, hijo mío. Espero que nunca tengas que usarla, pero es bueno que la tengas tú por si acaso. Mamá tendrá otra, y sólo Jarçao sabe que las tenéis. Cuidadlas muy bien y mantenedlas en secreto.-Tras eso lo abrazó, y cuando terminó, sus rasgos se notaban menos contraídos que antes.- -Bien, perdona este inciso, Ícaro. Todo saldrá bien, y no tendrás que preocuparte de nada de esto. Antes que todo, dime, ¿qué querías contarme?-Aquello pareció devolver al chico a la realidad, como si hubieran pinchado el globo en el que dormía su rostro pasó de la incredulidad al nerviosismo.

-¡Papá! ¡Hay dos intrusos en casa! Vinieron esta mañana y preguntaron por ti. Dijeron algo acerca de… Malaika o algo así. No lo logré entender, pero intentaron entrar en mi mente. Esta noche han vuelto, te buscan.

-P-p-pero.-Cuando pensé en intervenir lo había visto una opción de lo más factible. Ahora estando ante dos líderes ya no lo parecía tanto.-Son intrusos… es decir… han invadido el territorio… yo… ¡Quiero decir que debería desplegar a los soldados!-Apunté, para luego bajar la cabeza. Y sí, me abstuve de hacer más comparativas con insectos.-Si los patriarcas quieren… claro… Es decir… Hmmm… No han pedido permiso para entrar… Sí…

Tanto Silveira como su hijo miran al pequeño Spiel un poco atónitos. La niña, Eva, continúa observando la ventana.

- Hmmm. -Dice el padre de Ícaro.

- Hijo, quédate en tu habitación. Tu pequeño amigo también.

-Eva, nos marchamos ya. Parece que no podemos esperar mucho.

Silveira pulsa un botón.

-Asunción, lamento despertarte. Por favor prepáranos el coche, tenemos que marcharnos ahora mismo.

Otro botón.

-Jarçao, en el jardín hay unos extraños. Protege la casa, por favor, y avisa a la policía si es necesario. Aunque sea para montar jaleo. Vigila la habitación de mi hijo y mi esposa.


Dando órdenes, Silveira muestra la otra faceta que no estás tan acostumbrado a ver. ¿Por qué...?

Antes de que os deis cuenta, Jarçao os recoge en el pasillo para dirigiros a la habitación de Ícaro. Ni se inmuta ante Eva, aunque mira con una cierta aprensión al "gatito" que camina al lado del muchacho.

Me miraron con una mezcla de extrañeza y hambre contenida en los ojos de mis interlocutores. Para haceros a la idea, era la misma expresión que puede quedársele a un profesor cuando le enseñas un examen en el que has dibujado un elefante con sombrero de copa cayendo por una rampa cuando la pregunta en cuestión te pedía que explicaras el despotismo ilustrado. Huelga decir que este pequeño inciso no está puesto en boca de Spiel, pues a éste le entraría un ataque de pánico de conocer la existencia de institutos o colegios: Tantos pataslargas de incontrolable juventud y apetito concentrados no pueden ser buenos para él.

-Hmmm.-Dijo un pensativo patriarca 1, de buen seguro buscando un método de captura para los intrusos. Mientras, yo descubría el fantástico mundo de los escapes improvisados; que oye, tal vez hasta tuviera futuro como escapista profesional, o lo tendría de no ser porque la mayoría de vías de escapatoria que se me ocurrieron necesitaban de una u otra forma la existencia de una mantis gigante destruyendo el edificio donde nos encontrábamos.-Hijo, quédate en tu habitación. Tu pequeño amigo también.-Ordenó finalmente. Asentí con cautela sin dejar de observar sus ojos, duros y determinados. Como los de un líder.-Eva, nos marchamos ya. Parece que no podemos esperar mucho.-Le comunicó a la niña. Tras eso pulsó un botón que no había visto hasta el momento.-Asunción, lamento despertarte. Por favor prepáranos el coche, tenemos que marcharnos ahora mismo.-Y tras ello pulsó otro. Por algún motivo se me erizó todo el pelaje del lomo.-Jarçao, en el jardín hay unos extraños. Protege la casa, por favor, y avisa a la policía si es necesario. Aunque sea para montar jaleo. Vigila la habitación de mi hijo y mi esposa.-Me quedé paralizado al oír ese fatídico nombre. No por el horror que entrañaba de por sí, sino además porque sabía que no debía faltar mucho hasta que llegara a recogernos. Jarçao… Jarçao el Terrible.

Antes de darnos cuenta, demasiado rápido para mí, que no estaba acostumbrado a verme entre la espada y la pared de una forma casi literal, la puerta se abrió.


Las bisagras se deslizaron con un sonido que pareció salido del más hondo infierno, notaba de alguna manera la presión que emitía la presencia al otro lado. A mis ojos, aquella puerta escondía un abismo mortal de fuego, sangre y muerte… No. No era la puerta, era quien estaba detrás de ella. Una figura alta y más o menos musculosa, rodeada de un aire de seriedad casi desoladora que no dejaba entrever ninguna clase de emoción más allá del simple deber. Sus pasos eran orgullosos y seguros como los de un demonio o, en el mejor de los casos, un gran general que contempla con severidad marcial el campo de batalla. Jarçao, idealizado desde hacía horas como uno de los más horribles siervos del padre del joven que a tales peligros me había llevado... Ahí estaba, recortado contra el umbral de la puerta en todo su oscuro esplendor.

Y el Terrible entró, sin echar demasiada cuenta a la niña, pero dirigiéndome una mirada de profunda aprensión que hizo que sintiera un horrible escalofrío, su boca plagada de dientes subía y bajaba mientras saludaba a su señor y se despedía, no me fijaba en los sonidos, solo en el movimiento de masticación que realizaba y que me turbaba y aterraba ¿Era esa la desolación que habían sentido sus víctimas anteriores? Sentí como mi mente se perdía en un vacío espiral, todo giraba, daba vueltas. Solo me atreví a reaccionar cuando ambos salieron por la puerta, y lo hacía con pasos rígidos y movimientos forzados. El camino de vuelta iba a ser un infierno.

-M-mis respetos.-Me atreví a decir mientras caminábamos por el pasillo. Tragué saliva y volví a hablar.-¿Ser tú Jarçao el T… << ¡Spiel, no digas eso que estás pensando! >> Todopoderoso?-Tragué saliva de nuevo, sin parar de mirarlo a los ojos (Lo cual ocasionó un par de tropezones), desde mi posición era antinaturalmente enorme, demasiado como para no temer un pisotón de él en cualquier momento. Más valía tenerlo vigilado.