[Prólogo: Quianlong] El traidor debe morir

Octubre de 990, Dwänholf

Había empezado a llover, las gotas al caer repicaban en tu cajón creando una melodía de fondo hipnótica.


Sirves a tu imperio, sirves a tu emperador y los traidores deben morir... Xian-yao Zou, eso es lo único que sabes de tu objetivo, eso y que es un traidor, lo único que necesitabas saber. Sus pasos le habían llevado lejos, hasta la capital de Dwänholf, Terrasanta, pero tú le enseñarías que no hay sitio en el que un traidor pueda huir o esconderse.

Te acercaste hacia la muralla, era bastante alta unos 10 metros y bastante robusta. En un rápido vistazo, viste una puerta y un hombre bastante robusto de mediana edad y uniformado que llevaba una lanza, a simple vista parecía ser el encargado de custodiar la entrada.



Hacia frio y el guarda parecía notarlo, veías como el vaho salía de su labios, mientras se dedicaba a dar ligeros saltos para mantenerse en calor. De golpe se percato de tu presencia y adopto una postura algo más formal, se dirigió hacia ti en el idioma autóctono, no era la primera vez que lo escuchabas pero seguías sin entender una palabra.
El guardia se percató y se dirigió con un Latín bastante básico.
Extranjero..eh. Que venir a Terrasanta?

El incesante llover hacia musica en mis oidos, al golpear la lluvia contra mi cajón.

La siguiente mision del emperador, un traidor, recibiria la justicia a traves de mi 4ª espada de ejecución, destinada al fin de los traidores. Xian-yao Zou, no necesitaba saber nada mas, cumpliria su destino, sin que nada se interpusiese en mi camino.

En mi travesia hacia la ciudad donde se escondia el traidor, me tope por fin con sus altos muros y a uno de sus guardias, el cual parecia congelado por el temporal. Se dirigio hacia mi y le intente contestar lo poco que entendi de su arcaico e ineficaz idioma.

Vengo de Shivat, viaje negocios