[Prologo](Verbena y Dmitri) Una mala idea

Metropolis, en un banco cualquiera

-¡Repetimos, depongan las armas y liberen a los rehenes!

Pobres policias, no sabian lo que les esperaba. Ellos no tenian ninguna posibilidad y vosotros saldriais ilesos, como siempre. El ruido de la megafonia ya os empezaba a molestar, asi que ya era hora de silenciarlos.

Verbena

Se escuchaba la megafonía de los policías exigiendo que nos rindieramos y les entregáramos los rehenes. Todo aquello empezaba a ser un poco pesado, la verdad es que siempre era lo mismo, tenían que aprender a ser más originales... Miré a Dim, vaya un enclenque.

Lo miré y sonreí.

-Oye Dim he tenido una idea maravillosa. -le dije mientras intentaba contener la risa.- Tu acaba de preparar el juguetito ese que tenemos aquí y mientras yo voy a ir a cumplir sus peticiones, voy a entregarles un rehén.

Cogí el cuerpo del ejecutivo al que había degollado hacía unos veinte minutos atrás, miré a mi hermano, siempre tenía esa maldita mirada fría y tranquila, me sacaba de quicio.

-Oye alegra esa maldita cara, vamos que cuando acabemos con esto podríamos pasar por una tienda de animales y coger otro cachorrito... ¿Como lo podríamos llamar? -dije mientras sostenía el cuerpo inerte del hombre.- ¿Que te parece Goofy? Bueno ya lo veremos.

Dicho esto abrí la puerta principal cogiendo el cadáver, con mi mano derecha sostenía su izquierda y con el brazo izquierdo sujetaba su cuerpo. Había varios coches de policía y aún más policías apostados detrás de los coches con sus armas apuntándome, que divertido. También había varios espectadores, curiosos, humanos, cerdos, inútiles... No parecían haberse dado cuenta de que el cuerpo del hombre estaba muerto, o quizás estaban sorprendidos porque todo el mundo parecía estar completamente mudo.

Con ritmo dí un paso hacia adelante y otro más, bailando con el cadáver mientras daba vueltas. Bueno no es que se me diera muy bien, tropecé con el pie del hombre que se iba arrastrando y solté al cadáver que se cayó al suelo boca arriba mostrando todo el canal que le había abierto hacía unos cuantos minutos.

-Ups, vaya perdona me parece que te he pisado. -no podía contener la risa, entonces recordé que estaba cubierta de sangre.- Bueno vosotros habéis visto que ha sido un accidente eh, por cierto si queréis los rehenes estan ahí dentro, mientrastanto... ¿Alguien quiere bailar conmigo? -De mis antebrazos se formaron dos grandes cuchillas de hielo que podrían cortar hasta ´la más dura de las piedras.

Dimitri

Verbena, como siempre, tenía ganas de jugar. Miré a mi hermana con esa expresión escéptica que tanto la irrita. Cuando mencionó lo del cachorrito no pude evitar cambiar de expresión.

- De acuerdo. Pero prométeme que no lo matarás por tonterías. A mí Pluto me encantaba.

Seguramente los rehenes nos creían locos, ¿qué otra imagen les podíamos ofrecer? Nuestro “Padre” nos había hecho así. Mientras Verbena se alejaba con el cadáver del pobre hombre que se había llevado a la caja fuerte alcé la voz.

- ¡No hagas más tonterías de las necesarias! ¡No puedo escoger un nuevo cachorro sin tu genial opinión!

Mi hermana cerró la puerta detrás de sí, dejando un tenso silencio en el interior del banco. Me volteé hacia los rehenes que estaban dentro. Algunos todavía miraban al joven que minutos antes había matado a sangre fría.

- Esto está a punto de acabarse, no les garantizo que salgan ilesos de esta. Realmente la bomba ya está preparada, así que si queréis podemos jugar a algún juego mientras mi hermana hace lo que tiene que hacer ahí fuera.

Señalé con la pistola, pero sin intención de disparar (en serio), a una mujer que lloraba de terror.

- Mira, yo digo un elemento de la tabla periódica y tú me dices su número atómico. Es muy sencillo. Si alguien tiene la respuesta puede levantar la mano, ¿de acuerdo? Vamos, concentraos, que comienzo.

Pensé durante unos instantes.

- Uhm… ¡Arsénico!

Verbena:
La policia habia acordonado la zona, y todos te apuntaban con sus armas, pero se quedaron inmobiles al ver tu macabro espectaculo. Cuando el hombre cayo al suelo los policias no hicieron nada. Pudiste oir una palabras, seguramente entre un veterano y un novato.

-¿Por que no disparamos? Ya ha salido...-susurró el novato.

-Porque seguramente hay otro atracador dentro que empezará a matar rehenes cuando oiga los disparos-le respondió el veterano.

Cuando se formaron tus cuchillas pudiste notar como los espectadores se asustaban. Pero entonces aterrizarón dos personas que seguramente no te habria gustado ver: Superman y Superboy.

-Anda, Superman, ¿porque hemos tenido que venir los dos? Estoy seguro de que yo solo me basto y me sobro.

-Presta un poco de atención a los detalles. Son dos, hay muchos rehenes y, por lo que acabamos de ver, aun no sabemos que habilidades poseen, asi que debemos ser precabidos...

Spoiler:

Dmitri:
La mujer no respondió, pues estaba completamente aterrada. Un hombre levanto la mano temblorosamente.

-¿Es... es se... setenta y cuatro... co-coma nueve?

El hombre estaba notoriamente aterrado, como todos los rehenes, y debia pensar que una respuesta equivocada equivalia a su muerte, pero el no dar una respuesta equivalia a un disparo a uno de los rehenes al azar o a varios.

De repente, empezaron a oirse unos ruidos extraños por el edificio, hasta que se abrió un agujero en el suelo del cual salió un perro con capa que te miraba con la expresión de un perro rabioso.

Spoiler:

Dimitri

- Respuesta incorrecta - disparé a la mujer a la cual le había hecho la pregunta - No temas, no es que hayas respondido mal, es que no me has respondido a lo que te he preguntado. Pero, ¡muy agudo! Lo normal es no saberse todos esos números de memoria.

Le sonreí al hombre, pero no pude divertirme mucho más.

- ¿Pero qué...?

Un agujero se abrió en el suelo, y de éste surgió un perro. Un perro muy raro cabe decir.

- ¿Un perro disfrazado? Por favor... ¡Si esa capa es ridícula!

Verbena

Los polis parecían consternados, bueno era normal, que decepción. Empecé a buscar el más asustadizo, empezaría por él, hubo uno que dijo algo. ¿Como se atrevía a pasar de mí?

Intenté contener la risa pero se me escapó, los iba a descuartizar a todos. Entonces llegaron dos tipos que entraron en escena, por dios había gente con poco gusto para la ropa pero aquello era ya ridículo. Parecía que iban a una convención de frikis, solo faltaba que mi hermano lo viera con sus tendencias ya de por sí frikis no quería que le influenciaran. Escuché sus palabras, daban risa.

-Hahahahahahha! -la risa salió sin control.- Dios, es que no habéis encontrado nada más ridículo en el armario... Oye tío, si tu el grandote, creo que te has puesto los calzoncillos por fuera, ¿y esa capa ridícula? ¿Eres mi príncipe azul? Bueno, no me gusta tu corte de pelo creo que voy a darte un nuevo corte.

e
El tío disfrazado no se le ocurre nada más que coger aire y soplar. Sinceramente no me esperaba aquello, había que tener mucho pulmón para lanzarme por los aires. Atravesé la puerta del banco y caí al lado de Dmitri llena de cristales, me lewvanté y lo ví a él y delante suyo había un chucho.

-Madre mía, ¿de que va esto Dim? -le dije mientras me quitaba los cristales y la runa.- Te dije que pasaríamos después por la tienda de animales, además yo no quiero un chucho que vaya disfrazado... Hahahaha dios es que es tan ridículo, igual que los dos tipos que hay ahí fuera hay uno con los calzoncillos más ridículos que he visto jamás, tienes que verlo...

Verbena fué rapidamente congelada por Superboy, mientras Superman golpeóa Dmitri. Pero desgraciadamente para ambos, Superman no supo controlar su fuerza, y Dmitri murió cubierto de sangre. La cara de Superman se desfiguró. Rapidamente fué hacia el, e intentó reanimarle.

-Venga, no puedes morir. No pienso dejar que mueras. Por favor...

Lo intentó varias veces, pero no le sirvió de nada. Superboy le puso la mano en el hombro.

-Vamos. Todos sabemos que no era tu intención. Tranquilizate.

Se levantó y se dirigió hacia Verbena.

-¿Como se llamaba el chico?

Verbena



¿Que acaba de ocurrir? No estoy segura, todo se ha detenido a mi alrededor. Dmitri... Él no... Esta tumbado en el suelo, ¿porque no se levanta? LEVÁNTATE.

-Levanta... levanta... -mis ojos empezaron a humedecerse.- LEVÁNTATE JODER! Niño estúpido, vamos... VAMOS -las lágrimas caían por mis mejillas.

El hielo que me atrapaba se iba deshaciendo poco a poco. El tipo que acababa de hacer volar por los aires a Dmitri, mi querido hermano como si fuera un simple muñeco de trapo se acercó hacia mi. Nadie hablaba, todo había quedado en silencio.

-¿Como se llamaba el chico?

Ese gilipollas tenía el valor de dirigirse a mí, ni siquiera escuche sus palabras, sentía tantas cosas en ese momento. Todos mis recuerdos estaban pasando por delante mío en ese momento. Empezé a andar con dificultad hacia Dmitri, estube a punto de caer dos veces. Me dejé caer de rodillas a su lado, las lágrimas recorrían mis mejillas y caían convertidas en nieve encima de su cuerpo inerte.



Con mi mano acaricié su pelo, estaba temblando, era tan bonito, maldito imbécil. Los recuerdos empezaron a agolparse delante de mis ojos, siempre había estado junto a él, era mi hermanito y yo había fallado en protegerle. Agarré su mano con fuerza, estaba apretando tan fuerte que ni siquiera me dí cuenta que estaba rompiendo todos los huesos de su mano.

-Imbécil... -susurré.

Ví aquellos números que había escrito en el suelo con sus últimas fuerzas, con su propia sangre y enseguida lo comprendí. Me acerqué a su rostro, parecía tranquilo, lo bese en los labios. Aún estaba cálido y la boca le sabía a sangre, su sangre. Mis lágrimas caían como nieve y se deshacían al tocar su cuerpo.

Abrí su mochila y extraje la caja. La abrazé. Una risa nerviosa empezó a asomar por mi garganta, no podía contenerla, poco a poco iba perdiendo el control de todos mis músculos, apretaba la caja contra mi pecho con tanta fuerza que a un simple humano ya le hubiera roto todas las costillas.

Me levanté a trompicones de espaldas al asesino de mi hermano. Miré a su cuerpo inerte otra vez, poco a poco la nieve iba cubriéndolo. Muevete... vamos estúpido muévete, no puedes dejarme así... no... vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, ¡VAMOS!. Le dí una patada en las costillas, se oyó un crujido y rodó un metro por el suelo.

-¡Muévete maldita sea! -grité.- Vamos Dim tienes que levantarte... Hahahaha... levántate...

Mi macabra risa resonó en todas las paredes del vestíbulo. Ni siquiera era consciente de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor simplemente no era consciente de nada. ¿Como se llamaba el chico? Escuché en mi cabeza, la frase que había ignorado antes me acababa de golpear como un martillo en mi sesera.



A mis pies el mármol empezó a congelarse, la temperatura empezó a descender a toda prisa. Miré a los asustadizos rehenes, poco a poco el frío se estaba extendiendo, el cuerpo de Dmitri se congeló. Parecían asustados, mientras yo dirigí mi mirada perdida hacia el asesino.

-Su nombre... ¡tú no tienes ningún derecho a saber su nombre! -grité tanto que la mandíbula se me desencajó.

La nieve que caía de mis ojos se transformó en hielo que se pegaba a mi piel. El vaho de mi aliento era visible. La temperatura descenció hasta el cero más absoluto. No tenía idea de como iba a matar a aquél hijo de puta pero no iba a salir de allí ileso, de ninguna manera. Todos ellos verían la furia de Dmitri a través de mi puño.