[Sorin] La noche más oscura

Me detuve tras pasar un buen rato explorando aquel lugar. No sabía exactamente el tiempo que había pasado, pero tampoco me importaba. Giré sobre mi mismo, maravillándome ante la grandeza de aquel lugar. Sin embargo sus esquivas gentes eran muy calladas. Nadie se dignaba a hablar conmigo, ¿por qué?

- No sé si vamos a sacar algo en claro, Mabel - cerré los ojos, intentando concentrarme. Debía haber algo que pudiera ayudarme, quizá algo profundo... escondido en el interior de mi renovada naturaleza.

- ¿Consigue ver algo, amo? - preguntó Mabel, impaciente - Este lugar es extraño pero se está cómodo, ¿no cree?

Mabel revoloteó a mi alrededor hasta posarse sobre mi hombro.

La Tirada de Memorizar y el D10 no son suficientes.

Pese al aspecto tan tétrico y siniestro del lugar, algo hermoso comenzó a flotar en el aire: una hermosa melodía de piano. La música se filtraba a través de las paredes de alguno de aquellos enormes edificios negros. Su sonido te conmovió.

Si quieres conocer la procedencia del sonido, basta con superar una Dificultad MED en Advertir. Si la superas, y decides investigar, házmelo saber. Si por el contrario ignoras la melodía, puedes hacer lo que quieras que esté a tu alcance dentro de la ciudad.

Aquella dulce melodía tentaba mis oídos y embelesaba completamente mi mente. Casi podía sentir el fluir de aquellas armónicas notas entre mis dedos, pero se me escapaba. El son del piano era tan embriagador que parecía provenir de todas partes al mismo tiempo.

- ¿Lo oyes, Mabel? Es una melodía preciosa, pero no sé de dónde proviene...

Mi compañera tenía unos sentidos mucho más agudizados que los míos, y seguramente podría llevarme hasta el origen de aquella preciosa melodía.

- Llévame hasta ella, por favor - dije, en un tono casi de súplica.

La pequeña Mabel parecía algo confundida al principio, pero luego dio un respingo. Quizá era que había conseguido discernir el origen de tan maravillosa pieza musical.

El lugar al que había sido transportado era triste y tétrico. Aquella melodía era, quizá, lo único cálido que encontraría en aquel paraje. Nadie más que la música se dignaba a hablarme en la ciudad.

Tanto Mabel y yo hemos intentado descubrir de dónde provenía la melodía. Supongo que el nefasto resultado de Mabel no me llevará a nada bueno, pero Sorin la seguirá a donde sea que le lleve.

No llegas a Dificultad MED pero llegas a FAC (Fácil). It's Something.

La música te envuelve, te cuesta distinguir su procedencia. Sin embargo, aunque no serías capaz de señalar con exactitud un punto concreto, sabes hacia donde orientar tus pasos para alcanzar dicho punto. Te aventuras por aquellos callejones negros y lóbregos, absorto en una única cosa: la melodía que inundaba el aire. Eras capaz de apreciar la perfección de aquellas notas, y no era necesario tener conocimiento alguno de música para saberlo. Las manos que tocaban aquel piano sabían lo que hacían y lo que hacían no podían hacerlo mejor.

Tardaste varios minutos y te costó distinguir el lugar, pero después de pasar varias veces por la misma calle, diste con el edificio que emitía aquella melodía mágica. Era gigantesco, parecía un auditorio, un teatro, o algo parecido. Tenía una voluptuosa decoración en los alfeizares y dinteles, con relieves de todo tipo. A través de las casi cincuenta ventanas, que se repartían simétricamente por la fachada, podían apreciarse unas cortinas rojas perfectamente recogidas con un par de lazos. Sin duda era un lugar de lo más distinguido. A su lado, tu residencia en Blutstein no era más que una simple choza.

Cuando saliste de tu ensimismamiento, te percataste de algo terrible... Mabel había desaparecido. Y lo peor de todo es que eras incapaz de sentirla. Algo que nunca antes te había pasado. Entonces caíste en que, justo al iniciar la búsqueda del pianista, posiblemente Mabel tuvo un tremendo despiste, y se metió por donde no debía.

Ahora mismo, tienes dos opciones principales: entrar al auditorio, y conocer al misterioso pianista, o intentar buscar a Mabel. En el caso de que decidas hacer lo segundo, vas a necesitar alcanzar Inhumano en Rastrear, ya que prácticamente es imposible seguirle la pista a un ser que va volando... tú decides.

Aquel flamante auditorio se tornó increíble a mis ojos. Era lo más majestuoso que había visto en mucho tiempo, y ni siquiera los lujos de mi vida acomodada podían hacerle frente. De aquel lugar provenía la dulce melodía que tan profundamente me fascinaba.

Respiré hondo, estaba dispuesto a entrar en aquel lugar y conocer al virtuoso pianista, pero... algo iba mal.

Como si una parte de mi propia alma hubiese sido arrancada. Una gran parte de mí mismo me faltaba, y mi corazón partido derramaba su amargo contenido hacia un vacío en el que la felicidad que ahora sentía se comenzaba a perder.

Mabel...

...mi guardiana...

...¿dónde estas?

Mi corazón comenzó a acelerarse, y mis pies me alejaron unos pasos de aquel lujoso auditorio. No, no podía perderla.

Cerré los ojos concentrándome, intentando rastrear la presencia de Mabel. Ella siempre había estado allí, siempre había respondido a mí llamada. Desde que la conocí podía sentir en todo momento dónde estaba.

Pero no sentía nada. Nada...


- ¡MABEL! ¿DÓNDE ESTÁS? - grité mientras mi alma desgarrada lloraba. Era como si me hubieran quitado una parte de mí. Como si me hubieran arrancado un brazo, o una pierna. No, era peor. Era como si me hubieran arrancado el corazón... porque no puedes vivir sin uno.

No podía perderla, a Mabel no. Ella era todo lo que tenía, lo único que jamás pensé que podrían arrebatarme. Pero ya no la tenía, no podía ni siquiera sentirme a mí mismo.

Volví a cerrar los ojos, y seguí rastreando todos los recovecos de mi alma. Era inútil, algo faltaba. Ella simplemente ya no estaba ahí.

Caí de rodillas al suelo y golpeé la fría piedra con una inusitada rabia. Ahora sentía un fuego ardiente en mi interior, un fuego que no podía contener. Estaba completamente desbordado, y ni siquiera la magnífica melodía que salía de aquel auditorio podía dar paz a mi alma.

No era concebible un mundo sin Mabel. Y estaba dispuesto a encontrarla, fuese como fuese.

Obviamente paso por completo de la melodía. Voy a hacer una tirada de ocultismo para ver si conozco algún tipo de ser que pudiera invocar para ayudarme en la búsqueda de mi sheele. Posteriormente, si las posibilidades no están muy en mi contra para hacerlo, realizaría un ritual de convocatoria para traer y dominar a dicho ser. Con tal apoyo (o sin él si no lo consiguiera o estuviera fuera de mi alcance) me pondría inmediatamente a buscar a Mabel, sin importar la dificultad.

No, nada podía ayudarme en mi misión. Estaba solo en aquella enorme ciudad sombría. Y me perdería en ella mil veces para encontrar a mi compañera. Porque, en aquel lugar sombrío, no me quedaba nada más que su compañía.

Inicié entonces mi búsqueda, prestando siempre atención por si la volvía a sentir de nuevo. Sentía que podría buscarla eternamente, la parte que faltaba en mi alma.

Comienzo con la búsqueda de Mabel.

Supongo que cualquier otra propuesta que no sea buscar a Mabel la vas a rechazar, por lo que voy a avanzar drasticamente en el tiempo.

Tu alma sufría un constante dolor. No había palabras para describir la desgarradora sensación que penetraba en tu ser. Por un lado, sabías que Mabel seguía viva, pues eras consciente de que su muerte sacudiría tu alma con una contundencia inimaginable, aunque te estremecía aquella sensación que te impedía sentir su presencia. Nunca, nunca antes te había pasado nada igual. Desesperado, vagaste por las calles de la negra ciudad, cruzándote con las figuras huecas de aquellos habitantes mudos, buscando en cada sombra, en cada rincón, a tu querida Mabel. No podía estar muy lejos, de eso estabas seguro, ella no podía alejarse demasiado de ti, de lo contrario lo habrías notado... o al menos eso pensabas. Durante horas y horas registraste cada una de las calles y avenidas de la ciudad, buscaste en plazas, callejones, aquel lugar ya no tenía secretos para ti. Sólo uno: el paradero de Mabel.


El tiempo ya no existía para ti. ¿Cuánto tiempo estuviste buscándola? ¿Horas? ¿Días? ¿Semanas? Daba igual, ninguna medida de tiempo parecía ser suficiente para encontrarla. Desesperado caíste abatido al suelo, arrodillado ante la oscuridad. No pudiste evitar ponerte a llorar.

- Amo... - musitó Mabel, dentro de tu cabeza - no sé si podrá oírme... pero... necesito que me ayude. Esa sombra me matará. Búsqueme allí donde los pecadores encuentran el perdón

Esperanzado, elevaste la vista sobre el hacinamiento de edificios. Y entre todos ellos, se dibujaba la negra silueta de un enorme campanario. Corriste hacia el lugar, aquel edificio religioso era la clave.



Llegaste a una iglesia gótica, con las puertas abiertas, esperándote. Sin dudarlo ni un segundo, entraste y te preparaste para lo peor. A través de las vidrieras se filtraba una luz débil, nacida de una luna opaca. Unas velas sobre candelabros iluminaban parcialmente el altar. Diste unos pasos entre los asientos vacíos, dirigiéndote hacia la cruz.

- ¿Amo, es usted?

La suave voz de Mabel te sobresaltó. Estaba junto al altar, encadenada por lazos de sombra que surgían del suelo. Un extraño halo violáceo cubría por completo su figura. Podías verla, pero no sentirla. Era como mirar un cuadro, estaba ahí, era ella, pero eras incapaz de percibirla. Entonces lo entendiste todo. Alguien estaba usando poderes oscuros para ocultar la existencia de Mabel.

- Bienvenido seáis, permitid que me presente;
mi nombre es Jezebel, soy la sombra demente;
dominante del caos, la locura y la oscuridad;
todos esos caminos que se alejan de la bondad.

Os arrepentiréis toda la vida, más no tenéis salida;
al entrar aquí os habéis convertido en mi comida;
si sabéis luchad, demostradme si sois fuerte;
sea como sea, aquí solo os aguarda muerte.


El siniestro poeta surgió de entre una de las mil sombras de aquella iglesia. Su altura era inquietante, pues casi llegaba a los tres metros. Iba ataviado con una larga capa negra que cubría su cuerpo, aunque se podía intuir una figura delgada y esbelta tras ese luto. Su pelo era blanco, como pocas cosas en ese mundo, largo y lacio. Sus ojos, como dos candiles, brillaban tras una faz en penumbra.

- Más antes de completar mi sentencia;
decidme quién hay tras esa apariencia.

Allí estaba Mabel encadenada. Parte de mi propia alma encerrada en una violácea jaula de oscuridad. Aquella visión me aterraba y al mismo tiempo prendía fuego a mi alma. Sin duda aquella fatalidad que eternamente se había cernido sobre mí era fruto del macabro capricho del destino.

Me acerqué a mi compañera cautiva con la intención de liberarla, pero una extraña sombra me interrumpió. Las poéticas palabras de aquel que había atrapado a Mabel sonaron imponentes, pero no me amedrentaron. Sin embargo aquel ser seguramente irradiaba poder por todos lados. Un enfrentamiento directo con el misterioso contendiente sería una locura, ¡una soberana locura!

Tras perder a Babelion mis fuerzas habían quedado mermadas. Y con Mabel en aquella situación dudaba de que tuviera alguna posibilidad. No, debía ganar tiempo. El odio que sentía por aquel maligno ser rebasaba límites humanos. Sentía que mi nuevo cuerpo era capaz de odiar mucho más de lo que mi antiguo yo había podido en toda su vida.

Sin duda aquella era una tensa situación que convendría sobrellevar con paciencia. Respiré hondo y me dispuse a dialogar con aquel ser. Deseaba con todas mis fuerzas eliminarlo, pero no podía. No aún.

- Jezebel decís que os llamáis, ¿sombra demente? No voy a cuestionar vuestra autoridad, sin duda vuestro corazón está más marchito que el mío.

En muchas ocasiones me había preguntado si asesinar podía partirle el alma a uno, consumirla como un enorme vórtice de oscuridad y vacío. Tanta sangre había recorrido mis dedos y mis labios que no sabía cómo podía mirar al rostro a las personas decentes que conocía. Sin embargo la oscura actitud de Jezebel dejaba entrever la oscura maldad que contenía su ser.

- Mi nombre es Sorin Andrei Cristea, pero sólo tiene poder en un mundo distinto a este. Aquí no soy más que un viajero de paso que busca el camino de vuelta a la macabra vida de la que ha escapado. Decís que buscáis en mí alimento, ¿para eso habéis ejecutado semejante ardid? Permitid a vuestra víctima conocer tan oscuro plan, en una dramática escena que seguro a vuestro yo poético agradará.

Mientras hablaba iba tanteando mentalmente si mi alma podía conectarse a aquel fragmento que tenía Mabel. No podía sentirla, pero quizá aún podía prestarle mi poder. Solo en batalla no tenía posibilidades. Es más, si aquel ser realmente era tan demente y caótico como decía ser poco podía esperar. Sólo me quedaba la esperanza de que Mabel pudiese proyectar toda mi energía hacia el oscuro poeta.

Intento descubrir mientras hablo si el halo violáceo sólo me impide sentir a Mabel. Únicamente estoy explorando el lazo que nos une, así que si no logro sentir nada de nada pues ajo y agua. Mi intención con esto es ver si el resto de poderes que me confiere el lazo con Mabel siguen activos.

Necesitarías hacer una tirada de Ocultismo para poder decirte lo que quieres saber, pero como tu base ya de por sí es alta, te responderé. A Mabel ahora mismo la retienen una serie de conjuros, y por lo que puedes deducir, uno de ellos ejerce una Presa física contra ella. El otro está ocultando su presencia, su existencia. Pero, según parece de momento, todo lo demás es normal. Sin embargo, hay algo más, pues la mera presencia del misterioso poeta interfiere en los lazos que te unen a Mabel de un modo que todavía no llegas a entender del todo.

Te pareció distinguir una sonrisa tras aquellas sombras. Sus ojos, carmesíes y brillantes, se posaron sobre ti. Ese simple hecho, el saber que te estaba mirando, te hizo estremecerte. Un escalofrío te recorrió la espalda.

- Permitidme, Sorin Andrei, que cese en mi desprecio
pues yo os propongo solventar esto con comercio;
Si tanto ansiáis poseer a la bella joven, os la entrego
a cambio de algo de lo que vosotros sintáis apego;

De su capa surgió un destello. La afilada hoja de un puñal de unos cuarenta centímetros. Su hoja emitía un extraño fulgor, sin duda no era una daga cualquiera. Te la mostró con sus pálidas y huesudas manos, para seguidamente lanzarla al suelo, para que callese justo ante tus pies.



Dadme el peso de su cuerpo en sangre.
Luego, el peso de su alma en carne;
Amputad vuestra vida según el balance
el dolor y la piel dirá qué me complace.

Comenzad y cortad con esto vuestra mano,
después ya os diré qué es más inhumano.


Jezebel te ha propuesto intercambiar a Mabel a cambio de tu carne y tu sangre. Como punto de partida te ha pedido que te cortes la mano. Puedes elegir: o le haces caso, o te arriesgas a un enfrentamiento directo. A lo mejor se te ocurre otra cosa, pero eso ya depende enteramente de ti.

Por cierto, la daga es un artefacto sobrenatural, te cortará el brazo entero con un simple movimiento. No es ni siquiera necesario que sierres el hueso.

Oscura era la oferta de Jezebel el poeta. Carne y sangre por Mabel, mi amada Mabel. Apreté los puños, y sentí como mis nuevos dedos se clavaban en mis propias manos. Aquel cuerpo que me había sido dado era aún desconocido, pero por alguna razón sentí que durante todos estos años no había estado viviendo en más que una frágil carcasa. Extendí mis manos frente a mí, observándolas.

Mi mirada se endureció, había precios que no estaba aún dispuesto a pagar. Corrompería mi corazón si era necesario, pues ya nada de bondad quedaba en mi alma maldita. Mucho tiempo pasé desangrando a mis jóvenes víctimas durante noches de pasión desenfrenada. No, no quedaba salvación para mi alma, así que no me importaba quebrar la poca humanidad que me quedaba.

Me agaché con un fluido movimiento elegante y tomé entre mis manos la extraña daga. Sin duda no era un arma normal, era seguramente un artefacto de dolor, y muerte. Alcé la mirada para observar de nuevo al poeta.

- Tentadora es vuestra oferta, pero tan oscuro es mi corazón que me veo obligado a ofreceros un precio distinto – tragué saliva y reflexioné profundamente sobre las palabras que iba a decir – Diez veces el precio que me pedís os pagaría, en almas ajenas e inocentes. Mancharía mi alma de muerte por la bella joven, no lo dudéis ni un segundo.

Pese a la tensión que sentía intenté no juguetear con la daga en mis manos. Señalé con la macabra arma a la presa Mabel.

- Liberadla y clamaré sangre, carne y almas por vos.

Sentí cómo mis plateadas pupilas proyectaban una siniestra mirada, como frías dagas que buscaban clavarse en el corrupto corazón de aquel demonio loco y sádico.

Debía salvar mi integridad física primero, y luego… clamar venganza. Pero aquello no era un juego de niños, la balanza no se encontraba decantada a mi favor. ¿Podría realmente llegar a castigar mi cuerpo por recuperar parte de mi alma?

La respuesta a esa pregunta se tornó neblina en mi mente, indescifrable.

El oscuro personaje no pareció impresionado por tus palabras. Aquella proposición tan vil no era más macabra que sus pensamientos cotidianos.

Vos ofrecéis más de lo que tenéis,
sufragáis con algo de lo que carecéis;
Pues no os confundáis, alma en pena
lo que yo quiero no vale una decena.

Comenzó a moverse de un lado para otro del altar, con orgulloso talante. Sus pasos resonaban con fuerza entre las tres naves que formaban el edificio. La luz que cruzaba las vidrieras a penas dejaba ver su rostro. Mientras paseaba, recitaba:

Sombra demente ha sido también mi nombre,
el mal y la locura me encarnan como hombre.
Dejad que cierre los ojos, ser homicida,
y mejor que sea mi locura quien decida.


Como ya habrás deducido, éste individuo se rige enteramente por el azar. La locura se apoderó de él hace innumerables años, y ya es incapaz de razonar. Te cambiará a Mabel por cualquier cosa que su alocada cabeza le sugiera. Puedes ser desde algo de un valor incalculable, hasta algo ridículamente simple. Los dados deciden. Sin embargo, te aviso: una vez lances los dados, lo que salga en ellos marcará tu destino y no podrás evitarlo de ningún modo. En otras palabras, si decides hacer la Tirada, salga lo que salga, Jezebel soltará a Mabel y ella volverá a tu lado, pero el resultado se te aplicará automáticamente. Y por supuesto tienes derecho a negarte. Aunque no lo parezca, tienes muchas más opciones... o quizá no. Quizá se cabree y mate a Mabel al mismo tiempo que te arranca los ojos ¿quién sabe? Tirar o no depende de ti. Pero te recuerdo que estás ante un demente, posponer la conversación puede resultar fatal tanto para Mabel como para ti.

Haz tú mismo la Tirada de un D10 (en este mismo post). El resultado será determinante.

Resultado	Sacrificio por Mabel
1	Una parte de tu alma. Compartirás tu esencia con él eternamente.
2	Tus ojos. Pierdes tu capacidad para ver.
3	Tus manos. Ambas.
4	Tus piernas. Ambas.
5	Tu cordura. A efectos del juego, tienes 0 Puntos de Cordura.
6	Tu capacidad de amar. Dejarás de sentir apego por los demás.
7	Tu juventud. Te conviertes en lo equivalente a un anciano para tu raza.
8	Tu belleza. Te conviertes en un ser horrendo de Apariencia 2.
9	Tu sentido del oído. Eres incapaz de oír nada mediante tu oído.
10	Una rosa negra.

De nuevo me sorprendió el oscuro poeta. Haciendo gala de su locura sin igual se encaminó hacia el altar y me ofreció un último precio. Algo que su desmesurada mentalidad escogería completamente al azar. Me sudaban las manos, desconfiaba de que mi nuevo cuerpo pudiera mostrar tales debilidades.

Había pasado años enteros de mi vida enfrentándome a las más peligrosas situaciones sociales, pero ahora me jugaba la vida. Y no era lo mismo negociar con un burdo comerciante que con un loco ente oscuro de aquel lugar desconocido. Pero ya no podía ofrecerle más a aquel ser desalmado. Debía recuperar a Mabel...

"Una sombría ciudad, unas calles pavimentadas de negra piedra... Una gran casa, un gran amor. Y un enorme ser, de la oscuridad más pura, pero de una lealtad absoluta. Sin duda lo merecía, cualquier precio que pudiera yo pagar. Maebelion fue mi fiel compañero, una parte inseparable de mi alma. Así como Mabel es tu compañera, debes sacrificarte por ella."

Estaba dispuesto a pagar grandes precios por ella. Ya no había duda en mí.

- Está bien, no encuentro pega alguna a vuestra oferta - dije con cierta amargura - Acepto el precio que me impongáis... Lo pagaré encantado con tal de recuperarla a ella.

Mabel me dirigió una mirada de alerta. "No lo hagáis, amo" leía en sus ojos. Pero no había otra salida posible. Escondí tras mis espaldas mis manos temblorosas por la tensión de aquella oscura situación. Me enfrentaba a una fuerza desconocida capaz de arrebatarme cualquier cosa.

Me someto al demente juicio del poeta.

El miembro 'Herrian' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 10' : 8

Sientes como tu cuerpo se transforma. Multitud de pústulas invaden tu cuerpo y tu cara. Ésta, a su vez, manifiesta un cambio radical que te hace prácticamente irreconocible. Tus pómulos se agrietan, tu mandíbula se deforma, las cuencas de tus ojos se estrechan... Toda tu piel se vuelve abrupta y áspera, suponiendo un auténtico martirio para el tacto. En definitiva, en cuestión de segundos pasaste de ser un apuesto y jovial galán, a convertirte en un horripilante monstruo de feria.

Jezebel soltó una carcajada al verte, y haciendo honor a su palabra, liberó a Mabel. En ese instante volviste a sentirla como antes, su esencia ya no era un misterio para ti. Finalmente, y viendo que ya no tenía nada más que ofrecerte, el oscuro poeta desapareció detrás de una sombra. Su risa apagada todavía se susurraba con el viento. Mabel te miraba fijamente, le costaba creer que tú eras su amo. Aquel sacrificio había sido duro, pero al menos habías recuperado a tu eterna compañera.

¿Qué haces ahora, vas a algún sitio en concreto?

No me hizo falta mirarme en un espejo. En los ojos de Mabel vi reflejado el terrible precio que había tenido que pagar. Mi apariencia, mi belleza natural me había sido arrebatada. Ahora era un habitante más de aquella ciudad gris, era uno de los monstruos que recorrían las calles.

El oscuro poeta se desvaneció, seguramente extasiado por tan dramático desenlace. Y Mabel se me acercó, temblorosa. Cuando hablé intenté que mi voz sonara cálida, pero no podía evitar escuchar el aullido de un monstruo agonizante.

- Ya ha pasado, Mabel. Estamos juntos, de nuevo.

Sentí entonces ganas de llorar, pero era tan extraño sentirse en un cuerpo diferente que la tristeza me arrancó únicamente un sollozo apagado.

Mabel se acercó al horripilante ser que tenía en frente, y lo abrazó. Ella era magia pura pero sentí calidez. Quise abrazarla yo también, pero de alguna manera temía contaminar su cuerpo puro con mis abominables manos. Ya no era yo mismo, nunca jamás lo sería.

No dijimos nada más, ni Mabel ni yo. Salimos de aquella maldita iglesia y comenzamos a caminar por la ciudad gris. Yo no sabía exactamente hacia dónde iba, y para no perderse Mabel se posó sobre mi hombro. Mis pasos resonaron con un gran eco en las calles, transitadas en ocasiones por los silenciosos habitantes de aquel lugar.

- Maldito sea este lugar – farfullé mientras me detenía en seco – Lo odio, Mabel, ojalá pudiéramos escapar de éste sitio.

Cuando me di cuenta de dónde estaba de nuevo el majestuoso auditorio se había materializado ante mí. Cómo si fuera una caprichosa broma del destino, me encontraba de nuevo a las puertas de aquel lugar de ensueño. El lugar donde había llorado desesperado por la pérdida de Mabel. En ese momento la pequeña compañera sintió mi pesar, y agachó la cabeza.

- Este es el lugar – murmuré – donde me llevó la fantástica melodía…

Entras al auditorio. Tras una enorme y voluptuosa puerta negra, se extiende ante ti una inmensa sala de conciertos. A tus pies cubre el suelo una alfombra granate, evocándote un sangriento río, que divide simétricamente los casi dos mil asientos de la gran sala. Está todo oscuro, excepto el escenario. Unos haces brillantes, que surgen furtivamente detrás del telón, lo iluminan. Alcanzas a ver, sobre el tablado, un solitario, magnífico, e impoluto piano de cola. No hay nadie, sólo un silencio hueco.


Atraviesas el largo pasillo escarlata y al llegar a los pies del escenario, permaneces unos segundos fascinando contemplando al rey de los instrumentos. Una terrorífica voz mató el silencio, causando un estremecedor eco a tú alrededor:

- La música es inmortal. Aunque los compositores perezcan, sus obras perdurarán siempre en la eternidad, mientras quede alguien que pueda oírlas.

Un caballero enlutado cruzó el umbral que guardaba el gigantesco telón. Apuesto, de edad indefinible y casi dos metros de altura, con una actitud poderosa y un paso solemne. Sus ojos, engarzados por rubíes, no cesaron ni un instante sobre ti. Cruzó el escenario, indiferente a tu presencia y se sentó en el taburete del piano. Recogió con elegancia su largo atuendo, estiró las manos para acomodarse y, cerrando suavemente los ojos, comenzó a tocar.


Observas fascinado aquella escena, no puedes sino mirar el rostro de aquel hombre, concentrado en su labor artística, como si no existiera nada más que él y su instrumento. Sus facciones eran toscas, su barbilla prominente, y la tez pálida, distante a la negrura de su larga melena azabache. Extrañamente, aquella cara te resultaba familiar.



Sus dedos se movían con soltura y distinción, rápidos y tranquilos al mismo tiempo. Acompañando cada nota de la dulce composición con un fino gesto de muñeca, una floritura, un detalle imperceptible, pero que provocaba una fascinación asombrosa, casi hipnótica. Las notas escapaban entre sus dedos, la melodía inundaba el auditorio, era una pieza perfecta. La música alcanzó el clímax, la esencia que salía de aquella partitura flotaba por sí sola en el ambiente. Podía, no sólo oírse, sino sentirse. Cerraste los ojos, y te dejaste llevar. Al terminar, el oscuro personaje permaneció inmóvil, con los dedos sobre la última nota. Tan sólo movió los labios:

- Está melodía evoca en mi una emoción agridulce. Su título, Claro de Luna, nombra lo más hermoso que tenemos nosotros los vetala: La Luna. Algo puro y maravilloso, la corona de la noche, la reina de los astros. Aunque para mi desgracia, hace inconfesables años, mi hijo renunció a su luz, para sumirse en los implacables lazos de fuego del Sol. Alegando, preso de la demencia del amor, que el amanecer era más hermoso que el anochecer.

Tu corazón palpitaba como nunca antes lo había hecho. Pero no entendías el por qué, era como si ese latido le perteneciera a otra persona. Estabas confuso, encandilado por aquellas palabras, no lograbas entender absolutamente nada. Aunque, en el fondo, no sabías si realmente ignorabas el significado de aquellas palabras, o es que simplemente no querías recordarlo.

- Perdonad mis modales, Sorin Andrei, de la familia Cristea. Permitid que me presente.

El hombre dio por terminado su monólogo y se irguió, dirigiéndose a ti. Cortésmente, se inclinó, posando su brazo en su abdomen, realizando un gesto de saludo.

- Mi nombre se consumió con los años, pero mis títulos todavía perduran. Señor de Brillidnight, Voz del Consejo y Maestre de la Orden Vetala.

Aquellos títulos te hacían sentir como una insignificante hormiga a su lado. Prácticamente lo eras.

- No hay números en el tiempo como para señalar la fecha de mi nacimiento. A mis ojos, vuestro cuerpo humano sólo es un insignificante amasijo de carne, huesos y sangre, sin embargo, vuestra alma, encierra la esencia de algo que jamás seréis capaz de concebir en vuestra mente, Sorin.

Caminaba por el escenario mientras hablaba. Su alta efigie, erguida sobre aquel tablado, te obligaba a alzar la mirada para verlo, su porte era indescriptible, admirable, fascinante. Aunque harapiento y desaliñado, su imagen inspiraba más poder y respeto que la de un rey.

- Pero ahorrémonos un resumen de mil años, basta una palabra para despertar en vuestra memoria lo que un día fuisteis. Deshilaré vuestra alma y volveré a tejer en ella a mi hijo.

El Maestre Vetala se detuvo frente a ti sobre el escenario, con la cabeza altiva y elevanda, mirándote de soslayo. Sus labios sentenciaron una palabra, una sola palabra, que cambiaría tu vida. Fue la última palabra que escuchó Sorin, al igual que fue lo último que Istvan vio justo antes de morir.

- Eilaith.


En ese instante, al oir aquella palabra, toda tu historia, todo tu pasado, volvió a tu memoria como un incontenible torrente de recuerdos. Desde ahora, dejas de ser Sorin, para convertirte en Istvan. Tendrás nueva ficha, nuevos recuerdos, nueva personalidad... pues acabas de renacer. Y espero por tu parte un post digno para describir tal situación, que no merece menos que la mejor de las prosas..