[Campaña] (Verbena y Dimitri/Deflagration) Amor fraternal

Varios dias mas tarde...

Verbena:
Penitenciaría de Iron Heigs, celda 152
Superman apareció frente a tu celda. Llevaba una caja con el. La reconociste. Era la de Dmitri.

-Esto pertenecia a aquel chico. Supongo que ahora es tuyo.

Dejó la caja dentro de la celda y se marchó. Pudiste ver que la caja estaba abierta.

Dmitri:
Cementerio de Gotham City
Un hombre extraño vestido con el plàstico de una bolsa para muertos se paseaba por el cementerio, con una calavera en las manos. Se sentó al lado de una lapida y empezó a lamerla, cubriendola de una especie de saliva negra. Entonces paró y dijo unas palabras extrañas:


De repente un anillo negro cayo sobre la tumba que te habia hecho Superman.


Tu cuerpo obedeció la orden y se levantó de la tumba.

Dimitri

Dotada de vida nuevamente una mano surgió de la tierra removida. Y tras la mano salió un brazo, y luego una persona entera. Con un gesto pausado aquel muerto se puso el negro anillo.

Se puso de pie y se sacudió los restos de tierra que había en su ropa.

- Me veo insufriblemente sucio - dije al mismo tiempo que intentaba eliminar de mi cuerpo los restos de tierra. Era algo extraño, levantarse de tu propia tumba. Recordaba perfectamente mi muerte, sin embargo ahora me sentía fuerte, lleno de vida.

Una orden resonó en mi cabeza. Sabía lo que debía hacer, y dónde debía hacerlo. Sin prestar atención a nada más que una imagen mental comencé a seguir una ruta prefijada. Era extraño, como si de pronto mis pasos me llevaran automáticamente hacia lo que el destino me deparaba.

Las instrucciones recibidas eran exageradas, y estaba seguro de que nunca las habría acatado. Pero por algún motivo me encontraba vacío, carente de emoción. Iba a cumplir con mi misión, porque debía hacerlo.

- Penitenciaría de Iron Heigs, celda 152 - repetía, en un murmullo constante.

Verbena

Maldita sea, estaba encerrada, ¡encerrada! Y ese maldito asesino aún estaba suelto y Dmitri... mi hermano...

Los días se hacían semanas encerrada en aquel cuchitril de mierda. Por suerte había encontrado un buen pasatiempo. Me dedicaba a crear esculturas de hielo de aquél asesino y luego las mutilaba de cualquier manera que se me pasase por la cabeza.

Ahora musmo acaba de decapitar a ua y dejarla impotente. En el suelo había otra sin brazos ni piernas.

Entonces apareció él, ¿como coño se atrevía a venir alli? LLevaba la caja de Dmitri, la dejó allí y se fue.

-¡Eh vuelve aquí jodido monstruo! ¡Deja que te destripe! -grité mientras me lanzaba de cabeza contra la puerta y chocaba contra ella.

Encerrada... Miré la caja que estaba abierta... ¡Abierta! Ese maldito pervertido había rebuscado entre las cosas de mi hermano, no había duda, iba a hacerlo sufrir hasta que me suplicara que lo matara.

Cogí la caja y miré en su interior.

Verbena:

Dentro de la caja habian fotografias con cosas escritas detras, un par de cintas de video y algunas listas, todo recuerdos de vuestra adolescencia. Pero faltaba algo. Aquellos planos tan extraños que Dmitri hacia para crear objetos raros como aquel generador de campos de fuerza y la pistola laser. No habia ninguno, y eso solo podia significar que Superman los habia sacado de ahí... para que no los tuvieras tu.

Dmitri:

Caminaste desde el cementerio de Gotham hasta la Penitenciaría de Iron Heighs. Un viajecito ciertamente largo, pero dada tu condición actual no te importaba demasiado el tiempo.

Solo para entrar ya estaban los vivos tocando las narices. Dos guardias cubiertos completamente con protecciones oscuras custodiaban la entrada. Ambos iban armados con potentes ametralladoras, y por si de caso tenian a mano una pistola situada en el lado derecho de su cintura. Uno de los guradias te apunto con su ametralladora mientras decia:

-Anda, ¿ahora vienen ellos antes de que les capturen? Los superheroes se van a quedar sin trabajo... Las manos en la espalda para que pueda esposarte.

Dimitri

Arqueé una ceja al escuchar a los guardias. Alcé las manos por puro teatro.

- No me esperaba una bienvenida tan cálida. Eso significa que me conocen, ¿verdad? Entonces sabrán que son increíblemente bueno en lo que hago, ¿o no? Miren, vamos a hacerlo fácil - bajé las manos y adopté una pose propia de un orador.

Mi mirada vagó por el vacío, como si me encontrara pensativo. Obviamente ya tenía todo el discurso pensado desde que había visto a los guardias. Pensar tan rápido era genial.

- A ver, podemos hacer esto de dos maneras distintas. Seguramente habrán muchas más, pero así enfatizo qué es lo que creo que pasará. Opción A: Me dais una de esas pistolas tan chulas que tenéis y hacemos esto mucho más limpio. Moriréis rápidamente y todos estaremos contentos.

Carraspeé haciéndome el interesante.

- La Opción B es que no me deis ninguna arma. Entonces yo me veré forzado a hacer pleno uso de mis facultades y destruir seguramente todo lo que encuentre en varios kilómetros a la redonda. Comprenderéis que es una amenaza muy seria. Y aunque muráis los dos sea cual sea el desenlace, ¿no os puede la responsabilidad de la muerte de tantas personas en las cercanías de este lugar?

Debía parecer loco de remate. Quizá pensarían que estaba bromeando. Pero Padre sabe que yo no bromeo nunca.

Pese a que no les podias ver la cara pudiste notar como resoplaban. El guardia de la derecha era completamente verde(voluntad), pero con un pequeño toque de rojo(rabia), mientras que el de la izquierda era mitad verde y mitad rojo. Y era precisamente el que te apuntaba con la ametralladora, el cual no dudo ni un momento en apretar el gatillo. Tres balas se alojaron en tu cabeza destrozandote el craneo, dos fueron al corazón y tres a tu brazo izquierdo. Caíste al suelo.

-¿Pero que haces, idiota?-dijo el de la derecha-. ¿Porque lo has matado?

-Ya sabes como es esta gente, si no ha matado a alguien seguramente lo habria hecho en un futuro.

Tus heridas se curaron en tan solo tres segundos.

Los disparos de la metralleta me sorprendieron, aunque realmente esperaba que me atacasen. Pese al peligro tenía la certeza de que todo estaba bajo control. En efecto, mis heridas sanaron al instante. Ni siquiera esbocé una sonrisa siniestra, simplemente hice una mueca de aburrimiento.

- Vamos, chicos. No hace falta que montemos un espectáculo. ¿Tanto os cuesta aceptar vuestra muerte? Es algo que a todos nos llega.

Ahora sí que sonreí de forma siniestra.

- Podemos dejar pasar lo de los disparos si volvemos a comenzar.

Hice una pausa mientras me alejaba unos pasos y luego volvía a acercarme, como si fuera la primera vez que venía.

- Hola caballeros, soy la Muerte y como no me dejéis una pistola para mataros ahora mismo de una forma limpia y rápida os juro que vuestra mierda de ciudad arderá hasta los cimientos.

Si esta vez no funcionaba los iba a incinerar, de verdad.