[Prólogo] (Alexei Tolstói) Buscando a Seles

Cuando escapaste de casa, huiste lo más lejos que pudiste junto con tu hermana. Con el tiempo decidiste separarte de ella, pues consideraste ser un peligro para su integridad. Por este motivo la dejaste con una gentil familia en el pueblo Caoria, en Remo.

Dos años después, y ya muy lejos de aquel lugar, te arrepentiste de tu decisión. Pero al volver a Caoria, tu hermana ya no estaba. La casa donde vivió estaba cerrada a cal y canto, con el jardín descuidado y la fachada agrietada, cubierta de musgo y enredaderas. El interior no era muy distinto, vacío, abandonado, tan sólo había polvo, desorden y un viejo cuadro sobre la chimenea. Inmediatamente reconociste en él la imagen de tu hermana Seles; una hermosa chica, de cabello largo y ondulado con un suave tono castaño, ojos verdes como esmeraldas, con la piel blanquecina. En el cuadro vestía un palabra de honor blanco, mientras sujetaba un ramo de girasoles. La nostalgia te hizo llorar ante aquella imagen tan familiar, y a la vez tan lejana.

Preguntaste a un vecino por el paradero de la familia que antes ocupaba esa vivienda. El hombre, receloso ante tu pregunta, te explicó: Hace mucho tiempo un forastero entró en la casa, matando a los Geraci y secuestrando a la hija.
Inquietado por aquella noticia, decidiste informarte por todo el pueblo. La única pista que encontraste, fueron las palabras de una anciana: “en Bellafonte están desapareciendo niñas de un modo similar, no sé si eso estará relacionado con tu hermana… pero yo en tu lugar sería el primer sitio por donde empezaría a buscar”.

Con la férrea idea de encontrar a tu hermana, viajaste rumbo a Bellafonte.
Cruzaste Remo hasta llegar a la ciudad de Uzure, alli recuperaste fuerzas y te volviste a poner en marcha inmediatamente.
Ese mismo día te adentraste en el bosque de Mazgo. Se trata un amplio y espeso bosque de robles y abedules, famoso por contener extraños especímenes de plantas. Otra peculiaridad es que ejerce de frontera entre Bellafonte y Remo, siendo cruzado de lado a lado por la línea geográfica que separa los distintos principados.
De oídas se cuenta que muchos refugiados remanos se ocultan en el bosque, huyendo de la guerra contra su país. Y es en lo primero que pensaste cuando conociste a un joven de etnia asher, de unos veinte años, que rondaba por el lugar, y según aparentaba llevaba allí bastante tiempo.
Esa noche, se ofreció a hacerte compañía, ya que en el bosque abundaban las fieras salvajes y era muy peligroso dormirse sin vigilancia.
La noche era intensa, tan sólo la hoguera permitía ver algo más allá de los abedules. Os encontráis el uno enfrente del otro, sentados junto al fuego, mientras cenais os mirais. No sabes nada de él, tan sólo que es sospechosamente generoso y amable contigo.
El joven se presenta:

- Olvidé decirte mi nombre, me llamo Kail ¿y tu?

Un cúmulo de pensamientos se arremolina en mi cabeza, distrayéndome en los muchos recuerdos que tengo de Seles.

Era bajita, de pequeño me burlaba de ella por su estatura. Sus pataletas eran dignas de recordar, se hacía escuchar más que una orquestra entera. Y amaba la música. Pero ella no quería tocar el violín, decía que era muy difícil. No, ella quería cantar. Y lo hacía tan maravillosamente…

Una canción resuena en mi cabeza, interpretada por una suave voz blanca. Pero entonces algo lo estropea todo, la voz de ese chico…

Dejo de soñar despierto, y me fijo en ese tal Kail. Parece buen chico, incluso se ha ofrecido a hacerme compañía esta noche. Sigo cenando con tranquilidad.Es quizá… demasiado generoso…

- Yo me llamo… - vacilo durante unos segundos. No sé si es recomendable revelar mi nombre, cuando podría ser buscado por la Inquisición… Pero odio mentir. – Alex.

Mentir a medias no es tan malo…

- Y cómo es que estás por aquí, ¿Kail? – me aseguro de tener bien pegado a mí el estuche del Stradivarius, junto con el método de violín. ¿Y si es un ladrón? Podría robarme mientras duermo… - Si hay tantas fieras por aquí, ¿no es peligroso? Bueno, yo también he venido por aquí pero… sólo estoy de paso.

Exhibo una pobre sonrisa. Hace tiempo que he perdido la capacidad de sonreír como antaño.

- Por cierto. No sé si estarás enterado… Pero he oído que en Bellafonte están desapareciendo niñas… ¿Tú sabes algo de eso? Me parece un tema muy preocupante… - quizá voy demasiado rápido en mi intento de recolectar información, pero la desesperación me puede.

Acerco las manos a la hoguera, tratando de entrar en calor. Dormir en medio del bosque no me gusta nada, pero hacerlo en compañía me da más seguridad. Miro de reojo a Kail, porque sigo sin fiarme demasiado.

- Vaya, debe ser algo complicado vivir por aquí. Yo creo que no podría hacerlo, – río un poco, liberándome de la tensión que comienza a rodearme – prefiero las camas blandas y unas buenas sábanas con las que protegerme del frío.

Con la intención de que nos conozcamos mejor, y tratar de no dormirme, vuelvo al ataque con otra pregunta. - ¿Y por qué vives en el bosque? – por mi mente cruzan los rumores acerca de los refugiados que habitan el bosque. Quizá sea buena gente, pero la necesidad lleva a hacer cosas desesperadas…

Yo también tenía una gran necesidad…

La cara de Kail se tornó melancolica.

- Es por la guerra contra Remo... me ocultaré aqui hasta que todo termine, ya sea para bien o para mal.

Hubo un silencio incómodo.

- Bueno, ya es tarde, y es menester aprovechar la fría mañana para caminar. Te recomiendo que descanses, yo haré guardia toda la noche.

Agacho la cabeza, a sabiendas de que quizá no ha sido una pregunta muy apropiada, la mía. Durante el corto silencio respiro profundamente.

- Tienes razón. – asiento con la cabeza. Quizá no sea lo más seguro dormir junto a él. Quién sabe, aún me siento algo receloso. Llevar conmigo el Stradivarius me da fuerzas, pero también inseguridad. La posibilidad de perderlo me aterra, mucho… Me tumbo lentamente hacia un lado, abrazando con fuerza el estuche del violín.

Hace frío, pero entre la hoguera y la cálida presencia del Stradivarius consigo entrar en calor. Me siento muy cansado, los ojos se me cierran rápidamente. Trato de no dormirme tan rápido, pero finalmente desisto en un pensamiento último.

Seles…

Tus párpados, como ladrillos, caen con pesadez. No tardas demasiado en quedarte profundamente dormido.
El nombre de Seles siempre ha ocupado, en mayor o menos medida, tu memoria. Pero hoy, al recordarla, más que nunca. Su sonrisa, su voz, su belleza, su amor fraternal, la admiración que sentía hacia ti… son cosas que nunca olvidarás.

Esa noche, tus sueños fueron muy reales: Abriste los ojos en un viejo y olvidado bosque. Te recordaba a los bosques que aparecían en los cuentos de Moth. Donde las ramas eran ásperas y secas, la tierra yerma y fría, el cielo eternamente negro y una tupida niebla que oculta vagamente el suelo por el que caminas.
Hay una senda tenebrosa ante ti. Sin pensarlo, caminas a través de ella.
Cuando llevas un rato caminando, una fútil luz se revela al final del carril, parece la silueta de una persona. Cuanto más te acercas, más nítida es aquella imagen, hasta mostrarse un rostro y un cuerpo perfectamente claro: es tu hermana.
Aunque está muy cambiada. Su rostro es el mismo; conserva sus hermosos ojos verdes, la tez pálida y esas preciosas manos de cristal. Pero su cabello no es castaño, sino blanco, como la niebla que os rodea. Y su cuerpo… algo ha cambiado, es como si fuese mucho más mayor de cómo la recordabas. Pero, sin duda alguna, lo que hacía irreconocible a tu hermana, era su mirada. Ya no había ternura ni admiración a través de esos ojos, tan sólo vacío. Tenía la mirada muerta, como si de una cabeza cortada se tratase. Llevaba un vestido blanco con encajes de seda. Su expresión era seria.

- Estúpido hermano. No has cambiado nada en dos años.

Quisiste hablar, gritar, pero no podías. Era como si tuvieses los labios sellados.

- Por tu culpa Padre murió. Es algo que nunca te perdonaré.

Aquellas palabras golpearon con brutalidad tu corazón. Seles, seria e inexpresiva, continuó:

- Has emprendido un viaje para encontrarme, pero siendo tan patético nunca me alcanzarás. Si quieres que Padre sienta algo de orgullo ante ti, si quieres hacer algo bien en tu vida... deja de buscarme. Pues nunca me encontrarás.

Seles se giró haciendo ademán de irse, entonces añadió:

- Me avergüenzas, estúpido hermano, a veces… me dan ganas de matarte.

Encarnada como la peor de tus pesadillas, tu hermana desapareció, fundiéndose con la neblina y las sombras.
Inmediatamente, y con el corazón disparado, despertaste de tu sueño, en el bosque de Mazgo. A tu lado, la hoguera echa ascuas. Kail no estaba.

Las palabras de mi hermana se clavaron en mi pecho como frío acero. Mi corazón se partió en dos, en un tajo limpio. Durante unos segundos recordé todo lo malo que me había pasado en mi vida. Y no recordé nada peor. Porque esas hirientes palabras no sólo me hicieron daño, sino que aplastaron mi esperanza, y mi convicción. Y mi dolor no tuvo precedentes. Porque creí realmente que, si hubiese podido, habría muerto una y mil veces más.

- ¡¡SELES!! – me reincorporo con el corazón desbocado. Mi grito resuena por el bosque hasta apagarse por completo, acabando en un lastimoso quejido. Llevo la mano hacia mi pecho, y aprieto con fuerza. Ha sido un sueño, pero ha sido tan real…

Respiro agitadamente, tratando de recuperar el aliento. El sudor me recorre todo el cuerpo, y me siento cada vez más inseguro. Porque mi voluntad ya no es lo que era.

Amargas lágrimas recorren mi rostro, en un llanto silencioso, pero muy doloroso. Me da la sensación de haberlo perdido todo, y de no haber tenido nunca nada. La tristeza se acaba convirtiendo en rabia, y golpeo el suelo con el puño. Aprieto la mandíbula con fuerza mientras me desahogo con la tierra.

- ¡No es verdad! ¡No fue culpa mía! – mis palabras se tiñen de rabia y dolor. Pero las de mi hermana siguen presentes en mi corazón. Estúpido, patético, vergonzoso… Los despectivos términos se alojan en lo más profundo de mi ser, arrebatándome las fuerzas de continuar. En silencio, con mi llanto sofocado, me quedo sentado en el suelo, mirando hacia el cielo. Mis ojos se pierden en el infinito azul, ahora vacíos.

Sin mi hermana ya no me quedaba nada…

Pero ni yo mismo conocía mi verdadero potencial. Porque las palabras de mi hermana me aplacaron, pero mi corazón roto consiguió rehacerse. La desesperación se convirtió en esperanza, la rabia en vigor, el sentimiento de pérdida… en fuerza. Mi hermana me había rechazado, pero yo nunca jamás renunciaría a ella. Padre confió en mí, y me transmitió su saber.

No soy una deshonra… no soy una deshonra…

Realmente no sé cómo consigo sobreponerme, pero me levanto con fuerzas renovadas. Y comienzo a prestar atención al mundo que me rodea.

Si te das por vencido, ya habrás fracasado desde el principio.

Veo que Kail no está. - ¿Dónde se habrá metido? – murmuro. Tras eso miro abajo, para ver si el Stradivarius está ahí. Es lo único que me queda, y con él recuperaré a Seles.

Lo juro.

Suspiro aliviado al ver al Stradivarius en su sitio. Cojo el estuche del violín y me lo cuelgo a la espalda. Me aseguro de no dejarme nada, y comienzo a caminar por el bosque, tratando de cruzarlo para llegar a Bellafonte. Pese al horrible sueño no desisto en mi objetivo. Con la manga de la chaqueta me quito el sudor de la frente.

Hace frío… Pienso mientras camino. ¿Qué habrá sido de Kail? Se supone que cuando haces guardia no te vas de pronto. Vuelvo a alzar la cabeza hacia el cielo estrellado, tratando de orientarme. Pero no puedo evitar ver en las estrellas la sonrisa de mi hermana, y contrastada con mi pesadilla, me hace estremecerme.

Me sabe un poco mal irme así. Quizá Kail ha ido a buscar algo. Pero no puedo quedarme ni un segundo más en este bosque. Porque a cada paso que doy comienza a parecerse más al bosque de mi pesadilla. O al menos, en mi imaginación.

Caminaste varias horas entre tinieblas. Reinaba la calma y el silencio, a penas escuchabas algún que otro ruido; el viento silbando en los árboles, el ulular de los búhos, el aullido en la lejanía de algún lobo, y el batir de alas de los murciélagos.
Empezaste a sentir miedo. Aquellos ruidos, aunque comunes, te hacían estar inseguro. Y la intensa noche sin luz, con la luna cerrada, avivaba ese sentimiento de temor.

Haz una tirada de Frialdad. Cada vez estás más tentado a dar media vuelta, y buscar a Kail cerca de la hoguera.

El tenebroso bosque hace que se me ponga la piel de gallina. Realmente comienzo a pensar que no ha sido muy buena idea marcharme de allá. Pero es que quedarme en este bosque me resulta demasiado incómodo para ponerme a pensar en otro inconveniente.

[Tirada de Frialdad -20+73=53]

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A Alexei le pudo el miedo. Temeroso, vuelve por donde habia venido, con la esperanza de encontrarse a Kail de camino a la hoguera.

De pronto, un feroz lobo apareció ante él. Gruñendole, amenazante.
El corazón de Alexei pegó un vuelco. Sabia que los lobos atacaban en manada, y que era seguro que habia varios lobos escondidos, acechando.

Haz una Tirada de Advertir.

El temible lobo, de pelo grisáceo como la ceniza, y unos colmillos como cuchillos, aulló. Estaba preparandose para atacar.

Finalmente el miedo arraiga en mi corazón. A cada paso que doy el bosque se va convirtiendo lentamente en mi sombría pesadilla. Y comienzo a correr, con la esperanza de encontrar una luz que me haga sentir más seguro.

Pero de pronto surge el lobo de entre la espesura. Me detengo de golpe, manteniéndome inmóvil mientras miro con incredulidad al animal. ¿Un lobo? Pero… ¿No atacan en manada? Trato de disimular un estremecimiento, mientras miro de reojo, tratando de ver si hay algo más entre los árboles, instintivamente.

Al aullar del lobo acaba de trastornarme. Si es una manada entera de lobos no tengo nada que hacer… ¿O quizá…? A mi mente llega una visión.

Padre tocaba muy bien el violín. Tocaba tan bien que cuando lo escuchabas te quedabas completamente abstraído, concentrado en su música. Cuando Seles y yo nos peleábamos él simplemente se ponía a interpretar una de sus muchas piezas. Los dos acabábamos sentados, escuchándole con gran atención. Él solía decirlo…

La música amansa a las fieras.

No estoy seguro de cuan descabellado puede ser mi plan. Pero huir de una manada de lobos por el bosque no es un plan que me inspire confianza. Sin hacer movimientos bruscos me descuelgo el violín de la espalda, y entre mis manos comienzo a abrir el estuche. ¿Pero seré lo suficientemente valiente?

[No sé si la idea servirá... Pero hay que intentar lo que sea... xD
Tirada de Advertir: 30+64=94]

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'Dado de 100' : 64

Escrutas las sombras, y aunque no ves nada, podrías jurar que ese lobo no estaba solo.
La bestia, sedienta de sangre, te ataca.

[COMBATE] https://rolporforo.activoforo.com/la-hermandad-del-silencio-f3/combate-1-alexei-tolstoi-buscando-a-seles-t147.htm#2726

Tras golpear a aquel animal, parece que sus congéneres siguieron el consejo de su lesionado compañero, y huyeron con él. No pudiste ver a los otros lobos, pero cuando el animal salió corriendo en dirección opuesta a ti, muchas patas ruidosas le siguieron.

Te has salvado de morir devorado en pleno bosque, sin embargo, tu situación sigue siendo un tanto alarmante. Aunque ahora, por lo menos, has conseguido superar ese miedo que movía tus pasos. Ahora ya puedes decidir con total albedrío.

¿Qué decides hacer?

Me quedo inmóvil durante unos instantes, respirando agitadamente. Lentamente me arrodillo, y guardo el violín y el arco en el estuche. ¿Debería haber golpeado al lobo desde el principio? ¿Merecía la pena intentarlo con música?

Suspiro y cuelgo de nuevo el estuche a mis espaldas. Me he salvado por esta vez, pero nada me asegura que no haya más fieras por aquí. En cierto modo ya no tengo tanto miedo. Pero Kail ha desaparecido, lo que me hace dudar de si volver atrás o no. ¿Y si se había ido un momento? Quedaría muy descortés dejarlo solo, y más cuando se ofreció a hacerme compañía durante la noche.

Decido volver sobre mis pasos hasta los restos de la hoguera. Si Kail no se encuentra aún allí pues simplemente volveré a dar media vuelta para tratar de salir de este horrible bosque.

Volviendo hacia la hoguera, te guias lo mejor que puedes. Sigues el mismo recorrido, volviendo por tus pasos para no perderte.

Haz una tirada de Advertir.

Voy andando por el oscuro bosque, tratando de volver sobre mis pasos sin desviarme. Maldita sea, no tendría que haberme ido de allí… El frío de la noche me hace estremecerme. Trato de taparme bien con la chaqueta para entrar en calor. No me gusta nada el frío, nunca me ha gustado.

- Maldita sea, quién me manda a mí quedarme a dormir en este bosque. – miro a los lados, tratando de orientarme. – Quién tuviera una cama calentita…

En ese instante recuerdo los buenos momentos pasados. Cuando eramos una familia completa. Padre, Madre, Seles... y yo. No sé cómo, pero una ligera calidez comienza a abrigarme, dándome fuerzas para seguir.

[Tirada de Advertir 30+91+85=206 (No es por nada, pero tengo una suerte con las tiradas... xD)]

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'Dado de 100' : 91

Mis ojos parecen adaptarse bien a la noche, haciéndome sentir más seguro.

[Abierta]

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'Dado de 100' : 85

En este caso no son tus ojos quienes merecen protagonismo, sino tus oidos. Entre tanto animal nocturno, y el susurrante viento, pudiste destacar algo... parecía un balbuceo, un sollozo, una queja que se apagaba. Inmediatamente advertiste el origen de aquel débil llanto.
Corriste entre el bosque, bajo tus ojos atónitos, encontraste a Kail agonizando en vísceras y sangre. Boca arriba, con los brazos completamente abiertos, como haciendo una cruz con su cuerpo. Parte de sus entrañanas estaban esparcidas por el suelo, dejando un horripilante rastro de sangre desde su barriga, totalmente abierta y destrozada. Y lo peor de todo... Kail todavía estaba consciente.

Te dieron ganas de vomitar.

Tirada de Frialdad.