[Prólogo] (Alexei Tolstói) Buscando a Seles

Mientras recorro el bosque escucho algo, un balbuceo en la lejanía. Parece… un sollozo. Me alarmo y comienzo a correr en dirección al llanto, que por suerte he conseguido localizar. ¿Y si han atacado a alguien más esos lobos? ¿Y si es… Kail? Durante mi corta carrera voy apartando ramas y tropezando torpemente con los arbustos. Olvido por unos instantes el frío que tanto me molesta, olvido todos los otros problemas.

Cuando llego al lugar del que proviene el sollozo me quedo petrificado. Contengo el aliento y enmudezco completamente. La visión de Kail en ese estado me horroriza, completamente. Mis ojos se detienen en su barriga, incapaces de apartarse, quizá por la impresión. Y cuando me doy cuenta de que todavía sigue consciente… mi corazón se encoge. Una arcada comienza a subirme hacia la garganta.

Kail... amigo...

[Tirada de Frialdad -20+98+37=115]

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'Dado de 100' : 98

La imagen de Kail me atemoriza en gran medida. Pero no puedo evitar pensar que debo tratar de mantener la compostura. Aún está consciente, y no quiero llenar de amargura sus últimos momentos. Porque yo... yo no lo puedo salvar.

[Abierta]

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'Dado de 100' : 37

A pesar de la cruenta escena, Alexei supo controlarse.

- Gggg... amigo... siento... haberte dejado solo... todo ha sido... tan rápido...

Dijo Kail, con la voz debil y cansada, como si le costara respirar.

- Debes irte... o él también te matará a ti. "cof cof"

Tosió un poco de sangre.

Me dejo caer de rodillas junto a Kail. He logrado sobreponerme al miedo, pero ahora las lágrimas amenazan con dejarme en evidencia, como cuando volví al teatro de Padre. No puedo acabar de creerme todo esto. Ha ido tan rápido que es como si no pudiese procesarlo. No es posible…

- Ka-kail… - las palabras me salen con dificultad. Sollozo en silencio durante unos segundos. – Pero… ¿Quién? ¿Quién te ha hecho esto? – me acerco un poco más a él, como si mi mera presencia pudiese darle unos cuantos segundos más de vida.

Sabía que debía irme, pero no podía. Cuando perdí a Padre y a Madre me sentí abatido durante mucho tiempo. Los llegué a dar por muertos. Pero nunca, jamás, había presenciado una muerte. Y nunca habría estado preparado para presenciarla. En ese momento el significado de la pérdida de mis padres se volvió más aterrador. Y me daba miedo.

Pero no puedo tener miedo, no ahora.

Intento averiguar qué es lo que ha pasado. No podría huir y dejar aquí sólo a Kail.

Porque él también tenía una vida, una familia, miedos, deseos, y sueños… Quizá tuviera un mensaje para algún ser querido, una última tarea que hacer… Y yo, entonces, trataría de hacerle una última promesa. Una promesa para poder descansar en paz. Porque no había podido hacer sentir orgulloso a mi propio padre.

- Le llaman... el Búho Negro. Un monstruo, que yace en este... bosque... y que destripa a sus victimas... "cof cof"

Kail se retorcía de dolor.

- Debes huir... corre... sal de este bosque...

Kail, con su último aliento, saco una brújula de su bolsillo, y luego dijo:

- Úsala, sal de aquí... pero antes, hay algo muy... importante "cof cof" que debes saber: El Búho Negro, únicamente ataca a las personas... que... durante la noche... "cof cof" hacen... ruido.
Ve al sureste, no hagas... ruido... y si lo haces... reza para estar lejos... de ese demonio...

Kail no aguantó más, y murió.

Kail, finalmente, muere junto a mí. Se me hace un nudo en la garganta, cierro los ojos con fuerza para no llorar. Sus palabras resuenan en mi cabeza como un eco que se apaga lentamente. Búho Negro…

Con la mano cierro sus párpados, evitando que la vacía mirada de la muerte llegue hacia mí. Una mirada como la de Seles… Me estremezco y me levanto lentamente, sosteniendo la brújula frente a mí. La acerco un poco para verla mejor.

- Sureste… - murmuro, pero entonces vuelvo a enmudecer. No debo hacer ruido. La posibilidad de ser destripado yo también me aterra. No quiero acabar como Kail. No sin antes encontrar a Seles.

La pesadilla vuelve a mi cabeza. ¿De verdad podré encontrarla? No estoy seguro de si ha sido real, o de si ha sido mi imaginación. De lo único de lo que estoy seguro es que quiero salir de este bosque, sea como sea.

Comienzo a caminar, tratando de seguir la dirección sureste, según la brújula. Se me hace amargo tener que dejar el cuerpo de Kail ahí, en esas condiciones. Pero ahora mi prioridad es salir de aquí. Trato de hacer el menor ruido posible a medida que avanzo entre los árboles. Procuro ver bien lo que piso, para no pisar nada que pueda delatar mi posición.

Algún día... Algún día deberé honrar el nombre de Kail. Quizá pueda incluso encontrar a su familia. No saber nada de algún ser querido es muy doloroso.

Yo mismo sentí ese dolor.

Con brújula en mano no tardarás mucho en salir del bosque. Quizá, a un paso moderado y silencioso, hayas salido de Mazgo en cuatro horas. Incluso antes del alba.
Pero conoces el riesgo... ya no te preocupan los lobos, ahora tu enemigo es cien veces más peligroso y más letal.

Haz una tirada de Sigilo para moverte en total silencio por el bosque.

Trato de pasar desapercibido por el bosque. Me espera un largo camino, y no tengo fuerzas precisamente para correr por el bosque, huyendo de un mal que ni siquiera conozco. Mi mente va sacando sus propias conclusiones. ¿Qué aspecto tendrá? ¿Será muy grande? ¿Muy rápido? Vuelve a mí la imagen de Kail, destripado. Debe ser… horrible…

Se me vuelve a hacer un nudo en la garganta mientras camino por el bosque, con gran pesar. Y gran cuidado…

Pero me da la sensación de que nunca olvidaré esto...

[Tirada de Sigilo -20+27=7 (Se me ha acabado la suerte, toca correr... xD)]

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'Dado de 100' : 27

En un descuido, pisas una rama seca que habia en el suelo. El crujido es demasiado fuerte, incrementado además por el mortuorio silencio del bosque.
Te quedas parado unos segundos, esperando alguna reacción a lo lejos, para así poder saber al menos hacia donde debes correr. Pero no se oye nada.

Tus pies te piden que corras, aunque no estás del todo seguro de que sea lo correcto.
Antes, cuando encontraste al lobo, hiciste mucho ruido. El lobo aullo, tú gritaste, se partieron muchas ramas secas, y sin embargo no pasó nada extraordinario. Por un momento, sospechaste de una posible demencia en Kail, y que todo el cuento sobre el Búho Negro fuese una invención suya.
Te sientes confuso y angustiado.

¿Qué decides hacer, continúas en silencio o echas a correr?

Cuando la rama cruje me da la sensación de yo mismo me quedo petrificado ahí donde estoy. Tras unos segundos de intenso silencio agacho la cabeza y respiro hondo, tratando de no hacer más ruido. Comienzo a pensar, de pie, en silencio, en medio del oscuro bosque.

¿Y si lo del Búho Negro no fuera más que un cuento? ¿Una historia que cuentan para asustar a los niños, y que no se metan en el bosque? Hay fieras que pueden atacar a cualquiera. Lo de Kail… lo de Kail podría haberlo hecho cualquier otro animal salvaje. Si lo pensaba fríamente… podría haber perdido la cordura antes de morir. Quizá no vio bien lo que le atacaba y pensó en ese cuento.

Además, esas tonterías de criaturas naturales son solo cuentos de viejas…

¿O no?

Yo mismo soy la prueba de que en este mundo existen fuerzas más allá de lo normal. Bueno, realmente aún no tengo nada de especial, pero lo sé. He conocido el poder que uno mismo puede sacar de su propia alma. El Ki… ¿Pero magia y criaturas sobrenaturales?...

Dudo, dudo mucho. Y mientras me debato interiormente sigo manteniendo el silencio. Finalmente tomo una decisión. No puedo dejarme llevar por mis miedos, no en este bosque, no después de esa horrible pesadilla. Seguiré caminando, tratando de ser más silencioso esta vez. No es que me fíe de las palabras de Kail, es sólo para poder escuchar bien si alguna otra fiera se acerca.

O quizá era que sí que lo creía, y trataba de engañarme a mí mismo para darme seguridad.

De todos modos, sigo caminando, tratando de no perder la compostura, ni de hacer más ruido.

Caminaste un buen rato. Te era difícil calcular el tiempo que había pasado desde el trágico encuentro con Kail pero, más o menos, haría una hora.
La débil luna te mostraba el camino justo para avanzar, la brújula, siempre fiel al norte, guiaba tu rumbo.

Llegaste a una planicie, rodeada completamente por altos abedules. Y justo en el centro, una figura alta, sombría y amorfa te observaba. Tenía dos ojos enormes, redondos y brillantes.
Un escalofrío azotó tu cuerpo. Aquel ser te miraba, sin pestañear, sin moverse ni un solo ápice, pero te estaba mirando. Miraste a los lados, intentando dar un rodeo y evitar la planicie, pero el paso entre abedul y abedul era demasiado estrecho, y eso te arriesgaría a hacer mucho ruido. Siempre puedes volver sobre tus pasos, aunque algo, llámalo un sexto sentido, te decía que no debías darle la espalda a aquella cosa.

¿Qué haces, decides avanzar cautoloso por la planicie, a pesar de aquellos ojos? ¿O das media vuelta, aún a pesar de darle la espalda a lo que quiera que sea eso?

Comienzo a sentirme algo cansado. Por suerte he dormido parte de la noche, como para poder aguantar el trayecto. Cada vez siento más ganas de echar a correr, de salir de una maldita vez del bosque. El silencio, interrumpido por el suave sonido de mis pisadas, se me hace cada vez más incómodo. Como una melodía que no te gusta nada, y quieres acabar de interpretar cuanto antes.

Finalmente llego a esa planicie, y cuando aparto la mirada de la brújula veo a esa criatura amorfa que me observa. Esos ojos… Esos grandes ojos consiguen que me estremezca, y me asuste un poco. Esta situación se me hace tan irreal que incluso podría haber sacado de un cuento de terror. El Búho Negro… El nombre de aquella horrible criatura que ha destripado a Kail recorre mi mente. ¿Será esa cosa? Siento el impulso de irme de allí, pero algo me dice que no debo darle la espalda a esa criatura.

Ciertamente sus ojos grandes que me observan en la oscuridad me recuerdan a un búho. Inmóvil, atento, listo para atacar en cualquier momento. Ataca a quienes hacen ruido.

Me mantengo en silencio, y hago acopio de toda mi fuerza de voluntad para afrontar la situación. Si no hago ruido no tendría por qué atacarme. Pero el sólo hecho de pasar junto a esa criatura no me inspira seguridad precisamente. Finalmente me decido.

Le demostraré a Seles que no soy tan patético…

Realmente no sé por qué pienso eso último. Porque lo de antes ha sido sólo una pesadilla. Pero era tan real…

Doy un paso hacia delante, tratando de que no sea demasiado sonoro. Y luego otro, y otro más. Casi conteniendo la respiración comienzo a avanzar por la planicie, mirando en todo momento esos enormes ojos. Y procurando no hacer ruido, porque me da la sensación que a la mínima esa cosa saltará sobre mí.

Mientras ando por la planicie trato de hacer el menor ruido posible. Y deseo, con todas mis fuerzas, no pisar ninguna otra rama.

[Tirada de Sigilo -20+57=37]

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'Dado de 100' : 57

Alcanzas la dificultad: Fácil (FAC) Te permite moverte con sigilo, pero de un modo muy sencillo y básico. Sigues emitiendo casi el mismo ruido que andando con normalidad, solo que algo más reducido y controlado.


Aquellas esferas doradas te miraban con atención. La criatura movía la cabeza, siguiendo tu paso.
Muy lentamente, y con extremo cuidado, rodeaste a la negra figura, manteniendo siempre un radio de distancia prudencial.
De repente, una voz conocida retumbó en tu cabeza.

- Estúpido hermano. Te dije que dejaras de buscarme, que dieses media vuelta y olvidaras este asunto. Veo que mis palabras cayeron huecas en tus oídos.

Era la voz de tu hermana, hablando como si estuviese dentro de tu cabeza. Al parecer, eras el único que escuchaba aquellas palabras, pues la siniestra criatura que te miraba no reaccionó de ninguna manera ante tales voces.

- Como veo que por las buenas no atiendes a razones, lo haremos por las malas: Ahora mismo tengo tu vida en mi puño, cuando me apetezca puedo estrujar tu cerebro y procurarte un dolor insoportable que, por más que lo intentes evitar, te hará gritar como un descosido. Inmediatamente, el ser que tienes delante te destrozará, y tu patética vida llegará a su fin.
Pero, como soy una buena hermana, te daré una segunda oportunidad… vuelve hacia atrás, sal del bosque en dirección a Remo, y no vuelvas nunca. Olvídate de mi. ¿Y bien, qué harás?

Vuelvo a quedarme quieto, escuchando la voz en mi cabeza. Es su voz, su dulce voz. Miro al suelo, tratando de deshacerme de la incómoda visión que me proporcionan esos enormes y monstruosos ojos.

Estaba en mi habitación, sentado sobre la cama con las piernas recogidas entre mis brazos. En el techo repiqueteaban miles y miles gotas de lluvia. Por la ventana no entraba más que una pálida luz. Era un día triste, porque el cielo lloraba. Yo también me sentía triste, la lluvia me hacía sentir así.

Ella se asomó por la puerta, y me miró con curiosidad. “¿Qué te pasa, hermanito?” preguntó con su vocecilla infantil. “Nada, déjame en paz” respondí con brusquedad. El mal tiempo me ponía de mal humor. Seles simplemente entró en la habitación y se acercó a mi cama. “¿Estás triste, hermanito?” volvió a preguntar. Yo no le dije nada, pero sabía que ella podía saber cómo me sentía. Siempre lo sabía.

No sé por qué, ni cómo se le ocurrió. Simplemente se sentó en la cama y se puso a cantar. Como si, de algún modo, me estuviese consolando.

El recuerdo de mi hermana, alegre, tierna e inocente viene a mi cabeza. Su canción me da fuerzas. Mi determinación aumenta. Y como si hubiese la posibilidad de que pudiera oírme, pienso con todas mis fuerzas, gritando en mi propia mente.

Tienes el aspecto de Seles, tienes su voz. Pero no tienes sus ojos. No tienes su tierna inocencia, ni sus bellas canciones. Eres una mentira. Tratas de alimentarte de mis miedos, y de la pérdida de mi querida hermana. Intentas asustarme, y hacer que pierda la voluntad. Pero desde que perdí el rastro de Seles tomé una nueva determinación. Encontraré a Seles, y tú no me lo impedirás. Porque tú no eres ella, tú no eres lo que busco, tú no eres Seles. Tú no eres mi hermana.

Y ante todo, no te tengo miedo. Porque el amor por mi hermana será siempre más grande que mis temores, más grande que los obstáculos que se me puedan presentar, y más grande que mi propia vida.

Alzo la cabeza con decisión, y miro fijamente a los ojos de la amorfa criatura. El tiempo parece detenerse a mi alrededor, sólo durante unos instantes. Luego sigo andando, con decisión.

No me detendré. Seguiré por ti, Seles.

- Sea pues.


Como no tienes Ver lo Sobrenatural, me salto la tirada de Proyección Psíquica. Haz una tirada de RP, contra una dificultad de 140 RP. (Lo sé, es una tirada chunga... pero es el mínimo).

Comienzo a sentir algo extraño en mi mente. Como si la sentencia de mi supuesta hermana estuviese comenzando a tener efecto. ¿Soy un necio por no retirarme? ¿O es simplemente amor?

[Tirada de RP 40+78=118 (Creo que esto será un adiós...)]

El miembro 'Herrian' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 78

Pierdes dos puntos de INT.

Un insoportable dolor apuñala tu mente. Como si mil clavos ardiendo se clavasen en tu cabeza. Aunque te muerdes la lengua, llegando incluso a sangrar, no puedes evitarlo... necesitas gritar...

Haz una tirada de Res. Dolor.

Me llevo las manos a la cabeza. Siento un intenso dolor que trato de reprimir mordiéndome la lengua. Siento... siento un gran peso sobre mi mente. Me entran ganas de gritar... de gritar de dolor.

[Tirada de Res.Dolor -20+65=45 (Ostras, que fuerte... ¿La pérdida de INT es permanente? :S)]