Desde los sucesos acontecidos en Karh, Erling decide poner pies en polvorosa y se marcha, gracias a su buen amigo Phillippe, a Kaine. Desde allí, es proporcionado por la organización un transporte a Du’Lucart y desde allí toma un zepelín de la Línea de Oro, que cubre la Costa de Comercio.
El viaje transcurre apaciblemente ante el apabullo de Erling, quien contempla la sala VIP anonadado por el confort y el lujo en que está, y la novedad del medio de locomoción.
Allí, conoce a Pagano Rosebud, un peculiar personajillo que viste colores chillones y tiene una forma de expresarse demasiado estrambótica. Tras ellos entra una figura imponente, la misma imagen de la elegancia y el estilo. Se presenta impecablemente como Michael Hyde, el jefe que tenían asignado desde el principio. Nogueval, el lacayo que lo acompaña y gestiona sus tareas, está con él.
Michael Hyde se presenta ante todos ellos y comienza a explicarles bien los detalles de lo que está pasando. Al parecer Promethea montó aquel escándalo para distraer la atención y robar a la familia Steiner un valiosísimo lote de artefactos de Sol Negro y escapar en barco. Ante el riesgo de cisma irreconciliable entre las familias más poderosas de Sol, los Steiner están haciendo acopio de fuerzas y preparando sus planes para hacer frente a este peligro.
El dirigible va a Chaville, en Gabriel, zona de la familia Steiner (en Markusias tienen su principal sede). Al parecer, en Chaville están teniendo ciertos problemas con un hombre y eso es el asunto que les trae a consideración y el que Michael Hyde se dispone a explicar.
Según cuenta Hyde, existe un banquero reconocido, de nombre Rousseau, que alberga en sus secretísimas cámaras de seguridad un valioso botín de Sol Negro. Sin embargo, últimamente parece que no hace ni caso de las peticiones y prerrogativas insistentes de Sol. Ante el miedo a ver qué le ocurre, Sol Negro ha intentado en reiteradas ocasiones dar con él, pero siempre se ha parapetado tras sus fuertes medidas de seguridad.
Como Recuperadores que son, Erling y Pagano (sustituyendo al desaparecido Bran) han de averiguar qué ocurre con Rousseau y recuperar la custodia y el control de los artefactos. Contarán para ello con la ayuda de un mercenario contratado por Sol Negro, de nombre Biggo Montaña, cuya apariencia es tan ruda y basta como eficaz es con el hacha.
Tras explicar y discutir los detalles, cosa que les toma la mayor parte del día, Erling y Pagano empiezan a conocerse algo más y Erling intenta contarle sus oscuros secretos a Pagano. Infructuosa suerte, el personajillo parece más interesado en intentar adaptar la historia de Erling a su lógica –tampoco puede culpársele- que en entenderla de verdad.
El viaje a Chaville por fin termina y llegan a puerto de madrugada. Admirados ante la belleza de la ciudad (profusa en decoración, implecable, y absolutamente discriminatoria con aquellos que no guarden la etiqueta), son conducidos hasta el piso franco que Hyde les ofrece. Desde allí, Nogueval coordinará la operación y les servirá de apoyo logístico.
- Mapa general:
Lujo y ostentación, esas dos palabras definen a la perfección el principado de Gabriel. Chaville es su capital, y una de las ciudades más ricas y lujosas del mundo. Es una gigantesca ciudad portuaria de más de 620.000 habitantes, siendo una de las grandes potencias mercantes de la Costa de Comercio. Al día, en la ciudad, se llevan a cabo centenares de transacciones, que convierten la urbe en una algarabía de ruido y color. En su mercado se puede encontrar prácticamente de todo, aunque por lo general a un elevado coste.
Por otro lado, la arquitectura es ambiciosa y ostentosa, con recargadas florituras en las ventanas, puertas, alféizares y arcos. Las calles acostumbran a estar limpias y organizadas, algo que sus habitantes aprecian por encima de todo. Pues todo aquel viajero o ciudadano que no vista y actúe con elegancia y porte, es convertido en paria automáticamente y las gentes lo miran con asco y desprecio. Por eso, la etiqueta es algo imprescindible en ésta ciudad tan superficial. A pesar de lo desagradables que pueden llegar a ser sus gentes, es indiscutible que la ciudad es hermosa como pocas. Sus edificios, luces y adornos emboban a cualquiera que pise sus calles. De hecho, la ciudad está llena de artistas que buscan la inspiración en tan maravilloso paisaje.- Mapa detallado:
Erling y Pagano comienzan a discutir el plan para abordar la misión. Acuerdan que se disfrazarán (con muy buen resultado) de gente elegante y saldrán a explorar la casa de Rousseau. Así pues se maquillan y disfrazan con toda la elegancia (y hasta petulancia) que pueden conseguir.
Sin embargo, el “pequeño” detalle que se les escapa es que han olvidado disfrazar al basto, rudo y tosco Biggo Montaña. Con su hacha de metro y medio a la espalda y su aspecto de bárbaro recién salido de las montañas, Biggo asusta con su sola presencia a cuantas gentes les admiran. Saliendo del paso, Pagano improvisa unas cabriolas y unas canciones y consigue desviar la atención del público haciéndolos pasar a todos por artistas cirquenses disfrazados.
Camuflado el alboroto público, lo primero que hacen es disfrazar a Biggo y hacerle pasar, si no por limpio, al menos por pasable. Enfundan su hacha en un enorme estuche de contrabajo y continúan su misión.
La mansión de Rousseau roza el término de “palacio” y es inmensa. Erling deduce que debe haber en torno a unos diez guardias custodiando sólo la parte visible de la casa. Además parecen guardias bien entrenados y profesionales. Erling memoriza sus caras por si luego pudiera servirles de utilidad.
Tras escuchar a un par de nobles cerca de la mansión hablar de moda, Pagano se acerca a ellos y logra hacerse pasar por un admirador que está intentando hacerse un hueco en el mundo de la aristocracia. Adulándolos, consigue deducir que hay un baile de máscaras de forma periódica y que todo el mundo entra con una máscara puesta. Al parecer, esta ceremonia se celebra cada dieciocho días por capricho del noble, y existe una motivación añadida que aporta todo el interés de los demás para ir: cada fiesta, Rousseau elige una máscara que le guste –ya que las colecciona-. Por esta máscara, pagará a su propietario el doble. Debido a ello, muchos nobles se animan sobremanera a invertir ciertas sumas de dinero en máscaras caras ya que desean optar a tan preciado premio.
Durante esta maniobra, un raterillo de tres al cuarto, un crío de unos doce años, intenta hacer ademán de meter sus manos ladronzuelas en los bolsillos de Erling. Anticipándose de forma espectacular al crío, Erling confecciona una trampa con una habilidad digna de leyenda utilizando su bolsa mágica infinita. De tal suerte, que todo ocurre aún más espectacularmente de lo previsto: Al meter su mano, ¡el crío queda
atrapado dentro de la Bolsa Mágica*!
*Pese a ser una criatura Natural, decidimos aplicarle las reglas de una criatura Atada.
Así las cosas, vuelven al piso franco y comienzan a trazar su plan: piden a Nogueval que les consiga unas máscaras decentes y planean acudir al baile de máscaras que se celebra esa misma noche en la mansión de Rousseau.
Están ultimando los preparativos del plan cuando Erling pierde el control de sus almas y el poderoso demonio que lleva dentro se desata. Destroza la casa, a Biggo Montaña, y casi alcanza a Pagano, que logra esquivarle dando un brinco hasta el tejado, y huye. Después de un rato, al volver a la escena, todo está destrozado y hecho polvo. Erling está inconsciente y tendido en el suelo, y todo encharcado de sangre.
Gracias a una información privada recibida de antemano, Pagano no se lo piensa: agarra a Erling del cuello y se dispone a examinarlo en busca de algún indicio que le dé una pista de lo ocurrido. Sus conocimientos sobre entes sobrenaturales se le disparan por culpa de traumas anteriores: Pagano se convence de que ese ente llamado Erling es la Muerte en persona y que cada segundo que esté en el mundo, es un segundo de pecado contra la vida. Sin dudar, y debido a que Erling adolece de un sueño demasiado profundo para poder reaccionar, Pagano saca su Gatoarma y destroza la cabeza de Erling de cuello para arriba exterminando así el que –cree- es un demonio del mal.
Sin embargo, la muerte de Erling provoca tumultuosos cambios en su ya tramsigrado e inestable equilibrio. Las almas, acostumbradas a la transmigración de cuerpos, se aferran a la vida ante el reclamo del flujo. Por una increíble casualidad del destino, resulta que justo tenían en contacto el cuerpo del raterillo atrapado en la Bolsa Infinita. Aferrándose a esta esperanza, todas las almas de Erling se trasladan al cuerpo del niño. La Bolsa Infinita estalla y, tras súbitos y espeluznantes momentos de dolor y agonía, Erling renace como el niño que de casualidad atrapó.
El shock es tremendo para Pagano, que se queda atónito en el sitio. Tras calmarse, el nuevo Erling guarda su espada y es Nogueval, bajo su máscara fría e impasible, quien le convence para retomar la misión a pesar del horrible trauma acontecido.
Así, la situación se calma y tras una buena noche de descanso, por la mañana las cosas retornan un poco a la normalidad. Durante ese día, Erling pasa el día preparando las máscaras que Nogueval les dejó y se concentra en crear una máscara especial –que se tira toda la tarde elaborando- es una máscara +15 de altísima calidad. Erling decide que se pondrá un buen traje y unas botas que lo hagan ligeramente más alto. Hablará, también, con la voz más grave y espera camuflarse un poco.
Disfrazados y elegantes, ambos se infiltran en la fastuosa fiesta. La música de vals, los invitados enmascarados, el vino y la comida, todo guarda una perfecta armonía y decoro como gustan los gabrielenses. Pese a la ostentación y el lujo, es inevitable el reconocer la belleza del escenario. Los músicos comienzan a tocar y todo se vuelve cada vez más animado y la escena social se anima. Uno de los juegos favoritos de la alta sociedad es jugar a reconocerse entre sí, y parece que triunfa como siempre.
Erling se para y junto con Pagano, intenta detectar el Ki de los presentes. Además de los soldados y algún que otro noble especialmente destacado, no encuentran a nadie que les llame la atención. Deciden dividirse las tareas. Erling susurra a Pagano: “Haz de niño bueno, que yo haré de monstruo”. Pagano lo observa sin comprender.
Tras un lapso de tiempo, hace una entrada triunfal Marcel Rousseau. Baja por la escalera con un atuendo elaboradísimo que deja boquiabiertos a los asistentes. Obeso y arrogante, Rousseau está sin embargo impecablemente vestido y disfrazado. Da una charla de bienvenida a todos y la fiesta se anima mucho más.
No pasa mucho tiempo antes de que Rousseau se acerque a Erling y alabe su máscara delante de todos. Rousseau hace el silencio y todos, incluso los soldados, miran durante unos momentos al noble mientras lo alaba. Aprovechando el despiste, Pagano se infiltra en el resto de la casa dando una voltereta hasta el segundo piso. El objetivo es conseguir llegar hasta Rousseau a solas o bien hasta algún tipo de indicio o información que les dé una pista de qué está pasando.
Abre la única habitación cerrada con llave por el pasillo, y llega hasta el despacho de alguien (¿posiblemente Rousseau? En ese momento, no lo sabe). Husmeando, vuelve a encontrar un cerrojo en uno de los cajones, que con cierta maña, logra abrir. Encuentra una carta dentro que examina detenidamente antes de volverlo a dejar todo como estaba.
En la carta, previamente abierta, se narran los tratos de un tal René Facet y otro señor Mercroix que al parecer han estado trazando un plan. El plan parece consistir en secuestrar a Marcel Rousseau y parece ser que esto les proporcionará una inmensa suma de dinero a todos, amén de otros beneficios.
Mientras tanto, Erling se escabulle de la fiesta y, en unos servicios, intenta convocar los espíritus de los antiguos Recuperadores de Sol Negro que habían fallecido en las inmedianías, precisamente para averiguar más información. Lo consigue con facilidad, y los espíritus le aconsejan que se cuide del “hombre de las tres caras”. Inmediatamente, Erling piensa en Rousseau. Una máscara es su propia cara, la otra es la que está llevando… ¿pero y la tercera? Deja el misterio en el aire para reunirse con Pagano, quien le informa de la carta y lo que contenía.
Después, la noche comienza a decaer y volverse cada vez más caótica. Mientras Erling se queda hablando con todos y haciéndose destacar, Pagano aprovecha para escabullirse de la fiesta por los tejados y llegar hasta el piso franco. Tiene un incidente antes, cuando se tropieza y cae sobre un matón, pero logra no hacerse ni un rasguño (no así el otro) y se marcha brincando antes de que el tipo le agreda. Una vez informado Nogueval, Pagano vuelve a la fiesta.
Cuando llega, Rousseau vuelve a pedir silencio: ya tiene ganador. Se tratará de Erling, por supuesto. Se lo lleva a despacho a él y a Pagano (bajo el pretexto de haber sido el artesano). Una vez allí negocian un precio: aproximadamente unas 1000 MO. Contento por su nueva adquisición, Rousseau le pide a su escolta (una mujer fuerte, de Ki elevado, y presencia hostil y profesional) que salga fuera para buscarle el dinero. Pagano y Erling no pierden el tiempo: cierran la puerta mientras Erling trata de intimidarlo para obligarlo a que coopere. Pero las cosas salen mal, y Rousseau no sólo no se intimida sino que monta en cólera. Comienza a lanzar voces estridentes y a golpear a puñetazos su mesa. Obligados a pasar a la acción, deciden emplear la fuerza.
Pagano apresa completamente a Rousseau. La idea es sacarlo de allí e interrogarlo. Aprovechando una técnica de Ki, logra teletransportarse al tejado junto con Rousseau y desde allí saltar al tejado de enfrente. Erling se lanza por la ventana y aterriza en el suelo, y los sigue desde allí.
Pagano aprovecha su agilidad para ir de tejado en tejado, pero sucede lo impensable: una flecha muy bien apuntada perfora su cráneo causándole una herida letal. Violentamente, cae al tejado mientras Rousseau rueda fuera de sus brazos hasta el borde y se desploma en una caída de unos diez metros hasta el suelo. Milagrosamente logra levantarse a duras penas y ponerse en pie, parece que su caída no fue especialmente aparatosa y alcanza a huir. Erling enfrenta la situación cuando la guardaespaldas se para delante de él. Erling y ella intercambian unos cuantos golpes, pero el combate pinta bastante mal. Intenta negociar, pero las cosas no van bien y continúan combatiendo. La guardaespaldas ejecuta entonces una técnica de Ki que la hace teletransportarse en su cara y dejarlo inconsciente de un golpe luminoso. La calle está bien iluminada y el cuerpo de Erling, un niño, está tendido allí. Sin embargo, la guardaespaldas es una profesional y acaba el trabajo: con un corte limpio de su arma degolla el cuello de Erling que fallece al instante. No hay transmigración esta vez.
Pagano, sin embargo, sigue en los tejados. Está completamente inconsciente y desangrándose. Está tan oculto, que las horas pasan en una agonía de dolor hasta que, antes del alba, muere.
Ambos cuerpos yacen un tiempo en las calles de Chaville, donde han terminado sus días. Gracias a la información acumulada, para Sol Negro sin embargo la misión ha sido parcialmente completada, aunque no del todo. Son días tristes en Chaville.
*FIN*
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