"La felicidad es la certeza de no sentirse perdido" Jorge Bucay [La Prueba, Jorge]

Te encontrabas en la antesala del despacho del Rector, en Cadeus. Tu mente divagaba mientras esperabas y te mirabas al espejo. Habías cambiado. Los últimos dos años habían sido largos.

Habías cambiado en estatura y en cuerpo, te habías hecho un hombre. Y tu cara marcaba las actividades de tus dos últimos años, como atestiguaba la cicatriz que cruzaba verticalmente tu ojo. A veces incluso mediante métodos pacíficos había que recurrir a "negociaciones agresivas".

Una mano se posó en tu hombro. Detrás de ti se encontraba el Inquisidor Randell. Solamente musitó un: "es la hora", tras lo cual te dejó, para que entrases en el despacho.

Allí todo seguía igual que aquella fatídica madrugada en la que os habían dado algunas explicaciones sobre lo ocurrido la noche de Navidad. El sol del amanecer entraba por las ventanas que había tras la silla del Rector, y tras ellas, en el jardín, unos niños daban una clase de herbolaria con la profesora Crescent.

Pero algo llamó tu atención más que aquello. Frente a ti había dos personas. Sentado en su sillo, impasible pese a su edad, el Rector, cuya piel color azabache contrastaba con su cabello blanco, y un hombre que debía encontrarse en la treitena, a pesar de que sus ojos le daban un aspecto atemporal. Tardaste unos segundos en darte cuenta de quien era. Era el Supremo Inquisidor Romeo Exxet. Nunca lo habías visto en persona, pero su dorada armadura y el arma que portaba a la espalda, el Legislador Jared, te lo indicaron.

Tras unos segundos de miradas entre los tres, Romeo habló.
Se nos ha informado de que es posible que en Bendeck se haya desarrollado una secta oscura con conocimientos mágicos que trata de ganar poder en la ciudad. Una pausa. Obviamente aquello era importante. Dado que Bnedeck es la ciudad más grande de Kanon, generalmente se asignaría un grupo entero de inquisidores a tal investigación, pero ciertas operaciones están ocupando a todos los nuestros. Dado que el Inquisidor Mewt nos ha... Hablado muy bien de tus habilidades, creemos que tienes lo que hace falta para investigar a la secta por tu cuenta y eliminarla. Sin embargo no tomes riesgos innecesarios y trata de que el asunto mantenga un perfil largo. No podemos permitir el riesgo a que la población sea contaminada.

Tras las palabras del Supremo Inquisidor, el Rector saca una bolsa del escritorio.
Toma, aquí tienes un pasaje para el barco al continente así como 75 Coronas de Oro para cubrir gastos. No dudes en recurrir al soborno si es necesario, pero no malgastes el dinero. Si tienes alguna petición de equipo antes de marchar, ve a hablar con Maestro. Debe de estar en las cuadras. Demuestra lo que vales, y tal vez tengas lo que hay que tener para blandir tu propio Legislador.

Tras esto el Rector te hace un gesto con la mano y sales fuera de la sala tras coger la bolsa. Tu Prueba espera.

Durante todo aquel tiempo habíamos carecido de tiempo libre para poder prepararnos como es debido. Y también a Shelinne, la cual casi había alcanzado el tamaño de un huargo, motivo por el cual tuvo que quedarse fuera de Cadeus. No representaba peligro alguno para los niños, pero preferían tomar todas las precauciones necesarias. Bastante tenían ya con las muertes que provocaba el adiestramiento en si.

Permanecí esperando esperando en la antesala, hasta que el Inquisidor Randell posó su mano sobre mi hombro para avisarme. Me levanté y, sin girarme, le dije:

-Gracias por todo.

Abri la puerta del despacho del rector, el cual no parecía haber cambiado en absoluto. A su lado estaba el Supremo Inquisidor Romeo Exxet. Era todo un honor el mero hecho de estar en su presencia.

Romeo me informo de la misión que sería mi prueba. Sinceramente, había algo que no cuadraba. Me estaban pidiendo que yo, que todavía no era un inquisidor, cumpla una misión que normalmente se asignaría a un grupo de inquisidores. Mewt debía haber exagerado mucho, pero aun así la fe que habían dipositado en mi era enorme.

El Rector me informó de los medios de que disponía. Todo estaba preparado para mi marcha, así que me levanté e hicé una ligera reverencia.

-Agradezco la confianza que depositan en mi al encomendarme esta misión, y prometo no defraudar esa confianza.

Me giré, recogí la bolsa y fui hacia los establos para pedirle a Maestro el equipo. El libro que solicité la ultima vez que salí de Cadeus ya estaba lleno, así que le pedí otro, al igual que mas material de escritura. Le pedí además diversas mudas de ropa, para poder mezclarme con todos los estratos de la sociedad, desde la clase alta a la clase baja. Y también tres fragmentos de cuerda de unos diez metros cada uno, nunca se sabía cuando podrían ser útiles, amén de un candil y una piedra de afilar.

En cuanto me lo dió todo, se lo agradecí y salí de Cadeus. A la salida me estaba esperando Shelinne. Le acaricié la cabeza y me dirigí hacia el puerto dónde me esperaba el barco que me llevaría al continente. Todo empezaba realmente aquí. Ahora debía demostrar lo que valía por mi mismo, sin la ayuda de mis compañeros ni la de un instructor.

Maestro no tardó en reconocerte. Te dio lo que habías pedido y te deseó suerte. Dios sabía que tenías lo que hay que tener.

El viaje no fue largo. Al menos, no demasiado. Como tenías que dirigirte directamente a Kanon, no paraste nada más que para dormir, aunque en la frontera Imperio-Azur estuviste a punto de tener problemas. La situación no había hecho más que volverse más y más tensa con los años.

Por fin llegaste a la ciudad tras varias semanas de viaje. Ahora tocaba la parte complicada. Encontrar un lugar para alojarte e investigar.

Antes de llegar a Bendeck se cambió de ropa y guardó la gabardina que le había hecho Jarvan. Tenía que pasar desapercibido, y llevando un gatosombra como Shelinne consigo, había pocas formas de disimularlo. Si alguien preguntaba, ya tenía inventada una historia. Simplemente se puso ropa de clase media. No había que ir desperdiciando el dinero.

Tras ello, entró en la ciudad y deambuló por las calles, con ritmo pausado y tranquilo y con Shelinne a su lado. De vez en cuando le acariciaba la cabeza para dar a entender a la población que no era peligrosa.

Buscó una posada normalita en la que aceptaran la entrada de Shelinne, aunque supuso que eso no iba a resultar barato ni fácil.

Tras un rato buscando, te das cuenta de que dentro de las murallas no va a haber ningún sitio donde puedas dormir, así que comienzas a buscar en las posadas de las afueras.

Cuando está a punto de anochecer, por fin consigues convencer a una pareja que tiene una posada en las afueras de que te dejen hospedarte allí. El precio es doble, por llevar una montura, pero además vas a tener que depositar una fianza por la "peligrosidad" de Shelinne. En total, 2 Coronas de Oro al día, la mitad de los cuáles te devolverán si no ha habido problemas.

la posada es pequeña con muy pocas habitaciones, y a parte de dos o tres parroquianos bebiendo, sólo están los dueños, sus dos hijas pequeñas de 10 y 6 años y los perros del dueño. La posada se encuentra cerca de las puertas de la muralla, y no deberías tardar demasiado en llegar al centro de la ciudad. Ahora es cuestión de investigar.

Realmente era una buena oferta, así que no podía negarse. Seguramente tampoco encontraría nada mejor, así que teniendo ya un sitio donde dormir, entró en la ciudad. Si los dueños preguntaban, les diría que tenía asuntos que resolver antes de dormir.

Una vez dentro de la ciudad, busqué alguna taberna normalita con algo de ambiente. A esas horas la gente ya debía empezar a emborracharse, y entre tanta gente nadie me recordaría. Solo tenía que acercarme a alguien cualquiera y preguntarle por rumores recientes. Después repetiría eso con otras dos personas, mas resultaría sospechoso.

La verdad es que los rumores no eran una fuente de información muy fiable, pero siempre útil y bastante extensa. Al día siguiente ya buscaría mejor información.

Te colocaste y empezaste a escuchar lo que decía la gente. Te costó un rato, pero escuchaste bastantes cosas interesantes. La primera era que había un mercado negro nocturno que cambiaba de ubicación todas las noches y donde se vendían mercancías extrañas, ilegales y secretos. La segunda era que en los últimos días habían habido un par de asesinatos extraños de miembros de la baja nobleza. De hecho uno de ellos había sido la madrugada pasada y la guardia estaba retirando el cuerpo.

Una información bastante interesante. Al día siguiente haría mas preguntas, pero ya se estaba haciendo tarde. Después de cenar volví a la posada para ir a dormir. Aun estaba algo cansado del viaje.

Ademas, tampoco tenía que tomarmelo con mucha prisa. La secta podría sospechar de mis acciones. Y por el mismo motivo, Shelinne debía permanecer en la posada.

Amanecía la mañana siguiente. Y amanecía algo alborotada, con muchos gritos por la calle. Según el posadero, habían encontrado un cadáver apuñalado en un callejón. La gente estaba algo inquienta en la calle, y la guardia era incapaz de encontrar de encontrar al asesino.

Otro asesinato. Y teniendo en cuenta la información que había recibido el día anterior, seguramente debía tratarse de alguien de la baja nobleza, pero no estaba de mas cerciorarse, así que le preguntó al posadero. Tras obtener una respuesta, se pasó por el establo para acariciar a Shelinne.

Después fui hacia la ciudad para seguir con la investigación. Si encontraba el lugar del asesinato, me pararía a hacer preguntas a la guardia.

Llegaste al lugar donde se había producido el asesinato. Aún estaban retirando el cuerpo, pero la guardia no dejaba a nadie acercarse, y por las caras no parecía que fuesen a responder a muchas preguntas. Parecía que la población estaba agitada y los guardias se estaban llevando unas reprimendas muy evidentes por dejar campar a un asesino a sus anchas.

No perdía nada por intentarlo, así que a cada guardia que pillaba intentaba detenerlo para preguntarle, hasta haber obtenido respuestas. O hasta que uno se cabreara demasiado. ¿Quien era la victima? ¿Como habían muerto todos aquellos nobles? ¿Los cadáveres tenían algún tipo de marca? Y si así fuera, ¿cuál? Si no conseguía respuestas, preguntaría al gentío que se agolpaba, obviando la última pregunta.

Tras ello, fuí paseando por la ciudad hasta la hora de comer, tras lo cual volví a la posada.

Aunque no conseguiste enterarte de primera mano, lograste conseguir algunos datos de la gente que había logrado hablar con los guardias. En algunos casos era información que tal vez debería ser tomada con preocupación, pero al menos había cuatro datos en los que todos estaban de acuerdo.

La víctima era un noble menor, un tipo con bastante dinero, pero poco prestigio y sin familia.
La víctima se había distanciado de sus amigos desde hacía un mes.
Había muerto por una única cuchillada al corazón. El arma pasó entre dos costillas y no hay signos de lucha.
Todas las víctimas habían hecho compras excéntricas en el mes anterior a su muerte.

Mas información interesante, pero ahora tocaba ir a comer. Volvió a la posada y se comió aquello que le pusieran en el plato. Agradeció amablemente la comida a los dueños y se metió en su habitación. Allí sacó su libro en blanco y empezó a realizar varias anotaciones.

Misión de Bendeck (La prueba)
Información obtenida.
1. Mercado negro sobrenatural. Su localización cambia cada día. (rumor)
2. Serie de asesinatos entre la baja nobleza.
-Todas las víctimas hicieron compras excéntricas un mes antes de su muerte.
-Última víctima: sin familia, distanciado de sus amigos desde hace un mes. Causa de la muerte: cuchillada entre las costillas. No se aprecian signos de lucha.

Esperó a que la tinta se secara y cerro el libro. Salió de la posada para volver a entrar en la ciudad, y esta vez se dirigió a la Catedral del Dragón. No esperaba poder hablar con el obispo en persona, sino con cualquier persona que estuviera dispuesta a ello. En parte lo hacía por la investigación, y en parte por turismo y placer.

En la Catedral, como ya esperabas, no te recibió el Obispo, sino uno de los sacerdotes. El hombre, ya entrado en los cincuenta años, parecía muy preocupado por los asesinatos, y compartía con sus compañeros de oficio el temor de que algún tipo de secta estuviese detrás de todo.

Sin embargo no parecía tener mucha información útil excepto por un hecho muy concreto. Todas las víctimas solían ir a misa a la Catedral, pues eran todos nobles o burgueses de dinero, y durante el mes o así antes de su muerte, parecían extrañamente felices y generosos, incluso aquellos que solían ser más gruñones o tacaños.

Tal vez fuera cosa de la secta a por la que lo habían enviado. Le preguntó al sacerdote si alguien mas se estaba comportando de esa manera, pero resultó no haberse fijado. Le pidió que si se daba cuenta de alguien que se comportaba así se lo comunicara lo antes posible y, tras admirar la catedral, volvió al exterior.

La noche parecía acercarse, así que decidí volver a la posada para cenar y descansar. Aquella noche saldría a los barrios bajos, junto a Shelinne.

Hazme una tirada de Callejeo, otra de Buscar y otra de Advertir. Puedes tirar también el Advertir y buscar de Shelinne. Según los resultados, editaré el post.

Moviéndote por los barrios bajos, fuiste por muchas callejuelas vacías. Era una noche oscura, y las nubes ocultaban la Luna. Estuviste unas dos horas moviendote antes de darte cuenta de que alguien te seguía.

Shelinne también se había dado cuenta y olisqueaba el aire cada poco rato, mirando a un lado y a otro. No tardaste en darte cuenta de que eran 4 las figuras que te seguían. O al menos al principio pensaste que te seguían, pero acabaste dandote cuenta de que no era exactamente eso.

No muy lejos de ti, en la dirección a la que te movías, había un hombre andando, tapandose completamente con un manto y andando con cuidado de no hacer ruido. Y aquellos hombres que iban detrás tuyo no iban siguiendote a ti, sino viendo que por los lugares donde había pasado el otro hombre no hubiera nadie. Ni siquiera se habían fijado en ti, pues ibas algo más adelantado y las sombras os cubrían a ti y a Shelinne.

Estabas, en cierto modo, atrapado entre aquel hombre y los cuatro que le seguían asegurando el camino por detrás.

Jorge acarició la cabeza de Shelinne.

- Buena chica - le susurró.

No parecían haberse dado cuenta de su presencia, y pensó que tal vez podría aprovecharlo. Aquello podría serle útil. Quizás estuvieran conectados con el mercado negro que cambiaba de localización cada noche. O quizás con la secta. Aquel hombre podría ser la siguiente víctima. Tantas posibilidades, y solo una forma de confirmarlas.

Jorge permaneció igual que hasta ese momento. Se encontraba en una situación privilegiada y a la vez desventajosa, pero en caso de contienda no tendría muchas dificultades si no apareciera nadie mas. Solo era cuestión de tiempo encontrar algo útil.

Durante algún tiempo, lograste avanzar entre ambos grupos. Avanzabas despacio y con cuidado, teniendo precaución de no tirar nada.

Al cabo de diez minutos, llegastéis a una plazoleta. En ella, el hombre le entregó algo en mano a una persona también tapada con un manto. Y segundos después viste como caía al suelo. Tan sólo escuchaste al hombre decir unas palabras entre toses de sangre.

Yo... Te quería...

Fue en ese momento cuando se acabó tu suerte. Una voz detrás tuya, de un hombre. Los que iban detrás te habían visto. Y aquella figura que había matado a quien perseguías salió corriendo mientras hablaba.

¡Cogedle! decía, con una voz seca ¡Debe morir!

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Tira turno por ti y por Shelinne en el tema que voy a abrir.

Shelinne captó el rastro de la figura. Tras unos pocos minutos, llegastéis a un callejón sin salida. Allí estaba la figura. No tenía escapatoria. Se giró hacia ti y se quitó la capucha.

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Y en ese momento tu corazón se paró. No podías creerlo. No querías creerlo. Pero quien se encontraba frente a ti era una figura conocida. Una figura de piel oscura y cabellos blancos.

Era Hansa.

¡Aléjate de mí!

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Xerakiel

Las garras de Shelinne arrancaron piel, carne y hueso, matando al instante al mercenario. Y aquello hizo que los demás sintieran tanto miedo que salieron huyendo. Aquel fue su mayor error.

No los maté. No se merecían algo tan bueno como su compañero. Simplemente los dejé agonizando. Le dí una sacudida a la espada para eliminar el exceso de sangre y limpié lo que quedaba con la ropa del muerto.

Volví hacia el escenario del crimen. El cadáver estaba en el suelo, tal como había caído. Su asesino no podía estar lejos.

- Vamos, Shelinne, busca.

Shelinne, obediente, encontró un rastro que seguir, ganandose así las golosinas que tenía pensado comprarle. Me llevo de frente al asesino, el cual se quitó la capucha. Quien se escondía tras ella me hizo perder mi poder.

Jorge

Lamenté profundamente la muerte de aquellos mercenarios. Nadie salvo aquellos que traicionan a Dios merece la muerte, pero él no parecía entenderlo así. El combate le había dado fuerzas, y no pude recuperar el control. O al menos así fue hasta que ella se quitó la capucha.

- Por favor, no... Cualquiera menos tú...

Mi corazón dio un vuelco. Las lagrimas brotaron de mis mejillas. Era culpa mía. No la protegí, y por ello había ocurrido esto. Era mi castigo por nuestros pecados.

- ¿Por qué? ¿Por qué? ¡¿POR QUÉ?! - terminé gritando.

Caí de rodillas.

- Por qué...

Y todo se desvaneció.

Xerakiel

- ¡Inútil!

Me levanté. El débil de Jorge ni tan siquiera se había dado cuenta de que Shelinne le estaba bufando a esa "Hansa". Apunté con el filo de mi espada en su dirección.

- No se quien eres, pero pagarás por la imágen que has robado.

La farsante, asustada, se encogió en una esquina. Gruñí.

- ¡Mírame a los ojos! ¡Enseñame tu verdadero rostro, mal bicho! ¡Hazlo y quizás te perdone la vida!

La figura estaba realmente aterrada. Y era obvio que a Shelinne no le gustaba nada. Los siguientes segundos fueron muy tensos. Finalmente, sin embargo, el desenlace fue... extraño.

La figura se lanzó contra ti. Shelinne se lanzó contra aquella persona con el rostro de Hansa, y al final ella acabó ensartada en tu espada.

Viste como al quedar ensartada el rostro de Hansa se recubría de grietas, y al final cayó, como si fuera una máscara de barro. Bajo ésta, el rostro de una mujer anciana.

De sus manos cayó un libro, que recogiste y leíste más por curiosidad que por otra cosa. Parecía que habías solucionado el problema.

Era el diario de la mujer. Aquella mujer estaba usando la máscara, que mostraba a cada uno a la persona a la que más quería, para usar a los nobles para conseguir todo lo que necesitaba para un ritual de invocación. Una y otra vez la misma historia. Tal y como te había dicho Mewt, a veces la humanidad se metía donde no la llamaban.

Comenzaba a chispear. Lo notaste porque las hojas del libro comenzaron a empaparse. Tal vez era hora de volver a Cadeus, pero al recordar la cara de Hansa al ensartarle la espada algo en ti te decía que debías esperar a recuperar la compostura.

Xerakiel

- Tsk. ¿Eso es todo? ¿Una maldita vieja con un libro?

La lluvia empezó a caer. Cerré el libro y lo guardé en mi bolsa. Acaricié a Shelinne detrás de las orejas y volví a la posada. Ya estaba cansado. Bostecé y me fuí a dormir.

Jorge

Me levanté y bajé para desayunar y pagarle al posadero lo que le debía del día anterior. Agradecí la comida y volví al pueblo. Aun tenía que asegurarme de que la anciana era la única que estaba tras ello.

Tras confirmarlo, esquivando los problemas con las autoridades si se daba el caso. Sabía que no había matado a Hansa, pero la imágen aun permanecía viva en mi memora. Pero habían asuntos mas importantes que resolver. Tenía que volver a Cadeus.

Lo lograste comprobar. Aún te seguía pareciendo rarísimo. Una anciana era la gran mente detrás de todo. Te parecía una broma de mal gusto. Al final acabaste por volver a Cadeus.

Una vez allí, el Rector y Romeo te recibieron en el despacho del primero, y te interrogaron sobre tu Prueba. Lo contaste todo. Pero te guardaste lo de la cara de Hansa. Aquello era muy privado. Tras eso les entregaste el libro.

Romeo confirmó que les podía ser útil, y te enviaron a descansar, hasta que recibiste una carta.

Veredicto: