"Es mejor viajar lleno de esperanza que llegar" Proverbio japonés [La Prueba, Jarvan]

Tras dos años con la Inquisidora Jade, por fin volvías a Cadeus. Habían sido dos años muy largos, y aunque habías cambiado bastante, seguías siendo el mismo en algunos sentidos.

Tu maestra te había hecho pasar al despacho del Rector a recibir las órdenes para tu prueba. Al entrar en el despacho viste que seguía igual. De las paredes colgaban varias espadas de excelente manufactura, y en una caja de cristal, un Legislador, con forma de estoque.

El anciano Rector te miraba, sus ojos azules resaltando en su piel oscura. Junto a él, una figura que inspiraba excelencia y poder. El Supremo Inquisidor Romeo Exxet. Cuando te acercaste, el Inquisidor Supremo habló.

Hace cinco días el Cardenal Carmelo Serrano, tras haber sido elegido para transportar una reliquia desde unas ruinas en Kushistán hasta Albidión, desapareció junto a su escolta de cinco guardas eclesiásticos y un inquisidor. Tu misión será marchar hacia allí, encontrar al Cardenal y traer de vuelta la reliquia, que tiene forma de corona dentada. Deberás ir de incógnito.

Asentiste. Te preparabas para marchar cuando el Rector sacó una bolsa de un cajón y te la lanzó. La atrapaste en el aire y te habló.
Dentro hay 100 Coronas de Oro para los gastos. Puedes pedir abajo el equipo que necesites. También tienes el pasaje de barco para el continente. Cumple con tu misión y demuestra que puedes llevar un Legislador.

Han pasado ya dos años. Desde la muerte de Bron, desde que me separé de Jorge y Salvador y desde que tuve que aguantar por última vez a Khende. Algo más de tiempo había pasado desde la última vez que vi a Cynthia aquí, en Cadeus. Todo aquello parece ya tan distante y a la vez tan cercano. En estos dos años solo he tenido una persona como compañero estable y ha sido mi tutora, la inquisidora Jade. Con ella he aprendido varias cosas y tengo la sensación de que si hubiera prestado más atención podría haber aprendido mucho más. Su dominio del ki es excelente, lástima que mi maña para desarrollarlo no lo sea tanto. Pero si hay algo que he aprendido en estos dos años llevando a cabo misiones junto a ella es a no fiarme de los desconocidos, sobre todo cuando pueden darte pasaporte con relativa facilidad. Pero finalmente después de estos dos años estoy preparado para afrontar mi prueba para convertirme en un inquisidor de pleno derecho.

Una vez en Cadeus Jade me lleva hasta el despacho del rector. Antes de entrar me giro hacia ella y le digo:

- Así que esta es la despedida, ¿no? Han sido dos años duros, pero he aprendido bastante estando a tu lado. Muchas gracias y... te diría que te cuidaras, pero creo que sería más conveniente decírselo a quien tenga la desdicha de cruzarse en tu camino. -digo con una media sonrisa- Nos vemos.

Intento ponerme serio de nuevo y entro al despacho del rector, que no ha cambiado un ápice en todo este tiempo. Junto a él hay otro hombre, alguien con una presencia imponente. En cuanto caigo en la cuenta de que se trata de Romeo Exxet, el Supremo Inquisidor, hago una respetuosa reverencia y avanzo frente a la mesa del rector. Esperaba que fuera el rector quien me diera las instrucciones para la misión, pero es el propio Romeo quien lo hace. Tras escuchar los detalles el rector me da una bolsa de oro y me dirige unas palabras.

- Así lo haré. -contesto antes de hacer otra reverencia y salir del despacho.

Busco a Maestro para recoger mi equipo nuevo. Mientras ando por los pasillos voy recordando el tiempo que pasé aquí, las clases, unas más aburridas que otras, los juegos, los entrenamientos, los compañeros, Cynthia... Si encuentro a Maestro le digo:

- Buenos días, Maestro. Cuánto tiempo, eh. -digo tendiéndole la mano a modo de saludo- Supongo que ya lo sabrás, pero estoy aquí por lo de mi prueba y voy a necesitar algunas cosas. Necesitaré ropa para el desierto, un petate y una manta por si tengo que dormir al raso, piedra de afilar, cuerda, material para primeros auxilios y no me vendría mal una linterna de aceite, no creo que vaya a encontrar mucha yesca en el desierto. -mientras espero a que me dé lo que he pedido, le pregunto por mis viejos compañeros- ¿Sabes algo de Jorge o de Salvador? ¿Tienen que venir ellos también a por la información de su prueba o han pasado ya?

Maestro te informó de que todos tus compañeros habían pasado ya por allí. Tras ello te dio lo que habías pedido y te deseó buena suerte.

Tras ello saliste hacia puerto para llegar al Viejo Continente. Fue un viaje corto, sin complicaciones, y luego tocó el viaje a Kushistán. Te habían dado unas indicaciones del último sitio donde se vió al Cardenal, una aldea fronteriza, pero tu incapacidad para hablar Jashú y el hecho de que no estabas familiarizado con el desierto tal vez te provocasen ciertos problemas.

Maestro me informa de que mis compañeros ya han pasado por aquí antes que yo. Eso me tranquiliza, al menos sé que siguen bien. Sin más retraso me pongo en camino hacia mi destino. No es un viaje largo, pero voy algo nervioso durante el trayecto. Por fin, si consigo superar esta prueba seré un inquisidor de pleno derecho. Antes de terminar el viaje divido las monedas que me han dado por diversos bolsillos, para que no se vea todo el dinero que llevo encima. Además es una medida de seguridad en caso de robo.

Al llegar a Kushistán me encuentro con la primera dificultad: casi nadie habla mi idioma. Genial. Voy buscando una taberna por el pueblo, preguntando por gestos a los lugareños. A ver si en un lugar de paso alguien es capaz de entenderme.

No te cuesta mucho encontrar a alguien. Al ver que no hablas su idioma, todo el mundo te da las direcciones de una casa. En ella vive un joven medio Argues que se ofrece a hacer de guía a cambio de una moneda de oro al día.

Tras mucho preguntar e insistir algunos de los habitantes autóctonos me envían a una casa. Llamo a la puerta y espero pacientemente hasta que un joven abre. El hombre es medio argués y al plantearle mi problema se ofrece a hacer de guía por el nada despreciable precio de una moneda de oro al día.

- ¿Una moneda de oro al día? -digo con tono de desagrado. Lo sopeso unos segundos y suspiro- Está bien, recoge tus cosas. Vamos a aprovisionarnos y te daré algunos detalles. Y así de paso me cuentas lo que sabes hacer, porque digo yo que por una moneda de oro al día algo habrá que sepas hacer aparte de hablar el idioma, ¿verdad?

Por el camino le cuento que me han enviado a buscar a un superior que se adentró en el desierto y que no da señales de vida desde hace días. Compramos comida y abundante agua para varios días y nos ponemos en marcha.

Bueno, soy el mejor rastreador que encontrará de aquí a un par de cientos de kilómetros a la redonda, y conozco la frontera como la palma de mi mano. Su voz denota un cierto orgullo. Parece ser que, como poco, se cree lo que está diciendo Por cierto, mi nombre es Ahmed. Y no se preocupe, sea lo que sea lo que necesita encontrar en el desierto, si no se ha hundido en las arenas, conmigo lo encontrará.

Ahmed te hace seguirle hacia el mercado del pueblo, donde comienza a hablarte de las provisiones que necesitaréis como mínimo. Una tienda de campaña para pasar los días, ropas del desierto para estar frescos de día y abrigados de noche, agua, comida, antorchas y pocas cosas más. El joven, haciendo un presupuesto, y asegurando que el precio es mucho menor del que costaría se lo comprases tú en vez de él, te lo comunica. Una cifra de 10 Monedas de Oro, más si pretendes estar más de dos semanas en el desierto.

Intérprete, rastreador y me abarata las compras. Bueno, no está mal. Sigue siendo caro, pero no está mal.

- No está mal, Ahmed, nada mal. Mi nombre es Jarvan, encantado. -digo tendiéndole la mano.

Nos encaminamos al mercado y allí Ahmed se encarga de comprar todo lo necesario, en total 10 de oro en material y provisiones. Sí que vuela rápido el oro aquí. Al menos mientras estemos en el desierto no gastaremos. No es que sea un tacaño y no quiera gastar, es que es mi primera misión en solitario y no sé si me hará falta el dinero más adelante. Una vez con todo comprado y preparados para partir, salimos de la ciudad y le digo a Ahmed:

- A ver, la última información que tengo es que el hombre a quien buscamos pasó por unas ruinas. Creo que será mejor empezar por ahí y buscar algún rastro. Tú guías.

Uhmmm... Ruinas, ¿eh? fue toda la respuesta de Ahmed.

Tras aquello, partistéis, y Ahmed te estuvo guiando por el desierto durante unas cuantas horas. El calor del desierto eran casi insoportable, y cuando empezó a atardecer, conmenzaste a sentir un cierto fresquito.

Uno o dos kilometros más lejos, viste unas cuantas edificaciones de piedra a medio derruir.

En esta zona hay varios complejos de ruinas. Me imagino que el hombre a quién buscas debe de haber pasado por aquí. Son las únicas en muchos kilometros.

Salimos del pueblo de camino hacia las ruinas más cercanas. El sol arde con fuerza en el cielo y hace que el calor sea casi inaguantable. El hecho de llevar la armadura no es que ayude mucho, me siento como si me hubieran metido en una olla y me estuvieran cocinando. Kimba gruñe un par de veces a causa del sofocante calor, pero lo tranquilizo lo mejor que puedo. Al atardecer la temperatura baja y la sensación es más llevadera. A lo lejos divisamos las primeras ruinas, que según Ahmed podrían ser las que estemos buscando.

- Perfecto, entonces tendremos que entrar a explorarlas. Esta noche acamparemos cerca de la entrada a las ruinas y por la mañana con más luz entraremos. ¿Qué sabes de estas ruinas? ¿Conoces su historia?

No conozco demasiado. Son muy antiguas, puede que milenarias. Nadie en el lugar conoce su origen exacto.

Ahmed tampoco parece dar mucha importancia al origen de las ruinas. Parece ser que para la gente del desierto, que tiene tan pocos recursos, todo aquello que no sea útil no es interesante.

Sin emabargo ante el hecho de pasar la noche, sugiere hacer guardia. Nadie sabe que puede vivir dentro de las ruinas, e incluso si no hay nada, no son pocos los bandidos que viajan por el desierto.

--------------------
Hazme una tirada de Advertir para tu guardia.
--------------------
No ves nada especialmente extraño durante tu guardia, pero te parece escuchar alguna clase de murmullo viniendo de entre las ruinas.

¿Despiertas a Ahmed para ir a investigar, vas tu solo o esperas a la mañana?

No conozco demasiado. Son muy antiguas, puede que milenarias. Nadie en el lugar conoce su origen exacto.

- Lástima.

Ahmed propone hacer guardia durante la noche, así que me ofrezco a hacer la primera. Como me duerma ahora mi guardia me la voy a pasar bostezando y cabeceando. Al principio no sucede nada extraño, pero empiezo a escuchar unos sonidos extraños que salen de las ruinas. Echo mano a mi espada y me levanto avanzando hacia ellas. Podría entrar a echar un vistazo, investigar de dónde viene el ruido, pero para eso estoy pagando al explorador, así que me acerco hasta él y lo despierto moviéndolo del hombro.

- Ahmed, despierta. ¿Oyes eso? Hay un ruido que viene de las ruinas. Vamos, a ver qué o quién está provocando ese ruido.

Ahmed se despertó con un sonoro bostezo, y sin decir palabra cogió su propia espada y se preparó para seguirte.

Avanzastéis por los pasillos de las ruinas, en relativo silencio. Dentro sólo se escuchaba el sonido del viento sonando entre las columnas. Y sin embargo tenías un mal presentimiento. Presentimiento que se materialazó cuando escuchaste un golpe seco a tu espalda.

Te giraste para ver a Ahmed tirado en el suelo y a una figura vendada, con extrañas vestiduras y de unos dos metros de altura, mirandote fijamente. Y no te parecía que fuese a ser amistosa.

-------------
Tira Ocultismo. Tras eso abriré un post para el combate.

Lograste destrozar a la criatura, que se deshizo en polvo al ser destruida, y Ahmed logró recuperarse rápidamente del golpe. Cuando seguistéis avanzando por las ruinas, encontrastéis al Cardenal, que estaba inconsciente, pero no había ni rastro de su escolta.

Tras eso salistéis de las ruinas, y tras pagar a Ahmed (que juró no decir nada de lo que había visto, pues le parecía importante), volviste con el Cardenal a Albidión a toda prisa.

Una vez en Albidión, dejaste al Cardenal al cuidado de los médicos de la Iglesia y fuiste a Cadeus a presentar tu informe.

Una vez allí Maestro te hizo pasar para ver al Rector a su despacho. Allí estaban el Rector y Romeo Exxet, preparados para escuchar tu informe.

Adelante joven Jarvan, díganos que tal ha ido su Prueba. Te dijo el Rector.

Al final logro deshacerme de la criatura desintegrándola de un espadazo. Llamo a Kimba para asegurarme de que está bien y compruebo el estado de Ahmed. No parece que haya sufrido daños importantes, pero antes de avanzar le pregunto si se ve en condiciones de continuar. Como no pone pegas seguimos explorando las ruinas, esta vez con mayor cautela. No sufrimos más incidentes hasta en las ruinas y logramos encontrar al cardenal, que se encuentra inconsciente. Nos lo llevamos de allí, y lo trasladamos al campamento. Tras hacer noche volvemos al pueblo de Ahmed. Le pago a Ahmed sus honorarios, le agradezco su ayuda y, tras pedirle que no hable del asunto, le dejo una moneda de oro como propina. Me llevo al cardenal de vuelta a Albidión tan rápido como puedo y pongo rumbo a Cadeus.

Al llegar, Maestro me conduce al despacho del rector. Ante la puerta me detengo unos segundos, nervioso. Mi prueba ha acabado, me juego mi futuro en esta evaluación. Respiro con fuerza, trago saliva y abro la puerta. Dentro del despacho, igual que el día que dio comienzo mi prueba, esperan el rector y el Supremo Inquisidor.

Adelante joven Jarvan, díganos que tal ha ido su Prueba. -dice el rector.

- Sí, señor. El viaje hasta Kushistán transcurrió sin complicaciones. Al llegar a la aldea cercana a las ruinas tuve que contratar a alguien que me hiciera de guía e intérprete. No tardé en dar con el hombre adecuado. Tras pactar sus honorarios le dije que estaba buscando a un superior que se había adentrado en el desierto y del que no tenía noticias desde hace días. En ningún momento hice referencia a la inquisición o la iglesia, no fue necesario. Ese mismo día partimos al desierto en busca del cardenal.

Al caer la noche hicimos campamento junto a las ruinas más cercanas. Planeábamos entrar al amanecer, tras haber descansado y para tener más luz, pero durante mi guardia escuché unos ruidos provenientes de las ruinas que llamaron mi atención. Desperté al guía y nos adentramos en ellas para explorar. En el interior de las ruinas fuimos atacados por una criatura no muerta. Logró dejar fuera de combate al guía, pero entre Kimba y yo logramos deshacernos de aquella abominación sin demasiado esfuerzo. Tras el combate continuamos explorando las ruinas hasta que dimos con el cardenal, pero por desgracia no hallamos rastro alguno de su escolta. Lo sacamos de allí lo más rápido posible.

Volvimos al pueblo donde hablé con el guía para que guardase silencio y le di algo de dinero extra, porque sinceramente pensé que se lo merecía. Tras eso emprendí el viaje de vuelta con el cardenal, a quien he dejado al cuidado de la Iglesia para que le den el tratamiento médico pertinente. Ahora ya debería estar a salvo. Aquí está el dinero que ha sobrado de la misión, señor -digo dejando la bolsa sobre la mesa-. Ese es todo mi informe, señor.

Entendido joven, retírese. La voz de Romeo suena cuando terminas tu explicación, y sales fuera del despacho. Allí, en el monasterio de Cadeus, los niños que se entrenan y estudian para ser inquisidores te miran como un ejemplo a seguir. Sin embargo tú estás nervioso. Aún no sabes si has pasado la Prueba, y de no haberlo hecho, no serías el ejemplo que esos niños creen.

Maestro te comenta durante los dos días siguientes que Jorge, Salvador e incluso Khende han pasado sus Pruebas, y que precisamente dos de ellos (Jorge y Salvador) se encuentran entre los tres mejores de la promoción junto con otro chaval de vuestra clase, Nic.

Finalmente, al tercer día te llega una carta con el sello del Rector. La abres con miedo, y comienzas a leer.

Veredicto:

---

Mandáme un mp con lo que hace Jarvan estos años. Aviso ya que a menos que sea fugazmente durante algún momento que vaya a Cadeus, le va a ser imposible ver a Cynthia.