"Ahora mi inocencia comienza a pesar en mí." Jean Baptiste Racine [Las Cámaras, Khende]

Maestro te llevó por el lugar. Estabas tan metido en tí mismo, que no sabías por donde te había llevado. Llegado cierto momento te pusieron una venda en los ojos y unas esposas en las manos. Al final llegasteis a una habitación en la que te sentó en una silla, y, tras atarte las manos y las piernas a la silla, te quitó la venda.

La habitación era redonda, y el techó formaba una cúpula. No había ventanas, y tan sólo una puerta, con grabados de ángeles en el hierro, era la única salida. Maestro se había sentado en una silla delante tuya, Estaba sentado con el respaldo por delante y los brazos apoyados en dicho respaldo. Aún te era difícil ver por las lagrimas y el tiempo que tus ojos tardaron en acostumbrarse a la falta de luz, pero Maestro tenía un aspecto serio, y te miraba con cara de tristeza. Parecía que os ibais a quedar así, tú mirandole a él y él a tí, hasta que dijo algo.
Entiendo como te sientes. Desgraciadamente esto pasa más de lo que parece. No todo el mundo puede soportar el entrenamiento en Cadeus, pero es raro que alguien muera en el primer año... Maestro te miró a los ojos, esos ojos que habían hecho que ahora Seimus estuviese muerto. Pero que sea otro alumno quien cause la muerte... Eso si es más raro.

-Yo...- Khende no pudo articular una palabra más. Siguió llorando, quería que todo eso no hubiera pasado. Quería despertar de una pesadilla y empezar un nuevo día con normalidad. Pero no era posible.

Es duro Khende, pero debes aprender a vivir con ello. Probablemente no sea la última muerte que provoques.
Tras decir esto, Maestro te pinchó con algo, parecía una aguja. Apenas pudiste ver que había pasado. Tan sólo unos segundos después tu cabeza reposaba contra tu pecho. Te sentías exhausto. Parecía que en cualquier momento fueras a quedar dormido.
Eso debería ayudarte.

(Tira Advertir)

Te despertaste. Maestro te estaba soltando las esposas, y estabáis fuera, en un jardín de Cadeus.
Espero que ya estés más tranquilo. Te dió un paquete. Dentro había unas ropas de gala, así como las instrucciones del examen de Artes Sociales. Vamos a dejarte hacer el examen, pero será mejor que busques una pareja de baile pronto... Y controlate.

Khende asintió con la cabeza y se secó las lágrimas. Seguía sufriendo, pero ahora, un poco más en frío, ya se le había pasado un poco. También pudiera ser que aún durase algo de los efectos del calmante. Pero ahora la muerte de Seimus había quedado relegada a un segundo plano (aunque le seguía doliendo). Como le habían explicado, eso sucedía a veces, y, a demás, si quería ser un inquisidor tenía que acostumbrarse. Le importaba más la reacción de Alessia. La había visto entrar en shock. Tenía que calmarla. Tenía que hablar con ella. No sólo tenía que tranquilizarla. Tenía que contarle que fue un accidente. Tenía que decirle que tuviera cuidado, que no le pasase a ella. Tenía que avisarle de lo horrible que era matar.
Por otro lado, pensó que también debería pedir perdón a Cynthia por su actitud cuando se pasó con Alessia. Ahora Khende sabía lo difícil que era controlarse. Y él ya no podía pedir perdón a su victima en persona. En silencio, dedicó un rezo a Seimus. Mientras lo hacía, otra lágrima escapó de sus ojos.

Pasas a:
En las fiestas no te sientes jamás. Puede sentarse a tu lado alguien que no te guste.