[Campaña] (Godia Ozonas y Dakota Cromwald)

Abierta

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¡Ah! Me gire bruscamente, me habia quedado ensimismada de cara al sol y la voz de la jovencita me habia sacado del ensueño. Buenos dias, criaja.

Me giro sentada en la piedra donde he estado parte de la mañana.
Tengo algo de comer en el zurrón, y un poco de vino aguado, alli. Digo señalando la columna rota donde tenia apoyada el arma y mis pertrechos. Dame media longaniza y quedate la otra mitad. Y reservame el ultimo trago. Hablaba calmada, tranquila. Es una niña, nada que no pueda manejar.

Y una vez que estés comida y descansada vas a decirme que hacias en ese lugar y poque salio todo ardiendo. Cambie el tono de voz para la ultima pregunta. Era un tono que no admitia replica, que no insinuaba, sino afirmaba que ella sabia porque habia salido todo ardiendo. ¿Quien si no pudo ser?

@Dakota Encuentras un montón de apetitosas setas, y algunas hierbas que pueden usarse como especias. Con todo lo que has recogido, tienes alimento como para tres días, aunque te va a resultar una dieta muy monótona...

Mientras hablabais, un relinche llamó vuestra atención. Desde vuestra posición, no muy lejos de alli, pudisteis ver tras un muro derruido dos caballos atados a una especie de pilar, haciendo los pitorros de la fuente la función de amarre.

Cogí un trocito pequeño de longaniza y le dí un bocado. Lo devoré entero antes de darme cuenta. Pero me habían hecho una pregunta.

-Gracias por la comida. Me llamo...

Odiaba que Daguerreo no estuviera allí en esos momentos. Estaba muy nerviosa e insegura. pero no me atrevía a mentirle a la mujer. Bueno, al menos no a mentir sobre algunas cosas.

-Me llamo Dakota. Soy huérfana y...me escapé de un convento. Iba a Elisio pero me refugié en el monasterio para intentar pasar la noche. Me despertaron unos gritos y miré asustada como el hombre malo hablaba y cómo usted defendió al otro...el otro hombre.
Yo... Yo no sé lo que pasó, pero de repente alguna chispa prendió los libros. Yo estaba agazapada y no lo sé muy bien, pero todo se volvió negro por el humo. Y usted nos rescató. Muchas gracias.

Era la "verdad que podía contarse". Me levanté un momento y me acerqué a un montoncillo de setas cercano.


-Mm... pleurotus ostreatus. Seta de chopo. Estas se pueden comer.

-Allí hay varios boletos. No los reconozco todos, pero estos de sombrero amarillo sirven para comerselos. Más allá hay colmenillas, los campesinos gustan de comerlas hervidas en leche. Y allá...

Fui recopilando un montoncito de setas y algunos frutos de raíz. Pronto tenía un bonito montón de comida. Si les dábamos unas vueltecitas por humo, conseguiríamos un improvisado ahumado que preservaría la comida un par de días.

Desayuné un par de boletos. Sin cocinar no estaban muy buenos, pero eran ricos en jugo y ayudó a calmar un poco la sed acuciante. El resto del yantar que la mujer me ofreció me sirvió para recuperarme.
No obstante aún tenia un poco de dolor de tripa, pero se pasaría pronto.

Cuando me volví, la mujer estaba mirando unos caballos. Eran un medio de salida perfecto, ¡qué suerte, Dague!

Pero Dague seguía sin aparecer. Cada vez estaba un poco más nerviosa. Giraba la cabeza a mi alrededor cuando la mujer no me miraba a mí y buscaba huellas de Daguerreo, sin éxito.

¿Qué hago, qué puedo hacer? ¿Me voy con esta mujer? Dague!!

[lobo, si me permites la libertad de una pequeña frase de Godia ^^ sólo una frasecilla de ambientacion. Gracias! ]


Para cuando llegan las primeras horas de la tarde, una vez hemos comido, me sucede otra vez "aquello".

Escucho... escucho la misma voz que me salvó del inquisidor. Me niego a hacerle caso.

-¡Es mentira! ¡Así te pudras en tu prisión de mierda! -grito, y me voy corriendo a la espesura de unos setos.

Casi esperaba que Dague me regañara por decir tacos. Sólo me respondió el silencio.

Entonces fue cuando la certeza me golpea con fuerza.

-Daguerreo... no está. Se ha... ¡se ha ido! ¡Me ha abandonado!

Le hablaba a nadie, al seto, a la vida, al maldito destino. Me voy a un sitio apartado,me adentro más aún en los setos. Me siento en el suelo y me arranco a llorar,primero con rabia y luego con desesperación.


No puedo parar, es horrible. Me ha dejado, en el momento que más le necesito. ¿¿Por qué?? Me juró que siempre iba a estar a mi lado, Daguerreo...

Como si fuera un ritual, o como si ayudase a calmar el horrible dolor que sentía, entre pena y traición, me puse a murmurar muy, muy bajito.

-Sin Daguerreo,**snif** soy una niña i-indefensa en un m-mundo **snif**horrible. Odio este sitio, o-odio estar aquí. **snif** Tengo m-mucho miedo...

De repente me duele muchísimo la barriga. Es como antes, pero son pinchazos muy agudos. Duele tanto que me corta el llanto.


...


...


...


...


Godia estaba preparando los caballos para la partida.
-Pero aquesta mozuela, dó se ha metido, la güajilla? No podíamos perder más tiempo, ¡por Dios!

Dijo irritada.

En ese momento apareció Dakota de entre los setos.

Estaba llorando a mares, los surcos de lágrimas le habían marcado su cara y limpiaban los churretes de suciedad de sus mejillas.

Lloraba amargamente y avanzaba patosa, como medio atolondrada, sujetándose fuertemente la falda.

En el mismo filo de la falda, y entre las piernas de la niña, había una pequeña pero distinguible mancha roja marronuzca.





Dakota se había hecho mayor.

Pero no sabía cómo.

[Offrol: VonClouve, todo lo que quieras añadir a la historia, ya sea dentro del trasfondo de Dakota o de Daguerreo, me lo puedes comentar vía PM (en el caso de que quieras guardar la sorpresa a tus compañeros de partida). Dakota está evolucionando de una manera muy interesante, es un PJ con mucho juego.]

Teneis dos caballos, son dos mestizos marrones, totalmente equipados para ser montados. Podeis ir a donde os plazca. Los objetivos más cercanos son: Ascani al suroeste, Raverna al noreste y Elisio al este.
De todos modos, si deseais ir a cualquier otro lugar, ya sea dentro de Bellafonte o fuera de sus fonteras, también podreis optar por él.
Sin embargo, dada la emotiva escena... agradecería un buen diálogo entre Godia y Dakota.

[offrol:Hostia pues ni habia caido en los MP, anda que... Aun me veo un poco verdecillo con el foro, jeje. Se me ocurre cualquier cosa y la posteo, y en realidad te la tendria q comentar antes, creo q es lo mejor. ¡Tomo nota! ]

No me creo una miajá de lo que me cuenta. Pienso mientras esucho sus respuestas. Pero si que tiene pinta de haberse escapau de la casa suya. Y pareze una cria avispá. Supongo que si la llevo conmigo podria encargarse de limpiar y cosas asi.

Seguía ensimismada mientras preparabas los caballos, una vez listos los animales me senté encima de uno de los dos caballos y comenzé a esperar a la moza.

...

...

Harta de esperar baje del caballo y comenze a rondar por la zona donde hemos comido.
-Pero aquesta mozuela, dó se ha metido, la güajilla? No podíamos perder más tiempo, ¡por Dios!

La criaja salio con los ojos anegados en lagrimas de entre los setos, donde habia ido a buscar "setas y cosas asi" Al principio pensé que se habria caido, encontrado un bicho muerto o cualquiera de esas cosas que hacian llorar a una criaja de su edad.

Pero entonces vi la mancha en su entrpierna, y no me hizo falta mirar dos veces su cara para descubrir que esta era su primera vez.

-Pizpaja. Dije acercandome. No ties' que asustarte y limpiate esos ojos que los tienes enmorecios de tanto llorar. Al no tener a mano nada mejor uso su manga para secarselos. Cagoentó, tenia que pasarme a mi. Niña ¿No te han hablado de esto? Es cosa normal en nosotras. Una vez ca' estro lunar vas a tener dolores y te sangrarán las partes pudendas. Gòdia se sentia un tanto incomoda, nunca habia tenido que hacer de hermana mayor o de madre. Es cosa mas complicada de los que parece . Recordé como mi madre me habia confortado y yo habia protestado "Los caballeros no son abrazados por sus mamis si sangran" y ella con su voz aspera me dijo "Esto es cosa de madres y niñas, no de caballeros"

Asi, avanzando aun más, como la primera vez que tomé un arma hize algo que nunca habia tenido que hacer antes. Mas adelante, recordando hazañas pasadas y los periplos por los que habia pasado recordaria que nunca estuvo preparada para esta escena,

Gòdia se arrodillo y sin media palabra rodeo con sus brazos a la pequeña púber con un abrazo torpe y primerizo.

Me abrazo a Godia con fuerza. Agarro su túnica con mis manitas sucias, temblando.

La mujer, Godia, me mira con... ternura?

Tras limpiarme con unos vendajes y beber un poco del odre de vino, nos sentamos en una roca.

Godia me habla con cuidado, como si estuviera eligiendo las palabras. Habla muy despacio, pero creo que bebo sus explicaciones, su curioso acento de la lejana Argos, que yo sólo conozco como nombre en un mapa. Hablan un latín raro, los de Argos.

Godia me cuenta sobre las mujeres, sobre el menstruo, el llamado "precio de ser mujer", sobre las intimidades de las niñas y por qué debemos ser más valientes que los hombres.

Cuando acaba, me quedo boquiabierta. Casi me enjarreto, con las manos en las caderas y las cejas fruncidas.

-Pues... ¡Pues no! ¡no es justo, señora Godia! ¡¿Por qué los hombres no tienen que sufrir todas estas cosas?!

Pero Godia me mira con los ojos muy abiertos y se ríe. En las monjas conocía cosas, había visto casos, pero nunca me contaban nada. Yo sabía algo, que Ciprilla -una de las novicias- tuvo una vez un aborto, pero no se podía hablar de eso nunca. En las clases de las hermanas no se nos enseñaba ningún tipo de anatomía excepto qué vendas usar para entablillar articulaciones y cosas así.

Y nunca, nunca jamás, vino una monja sola a mí para hablarme en privado sobre cosas tan importantes. Nunca. Siempre era "diferente" por alguna u otra razón. Vardette, una de las niñas acogidas allí, empezó cierta vez a alardear de que tenía un poco de pecho y se contoneaba como un pavo con su "cuerpo de mujer" cuando una monja vino, la agarró del pescuezo, y le dio una tunda de varazos por hablar tan obsceno.

Y supongo que, además, le contaría ciertas cosas sobre la naturaleza femenina.

Bueno... estoy mucho más tranquila ya. Hay tantas cosas que aprender... Sin darnos cuenta, estamos ya en los caballos.

Aún, una vocecita en mi interior continúa llorando. Pero tengo que seguir.

Note las manitas de la cria aferrandose mas fuerte a su espalda, y me sorprendi a mi misma apretando su cabezita contra mi pecho. Despues, la sente en una roca y comenze a explicarle, con palabras llanas y sin lindezas, las visicitudes del cuerpo de una mujer.

Al poco rato, realizo una interjeccion, la jovencita.

-Pues... ¡Pues no! ¡no es justo, señora Godia! ¡¿Por qué los hombres no tienen que sufrir todas esta cosas?!

No pude evitar reirme.

-Mi aya decia "Dios retrasa la justicia, pero no la olvida". A nosotras solo nos queda apretar los dientes y seguir adelante con la cabeza alta, esperando el dia que al Santo Padre le de por recompensarnos.

La chica bebia mis palabras. Sus grandes ojos estaban tan atentos a mis labios y mis gestos que en mas de una ocasion estubo a punto de caerse del caballo. Y yo no podia dejar de tener una sensacion placentera en el fondo de mi pecho.

Pasado el rato observe de nuevo a la jovencita. Habiamos estado largo rato cayadas y parecia volver a caer en la tristeza. Yo se por experiencia lo duro que es cabalgar en tu luna de sangre.

Comenze a tararear una tonadilla que poco a poco fue cojiendo fuerza en mi garganta. Hubiera preferido narrar un cuento apropiado, pero no se me ocurria ninguno, o una cancion sobre combates y honor, la historia de Falka, de la Leoncilla de Cintra o de Tarht la de Zafir.

Pero en vez de eso de mi garganta salia una vieja cancion de caminantes, que a veces se la habia escuchado a mi padre al salir de aventuras.

Quizas, y despues de todo, no fue tan mala eleccion

En el hogar el fuego es rojo,
y bajo techo hay una cama;
pero los pies no están cansados todavía,
y quizá aún encontremos detrás del recodo
un árbol repentino o una roca empinada
que nadie ha visto sino nosotros.
Árbol y flor y brizna y pasto,
¡que pasen, que pasen!
Colina y agua bajo el cielo,
¡pasemos, pasemos!

Aun detrás del recodo quizá todavía esperen
un camino nuevo o una puerta secreta,
y aunque hoy pasemos de largo
y tomemos los senderos ocultos que corren
hacia la luna o hacia el sol
quizá mañana aquí volvamos.
Manzana, espino, nuez y ciruela
¡que se pierdan, se pierdan!
Arena y piedra y estanque y cañada,
¡adiós, adiós!

La casa atrás, delante el mundo,
y muchas sendas que recorrer,
hacia el filo sombrío del horizonte
y la noche estrellada.
Luego el mundo atrás y la casa delante;
volvemos a la casa y a la cama.
Niebla y crepúsculo, nubes y sombra,
se borrarán, se borrarán.
Lámpara y fuego, y pan y carne,
¡y luego a cama, y luego a cama!

Hubo un pequeño silencio una vez acabe de cantar.

Pizpaja, ¿Aprehenderias aquesta cançion si te la enseñara?

C-claro ¿Porque no?

Entonces escucha atentamente

En el hogar el fuego es rojo...

La melodía silbaba en mi cabeza. Seguí silbándola durante horas, luego la recordaba lo suficiente como para cantarla de carrerilla, a pleno pulmón a veces. La señora Godia se unió a mí en un estrambótico dueto, un verdadero concierto para los privilegiados oídos de nuestras monturas, y acabamos prorrumpiendo en risas de complicidad.

Yo nunca he sido muy apta para el canto, y mira que tenía que practicar en el coro del convento. A mí me iba más el baile, pero la melodía de la señora Godia era tan... ¡tan aventurera, tan divertida!.

Me hacía olvidarme un poco de mi pena, esa pena horrible que, como las pesadillas de los cuentos de los agricultores, me acechaba tras una esquina de frágiles pero esperanzadoras risas. Me calma un poco el dolor de los oasionales pinchazos, que ya iban remitiendo un poco.

Todo mi universo, mi razón de ser, mi hogar y mi provenir, sólo consistía en el momento presente. No había nada más. El abismo era demasiado aterrador para mirarlo directamente.

No tenía ninguna posesión; sólo mi bonita yegua, a la que llamé Hogar en un mordaz arrebato de humor negro, y una cancion silbando en mi cabeza. No tenía a nadie tampoco, excepto a la señora Godia Ozonas a la que acababa de conocer y una extraña voz en mi cabeza. Que quería dirigirme a Ascani, nada menos.

¿Por cierto, adónde estamos yendo? Iba a preguntarle a la señora Godia cuando comencé a preocuparme sobremanera de todo. Inquisidores, gente persiguiéndome, más voces...


...Daguerreo...


Sacudo de mi cabeza los sombríos pensamientos que amenazan con hundirme otra vez en el llanto. En vez de eso, miro a la señora Godia. Está radiante. El sol brilla en su armadura. Está mirando el camino y quién sabe qué aventura está observando más allá. No muestra cobardía alguna, su porte es valiente, es de sangre noble, y encima es caballero. Al lado de una persona como la señora Godia, nada podría pasarme.

Simple y sencillamente, estaba empezando a admirar a la señora Godia. Me encantaría ser tan fuerte como ella. Daguerreo estaba completamente equivocado cuando dijo que una mujer con espada no era de fiar. ¡Por supuesto que no, para el bandido equivocado! la señora Godia lo ensartaría y si no le dispararía con su increíble arma cuyo nombre no llegué a conocer.

Como en tantas cosas, Dague no me había dicho la verdad, para nada. Se había portado mal, y siempre decía que me protegería, y...

Paré cuando noté la primera lágrima asomar por el escozor de los húmedos ojos. Aunque no esté Daguerreo, si yo soy alguna vez tan fuerte como la señora Godia, no necesitaré que me defienda nadie. Cuando sea mayor...



Me estaba quedando obnubilada. La señora Godia estaba bastante por delante de mí. Apreté un poco el paso y alcé la voz.

-¿Señora Godia, dígame... ¿adónde vamos?

Cantamos la alegre tonadilla largo rato, a veces riendo, a veces con una pasmosa seriedad. La cantamos allegro, andante y adagio. Quise que cantaramos "La dama y el Oso" pero Dakota se negó en redondo. ¡No! esta aun no me la sé.

No pude evitar sonreir. Ni percatarme de que Dakota la obserbava como si estuviera delante del mismisimo Zhorne Giovanni.

Me mira como yo miraba a mi padre.

Miré a Dakota, poco a poco su cara se fue transformando hasta convertirse en otra cara, la mia propia hace varios años. Una cara que ocultan una ganas de aprender, de vivir...

De huir de la jaula. Esa jaula que en mi caso fue las encorsetadas normas aristocraticas, las leyes no escritas que prohiben a las mujeres ser mas que cocineras y costureras.

La jaula de Dakota... algun dia, si me comportaba como debia, ella misma me la revelaria.

Ahora mismo tenia las llaves de su liberacion. Haria lo que mi padre no quiso hacer.

Le enseñaria a imponerse. A decidir por si misma y a defender lo que cree. Le enseñaria a vivir.

-¿Señora Gòdia, dígame... ¿adónde vamos?

Cuando me encontré contigo me dirigia a Ascani, al Torneo de Espadas. Dije indeferente.

Creo que sera un buen lugar donde conseguirte una espada.Culminé mientras le guiñaba un ojo a mi escudera.

[Offrol: Bonita canción, Godia XD
Bueno, vamos a aligerar, que hay que recuperar el tiempo perdido.]

Como Dakota no sabe montar a caballo, voy a relentizar vuestro paso, para ahorrarnos una tirada de Montar.


Dakota y Godia, a lomos de los caballos de los bandidos, atravesasteis gran parte de Bellafonte al trote.
Vuestro paso, aunque lento, resultaba muy eficáz. Parabais cada cierto tiempo a comer algo, las verdes praderas de Bellafonte eran todo un manjar para vuestras monturas.
Y así, durante todo el día, cabalgasteis a través de bosques y lagos. Al caer la noche, decidisteis no acampar, pues estabais muy cerca de Ascani, a escasas horas. Y finalmente, con la luna coronando la ciudad en el horizonte... llegasteis a la susodicha ciudad.

Se trata de la ciudad más grande y poderosa de Bellafonte. Levantada junto al Río Beillo. Muchos edificios están construidos sobre grandes plataformas de piedra, pues en más de una ocasión el río se ha desbordado, inundando parte de la ciudad. Esto hace de Ascani una ciudad de rampas y escaleras, que permiten moverse con mayor facilidad entre los distintos desniveles y plataformas. Las calles están llenas de cruces, donde colisionan unas con otras.
Poreste motivo es fácil chocarse con la gente, pues el hecho de que Ascani sea una ciudad tan grande y rica, hace que se llene de multitudes venidas de todos los rincones de la Alianza.

De la ciudad no sabéis demasiado, tan sólo que es algo famosa por la delincuencia. Y
que la Inquisición mantiene dos tribunales en la propia ciudad. Por ende, su poder en esta es más que considerable.
Dakota, aunque está asustada por el peligro de aquel lugar, se siente protegida por Godia, y gracias a ella consigue desviar la mirada de las cruzes que tantas pesadillas le evocan.

Son casi las tres de la madrugada, necesitais un sitio donde descansar. Además de un establo para vuestros caballos, si es que quereis conservarlos.

La ciudad está muerta, silenciosa, dormida. No hay nadie en la calle.


¿Decidís ir a algún sitio en particular, u os meto directamente en la posada más cercana?

[Por mi posada mas cercana]

La ciudad de Ascani nos recibe a oscuras. Es una ciudad rara, imbricada y llena de escaleras, pasadizos y paseíllos estrechos de piedra. La arcilla del río huele mal, y el suelo de piedra hace que los cascos del caballo rechinen y me den dentera. Me duele el trasero de estar todo el día a lomos del caballo.

Se me cierran los ojos sin que lo pueda evitar.


-Señora Godia, yo... estoy muy cansada. Vamos a dormir...

Sacudo la cabeza en un intento de despabilarme un poco, sin mucho éxito. Creo que vendería el caballo por un buen baño y una cama.

Habia visitado Ascani en la niñez y me sorprendi nuevamente como cuando era una cria de dos palmos de lo rocambolesco de la urbe. Puentes, pasadizos y callejuelas serpenteaban por doquier.

-Señora Godia, yo... estoy muy cansada. Vamos a dormir...

Gòdia miro a Dakota, estaba destrozada y de seguro que tendria dolores hasta dentro de varios dias. La habia visto montar y no dominaba el ritmo. A media tarde habian intentado trotar para aumentar la velocidad y un saco de papas lo hubiera hecho mejor que ella.

Pero tenia razón. Cierto, yo tambien tengo el trasero pelado de estar en la silla. Veremos a ver si tengo algunos dineros pa' poder pagar un camastro y cuadra... Dije revisandome el jubón para ver lo que encontraba, mientras buscaba una posada afin a sus gustos y economia.

No tardais mucho en dar con una acogedora posada: El Caminante. Un edificio totalmente de madera, sostenido por una de las famosas plataformas de Ascani.
Al ser tan tarde, tan sólo habia luz en la recepción, que a su vez era una pequeña taberna. Sin embargo, alli no habia nadie.

Esperasteis un par de minutos, y un hombre, que parecía ser el responsable de aquel lugar, apareció tras la puerta que habia detrás de la barra.

Os ofreció una habitación doble como alojamiento, a un discreto precio de 1 Moneda de Plata por noche. Estabais tan cansadas que no dudasteis en pagarle.
Atravesais un largo pasillo hasta llegar a la habitación 154, la vuestra. De una distribución de lo más simple, y dos camas pequeñas apostadas en los extremos.

Si hubiese algo parecido a un barreño y jarra, o incluso una bañera, me baño. En cualquier caso, caigo rendida en la cama y mis ojos se cierran instantáneamente.

En sueños, me agarro el pelo con la mano. Algo duele mucho dentro de mí...

El sueño gris me saluda con anodina indiferencia.

No tengo tiempo siquiera de desnudarsme antes de que Dakota este ya en el septimo sueño. Sonrio cansada, pues yo tambien siento desfallecer. Arrastrando los pies voy hacia el aseo donde me enjuago el polvo del camino, y en un acto de vanidad, cepillo mi pelo. Voy a estar en la capital de Bellafonte, no es de rigo parecer una zarrapastrosa.

De manera subconsciente acabo de asearme y me desvitos, ya en el cuarto, cayendo de golpe a la cama sin tan siquiera apagar las velas.[/i]

Amanece sobre los tejados de Ascani. La luz del sol, un cacareo y el barullo del exterior os despiertan. Habeis dormido hasta la saciedad, aunque vuestros estómagos empiezan a rugir con fuerza.
Os vestís y recogeis todas vuestras pertenencias. Bajais a la pequeña taberna de la entrada y os sentais en una mesa. Estais acompañadas por un anciano que desayuna, en una mesa cerca de una ventana, y el hombre que os atendió anoche, tras la barra. Este último se os acerca.

- ¿Qué tal la noche? ¿Algo para desayunar?

Me desperezé a la claras del dia, cuando el sol aun no habia comenzado a salir. Ummmmmf. Coji la palangana de agua y me lave la cara, recojiendome el pelo en una cola alta. Vamos a ver... tu turu tutu. Tarareaba cantarina mientras seleccionaba las roas menos sucias que tuviese. Unos pantalones de lino, una camisa blanca y un coleto de cuero. Todo comodo y funcional, con un toque masculino. Prepare la armadura, a Brigída y el resto de cosas para partir justo despues de desayunar y me acerce a Dakota, que seguia durmiendo placidamente.

Vamos, mocica, ha lavarse y a yantar, que nos queda largo dia por delante. Dije mientras la agitaba suavemente.

Una vez que Dakota estuvo lista bajamos juntas a comer. Ya sentados en una mesa se nos acerco el posadero.

¿Qué tal la noche? ¿Algo para desayunar?

Nada mala, mejor que en el duro suelo se duerme en tu edificio. Conteste cortesmente. Y de comer... trae huevos duros, pan tostado, aceite y jamón para mi. Mire a Dakota pensativa. Tiene su luna de sangre... seguro que dulce le viene bien. Y para la criaja ¿Teneis esas tortas famosas de Ascani? Las que son de manteca y miel. Y un poco de leche fresca si hay. -Es la capital de Bellafonte, no un poblado cualquiera, seguro que hay. Y nada mas, muchas gracias.

Hace mucho tiempo que no me sentía tan... en fin, a salvo. Me desperezo en el asiento. Estoy más que satisfecha con el dulce, me apetece muchísimo. El dolor de la menstruación es un leve pinchazo apenas, y muy de vez en cuando.

Cuando la señora Godia pide el desayuno, miro la mesa tímidamente mientras el posadero nos atiende. Cuando se marcha, contemplo el ambiente de la posada.

-...en el hogar el fuego es roooojo, y bajo techo hay...

Canturreo alegremente moviendo los pies en la silla. Me fijo en la gente y en la señora Godia, y vaya, de algún modo me sonrojo un poco.

- Eh... señora Godia.

Me mira.

- Uh... eh... cómo decirlo... Gracias. Gracias por todo. Ha sido usted muy amable conmigo.

La miré otra vez, en su sencillo atuendo. Era valiente y fuerte, y llevaba unos vestidos un poco masculino. Me encontré preguntándome si sería cómodo llevar pantalones, pero creo que no me atrevería aún a imitar a la señora Godia. Sin embargo, se me ocurrió que por lo pronto me gustaría comprarme un vestido, aunque fuera muy sencillo, pero que me quitara esta pinta de tonta. A fin de cuentas ya no era una niña. Pero no me atrevía a decirle nada a la señora Godia, porque me daba vergüenza. Ya había hecho tanto por mí...

Las tripas me rugen esperando al posadero. Sigo observando alrededor.

¿Hay gente a destacar en la posada?