Hombres Lobo II : "El legado de Puerto Lupo"

Todos los viajeros llevan desde hace meses avisando que un pueblo cercano, Castronegro, ha sido devastado por una plaga. Dicen que una horda de hombres lobo se hizo con el pueblo, eliminando a todo hombre, mujer y niño que se encontraba a su paso. Pero también corre el rumor de que un hombre, Sod VI, pudo escapar a tiempo de allí y salvar la vida. Se desconoce su paradero, pero incluso los más reacios sospechan que es el último hombre lobo…
…y que ha tenido descendencia.

Puerto Lupo siempre ha sido un pueblo de gente alegre y dedicada al campo. Pero, desde hace algunos días, vienen ocurriendo muertes espantosas. Ver los cadáveres mutilados de los ciudadanos al amanecer es ahora el pan de cada día, pero pocos pueden vivir con ese miedo. Estos sucesos han propiciado que la mitad del pueblo haya dejado atrás sus casas y sus bienes y haya emigrado a la ciudad, en busca de paz para sus almas.

Sólo los más escépticos y los valientes siguen en el pueblo, a pie de cañón, intentando desvelar el misterio que rodea las muertes de sus cohabitantes. Todas las pruebas apuntan a lo mismo: todos los cuerpos han muerto a manos de hombres lobo.


Ya no hay dudas, han vuelto, son numerosos y están entre nosotros. ¿Podréis salvar al pueblo de su destrucción absoluta acabando hasta con la última de esas monstruosas aberraciones? ¿O bien ellos acabarán antes con todos los inocentes aldeanos? En vosotros está, ahora, el poder de escribir la historia de Puerto Lupo.

...

Hoy os habéis juntado los más sabios y fuertes en la plaza para decidir quién liderará el pueblo después del éxodo masivo de habitantes y de la dimisión del alguacil anterior.
Podéis hablar y elegir alguacil o no hacerlo. Tenéis hasta que caiga el sol para decidir.(22h)

Me levanté con el amanecer (sí, el amanecer a las 10 de la mañana, problem?) y me dirigí a la plaza del pueblo. Hoy era día de elecciones y no quería perderme los discursos de los candidatos. Salí de casa con una olla llena de palomitas de maíz y me senté en un banco a esperar el inicio de la función. Nunca me han gustado los puestos de responsabilidad y/o liderazgo, así que el cargo de alguacil no es para mi.

Me levanté en mi cama de esparto, como todas las mañanas. Las tripas me rugían, estaba hambriento. Me vestí rápidamente y bajé a la cocina a desayunar algo, allí estaba mi mujer, limpiando la hornilla.

- ¡Guadalupe! ¡No más! ¿Qué wea haces tan retemprano limpiando la choza? ¡No mames! ¿Es que no sabes hacer otra wea?!

Mi mujer se giró displicente. Resignada dijo:

- Ay, Romualdo José, no seas así. No tendría que limpiar la hornilla si tú no fueses tan descuidado con la comida.

- ¡No pinches, malawea! Mira que ya te dije que tendría más cuidado.

- Ay, Romualdo José, es que me aburro harto acá. En mi pueblito andino no me aburría. Tenía a mis amigas, a mis llamas, y nuestra casita de pino no se ensusiaba tantito.

- Ya dale con la misma wea ¡No chingues, pendeja! ¡Todo el santito día con la misma wea!

- ¡Pinche mal parío! ¡Siempre me tratas como si fuese basura! ¡Eres remala onda conmigo! ¡Pendejo wey, pinche pendejo mate!

Empecé a discutir con Guadalupe, como de costumbre. Mi esposa era implacable, no se podía razonar con ella, al día siguiente sacaba el mismo tema y volvíamos a tener siempre la misma conversación. Por una cosa u otra, los temas de nuestras discusiones siempre eran repetidos, y ella nunca aceptaba ninguno de mis argumentos. Parecía que le gustaba discutir. Yo, cansado de empezar así todas las mañanas, decidí irme a dar una vuelta. Además, se iban a celebrar las elecciones en la plaza del pueblo, y no estaba de más ir a mirar.

- Ya no más. Mira Guadalipita, no te enojes, ¿ya? Fue duro tener que venir acá a España, pero es que las llamas no nos daban para comer. Acá tengo mi trabajo de repartidor, y gracias a mí sacamos buena plata. No te enojes, no seas mala onda.

Intenté tranquilizarla, no quería salir de allí enfadado dando un portazo. Mi esposa, Guadalupe, era muy imprevisible, y si la dejaba sola y enojada, podría cometer alguna locura. Quién sabe lo que una mujer desesperada y malquerida podría hacer.

- Guadalupe, mi amor, voy a la plaza a ver a quien eligen de alguacil. Luego iré a ver al señor Antonio, y le pediré que me suba el jornal, si acepta nos vamos unos diitas a ver a la familia al Perú, y ya de paso nos compramos unos ponchos de alpaca.

- Vale, ya no más, pero no me insultes. Rezaré al niñito Jesús para que Don Antonio te conseda el ascenso.

Cogí media barra da pan, la corté, le eché aceite y tomate y me improvisé un desayuno rápido y contundente. Bebí un vaso de leche, y me dispuse a salir con mi bocadillo aceitoso bajo el brazo.

- Gracias amor por tus oransionsitas, me llevaré el celular y te llamaré en cuanto tenga su respuesta. Adiós Guadalupe.

Me dirigí a la plaza del pueblo, y me quedé en una esquina desayunando, expectante.

-¡Buenos días, señoras y señores! -Gritaba un hombrecillo delgaducho y estirado, encorsetado en un traje de franela marrón abotonado hasta arriba, de los que hacía siglos que nadie había oído hablar. El traje debía ser herencia familiar, porque cualquiera se podía dar cuenta de que su anterior poseedor no tenía la "talla" de este desgarbado individuo. Bajo el traje, una camisa amarillenta por la lejía, posiblemente a pocos días de requerir una seria sustitución, entallaba firmemente el torso del hombrecillo, decorada por una llamativa pajarita a la vieja usanza, de un poco apropiado verde brillante.

-¡Señoras y señores! - repitió, con la intención de atraer la atención del público. - La reciente oleada de asesinatos y muertes están resultando una autentica tragedia para todos. Las calles son inseguras, y todo el mundo teme los posibles ataques de los hombres lobo.

Todos los presentes conocían al señor Pedro Lopez Ataúlfo Silvestre Torredíaz Arán, aunque normalmente se le solía llamar más bien "señor PLASTA", o, menos insultantemente, don Perico. Tenía la tendenciosa y desagradable manía de intentar montar un negocio con cualquier cosa que pudiese parecer susceptible de producir dinero, incluso si para ello era necesario previamente la tierra se volviese de repente plana. Ni hace falta decir que todas sus empresas, en las que tanto empeño ponía, se iban al garete apenas dos días después de empezar. Pero eso de ninguna manera evitaba que cualquier persona del pueblo suspirara resignadamente con solo sentirlo venir.

-Como conciudadano suyo, considero estos eventos de suma importancia - Si había algo que todo el mundo conocía también era su barroca manera de hablar, más apropiada para un libro de autoayuda o de filosofía perruna que para una conversación normal. Pero claro, ese hombre tenía todos los rasgos de uno de esos tipos "de ciudad". -Es necesario que nos unamos, juntemos el hombro y nos enfrentemos a la crisis que nos asola. ¡No permitamos que un suceso tan triste como el acaecido en la cercana población de Castronegro ocurra aquí también.

A pesar de lo grandilocuente de sus palabras, parecía por una vez este hombre charlatán e inaguantable tenía en mente el bien de la comunidad. Por supuesto, no defraudó al público, que sabía qué esperarse.

-¡Compañeros, tengo aquí algunos de los remedios tradicionales contra los hombres lobo desde tiempos inmemoriales! - gritó mientras rebuscaba en una amplia caja de madera que había a su lado. -¡Espráis de ajo, trampas disparadoras de estacas de madera, palancas, e incluso la bandolera de cruces de plata que usó el mismísimo padre Damien Karras!. ¡Espejos de seguridad que suenan cuando alguien no se refleja en ellos! ¿No valoran su seguridad, y la de sus seres queridos? ¡Hoy, como oferta especial, compre dos espráis y llévese una trampa grátis! ¡Por compras superiores a los 200 euros le regalamos esta preciosa maleta de auténtica piel de hombre lobo para que se lleve su compra!

Don Perico permaneció unos segundos con las manos en alto, sujetando todo tipo de estrambóticos cacharros, aparentemente con la esperanza de que alguien viniese a interesarse por ellos. Cuando, tras unos instantes, nadie pareció acercarse, guardó las mercancías de vuelta en la caja, y prosiguió su discurso.

-Además, para demostrar mi compromiso con todos ustedes, presento una petición y una candidatura. Este pueblo necesita una ley más fuerte, y requiere de alguien que la haga respetar. Requerimos un alguacil. Y, como ciudadano responsable, ¡ofrezco mi candidatura para llevar a esta ciudad a tiempos más prósperos y seguros!

Era tan obvio que lo único que le interesaban eran las subvenciones de la alcaldía, que muchos presentes tuvieron que parpadear un par de veces antes de procesar lo que el señor PLASTA había dicho.

Decidí ir a la plaza del pueblo. Llevo anhelando el puesto de Alguacil desde que terminé la universidad. El respeto, la responsabilidad, el poder llevar esta aldea a nuevos horizontes... Además, así podría darle un "ZAS! En toda la boca!" a mi madre, la cual siempre dice que nunca haré nada...

Cuando llegué, un largo delgaducho estaba ofreciéndose al puesto de Alguacil. Pero claro, se notaba a leguas que lo único que quería es el dinero. -Ains, esta gente... -Dije, en un tono de voz suficientemente alto como para que la gente me escuchara. -Parece ser que tenemos a algún que otro cerdo seboso que sólo ansia el dinero y las riquezas. Gente como esa dan asco. Estamos pasando por unos momentos muy duros, cualquiera puede morir al anochecer. Los hombres lobo toman forma humana, se camuflan entre nosotros... Necesitamos a alguien con un fuerte carácter, lo suficientemente humano como para entender y comprender a su enemigo, aprendiendo sus puntos débiles, pero lo suficientemente fuerte como para destruirlos aprovechándose de esos puntos vulnerables. ¿O es que acaso preferís que vuestros hijos no tengan a sus padres para que los críen? ¿Que vuestros seres queridos lleven por el restro de sus vidas un manto de tristeza y negrura? ¿Es eso lo que queréis para ellos? -Tomé un respiro.

-Señores, señoras... Me ofrezco para ser vuestro Alguacil. Me ofrezco para llevar este barco por buen camino, desviándolo de todo camino lleno de piedras. Va a ser duro, lo sé, pues ninguna travesía es un camino de rosas. Pero juntos, podremos llegar lejos.

Dos candidaturas. Queda poco más de 3 horas para que acabe el día. ¿Qué haréis?

Yo ir comiendo palomitas.

Me voto a mí mismo (se puede?)

Se puede. Ahora mismo vais Furion 1 punto y Shadeseraph 1 punto.

Decidí ir a la plaza del pueblo, a decir verdad con dieciséis años poco se podía opinar, pero eso de los hombres lobo molaba mucho. Que estuvieran en mi ciudad comiéndose a la gente no molaba tanto, de hecho era más bien preocupante, no sé, a mi me gustaba muchísimo tener sangre en las venas y no desparramada por el suelo. Eso de que latiera el corazón también estaba bastante bien, y además me gustaba mucho eso de ver lo que haría la gente en la plaza mayor. Normalmente solían salir enfrentamientos graciosos.

Cuando llegué, Don Perico estaba dando un discurso y presentándose para alguacil del pueblo. El bueno de Don Estereófono (Antiguo alguacil) había huído tiempo atrás. Yo tenía mi wii en mi habitación y estaba a punto de ser arreglada así que no me iba a ir sólo porque unos lobillos se pusieran a hacer el tonto por ahí...

Tras eso un tipo de nombre desconocido le dijo más o menos finamente un: "Axo, quita de en medio, bicho, me das asco, basura, largo. Yo voy a traer la paz a la ciudad porque tengo calzoncillos azules y porque resulta que entiendo a las personas. Por algún motivo entender a las personas me sirve para cazar hombres lobo; así podré hacerles una sesión de psicología gratis antes de que me coman. Vótenme".

Apañaos vamos.

Finalmente me decidí a hablar, no solía costarme decir tonterías en público así que decir algo serio muy difícil no sería.

-Axo me cago en to'. Aquí no necesitamos una personalidad fuerte. Aquí lo que necesitamos es unos buenos palos y brazos fuertes pa blandirlos ¿Quién axos necesita cabeza y artefactos raros contra hombres lobos teniendo instinto asesino? Vale, sería una gilipollez ponernos a linchar gente así por las buenas, pero invitándole a la consulta a que te cuenten los traumas de su infancia antes de devorarte no es mucho más inteligente.-Esto último lo dije mirando al tipo que había dicho eso.-Así que voto por Don Perico, y no por su practicidad, sino por un asunto MUCHO más importante: Su nombre es el más gracioso. En otro orden de cosas ¿El heladero se fue o no?

Me acerco a la muchedumbre, y me mantengo a escasos metros de los aspirantes al cargo de alguacil. Tras sacudirme las migas de pan de mi poncho, alcé la voz bien alto, y grité:

- ¡No más, sólo dicen weas! ¡A eso no se le puede ni llamar platicar!

Saqué unas fotos de mis hijos de la cartera, y las zarandeé en alto para que los candidatos las vieran.

- ¡Miren acá! ¡Estos son mis chamaquitos, trabajan reduro en la planta nuclear, se pasan el día entero moviendo carritos de plutonio de un lado para otro! ¡Y yo me rompo el espinazo manejando la furgoneta de mi jefe Don Antonio como repartidor! No quiero promesas culonas sobre maneras de contener a los lobos ¡Quiero promesas reales y eficaces! ¡Quiero que mis chamacos estén a salvo!

Me subí al tablado, ante la mirada estupefacta de Don Perico y compañía. El pueblo me miraba... era la primera vez en mi vida que me miraban por mis palabras, y no por mi acento. Grité bien alto para que todos me oyeran, me sentía como el embajador del pueblo.

- ¡Traigan al ejército que tienen ustedes los españoles! Esa es la mejor solución. Ustedes tienen pólvora y caballos, y pueden peinar todo el pueblo durante la noche para que los feroces cánidos no nos jalen mientras dormimos.
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...en mi pueblo natal, Kokotamgalambaka, una vez hubo una invasión de Hombres Jaguares. Nosotros nos defendimos con nuestra mejor tecnología... ¡flechas y cerbatanas! pero aún así no pudimos contra ellos, eran demasiado feroces. Se jalaron a mi primitio Alfredo Antonio, y yo y mis padres escapamos de milagrito. ¡Gracias Santa Guadalupita!

Pero, tuvimos que abandonar Kokotamgalambaka... donde permanecieron olvidados mis recuerdos de la infancia. ¡No quiero que ocurra lo mismo con Puerto Lupo! ¡Tuve que cambiar a mi hija Gregoria María del Sagrado Corazón por un boleto para España! ¡No puedo volver sin plata! ¡Por favor señores políticos, llamen a los soldados, es la mejor solución! ¡Mi voto irá para el que prometa que vendrán los guerreros españoles a velar por nuestra seguridad, no pido más... por favor, háganlo por mis chamaquitos!

Miré un momento al panchito que acababa se llegar. -No tiene nada de qué preocuparse, señor. Le prometo que no pasará lo mismo que su pueblo natal Kokotamgalambaka. Es más, le prometo mejores trabajos. Y le prometo que la Milicia española se encargarán de esos peludos seres. -Dije.

En cuanto el guachupino terminó de hablar, dejé mi olla de palomitas a un lado y lo señalé gritando:
¡Es un maldito hombre lobo! Ah, espera, hoy no estamos aquí para eso... Entonces mi voto va para el plasta. ¿Por qué?, os preguntaréis. Fácil: porque ya va ganando.

Me dirigí hacia Rumil, y le dije: -Es bueno que tengas opiniones. Porque sin opiniones, tenemos preguntas. Y una pregunta sin opiniones es un simple hecho.

- ¡Virgensita santa! ¿vendrán los conquistadores acá? ¡Qué bien! Mis chamacos ya podrán descansar sin miedo a ser devorados.

Unas lágrimas furtivas, de la emoción, resbalaron por mi mejilla. Las limpié con mi poncho, y acto seguido me lancé a los brazos del amable aspirante. Lo abracé estrechamente, agradeciéndole su gesto.

- Muchas gracias, señor. No sabe cuánto se lo agradezco. ¡Mi voto es para usted!

Con una media sonrisa, dije: -El 11 de Septiembre es malo.

-Yo creo que el sudaca tiene razón, pero dudo que el ejército venga, ¿Qué le vamos a decir? ¿"Señores, hombres lobos, sí sí, los de las pelis y libros. Nooo, no son mariconazos de Crepúsculo, estos son de verdad, tengo un pelo que dice lo mismo que yo. Fue realmente difícil enseñarle hablar. Porfa porfa, créannos a mí y a mi pelo parlante."?

Voto porque digamos eso.

Me giré a Carpazzo. -Si eso es lo que quiere decir usted... Lo diremos. Pero solo si cambia su voto y me vota a mí.

-No.

Miré fijamente a los ojos de Furion. La aplastante verdad de sus palabras me había dejado perplejo. No sólo eso, la forma de decirlo, las palabras exactas, la entonación, los gestos, todo ello rebosaba de un poder magnético que atraía cada vez más y más a mi mente. Con unas lágrimas asomando a mis ojos, cogí su mano y me hinqué de rodillas en el suelo.
- Dios mío, es verdad. Todo lo que has dicho es verdad, y yo estaba ciego y no podía verlo. Pero me has abierto los ojos al mundo. Has quitado la venda de la falsedad que cubría mis sentidos.
Me levanté del suelo y me dirigí a la plaza:
- Señores! No se dejen engañar por un nombre bonito. Nos estamos jugando mucho con esto. Voy a votar a Furion, y creo que todos deberíamos hacer lo mismo si queremos sobrevivir. All hail Furion!!!

PD: Cabrones, no escribáis tan rápido, joputas.

-Palabras, palabras. - Dijo don Perico ante las orgullosas palabras de Furion. - Vacías de sentido y contenido. Sólo dice palabras bonitas, que no sirven para nada más que para acallar un pánico en la ciudad que, en circunstancias como estas es hasta necesario. ¿Llamará al ejército, señor Furion? ¿Y por qué iba a hacer caso a un pequeño pueblo como el nuestro el ejército español? Y, aunque lo hiciese, ¿qué más daría? Si hemos de fiarnos de las leyendas, las balas les hacen el mismo daño que a nosotros un insulto, y sus heridas sanan como si nunca las hubiesen sufrido. Y el verdadero problema no es como enfrentarnos a ellos, si no como descubrirlos. ¿Quiere traer al ejército hasta aquí? ¿Para qué, para que haya más víctimas? ¿Para que la infección se extienda más aprisa? Ya es suficientemente dificil encontrar a los lobos ahora; quieres hacerlo incluso más dificil, ocultando un árbol en un bosque todavía más denso.

Después, Rumil, cautivado por las palabras de Furion cambió de voto como la luna cambia de fase.

-Palabras y sofismas, otra vez. No son más que palabras bonitas dichas por alguien que no tiene nada que ofrecer para confundir las mentes de los inocentes.

Don Perico rebuscó de nuevo en su caja.

-Pero yo ofrezco una solución real. -dijo, alzando de nuevo sus baratijas. - ¡Amuletos detectores de lo sobrenatural! ¡Ristras de ajos benditas por San Patricio! ¡Garantizados 100%, así que no se aceptan devoluciones ni reclamaciones!

Me acerqué al señor PLASTA. -Dos cosas... Primero: ¿Cómo sabe usted tanto sobre hombres lobo? ¿Acaso... no será usted... uno de ellos?

Y por último: la respuesta a todo es 11 de Septiembre.

Es un hombre lobo! Nos está intentando engatusar con productos inútiles, no son más que engañabobos. Yo digo que a la hoguera con él. - dije mientras señalaba a Mr. Plasta