[Campaña 2] (Godia Ozonas, Dakota Cromwald, Jiang, Miquelangello Brunetti y Alexei Tolstói)

Tras llegar, cada uno se puso a hacer distintas cosas. La niña Dakota busco comida, mientras Jiang buscaba alguna fuente de agua. Cada vez se parecia mas a una excusrion en el campo, excepto por una cosa... Eramos buscados por la Inquisicion.

Aunque, si algo puedo decir, es que no pude evitar sentir una gran alegria por haber dejado ese pasado atras. Era como si aquello se enterraba. Total, el remolino del olvido de lo llevaria pronto...

Volviendo a la realidad... Estabamos en un pueblo fantasma, y me tocaba hacer mi parte... Asi que me puse a caminar por el pueblo. Buscaba un sitio cubierto donde poder pasar la noche. Donde poder descansar.

Un lugar seguro, por asi decirlo...

Buscar: -30+21 = -9

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'Dado de 100' : 21

Me acerqué al pequeño estanque. Di gracias a que era lo suficientemente profundo y grande para poder bañarme. Por fin las cosas parece que van mejor...

Miré a todos lados, agudicé el oído... sólo se escuchaban los grillos chirriándole a la luna. Miré al cielo, dejando que se reflejara la preciosa luz de la luna en mis ojos y en el agua. Sentía que aquello era como mi pequeño rincón, donde nadie podía verme, nadie podía hacerme daño.

Poco a poco fui quitándome la ropa y dejándola prudentemente alejada del agua, pero sin perderla de vista.
Una de mis continuas pesadillas era que me desapareciera la ropa cuando me bañaba. (***) Me estremecí sólo de pensarlo.

Probé el agua con la mano, estaba fresca y limpia, y poco a poco me metí dentro. Recordé que mi madre me decía que el agua nocturna era como un espejo que reflejaba a quien se quisiera poner delante lo que se quisiera ver... pero a mi jamás me mostró lo que quería ver.

El agua me brindó otra imagen, mucho más turbia: un rostro lleno de dolor, lágrimas bajo unos ojos rojos que clamaban al cielo, sangre...mucha sangre....gritos... y entre todo eso, mi pequeño cuerpo asomando; era yo naciendo del vientre de mi madre.

Con rabia, chapoteé con mis manos el agua firme, rompiendo en añicos la imagen reflejada....pero la sangre no se borraba. Entonces me di cuenta. La sangre que había ahí, era de mi propio cuerpo.

...

Mierda.

@Jiang Algo alerta a tus sentidos, ya de por sí agudizados por tu situación. Una silueta masculina aparece tras la maleza, se acerca hasta ti, y cuando apenas está a unos pasos del agua, se detiene. Te estremeces.
Es un chico asiático, de complexión atlética y con un tono bronceado de piel. Su cabello era largo y oscuro, recogido en una cola. Observas que lleva tatuado un dragón, envolviendo su brazo izquierdo desnudo. Su diestra, la cubre parte de su kimono, de color azul y con una luna creciente dibujada sobre el hombro.
Carga con una larga espada oriental, de esas que fabricaban en Shivat y que tan popular es su exportación. Sin embargo, esa espada era el doble de grande de las que tú recordabas, era alucinante como podía sostenerla con tanta facilidad.



Tu cuerpo no reacciona, no sabes qué hacer. El chico mira al vacío, pensativo. Tu capacidad para ver lo sobrenatural, te revela una extraña aura que le rodea. De unos tonos blanquecinos, que cubren su cuerpo como una fina seda invisible.
Te mira de soslayo y habla, con una voz ronca y agitada.

-Doy gracias a los Kami por mi sino. Pues que afortunado soy, por tenerte ante mí en la espesura de esta hermosa noche, con una luna creciente en el cielo y siendo yo, dichoso, portador del Legado de Tsukiyomi.

Tenía el ceño fruncido, aunque su mirada evocaba serenidad. Miró a la luna, y después te volvió a mirar.

-Es lógico que no me recuerdes... pero yo sí te recuerdo. Mejor de lo que desearía.

Hizo una pausa para llenar sus pulmones.

-Veo que tu costumbre de disfrazarte de chico, no ha desaparecido con los años, Jiang.


Haz una tirada de Memorizar.

Me paraliza un sonido. Lentamente me giro y lo veo. Es un hombre al que no había visto nunca, pero lo más raro de todo era su aura blanquecina...

Mi mente iba rápido, pero mi cuerpo estaba totalmente paralizado. Me tapé instintivamente, pero no me moví ni un ápice. Miré a aquel hombre entrecerrando mis ojos para agudizar mi visión, pero no, no lo había visto nunca....¿o si?

Traté de hacer memoria en mi laberíntica mente.

Tirada de Memorizar: -30+

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'Dado de 100' : 37

No llegas ni a Rutinario. No recuerdas quién es esa persona, aunque estás segura de haberlo visto antes.

[Offrol: SI, he dicho segurA.]

Estoy demasiado agitada, no logro pensar con claridad... pero al verlo más detenidamente noto que su cara me suena.

Me acerco lentamente a la orilla, hacia donde está mi ropa. Nunca he luchado desnuda, mostrando mi cuerpo. Mi arte es ocultarlo y luchar con furia. Si me pilla desprevenida sería peor, además, estoy sola.

Mientras me acerco a mi ropa, intento que se concentre en otra cosa.

- ¿Qu-quién eres? ¿Qué s-sabes de mi?

Mi voz sale temerosa y entrecortada. Tengo frío, pero ya no sé si es por el agua o porque tengo demasiado miedo... En mi interior algo sangra, solo rezo para no sangrar también por fuera.



[Offrol: Espero que estéis tan sorprendidos como ahora está Jiang, y bueno, que sepáis que he ocultado esto desde que comencé en el foro.... mi personaje en realidad es una chica, pero yo, Xinu, también lo soy ]

-Mi nombre es Gao-Zen Bai. Hijo mayor y guardián, de la familia Bai. ¿Te suena mi apellido? Soy el hermano de Ren Bai.

El corazón te dio un vuelco. El nombre de Ren había permanecido siempre en tu corazón, latente, como un volcán que entra en erupción en el momento menos esperado. Volver a escuchar su nombre, fue como viajar en el tiempo, al pasado, cuando os conocisteis.
Pero las palabras del intimidante Gao no dejaban cabida para las emociones, sus vocablos eran firmes y afilados, como si quisiese cortar el aire con ellos.

-Antes de matarte, puesto que soy un honorable guerrero, déjame contarte toda la historia y el por qué estoy aquí.

Saliste del agua y te empezaste a vestir tímidamente, atemorizada, temblando. Sabías perfectamente que si te estabas vistiendo, era porque él te lo permitía. Te pusiste los guanteletes, observando a Gao-Zen con una mirada que mezclaba miedo y provocación. Pero él no se inmutaba, te dejaba equiparte, parecía que eso no suponía un problema para él. Miró una vez más al cielo.
Entonces comenzó a contar la historia. Aunque por un momento, quisiste negarte a escuchar, te daba miedo revivir malos momentos. Aunque haciendo memoria: la aldea de Jinsu, el hermoso río Yang, el bosque Hulijing, los picos de Liang... no solo dejaste dolorosos recuerdos en el pasado, también habia hermosos recuerdos.


-Cuando te fuiste de Jinsu, todos fuimos felices. O al menos eso parecía. El matrimonio de Ren era todo un idílio, su esposa, Yukami, cada día lo amaba más.
Fueron unos meses maravillosos, hasta que el estúpido de mi hermano confesó algo que nos condenaría a todos. Le dijo a Yukami que, desde que se casaron, todas las noches, sin excepción, soñaba contigo.
Imagínate la deshonra que supuso para ambas familias. Los padres de Yukami estaban consternados, pedían la cabeza de mi hermano. Al poco tiempo, Ren abandonó a Yukami, nos abandonó a todos, y fue en busca tuya. Decía que quería recuperar a la mujer de su vida. Los Bai nos convertimos en la verguenza de Jinsu. Pero a Ren eso le daba igual, le dió la espalda a su esposa, a su familia, a su vida, todo por encontrarte a ti.


Yo no podía permitir tal deshonra, y como guardián de la familia Bai, lo perseguí por tierra y mar. La única forma de devolverle el honor a mi familia y de ganar el perdón de la familia de Yukami, era con la cabeza de Ren. Al fin y al cabo, me era muy sencillo localizar a mi hermano. Él y yo estamos conectados por un vínculo mágico que nos permite saber, en todo momento, donde está el otro. Por mucho que corriera, era cuestión de tiempo que lo atrapase. Era como si los dioses quisieran que lo atrapara.

Estabas tan asombrada ante aquellas palabras que, aunque te atacase en ese momento, no podrías ni defenderte. Tu cuerpo no reaccionaba, tus músculos no respondían, estabas hipnotizada ante semejante historia. Te temblaban las piernas, las manos, querías llorar, pero no eras capaz de derramar lágrima alguna.

-La primera noticia que mi hermano tuvo de ti, fue en el puerto Brudge, en Kanon. Aunque, curiosamente, esa misma información llegó hasta mis oídos. Encontré a mi hermano antes de que él te encontrara a ti. Me dispuse a matarlo. Pero, aunque me cueste reconocerlo…

Agachó el rostro con desazón. Aunque no tardo mucho en recuperar su altivez.

-Me derrotó. A pesar de ser mi hermano menor, me venció. Había mejorado muchísimo, más de lo que yo imaginaba.
Entonces decidí hacerlo más fácil: Utilicé sus sentimientos en su contra.
Yo no podía matarlo a él, porque me faltaba destreza con la espada. Y él no podía matarme a mí, porque era incapaz de matar a su hermano. Le amenacé con que yo te mataría a ti, a la razón de su viaje. Y si Ren te encontraba, yo lo encontraría a él, gracias a mi don, y por consecuente, a ti. Entonces te arrebataría la vida en cuanto Ren bajase la guardia.
Mi hermano se encontraba entre la espada y la pared. O mataba a su hermano, o renunciaba a ti. Hablamos, y decidió volver a casa, expiar su culpa con rituales de flagelación, hasta que la familia de su esposa, y la suya propia, lo perdonasen.
Pero yo no fui tan permisivo. Aprovecharía que tú y yo estábamos en la misma ciudad, para encontrarte y matarte. De ese modo ganaría fama en mi aldea. Devolvería al bosque Hulijing su pureza, matando a uno de sus espíritus demoníacos.


La luna se reflejaba en la pequeña charca. Las palabras de Gao eclipsaban cualquier otro sonido en el bosque; El ulular del viento entre los árbol, el fluir de la pequeña cascada, la melodía de los grillos, el aullido de algún que otro lobo. No eran más que sombras olvidadas.
Y al margen de todo, Miquel, Dakota, Daguerreo y Godia, preparaban la cena como buenamente podían. Ninguno de ellos podía ni siquiera sospechar, lo que realmente se estaba cociendo a pocos metros de allí.
Tampoco se preocupaban por su compañero. Después de todo, cualquier animal salvaje no sería rival para Jiang. Ignorando completamente el peligro que se acrecentaba sobre su compañero.

-Pero Ren, como si pudiese olerte, te volvió a encontrar. Y bajo una falsa apariencia, te convenció de que te alejases todo lo posible de aquella ciudad.

Flashback en la memoria de Jiang…(esto viene en tu Prólogo)
En dos meses de viaje, el barco atravesó las aguas que unían el Mar Oriental con el Mar Interior. Y a los cuatro meses de partida, sus cabos ya estaban atándose a las costas del Sacro Santo Imperio de Abel. Concretamente en la ciudad portuaria de Brudge, en Kanon. Esta capital combinaba hermosos adornos con la utilidad militar de cualquier ciudad-fortaleza, los edificios solían ser bastante sobrios, pero también poseía grandes monumentos, y mansiones. El puerto era espectacular, albergando una media de hasta cien galeones de todo tipo.
Una vez te despediste de tu capitán y tus compañeros de mar, te encontraste solo después de mucho tiempo.
Fue en esa soledad, donde un desconocido encapuchado se acercó a ti en un olvidado callejón.
Te habló de la ciudad de Ascani, en el principado de Bellafonte. Te dijo que tu destino era ir allí, pues una terrible oscuridad se estaba acrecentando en las entrañas de Brudge, y tenías que marcharte antes de que fuese tarde. Al principio te pareció un loco, pero al poco tiempo comprendiste que debías ir allí, por un motivo u otro debías hacerlo.
Con todo el dinero que ganaste como marinero, compraste un caballo: un hermoso percherón blanco. Juntos, cruzasteis Kanon, rumbo a la capital de Bellafonte.

-¿Lo recuerdas, verdad? Las palabras de aquel hombre te marcaron. Es normal que causasen tal efecto en ti, siempre lo hicieron. Aquel encapuchado era Ren.
Te fuiste de la ciudad, sin saber que en realidad estabas huyendo. Te salvó la vida sin que te dieses cuenta.

Gao suspiró profundamente. Hizo crujir su cuello y te volivó a mirar. Por lo que expresaban sus ojos, lo que estaba recordando en ese momento no era nada agradable.

-Estaba harto... mi hermano habia jugado conmigo. Tenía que volver a casa sin su cabeza y sin la tuya ¿entonces para qué me había ido? Medité sobre ello. Me avergonzaba que mi hermano menor fuese más fuerte que yo... y lo peor es que mis padres, al volver, lo sabrían. No podía permitirme más humillaciones.
Y derrepente, como una deidad que responde a mis plegarias, una chica de pelo blanco y mirada perdida, apareció ante mi. Ofreciéndome una solución.


-Me ofreció un trato muy sencillo. Poder, a cambio de una niña. Accedí sin miramientos e inmediatamente mi cuerpo cambió... me sentía capáz de todo.
Desafié a Ren de nuevo y disputamos una ferviente batalla a muerte. Gracias a mis nuevos dones, conseguí derrotarlo y alcancé la gloria. Ahora solamente me quedaba encontrar a esa niña, que, casualmente, viaja contigo. Dime ¿no crees que los dioses de la fortuna me tienen consentido?

Y ahora, después de tanto tiempo, te encuentro. Ren ya no puede ayudarte y tus amigos no son rival para mi. Debo considerarme afortunado, por tenerlo todo tan sencillo. Solamente tengo que coger tu cabeza, así liberaré al bosque de Hulijing de los malos espítitus. Y por último, cogeré a la niña, Dakota, para cerrar el trato, y poder volver a casa lleno de gloria.

Aquel hombre que tenía frente a mi inspiraba miedo, un profundo temor, pero su rostro me resultaba vagamente familiar...

-Mi nombre es Gao-Zen Bai. Hijo mayor y guardián, de la familia Bai.

Palidecí. Se me paró el corazón. No, no puede ser... Ahogué un grito al oír su nombre.

-¿Te suena mi apellido? Soy el hermano de Ren Bai.

Todo se puso oscuro, dejé de sentir el contacto de mis pies con el suelo. Me desvanecía, como si todo lo que había hecho durante tanto tiempo, toda mi mentira se evaporara a la luz de la luna... Ese nombre tenía demasiados significados para mí, demasiadas emociones. Los sentimientos hacia Ren volvían a capturarme como una jaula de la que no podía escapar. Lo amé más que a nadie, más que a nada, pero él me traicionó.
Jamás lo olvidé pero jamás lo perdoné, y tener a su hermano delante no hacía sino recordarme el agujero eterno que se me quedó en el pecho cuando decidí no volver a amar, no confiar en nadie. Ya no tenía corazón, pero la presencia de Gao, con sus facciones tan parecidas a las de Ren, era como una mano que jugaba dentro de mí y me hacía retorcerme de dolor.

Daba pasos pequeños, torpes. Me agaché hacia mi ropa y la cogí lentamente. Me dejó vestirme, cosa que agradecí en lo más profundo de mi ser. Pero cada palabra que salía por su boca era un puñal que se clavaba en mis recuerdos, aflorando sentimientos de soledad y angustia, sentimientos que había luchado años por enterrar.


Comenzó a hablarme de Jinsu, recordándome los buenos momentos que viví allí. Poco a poco iba entrando en calor, pero no sabía si era porque ya llevaba la ropa puesta o porque los recuerdos de mi hogar me traían la cálida presencia de mi familia y de mi infancia. Lo escuché en la oscuridad mientras luchaba con mis sentimientos.
Pero entonces dijo algo, algo que me descolocó totalmente, algo que jamás imaginaría escuchar, porque era imposible que ocurriera.

-Cuando te fuiste de Jinsu, todos fuimos felices. O al menos eso parecía. El matrimonio de Ren era todo un idílio, su esposa, Yukami, cada día lo amaba más.
Fueron unos meses maravillosos, hasta que el estúpido de mi hermano confesó algo que nos condenaría a todos. Le dijo a Yukami que, desde que se casaron, todas las noches, sin excepción, soñaba contigo.

Se me paró el corazón, la cara se me puso blanca. No lograba comprenderlo aunque mi mente iba a mil por hora. ¿Qué? Ahogué mi pregunta, pero mi cara mostraba total incredulidad. ¿Está queriendo decirme que Ren…que él realmente… me amaba?
Me temblaron las piernas, me agarré a la corteza del árbol que tenía más cerca. Su áspero tacto me pareció terciopelo, la humedad del ambiente me pareció el canto de los querubines que acariciaban mi cara. La oscuridad se me tornó luz… Todo ahora tenía sentido para mí, mi existencia y mis propósitos cambiarían de nuevo. Me embriagué del perfume del amor, olvidando que delante de mi estaba el hermano de Ren, ciego de ira, que venía a matarme, y que sin duda lo haría cuando terminara de hablar.

-Ren abandonó a Yukami, nos abandonó a todos, y fue en busca tuya. Decía que quería recuperar a la mujer de su vida. Los Bai nos convertimos en la verguenza de Jinsu. Pero a Ren eso le daba igual, le dió la espalda a su esposa, a su familia, a su vida, todo por encontrarte a ti.

No podía creerlo… Ren estaba por ahí, recorriendo el mundo solo para encontrarme. Mi corazón emergió de su oscuridad y comenzó a latir con fuerza y a crecer. Creció tanto que parecía que se me iba a salir del pecho. Un leve rubor conquistó mis mejillas, negándose a abandonarlas, como cuando Ren me besaba.
Pero el relato de Gao continuaba, y a cada palabra, un nuevo sentimiento nacía en el corazón de Jiang.

-Entonces decidí hacerlo más fácil: Utilicé sus sentimientos en su contra.
Yo no podía matarlo a él, porque me faltaba destreza con la espada. Y él no podía matarme a mí, porque era incapaz de matar a su hermano. Le amenacé con que yo te mataría a ti, a la razón de su viaje. Y si Ren te encontraba, yo lo encontraría a él, gracias a mi don, y por consecuente, a ti. Entonces te arrebataría la vida en cuanto Ren bajase la guardia.
Mi hermano se encontraba entre la espada y la pared. O mataba a su hermano, o renunciaba a ti. Hablamos, y decidió volver a casa, expiar su culpa con rituales de flagelación, hasta que la familia de su esposa, y la suya propia, lo perdonasen. .

¡Nooo! Quise gritar. Mi amado Ren, arriesgando la vida por mi y más tarde renunciando a mi… La verdad de esas palabras me volvieron a la realidad de la que me estaba escapando. No existen historias de amor de cuentos de hadas, y menos para mí. Pero antes de que mi mente asimilara esto, algo me golpeó duramente con fuerza.

-Pero Ren, como si pudiese olerte, te volvió a encontrar. Y bajo una falsa apariencia, te convenció de que te alejases todo lo posible de aquella ciudad. .

Gao me miró como esperando algo, y entonces lo comprendí, como una verdad que siempre estuvo ahí pero que nunca llegué a aceptar. Recordé nítidamente aquel dia en Brudge, donde vagué sin dirección alguna. De repente me crucé con un hombre encapuchado que me dijo que tenía que irme de allí, que era peligroso. Ahora, tras tanto tiempo, me doy cuenta que aquellas palabras fueron muy extrañas, era como si en aquel momento se nublara mi juicio y solo obedeciera a lo que esa persona me dijera.
Aquel hombre era Ren… Qué ciega he estado… Caí de rodillas al suelo, sin poder mantenerme en pie, el mundo donde me sentía como pez en el agua se estaba desmoronando piedra por piedra. Me manejaron, Gao y Ren, como ellos querían. Siempre había pensado que me guiaba mi intuición, pero ahora parecía que solo era una marioneta con la que jugaban los dos hermanos. Ren no tenía que haberme protegido, sé cuidarme de mí misma. Me daba rabia haber estado tan cerca de él y no poder tocarle. Pero estaba feliz, mi Ren había derrotado a su hermano, mi Ren, del que me sentía orgullosa.

Pero ahogada entre mis pensamientos, oí palabras que me trajeron de nuevo a la realidad. ¿Una mujer de pelo blanco? ¿Poder a cambio de una niña? ¿Batalla a muerte con Ren? ¿Da-Dakota?

Oh dios, Ren… no puede ser, ¿perdiste?

Mis ojos se empañaron totalmente, apenas veía claramente a mi oponente. En pocos minutos se me había regalado todo para después serme arrebatado. La vida nunca me había sido benigna, ¿Por qué iba a serlo ahora? Me llené de rabia; si Ren había muerto a manos de ese hombre, yo lo derrotaría para recuperar su honor, y si moría en sus manos también sería un regalo del cielo volver a encontrarme con mi amado en la otra vida.
Pero Gao estaba ahí por otro motivo más, quería llevarse a Dakota. Entonces pensé rápido. ¿También él se quiere llevar a Dakota, como Alexei? ¿Qué tiene esa niña?
Me levanté lentamente, y lo miré a los ojos. Auné todas las fuerzas que me dio el recuerdo de Ren, y la certeza de un combate a muerte.

-Eres un cobarde. No pudiste ganar a Ren en algo que no te concernía, y recurriste a alguien que te prestó poder. Pues permíteme que te diga algo: no te saldrás con la tuya, volverás a Jinsu con las manos vacías y jamás te llevarás a Dakota.

Mis palabras fueron lanzadas como veneno. Realmente estaba fuera de mí, y ahora lo había provocado. Si ese hombre quisiera matarme no podría hacer nada, estaría muerta antes de tocar el suelo, pero eso ya no me importaba si Ren no estaba en este mundo. Pero tenía que avisar antes a los demás de que alguien estaba tras Dakota, y era poderoso. En el menor indicio de lucha, gritaría para que me escucharan.

Te miró fijamente, con el rostro serio. Se mantuvo en silencio un instante, a pesar de tus temerarias palabras. Luego habló:

-Mientes muy mal. Tus palabras pretenden ser desafiantes, pero te tiemblan las piernas y a penas puedes mantener levantada la mirada.
Pero no temas, seré gentil contigo. Contaré hasta 10 antes de intentar matarte, así podrás reunirte con tus amigos y haremos que este combate sea menos aburrido.

Su egocentrismo era irritante. Pero bien sabías que el hecho de subestimar a sus oponentes, era un punto a tu favor. Ya incluso de entrada, te daba la ventaja de no tener que desafiarlo tu sola. Te quedaste pensativa antes de echar a correr, no sabías hasta que punto conservar tu dignidad.

-Uno...

Contó. Rápidamente echaste a correr en dirección al pueblo, en busca de tus compañeros.

-dos...

Cada número era un tormento, una cuenta atrás de la que dependía tu propia vida.

-tres...

Él no te seguía, no se movió ni un ápice. Simplemente contaba, hasta que lo perdiste de vista y dejaste de escucharlo.
Corriste todo lo que tus pies te permitieron, hasta llegar a la esplanada, junto al pueblo, donde se encontraban tus compañeros. A penas habian comenzado a comer, cuando tu llegada sobresaltada les hizó desenfundar inmediatamente. Preocupados, te preguntaron qué había pasado. Explicaste brevemente que el asiático que te estaba buscando, te había encontrado y quería marte y llevarse a Dakota. Comentaste que era un mercenario de la Hermandad del Silencio, y que no se iría sin lo que había venido a buscar.

-Y diez.

Gao apareció sobre un tejado. Era imposible que estuviese allí tan pronto, al para un ser humano. Estaba justo encima de vosotros, con su nodachi preparada.

[Combate: https://rolporforo.activoforo.com/la-hermandad-del-silencio-f3/combate-2-godia-ozonas-dakota-cromwald-jiang-y-miquelangello-brunetti-t506.htm#13128]

Las cosas no estaban, ni por asomo, bien. Daguerreo se había desvanecido en el aire, Gòdia había muerto, ahora Dakota estaba inconsciente tirada en el suelo. Sólo quedábamos en pie Miquel, yo y el malnacido de Gao. Tenía ganas de matarlo, pero Miquel nunca me perdonaría... Algún día se daría cuenta de que la venganza es necesaria, y entonces recordaría esta noche.

Pero aún nos quedaba mucho que pensar. ¿Qué haríamos con el cuerpo de Gòdia? ¿Dónde podríamos llevar a Dakota? Aún teníamos que dormir, estábamos exhaustos de tanto viaje y del combate...
Había pasado un largo rato desde que Gao nos revelara la localización exacta de la fortaleza, donde estaba la enigmática Hermandad del Silencio, donde estaba Alexei, donde tenían preso a Ren. Había que hacer algo, y el tiempo iba en nuestra contra. La brisa nocturna era el único sonido audible en la plaza del pueblo abandonado donde estábamos. El aliento de Gòdia nos había dejado hacía poco tiempo, y el silencio sepulcral de Gao no hacía sino darme más cuenta de los sentimientos que se estaban gestando en mi interior. Después de oir a Miquel, con decisiones tan seguras, me sentía respaldada. Aún así, debía preguntárselo una vez más.

-Miquel, no sé qué estás pensando ahora mismo, pero yo voy a ir a la Fortaleza, con o sin ti. - mis palabras sonaban tristes y con un deje de cariño, realmente no quería ir sola, pero no podía forzarlo a venir conmigo a lo que sería una muerte segura-. Tenemos que dar descanso eterno al cuerpo de Godia, y en cuanto a Don Daguerreo... no sé qué hacer, pero merece justicia.

Miré la nuca de Gao, inmóvil, estaba empezando a acumular mucho odio en mi cuerpo, y sabía cómo se podría calmar.

-Gao merece morir, y aunque mi mente quiere hacerlo mi corazón me lo impide. Pero sabes tan bien como yo que no deberíamos dejarlo vivo, sabe demasiado y podría volverse en nuestra contra. Es un enemigo demasiado poderoso, y tú y yo no tendremos esta oportunidad otra vez.

Miquel permanecía con la cabeza alta, pero su mirada iba más allá de la realidad. Pensé por un momento, mientras observaba el destrozo que había a mi alrededor. La tierra estaba impregnada de la sangre de Godia, pronto su cuerpo estaría frío. Vi su brazo en el suelo, lejos de ella, totalmente pálido.
Cerré los ojos un momento, como hacía desde pequeña antes de iniciar un combate.

-Lo siento Miquel, no puedo hacer otra cosa. Espero que me perdones algún día.

Con un movimiento rápido, partí el brazo de Gao que tenía inmovilizado con mi cuerpo y le pegué una patada en la espalda, haciéndole caer al suelo. Mientras se retorcía de dolor por su brazo roto, cogí su espada del suelo y la sujete con fuerza por encima de mi cabeza.

-Te veré en Hulijing.

Pude ver de reojo la cara sorprendida de Miquel, con el brazo extendido hacia mi intentando detenerme, pero eso no era suficiente. Dejé caer la espada con todas mis fuerzas. Jamás pensé que podría ser tan fácil cortar el brazo de un hombre. La hoja apenas notó resistencia, pero el brazo sano de Gao salió despedido de su cuerpo, dejando salir un vivo chorro de sangre.

No podría matar a Gao, pero nada me impedía dejarlo ahí mientras se desangraba. Gòdia, aquí tienes tu honor de vuelta. Siempre estarás con nosotros. Instintivamente miré al cielo, aunque sabía que su alma no estaba ahí, aún le quedaba salir de este mundo y no lo haría sin luchar.

Con la espada en mi mano, me di la vuelta, buscando algo a mi alrededor que me sirviera de pala para cavar una tumba. Antes del amanecer tendrían descanso sus cuerpos.

[Sí, pienso enterrar también a Gao. ¿Qué? En el fondo soy buena persona ^^]

Tirada de buscar ( me vale cualquier cosa, una rama grande, una roca desprendida plana, etc.)
-30+58= 28

Si no encuentro nada, cava con mis propias manos.

El miembro 'xinu' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 58

Me retiré un poco de donde estábamos y comencé a cavar, primero una tumba y luego otra. Junto a una de ellas clavé la espada de Gao, manchada de sangre. En la otra, dibujé torpemente unos trazos en la tierra.

Aquí yace la valerosa caballera de Montesa.
Godia.

Cuando terminé me fui a por los cuerpos, solo esperaba que Gao ya estuviera muerto cuando regresara, y que Miquel me ayudara a decir unas palabras de despedida a nuestra amiga.

La respuesta y los actos de Jiang me habian sorprendido mucho... Simplemente, le habian dado una vuelta completa a mis pensamientos... Intente pensar en algo, cualquier cosa que me ayudara a olvidar todo lo sucedido, pero nada... No se me ocurria nada...

Con la mirada perdida, me dirigi a lo que Jiang hizo. La tumba de Godia. La Caballera de Montesa. Me arodille ante esta, murmurando unas palabras. -Padre Nuestro, que nos guardas desde los cielos... Acoge a esta mujer, la cual ese... esa monstruosidad llamada Gao termino con su corta vida. Termino con sus esperanzas. Con sus metas. Pese a su comportamiento inicial ante nosotros, esa muchacha es una mujer honorable. Por favor... Aceptala en tu Santo Reino...

Amen.

Me levante, y mire a mi alrededor. Tras eso, con mi propio dedo, dibuje una cruz encima del epitafio que escribio Jiang.

Una lagrima recorria mi rostro, resplandeciente cual mas preciado diamante en liquido. "Debo de ser fuerte... Por los que me quedan vivos... Por Jiang..."

Queda una noche entera por delante y aunque el tiempo apremia, no podéis viajar en las sombras, por lo que decidís descansar después del funeral.
Pero no es fácil conciliar el sueño después de lo vivido. Dakota, Daguerreo, Godia ¿volveréis a verles? La respuesta siempre se presenta con una triste negativa, piense como se piense.
Jiang se acurruca junto a unos escombros de piedra, mientras Miquel cierra los ojos a pocos metros de su amiga. El fuego todavía es fuerte y da calor.

No podéis dormir. Será una noche muy larga.


Esta parte de la Campaña ha terminado.