[Campaña]La revolución anticristiana(todos)

Empezamos a bailar y a zapatear como cosacos bailarines; como era de esperar, toooda la calle se unió al baile, claro que eso era algo a lo que estaba acostumbrada. Y aunque las voces del inquisidor y las del archi-diácoro fueran difíciles de graduar (Dada mi aguda voz, casi infantil), conseguí bordarlas con una serie de guturales bien aplicados. Incluso la tipa de las malas pulgas salió a bailar, toda una novedad, teniendo en cuenta su carácter hasta el momento. De hecho, todo habría sido perfecto si no fuera porque Kyo salió de la posada con cara de "Hola, soy malote y te mato", y con el pelo tapándole media tez. Hay veces en las que te cortan la diversión de forma drástica, por ejemplo tropezando mientras bailas o mientras chuleas a un guardia especialmente inepto con la espada. Son situaciones no solo jodidas, sino también peliagudas para la opinión general.

Aquella, dejaba en pañales todas las anteriores.

-Señorita, tu y yo tenemos que hablar.-Dijo mientras me cogía por el cuello de la camisa y me levantaba sin problemas. Pataleé como una niña pequeña mientras gritaba "SOCORRO, VIOLADOR DE VIOLINES; VIOLADOR DE VIOLINES LES DIGO; ESTA LOCO, LOCOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO"; pero no me soltó. Lo dicho, un señor de piedra.

Entró dentro, y cerró la puerta tras de sí con un sonido tan dantesco que, si hubiera estado viva. Habría llorado por el resto de su existencia por la pérdida de su integridad física y salud. Es decir, no llegó a romperla, pero faltó poquísimo. Total, que me dejó sobre una silla y él se sentó delante.

-Veamos, Yayiki, ¡¿TU ENTIENDES QUE SIGNIFICA PASAR DESAPERCIBIDO?!-Gritó, casi levantándose de la mesa.

No entendía a qué venía tanto revuelo. En la Espada de Akasha era usual saludarse así, de hecho, a Vehuel lo llamaban Jazzman por la voz que ponía. Aunque bueno, estaba un tanto tarumba, por el tema de los empalamientos de humanos y tal, pero igualmente saludaba a toooodo el mundo con una canción jodidamente pegadiza. No recordaba exactamente la letra, pero tenía que ver con gatos... y con jazz. A ese señor le encantaban el jazz y el blues... Y empalar cosas, pero eso suele ser mejor omitirlo; ya sabéis, por motivos de decencia y tal. Con todo, una pequeña pista de por qué la gente le tenía tanto miedo cuando llegaban a conocerlo mejor: Su plato preferido eran las empaladillas. Sí, empaladillas, no me he equivocado al escribirlo.

-¡Claro que lo sé! ¡He pasado muy desapercibida!-Argullí, poniéndome de pie también. Dada la diferencia de alturas, tampoco fue para tanto.-¡Además, podía haber dicho! ¡HOLA, VOY A CONTAROS LA HISTORIA DE YAYIKI LA EBUDAN! ¡Señores inquisidores, vengan a matarme! ¡Sólo he hecho cantar a medio barrio al ritmo de una canción criticadora de la religión!-Concluí. Cruzándome de brazos como un bravo general ante el campo de batalla.

Estábamos tan tranquilos bailando, cantando, zapateando, y que demonios, pasandola bien, cuando de la taberna sale aquel gay que acompañaba a aquella renacuaja que me había subido los animos, con los ojos tapados por la sombra de su pelo. Daría miedo, si no fuera porque su pinta de gay lo estropea todo. Estaba claro que está muy cabreado, aunque algunos estudios sobre los hombres homosexuales mostraban que tendían a cabrearse menos. -Que raro. -Dije. El tipo cogió a la muchacha por el cuello de la ropa de la parte de la espalda y la levantó del suelo como si de una pluma se tratase.
-Señorita, tu y yo tenemos que hablar. -Dijo el tío, con un tono demasiado familiar para mí, el tono que había usado para amenazar (y aterrar) a gente como a Johan.

Kyo entró en la posada de un salto manteniendo a Yayiki cogida y cerró la puerta con un fuerte golpe que casi la rompió. Por los gritos dentro, supuse que a la niña le estaba cayendo una bronca.

Decidí entrar, solo para escuchar al tío -cuya sexualidad aún está por decidir- diciendo: -Veamos, Yayiki, ¡¿TU ENTIENDES QUE SIGNIFICA PASAR DESAPERCIBIDO?! -Gritando como un poseso. Supuse que Yayiki fuera la renacuaja. Ella, como no, intentó defenderse como pudo. Si algo odiaba más que a los acosadores, es a los acosadores de niños. Más aún si tienen una sexualidad indecisa.

Decidí actuar. -Perdonad la interrupcion. -Dije ""indiscretamente"", sentandome en la mesa donde ellos dos estaban dialogando. -La muchacha, aunque no lo parezca, ha sido más discreta que algunos de nosotros. Ella cantó -sí, se que el tema no pudo ser mejor-, pero tu te pusiste a soltar nombres que enseguida cantan a Anti-Inquisición. Asi que no se cual de los dos niños es peor. -Añadí, remarcando la palabra "niños".

-Además, Furion ha hecho peores cagadas. Porque definitivamente, algo tiene que estar fumando el tío. Sin contar porque algo raro tiene que tener un tío con una máscara que va junto a un grupo, todos embutidos en unas túnicas con el mismo efecto que un trozo de bistec lanzado hacia unos perros. -Eso me lo dije más a mi misma que nada, pero cualquier cosa podía servir en cualquier momento. Algo que aprendí en la Gran Universidad.

La no-dachi de Kyo tardó menos de un segundo en estar en el cuello de Monica.
-Para empezar, nadie a parte de vosotros ha podido oir los nombres, precisamente gracias a estas túnicas. No nos hace invisibles ni inaudibles, lo que pasa es que la gente no se da cuenta de nuestra presencia a menos que nosotros lo queramos o que nos busque en concrerto a alguien que lleva la túnica.
Kyo lanzó una mirada amenazadora a Yayiki.
-Quedas castigada. Vete a tu habitación y no salgas hasta la noche o hasta que yo te diga que puedes salir, lo primero que pase.

La tipa de las malas pulgas trató de interceder por mí, y por unos segundos la mirada brillante y esperanzada que le lancé rozaba la adoración suprema a una divinidad. Aunque en ese caso la divinidad llevase una espada bastarda a la espada y revelase más hastío que verdadera pasión por la vida. Como fuera, ese sentimiento de esperanzada posibilidad de salir de ahí indemne fue rápidamente mutilado, destrozado, quemado, violado y esparcido a los cuatro vientos cuando el arma de Kyo fue a parar al cuello de la chica. Con más educación de la esperada (Omitiendo, por supuesto, que le amenazaba con cortarle el cuello), le explicó que esas túnicas impedían que pudieran prestarnos atención si nosotros no lo deseábamos (De hecho, había una raza bastante cotizada en Samael (Pues la organización angelical no era más que una sucursal ebudan de ésta primera) en los temas de espionaje y tal. No recordaba el nombre, puesto que era no solo complicado, sino también, irónicamente, olvidable. Esta falta de atención de la gente hacia el portador de la capa se veía anulada si la persona portadora quería dejar de pasar desapercibida, o si alguien lo buscaba explicitamente. Quizá por efecto de dicha capa, en Galgados el tontaco de Kyo conseguía acercarse y huir sin que lo localizara, a fin de cuentas, no era como desaparecer, simplemente era caminar tranquilamente mientras la tonta de turno (Yo) miraba en todas direcciones, extrañada.

Cuando acabó con eso, me miró como un padre miraría al novio de su hija, tras haberse acostado con esta última en la cama de ambos progenitores.

-Quedas castigada. Vete a tu habitación y no salgas hasta la noche o hasta que yo te diga que puedes salir, lo primero que pase.

Fruncí el ceño, la rabia subía por mi garganta en forma de insulto contra su familia. No obstante, me controlé, y simplemente gruñí, acercándole a Kyo Ojos de Pollo peligrosamente a la cara. Tenía el rostro enrojecido por la vergüenza y la injusticia que el castigo representaba.

-¡Eres un gilipollas!-Grité antes de salir corriendo escaleras arriba. Dando fuertes pisotones a los escalones y cerrando tras de mí una vez llegué al primer cuarto que pillé. Estaba tan cabreada, que no pude controlarme y destrocé un hermoso escritorio de madera de un alazo. Me tiré sobre la cama, dándole golpes amortiguados por lo mullida que era ésta... No tenía ningún derecho a castigarme, no era mi padre, no era más que un idiota prepotente... ¡Por supuesto que no podía! ¿¡Quién se pensaba que era...?

Y entonces, vi la luz a través de la ventana. Los colores perlinos de fuera eran sobrecogedoramente hermosos...

...Y propiné una fuerte patada a ésta, para luego descolgarme por ella, tanteando como bien podía usando las sábanas y la colcha de la cama. No tenía que llegar al suelo, solo al techado de la casa contigua.

Al llegar a la entrada de la ciudad hice lo que un simpatico caballero me habia recomendado y me puse encima una tunica mitad roja y mitad negra... No sabia muy bien que significaba, pero adonde fueres has lo que vieres dice el dicho. Preparado con mis nuevas prendas me dispuse a entrar en la ciudad

Monica: Cuando se oye la puerta que se cierra, Kyo aparta su arma de tu cuello y se va a un rincon, sentandose en el suelo, cogiendose las piernas con una mano mientras que con la otra hace circulos en el suelo, precisamente el lugar que parecia que mirara. Un aura depresiba empieza a emanar de el.
-Tora, ve a vigilar que Yayiki no se escape... Akari, ve a mirar si ha llegado alguien mas...
Cunado Kyo dice esto, un tio de dos metros y medio y una mujer que te excita incluso a ti salen por la puerta.

Montblanc y Nono: Dos de los tipos raros que habian entrado salen de la posada. Uno mide dos metros y medio. El otro es una mujer impresionante. El ser enorme se va a un lateral de la posada, mientras que la mujer parece que simplemente va a pasear.

Yayiki: Cuando llegas al suelo, Tora esta esperandote.
-Yayiki, creo que no habiamos quedado en esto.

Simon Lestat: Justo cuando estabas a punto de entrar, una bella mujer con una túnica igual que la tuya se te acerca.
-Hola, guapo. Vas a tener que acompañarme.

Mi caída fue interrumpida por las manos carnosamente rudas de Tora, que me cogieron al vuelo. Le fulminé con la mirada y volví a patalear gritando "¡MÁS VIOLADORES, ME QUIEREN VIOLAR, AUXILIO, SOCORRO!". El gradullón ni siquiera parecía inmutarse, y simplemente dijo:

-Yayiki, creo que no habiamos quedado en esto.

Con todo, no estaba precisamente por la labor de colaborar, por lo que, una vez me dejó en el suelo, pensé en salir corriendo... Una pena que el tipo midiera dos metros y me pudiera dar alcance en dos zancadas, o incluso más acertado: Una pena que no pudiera volar. O sea, poder podía, pero arriesgándome a ser asaetada hasta la muerte. Motivo por el cual, con los dientes apretados y la cabeza gacha, volví trepando hacia mi cuarto, usando la misma cuerda de antes (Quizá los ositos de la colcha le quitaran seriedad al asunto).

En cuanto me agarré a la cuarda, algo arriba se desató. Nunca había sido una perfecta nudista, ya me entendéis... Oh, mierda, jodido lenguaje y sus distintos significados... Quería decir que hacer nudos nunca se me había dado bien. Quizá por ello, o quizá debido a la mala suerte, el nudo que ataba mi improvisada cuerda con el poste de una cama se deshizo, y yo caí de culo, muy ridículamente, sobre el callejón, mojándome el pantalón con algo que parecía ser agua pasada mezclada con caca de perro ¡Puaj!...

...Y sobre mí la colcha y la sábana. Peleé durante cerca de cinco minutos con ellas, tratando de salir de ahí dentro, y cuando lo conseguí, simplemente, recogiendo la dignidad que me quedaba junto con las ropas de la cama dije de mala gana:

-Vámonos para dentro si tanto quieres...
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Pifia de nivel 25 Si nos atenemos al manual, simplemente sería un fallo automático, sin caídas rompedoras de cuellos ni piernas... (Si se utiliza alguna regla casera para estas cosas, edito :3)

El hombre con tendencias sexuales aún por decidir me amenazó con rebanarme el cuello. Algo que me hizo gracia, pues tecnicamente un corte en el cuello, pues es eso... Un corte. El tipo parecía aún más enfadado.

-Para empezar, nadie a parte de vosotros ha podido oir los nombres, precisamente gracias a estas túnicas. No nos hace invisibles ni inaudibles, lo que pasa es que la gente no se da cuenta de nuestra presencia a menos que nosotros lo queramos o que nos busque en concrerto a alguien que lleva la túnica. -Dijo, con una voz demasiado cabreada. Que divertido y placentero resultaba ver como la gente se enfadaba... Era lo más placentero que habia visto en mi vida, despues de las venganzas. Lo que me recuerda, más de un bicho me debe una.

El tipo siguió amenazandome, al mismo tiempo que lanzó una mirada amenazadora a Yayiki.
-Quedas castigada. Vete a tu habitación y no salgas hasta la noche o hasta que yo te diga que puedes salir, lo primero que pase. -Dijo amenazante. Tras refunfuñar, la chiqutina se fue. Momento en el que el tipo enfundó su arma.

Y momento en el que respondí: -Perdóneme, señor Se-mas-que-tú-y-me-burlo-de-una-renacuaja. Acabas de ganarte el título oficial de... -Me hice la pensativa, empezando a caminar hacia las escaleras. Como no, aprovechaba la túnica, de manera de que nadie más oyera todo lo que le estaba soltando al hombre de la tendencia sexual aún por descubrir. -...Gilipollas de Tres al Cuarto. Ahora, si no te importa, voy a intentar animar a la renacuaja. Por si no lo sabías, los berrinches de los peques (como ella) pueden destruir, por ejemplo, posadas, por muy Pisadas que esten. -Tras eso, subí las escaleras. Posada Pisada... Vaya chiste más malo.

En fin, la cosa es que cuando llegue arriba, al cuarto donde ella ("""supuestamente""") estaba encerrada, ¡la habitación estaba vacía! Me sente en la cama, la cual no tenía colchas, ni nada por el estilo, sonriendo. -Je. Renacuajos... -Dije. Entonces, algo me vino a la mente. Era una clase de un profesor. El de psicología, para ser exactos.

Hace tiempo, el profesor de Psicología escribió:

Los berrinches de los muchachos SIEMPRE son iguales. Se intentan escapar por ventanas con sábanas o colchas. El problema es que muchas veces hacen tan malos nudos -o las colchas están tan mal atadas- que los pequeños siempre se suelen caer por la ventana, dandose más de un golpe. Fuertes.

Me asome por la ventana, para oir un "PLOFF", y ver como uno de los nudos de la improvisada cuerda de sábanas se desataba, y la pequeñaja se caía contra el suelo. Por suerte, fue a poca distancia. Me eche hacia atrás, recostándome en la cama. Ahora, a esperar a que la renacuaja suba.

Despues de las maravillas de Paradis Paradis era dificil sorprenderse demasiado con algo... Pero si con algo habia que sorprenderse Arkangel era sin duda ese algo. La enorme ciudad capital del imperio era una obra maestra de la arquitectura y tomaba al pie de la letra el concepto de "Cuanto mas grande mejor" enorme edificios y torreones decoraban la ciudad, atestada de transeuntes agitados, pregoneros y demas gentes mas o menos honradas. En la ciudad no habia espacio para lo feo, solo se rescataba lo hermoso, lo puro, lo esplendoroso, colmando los cinco sentidos del viajero que llegaba a sus puertas.

Sin embargo yo estaba alli de paseo y no tenia pensado quedarme demasiado en este destino... Pero tampoco podia ignorar sus multiples virtudes, resaltadas anteriormente.

Estaba a punto de entrar... De comenzar un agradable paseo por sus calles y admirar de cerca las sorpresas y lo que me deparase dentro, sin embargo el azar tenia otros planes para mi. Una bella dama se acerco a mi. Llevaba un atuendo identico al mio y su voz era muy sensual:

-Hola, guapo. Vas a tener que acompañarme.

Yo como siempre que se me habria una nueva puerta lo deje al destino. Lanze una moneda al aire y espere a ver que sucedia. Cruz me iba con ella, cara seguia mi camino y me deleitaba con las maravillas de Arkangel... El dios de la suerte decidio que mi destino esta con la joven a la que conteste jovial:

-Encantado señorita.- No pregunte destino, no pregunte nombres. La suerte era mi guia y la aventura mi oxigeno

Bueno. Tras quedarse en la calle, Montblanc y Nono vieron que la gente se dispersaba. Tras quedarse en la calle totalmente perdidos, vieron como la chica que había empezado la canción caía por una ventana. Corriendo hacia ella, se acercaron a preguntarle.
¿Cómo estás, kupó? ¿Te has roto algo, Kupo-po? Dejános Ayudarte Kupó.

Yayiki, Montblanc y Nono: Tora sonrie.
-Kyo solo me dijo que vigilara que no te escaparas, no me dijo nada de impedirlo o de avisarle si lo hacias. ¿Vamos a limpiarte y damos un paseo?-gira la cabeza para mirar a los dos moguris-. ¿Os apuntais?

Monica: Ves la escena desde la habitación de Yayiki. De repente oyes una fuerte discusión
-...si sigues así la proxima vez nadie impedirá que acabe lo que deje a medias en ese pueblo.

Simon Lestat: La mujer te va guiando por las calles de la ciudad.
-Por cierto, yo soy Akari, ¿y tu?

-¿Cómo estás, kupó? ¿Te has roto algo, Kupo-po? Dejános Ayudarte Kupó.-Se ofrecieron los dos... ¿Gatos? La verdad es que no tenía ni idea de qué eran, ya se lo preguntaría luego, si se terciaba. De todas formas, me puse de pie yo misma, limpiándome el polvo y mirando con cierto fastidio la asquerosa mancha que la caída había dejado.

-No, no me he roto nada. Ha sido una caída más tonta que las pelirrojas tontas del teatro Pilukwakwa.-Reparé entonces en que lo más probable era que no lo conocieran. Era una compañía de teatro formada enteramente por Daimah; sus obras y sus chistes eran malísimos, pero siempre tenían muchísima audiencia ahí por donde pasaban. Principalmente porque, la que menos, tenía una noventa. Una pena que ahora estén todas muertas, la verdad. Porque bueno, sus carretas no eran lo más cómodo del mundo, y la intimidad con ellas era casi nula; pero al menos eran bastante agradables y fiesteras. Murieron a causa de la Inquisición, cómo no, y es que se confundieron de ruta y acabaron en un pueblo humano, con tan mala suerte que había una patrulla inquisitorial por las cercanías haciendo una cacería de brujas. El resto os lo imagináis. Solo decir que ni yo misma pude contra tantos.

--Kyo solo me dijo que vigilara que no te escaparas, no me dijo nada de impedirlo o de avisarle si lo hacias. ¿Vamos a limpiarte y damos un paseo?-giró entonces la enorme cabeza para dirigirse a los dos pequeños. A mí se me había iluminado el rostro de repente. Ay, que ver, qué buena gente era Tora, joder.- ¿Os apuntais?

-¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!-Grité, con voz aguda. Cuando reparé en mi error, me tapé la boca con ambas manos, confiando en que el gruñón de Kyo estuviera echando la siesta, o que pensara que Tora me había pillado y obligado a volver para adentro.-Vámonos, solo tengo que subir arriba y cambiarme de pantalones. Si al menos pudiera volar...

Al fin puede entrar en la ciudad esplendorosa de Arkangel. Maravilla de maravillas. Lo cierto es que tanto orden no era de mi agrado... La espontaneidad y lo impredecible era algo que toda buena ciudad debia respetar... Pero no en Arkangel, con sus ordenados edificios y sus calles bien planificadas. Hasta las gentes parecian andar con un ritmo identico y en perfecta combinacion militar. No me gustaba demasiado ese ambiente.

Peeero hablando de gente... Era extraño... No había oído nunca que en Arkangel hubiese que llevar túnicas, de echo la gente de la calle no las llevaba excepto alguno, pero lo raro era que tampoco llamabamos la atencion. Algo insolito sin duda pero que erade agradecer

Mientras examinaba la ciudad y cavilaba sobre estos asuntos la hermosa joven me hablo:

-Por cierto, yo soy Akari, ¿y tu?

Mientras caminabamos entre los transeuntes le dije mi nombre, el autentico por supuesto:

-Me llamo Simon Lestat, Akari, es un placer conocerte.

Yayiki, Montblanc y Nono: Tora se agacha, obteniendo asi la altura de un humano adulto normal.
-Eso se puede arreglar...
Tora coge a Yayiki y la lanza hasta la ventana.

Simon Lestat: Akari sonrie.
-Lo mismo digo.
Akari para frente una posada. El cartel de esta es un pony bebiendo una cerveza y pisando un zurullo, debajo del cual pone: "Pisada del Pony Posador". Ella abre la puerta y dentro puedes ver a un hombre rubio y bastante musculado discutiendo con un escualido.
-Te juro que a la proxima te mato.
En una esquina hay un tio deprimido, y en la barra esta el tabernero.

-Eso se puede arreglar...-Respondió Tora, agachándose y cogiéndome. Solté un grito, un tanto asustada, pero sabiendo sus intenciones, simplemente me dediqué a hacerme un ovillo entre las mantas para minimizar el daño del impacto. Tora atrasó su brazo...

...Y me lanzó hacia mi ventana, ahora rota. Yo, entre las sábanas, di unas cuantas vueltas antes de dar con la espalda contra la pared, riéndome un montonazo a causa de la situación. Claro que lo que vi cuando me levanté tras uno segundos no era precisamente lo más normal a este lado de Arkángel. O sea, no suele serlo ver a la señora malas-pulgas tumbada en mi cama, como si fuera la suya o algo. ¡Oh! Ya sabía qué le pasaba, seguro que era lesbiana; bueno, bueno, no había problema, en la Espada había una ebudan que también lo era y no son seres horribles y diabólicos como la inquisición pregonaba. Simplemente era tan natural como que a un chico le gustase una chica. Por ese motivo no me alarmé, habría sido descortés a la memoria de Amalia...

-Ehm... Hola.-Saludé.-Esa es mi cama, pero te puedes quedar como se quedaría un gato risón bailarín en una posada para gatos risones bailarines. Al menos hasta que me vaya a dormir.-Miré la ventana y mi maleta.-Hala, hala, tendrás sueño.-Cogí la colcha y la arropé con ellas, como lo haría una madre. Finalmente, abrí un cajón de la mesita de noche y, al no encontrar ningún chupete, saqué una pluma de escribir y se la puse en la boca a modo de biberón.-Duerme bieeeen.-Me despedí, le revolví el pelo, y me separé de ella.

Entonces cogí mi maleta y me fui al baño a cambiarme de pantalones, tirando los manchados a un lado de la habitación. Una vez hube acabado, cogí mi espada bastarda, me pasé la horrible y hortera túnica sobre la ropa y salté a través de la ventana gritando: "¡Hey, Tora, recógeme!". Esperaba que me cogiera al vuelo... Oh, y también llevaba a Kyo Ojos de Pollo sobre la cabeza.

La renacuaja apareció de la nada, por la ventana. Me preguntaba como había llegado, cuando ella empezó a arroparme. -Eh... Oye... ¡Oye...! ¡No me...! -Intentaba decir, pero a la mínima me interrumpía. Claramente, no iba a dormir. No podía. Era un zombie, y los zombies no duermen. Algo muy útil, por cierto.

Pero lo que me preocupaba no era eso, sino que su mano se acercaba peligrosamente a mi cabeza. -¡No..! ¡No lo...! -Intente frenarla con mi mano, pero me di cuenta de que la mano estaba desnuda. Los guantes estaban sobre la meseta. "­¡Maldita sea...!" -Pense. Y entonces, puso mi mano en la cabeza, revolviendome el pelo. Enseguida, salte de la cama. -¡¿QUE DEMONIOS HAS HECHO?! -Grite, alarmada. Me puse los guantes, mientras mentalmente contaba hasta 5. "1, 2, 3... 4... 5." Me gire, imaginandome la escena: La renacuaja tirada en el suelo, sufriendo intensos dolores, estando envenenada... Habrían gritos, muchos gritos. Gritos de dolor. Gritos de sufrimiento. Gritos...

Pero nada. Cuando me gire, Yayiki estaba en el balcón. Con los guantes puestos, le cogí de los hombros. La mire a los ojos, no con la mejor cara que digamos... -Muchachita, no sabes de la que te has librado. Pocas personas tienen la suerte que tu tienes...

Respire pausadamente. Tras eso, me sente en el borde en la cama. NO VUELVAS A HACER ESO. Nunca.

Yayiki, Montblanc y Nono: Tora coge a Yayiki al vuelo, evitando que volviera a ensuciarse la ropa. Después la deja en el suelo y mira a la ventana.
-Callate, mujer-baja la cabeza y os mira-. Venga, vamonos.

Monica: Cuando viste caer a Yayiki viste como una mole la cogió al vuelo y la dejó en el suelo. Luego levanto la cabeza para decirte que te calles y se va. En la posada la discusión sigue cada vez mas fuerte.

Una extraña mole levantó la cabeza, para decirme que me callara. Mientras tanto, la discusión en la taberna se agravaba más. Pero me importaba un comino.

Me senté en el borde de la cama. No me lo podía creer, aquella jovencita tendría que haber estado muriéndose, pero nada... Mi veneno no le afectaba... ¿Qué tipo de persona sería ella?

Me quedé pensativa en el borde de la destendida cama.

La chica reaccionó de la misma manera que reaccionaría una madre si su hijo descuartizara salvajemente a su perro, o sea, entre jodidamente sorprendida y jodidamente cabreada. Y eso que la había tratado como a un bebé... O bueno, quizá tuviera la regla la pobre, que nunca se sabía, aunque más bien parecía cabreada por el hecho de que la hubiera arropado y dado mi amor maternal... Pues vaya con la tipa rara.

-Muchachita, no sabes de la que te has librado. Pocas personas tienen la suerte que tu tienes... -Dijo, amenazante. No le hice caso y me tiré por la ventana, esperando al grandullón. Desde mi espalda, la mujer gritó.-NO VUELVAS A HACER ESO. Nunca.

-Vaaaaale, pero bueno, ten cuidado de no dejarme la cama llena de sangre, y acuerdate de no hacer cosas malas, a ver si te vas a quedar embarazada.-Le aconsejé, con una grata y calida sonrisa. Yayiki no conocía todas las dimensiones que alcanzaba ese consejo, a fin de cuentas, la ebudan no tenía ni idea de que Mónica estaba embarazada. De gemelos.

Tora me recogió al vuelo, y me dejó sobre el suelo. La espada emitió un pequeño tintineo al rozar las baldosas con la punta, pero ya me había acostumbrado a que arrastrara un poco. Además, dudaba que fuera a crecer más, y eso que los de mi raza solían ser bastantes corpulentos. El grandullón miró a la señora y dijo:

-Cállate, mujer.-Y tras eso nos miró para decir.-Venga, vámonos.

-¡Claro!-Y entonces recordé la lista de cosas que quería hacer cuando llegara a Arkángel. Entre las cuales se incluían planes tan descabellados como imposibles, claro que la mayoría los tenía Kyo ojos de Pollo... Pero nada, algunos recordaba.-¡Yo quiero ir a matar a un tal Kisidan! Cuando vivía en mi ciudad-fortaleza, mi papi me decía que era un señor calvito y tonto y pederasta y malote. Pero nunca fue a matarlo... Nah, si seguro que es tan debilucho que no vale la pena ¿Podemos matarlo? Porfa porfa porfa.


Tirada de dados de Persuasión: 166

Montblanc, tras ver toda la escena callado, no pudo por menos que soltar una pequeña carcajada. Impasible ante todas esas estupideces que pasaban delante suya. Todos esos gritos poco le importaban, pero cuando escuchó lo de "ir a patearle el culo a Kisidan" miró a la niña, y exponiendose a todo peligro, voló en dirección a su cabeza, y le dio dos golpecitos.
Toc, toc... ¿Hay alguien ahí, kupó? paro un instante Hueco, tal y como me lo imaginaba... ¿Cómo se le puede ocurrir a una niña irresponsable eso de ir a luchar contra el sumo pretoriano de la emperatriz? Si es que los niños de hoy en día... Kupo-pó.
Pues yo quie... Nono no llegó a acabar su frase. Montblanc se giró, y le miró desde debajo de la capucha. ¿Tú eres tonto o te entrenas? Vaya una pregunta retórica.
Es mucho más divertido que estar aquí, kupo-pó. Y mucho más suicida, kupó. ¿Acaso crees que te voy a dejar cometer una estupidez de ese calibre?

Yayiki, Montblanc y Nono: El grandullon de Tora traga saliva como sintoma de miedo.
-E... Mejor no, Yayiki, los que estamos aqui apreciamos nuestras vidas.

Monica: -... ya estoy hasta las narices, ¡MUERE!-los gritos de la pelea de abajo.
Se oye un golpe seco seguido de un crujir de maderas.

La conversación se hacía cada vez más violenta...

-Jo.

Y, a millones de kilómetros de distancia, un guerrero oscuro llamado Noah dijo:

-Jo.

Y, a millones de kilómetros de distancia, un ente superior a todo entendimiento de nombre Gaira dijo:

-Jo.

Al unísono.

La mujer sonrio:

-Lo mismo digo.

La chica paro frente a una posada. El cartel del establecimiento era un pony bebiendo una cerveza y pisando... Bueno... Pisando algo. Debajo de tal cartel ponia: "La pisada del pony posador". Mi acompañante abrio la puerta de esa taberna. Yo sin embargo hubiera sido el ultimo en entrar en un local como ese, sin clase, estilo ni ninguna muestra de refinamiento. Aun asi, entramos y dentro se podian distingir varias personas:

Un tipo rubio y musculado discutiendo con un escualido:

-Te juro que a la proxima te mato.

En una esquina un tipo que parecia estar sufriendo una depresion, y en la barra el modesto tabernero. Ahora empezaron a entrarme dudas sobre mi propisto en aquel lugar:

-No es que me queje Akari.-Dije susurrandoen su oido.- Pero... Que hacemos en este... Establecimiento?

Yayiki, Montblanc y Nono: Tora mira a los hermanos.
-Bueno, ¿vosotros quereis ir a algun sitio en concreto? Si quereis comprar alguna cosa, no hay problema, nuestro capital es casi ilimitado.

Simon Lestat: Akari te mira sonriente.
-Aqui deven reunirse todos los Avatares, sus acompañantes y cuatro personas... "especiales".
Akari se dirige al hombre depresivo e intenta darle una bofetada, pero el hombre para el brazo en seco. Cuando lo ves mas atentamente te viene un nombre a la cabeza: Noah.
-Vamos, deja de la mentarte.
Al otro lado de la taberna, la discusión parece llegar a la violencia física. El hombre rubio lanza al esculido al techo, abriendo este un agujero en la madera y quedando atrapado en el. De repente, un fuego surgido de la nada consume la madera de alrededor del hombre escualido y este cae al suelo. Despues levanta una mano y surge una bola de fuego de ella. El hombre rubio desenfunda un hacha con la mirada encendida, y esta se ilumina con una luz verde.

Monica: De repente un hombre escualido abre un agujero en el suelo.
-Maldito Kalen... Lo mato ahora mismo...
Unas llamas surgen a su alrededor quemando la madera que lo retiene y este cae al suelo.