"Los amigos son esa parte de la raza humana con la que uno puede ser humano." Jorge Santaya [El Reencuentro, Jarvan, Jorge, Khende y Salvador]

- Si es cierto lo que nos cuentas tenemos que sacarte de aquí, no vamos a dejar que todo un pueblo sufra el ataque de esa Corvida. Te buscaremos un refugio seguro fuera del pueblo. ¿Cuánto tiempo crees que tenemos hasta el ataque? ¿Qué sabes de esa compañía de mercenarios? Necesitamos más datos si queremos trazar un plan de acción efectivo.

-Al contrario. ¿Es que nunca piensas? ¿Es una enfermedad rara o algo? ¿Qué crees que pasará si vienen aquí y no está él? Exacto, descargar su frustración con el pueblo. O atacarlo por diversión, es lo mismo, el caso es que estará en el pueblo y nosotros no estaremos para detenerla. Si estamos aquí al menos podemos pararla antes de que ataque a alguien más, ya que Marius es su objetivo. La otra opción es ir a por ella y cortarle el paso antes de que lleguen aquí, pero con los datos que tenemos eso es imposible.

Khende se giró hacia Marius. En verdad parecía un viejo loco, pero era un inquisidor al fin y al cabo. -Te haré el favor de suponer que no eres lo suficientemente estúpido como para no haber hecho copias de ese libro tuyo. ¿Dónde están y quién las tiene?

Ante las preguntas de Salvador, Marius se acerca a una estantería y le pasa un libro. Está en bastante mal estado, lleno de hojas con anotaciones, notas en los margenes y mucho más. Casi os recuerda a vuestros libros un par de días antes de un examen.

-Sólo hay dos copias más. Una está en la biblioteca de Cadeus, la otra se encuentra en poder del Décimotercer Cardenal.

---

Vas a tener que tirar de Ocultismo para sacar algo en claro de todo ese revoltijo de notas.

Slavador

-Es un trabajo complejo, necesitaría más tiempo para descifrarlo, veré si luego puedo darle un repaso más profundo- en realidad en este momento su mente estaba haciendo un revoltijo, aquellas palabras salieron para intentar suavizar un poco la ideas que se le venían a la mente, esperaba por el bien de todos que fueran infundadas.

-No obstante he visto un nombre, "Lenore Coteau", ¿que fué de ella?- si era de verdad una de aquellas chicas, aquel loco podría haberla abierto en canal como a un ánimal, una ira que no había sentido en mucho tiempo empezó a calentarle, en este momento la respuesta del exinquisitor podía cambiar mucho el rumbo de aquello.

Marius se rascó la barba, pensativo. Parecía recordar también de forma especial a Lenore.

-La señorita Coteau llamó la atención personal del Décimotercer Cardenal. Por lo que tengo entendido pasó a su tutela, pero desconozco los detalles.

Marius parecía sincero. Tal vez estuviese escondiendo algo, pero por lo menos todo aquello sonaba real.

Salvador

Su ira se enfrió lentamente. Aún así tampoco estaba deacuerdo con lo de descuartizar niñas, pero ahora estaba más a favor de informar a órganos superiores que de atarlo a la puerta de la torre y quemarla hasta los cimientos.

-Entiendo. Entonces la prioridad ahora mismo es ese grupo de mercenarios, debemos averiguar sus intenciones, no deberíamos ir matando gente porque sí-

-Coincido.- Dijo Khende, sin mirar a ningún lado en concreto. -Dudo que esos hombre sepan realmente a qué clase de mal sirven. No los matéis si no es necesario. Nuestra prioridad es la mujer.- Tras eso, miró a Marius directamente a sus ojos, casi a través de él. -Y bien, ¿nos vas a decir de una vez cómo acabar con ella o necesitas cantarlo con música de fondo?

Khende miró a Salvador de reojo. Recordaba a Lenore del primer año en Cadeus. Si no estaba equivocado, se llevaba bien con Salvador, de ahí el interés de este al leerlo. Si ese nombre estaba en el libro, iba a tener que vigilar al Alto Inquisidor, no podía permitir que se dejase controlar por sus emociones, sobre todo si aquella mujer operaba como Marius había dicho. Seducir al guardabosques, convencer a los mineros, liderar un grupo de mercenarios, e incluso ganarse el favor de un Cardenal... parecía conseguir que cualquiera tomase la decisión equivocada. Si bien, dadas las situaciones, tampoco eran decisiones ilógicas. Tal como lo había descrito Marius, pareciera como si esa mujer pudiese "ver" los sentimientos de los demás, usándolos en su contra para manipularles y llevarles en el camino que ella deseaba. Y, si era así, eso significaba que probablemente pudiera usar lo que quiera que sintiera Salvador ahora mismo, que acababa de leer el nombre de Lenore en aquel libro precísamente, y se había enterado de que el Decimotercero se la había llevado. Significaba que podía usar esas explosiones de rabia contenida que Jorge sufría, como había demostrado antes, y que le habían valido el sobrenombre de "Carnicero de Argos".

Pero lo peor, y lo que más asustaba a Khende, era que podía usar sus propias emociones. Aquella oscuridad que siempre lo acompañaba, como un aura salida de ninguna parte, esa falta de conexión con el resto del mundo en general, ese leve tinte de ira que con cierta frecuencia acompañaba sus actos, sin aparentemente venir a cuento... Sin duda, presionando las teclas adecuadas del piano emocional, sería posible tocar la sinfonía que le haría bailar a su son como un títere.

Aunque no dejó que los que estaban a su alrededor lo notasen, un escalofrío recorrió su espalda. Esperaba fervientemente estar equivocado, pues si tenía razón, sólo quedaría uno de ellos en quien se pudiera confiar... e, irónicamente, ese era Jarvan. Puede que fuera un hombre emotivo e impulsivo, pero sus intenciones siempre eran buenas. Al fin y al cabo, él no era el Carnicero de Argos, ni el Fuego de Dios, ni el Flagelo de Sylvania... él era un escudo, el Escudo de Blaviken, precisamente el lugar donde se encontraban. Sin embargo, si las cosas salían mal, si era realmente necesario, esperaba que tuviese lo que hacía falta para atravesar con su espada a sus tres compañeros...