[Campaña] La Sombra del Destino - Capítulo I: Viaje

Alan

La oscuridad de los pasillos subterráneos apenas me inquietó. Iba observando con curiosidad los grabados de las paredes, que de ningún modo entendía. Recordé las largas temporadas que había pasado en la oscuridad, ya estaba muy acostumbrado.

Nos detuvimos entonces. La posibilidad de habernos perdido no me abrumaba. Ya había presenciado el enorme potencial de ese mago, sabía lo que se hacía. Pero el capitán se quejó, no confiaba en las capacidades del mago. Cuando Halerd se puso a leer lo que había en la pared escuché con atención, aunque ciertamente no le encontré el sentido a nada de lo que dijo. “Maldito críptico lenguaje antiguo…”

Reemprendimos la marcha para meternos por unos pasillos aún más angostos. Me puse delante de la niña para travesarlos, pero sin soltar su pequeña manita. Estaba decidido a no soltarla por nada del mundo.

De pronto algo brilló en la oscuridad. Una cálida luz que provenía del pecho de León. ¿Qué era eso? Había otra luz azulada que provenía de algún lugar cercano. Miré, confundido.

Una espeluznante mujer con una guadaña que arrastraba. Llevé rápidamente mi mano libre al cinto, dispuesto a desenfundar, pero León nos hizo bajar las armas. Se acercó a ella.

- Eh, cuidado – comencé con fuerza, pero la tensión se llevó mis palabras como un leve susurro. Me desinflé repentinamente al ver cómo se detuvo a dos metros de ella.

La pequeña Alina se había aferrado a mí. Me quedé junto a ella, con un nudo en la garganta. Selina mantenía su arco tenso, y no se lo reprochaba. Esa mujer… no me inspiraba confianza.

Pero no estaba seguro de querer luchar.

- No te separes de mí – le susurré a Alina.

Ciertamente no sabía lo que iba a pasar. Si aquella mujer se convertía en nuestra contrincante sería un rival muy duro. Como mínimo lo parecía. Fruncí el ceño, mi mano libre seguía sobre mi cinto, preparada para desenfundar mi espada corta.

Antiguo Santuario



Verbena observó al chico del colgante que se le acercaba. Habló y pidió a los demás que bajaran las armas, entonces, entonces dijo ese nombre, Elena. Apretó los dientes tan fuerte que se escuchó el chirrido que estos provocaban, acompañados de un gruñido. Bajo la cabeza y empezó a sonreír.

-Una abejita vo... -estaba cantando algo en una voz muy baja, apenas podía entenderse.- Elena... me suena ese nombre, ¿es el tuyo? -aguardó un minuto y empezó a reírse mientras se pasaba la mano ensangrentada por la cara.- Tu... Que has hecho tú... Eso deberías preguntarte... -ahora empezó a resoplar.- Vete... ¡Iros! ¡No debéis estar aquí! ¡Hahahahahahahaha!



Levanto su guadaña y se puso en posición de combate. Acto seguido Braco y Ullirya desenfundaron sus respectivas espadas. Alina se escondió detrás de Alan.

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Tirad iniciativas

Elena... me suena ese nombre, ¿es el tuyo? Tu... Que has hecho tú... Eso deberías preguntarte... Vete... ¡Iros! ¡No debéis estar aquí! ¡Hahahahahahahaha! - Dijo riendose...

Los demás desenvainaron las armas, los sonidos eran claros, y al mirar hacia atrás, Selina la estaba apuntando con el arco.

¡¡No!! - Di un salto hacia atrás para estar más cerca del grupo y eché mano a la Katana, la desenvainé...mirando a Elena.



Elena, es tu nombre, ¡RECUERDA QUIEN ERES, RECUERDA QUIEN SOY! - Le grité...estaba claro que...no va a ceder un ápice de terreno...¿Que le ha pasado?

No puedo permitir que nadie...

Por favor, no interfirais, esta es mi responsabilidad...no es un combate justo...y no estoy dispuesto a pelear con la unica persona de mi familia que sigue viva. Dejad que esto lo haga yo a mi manera - Así me vaya la vida en ello.

La miré a los ojos...aunque las palabras anteriormente pronunciadas eran para los hombres y mujeres de mi espalda...

Que ojos...tan frios...no son los tuyos...


Elena mirate el colgante y dime quien eres...dime que significa ese colgante para ti... - Le dije mirandola...a los ojos...

No me hagas atacar Elena...sabes que no voy a poder.

Kaban Chué

La situación está cada vez más tensa... esa muchacha parece estar realmente trastornada..
No parece importarle que la superamos en número...

Me intenté camuflar entre las sombras de la sala, quería que se olvidasen de mí.. allí iba yo, a paso lento y cuidadoso, esquivando esas luces infernales para no ser visto.

Y todos desenfundaron

Antiguo Santuario



Verbena miraba a León mientras este hablaba y le rogaba a una tal Elena... Maldita sea, le molestaba ese nombre. Bajo la cabeza d emanera que su rostro quedaba camuflado entre sus cabellos tan negros como la oscuridad, levanto la cabeza levemente dejando ver sus ojos tras su pelo, su mirada estaba completamente fuera de toda razón y las ojeras a su alrededor aún hacían más terrorífica su mirada.

-¡CALLATE! -gritó mientras retrocedía un poco y luego saltaba al encuentro de León con su guadaña esperando sesgar su vida.

León podía ver como aquella mujer que tanto se parecía ha Elena o se había parecido en algún momento de su vida saltaba a su encuentro con la determinación de acabar con él, era demasiado. Cuando ya estaba en rango Verbena vaciló una fracción de segundo al mirar a los ojos a su oponente, cerró los ojos y con un movimiento lateral sentenció su ataque. León calculó mal la dirección del golpe por alguna razón y la guadaña atravesó su brazo izquierdo que había levantado instintivamente para protegerse, la hoja lo atravesó cortando tendones y musculos hasta atravesarle y clavarse en su hombro.

Verbena sacó su guadaña con un movimiento limpio, el brazo de León había quedado solamente aguantado por carne y algunos tendones que no habían sido sesgados, el brazo sangraba mucho y también su hombro.

-¡HAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHA! -empezó a reírse y luego se llevo una mano a la cabeza y se agarró los pelos.- No... que... Calla calla calla calla CALLATE! -volvió a gritar

Se abalanzó sobre mi con esas guadañas...

Pesan demasiado seguro, Elena nunca ha usado estas armas... - Pensé...

Pero era más rápida de lo que dejaba aparentar...No era ella...en cuerpo y alma...

¡CALLATE! - Dijo al oir mis palabras...

Dio un paso atrás y salió como una centella junto con su guadaña hacia mi...

No pude reaccionar, tal velocidad y tal gracilidad no eran propias de ella con esas guadañas.

Levanté mi brazo izquierdo...

Mal.

La hoja me atravesó cortando tendones y musculos hasta atravesarse y clavarse en mi hombro.

Definitivamente...esto va realmente mal. - Pensé...aunque el dolor sacaba gritos de mis labios.

Grité como si la vida me fuera en ello. Y una vez estando tendido en el suelo ella sacó la guadaña...

Miré mi brazo...parece sostenido por hilos tan delgados de carne que es como si fuera a perderlo...

Solo había sangre a mi alrededor...¿que ha pasado con la Elena que yo conocía?

Veía la cabeza del león en la guadaña...mi familia...mi símbolo...mi deber...

Kaban Chué

Me avalancé hacia ella al ver que había casi sercenado el brazo izquierdo de León..

Sus movimientos fueron propios de una experta.. Si no lo hago, es posible que todos seamos asesinados..
¡Aquí voy! Espero que no me haya visto...

Spoiler:

¡Me ha frenado! IMPOSIBLE! ¿Cómo me vió?

Nuestras armas seguían tocándose y sentía la fría mirada de la muerte.
Salté hacia atrás.
Veía de reojo al resto de mis compañeros..
¡No se queden parados!

Antiguo Santuario



Kaban que se había escurrido por detrás de Verbena sin que esta pudiera percatarse se lanzó al ataque con su lanza directa al cuerpo del enemigo, sin embargo en el último instante la guadaña de Verbena desvía el ataque dejando a Kaban con la guárdia baja. Miró a Kaban con desprecio y sonrió.

Ahora cargaban contra ella el capitán Braco y Ullirya mientras León por su parte estaba tirado al suelo gritando de dolor, Alina se escondió detrás de Alan. Halerd no parecía hacer nada. La arremetida de Braco sorprendió a Verbena que no estaba atenta en el momento, por suerte sus reflejos la salvaron de una herida que podría haber sido mortal, el único daño fueron unas pocas telas cortadas. Ullirya se abalanzó contra Verbena justo después de Braco, iban bastante coordinados pero por desgracia se estaban am0ontonando todos a su alrededor y no tenía un angulo claro.

-¡Estúpida, insolente! -gritó Verbena a Ullirya. Con la guadaña golpeó la espada de Ullirya desviandola al suelo y dejándola completamente indefensa.- Tú serás la siguiente. -y soltó una carcajada.

Alan saltó a su encuentro tambieb y arremetió con su espada, Verbena paró su ataque y le empujó hacia atrás.- Apartate aficionado. -le gritó

SELINA HAWKEYE[/i]

Arco tensado. Y una flecha. Tome aire, cerrando mi ojo izquierdo. Queria ser precisa. No queria fallar... Un herido. Todo por culpa de esa zorra armada. -Alla va...

La flecha volo, y volo, hasta que choco con la guadaña, la cual corto en dos la flecha. Pero me mostre impasible. -Zorra. -Dije.

Y es que tenia un truco bajo la manga...

Kaban Chué

No es humana, no puede serlo..
Había derribado fácilmente a ambos guardias. No tenemos posibilidad.

Mi desesperación era notoria, un aura oscura invadía la sala, cada vez más rápidamente, hasta cubrirla toda.
Caminé hacia atrás, alejándome cada vez más, pero cada vez más despacio.
Intenté quitarme del alcance de su arma, incluso de su vista aprobechando una de las columnas.
Miré a mi alrrededor, la niñita que colgaba de la pierna de uno de los nuevos en el grupo..
¡Diós mío! ¿Por qué nos has dispuesto a morir de ésta manera?

Ya habían caído tres.
En mi desesperación, sólo pude estar callado, alejarme prudentemente de ella y subir mi lanza, evitando que la luz la haga brillar) para cubrirme.
No había consuelo.

Antiguo Santuario



Verbena que estaba entre medio de sus atacantes de repente se desmaterializó y volvió a aparecer justo detrás de Ullirya con el filo de su guadaña delante de su garganta.- Te lo dije, perra. -le susurró al oído.- Estas muerta.- Con un movimiento brutal sesgó la garganta de Ullirya que se derrumbó sin más en el suelo.

Aún con la conmoción de lo que acababa de ocurrir Verbena blandió su guadaña ensangrentada para arremeter contra Braco que aún sorprendido no pudo evitar el golpe fatal que iba dirigido a él, el corte le rasgó todo el pecho cortando su armadura como si fuera mantequilla, estaba blandiendo aquella arma endemoniada con tan solo una mano y aún así, su fuerza era increíble.

Halerd estaba concentrando energía para conjurar un hechizo, Verbena se giró hacia él y sonrió. Lo siguiente que paso es que un destello de luz explotó delante de Halerd lanzándolo por los suelos.

-¡Hahahahahahaha! -empezó a reírse.- que divertido es este juego.

Alan

Esa mujer... sin duda era espeluznante. Durante toda mi vida había pasado por duros entrenamientos, y horribles situaciones. Pero aquello... aquello era diferente. Ella era un rival a tener en cuenta, no podía regirme por el código ahora. No podía poner en peligro mi vida.

Estaban todos derribados... León, los dos soldados que nos acompañaban, incluso el poderoso mago Halerd. Aquella contrincante sin duda nos superaba a todos, pero no podíamos rendirnos. Debo proteger a la niña.

Con un rápido movimiento intento conseguir una posición favorable para luego atacarla rápidamente con mis armas.

- Esto aún no ha acabado - digo en un serio tono en el que no logro reconocerme.

Pero era sólo cuestión de tiempo que nos derribase a todos...

SELINA HAWKEYE

Me quedo quieta. Sin hacer nada. Mi mente estaba trabajando al maximo, al igual que mi ser. Mientras que iba recogiendo, de todas mis celulas, un poquito de esa energia que me ayudaba a cambiar la estructura de todo tipo de materia, mi mente se hacia preguntas. Preguntas un poco absurdas, pero preguntas. "A ver... ¿De que esta hecha una flecha? Madera... Y la punta de acero... Puedo hacer mi esfuerzo para... ¡Jajaja! ¡Lo tengo!"

Mientras, notaba como energias de alrededor mio iban viniendo hacia mi. Se iban acumulando en mi. Y pronto las usaria... Muy pronto...

Me puse de rodillas con todo el dolor y la sangre recorriendo cada milímetro de mi cuerpo...esta asesina...esta dentro de Elena...no es ella...

Voy a hacerte salir...vas a mostrarte...

Mi brazo izquierdo esta inutilizable...solté la katana de mi mano derecha de forma de que hiciese ruido y captara su atención,

Eh!! - Grité a viva voz... - No has acabado conmigo...solo eres un cobarde...muestrate de una vez.

Cojí la funda de la katana del cinto y apoyandome en ella me puse de pie...el dolor de mi brazo era indescriptible...sin duda...si no acabo muerto, me desmayaré en breve...



Esto y el colgante es lo unico que conservo de Elena, cobarde aquel que mata con con un rostro que no es el suyo, eso es lo que eres... - Quizás si la entretengo por un momento...la pequeña, el anciano y los que quedan podrían salvarse y salir de aquí...

Ven hacia mi escoria...antes de matarme vas a mostrarme quien eres en realidad...esto va por ti Elena..

Antiguo Santuario

Verbena se giró hacia León y miró como hacía intentos para levantarse. Tiró la katana al suelo y la siguió con la mirada, ya no sonreía.

Eh!! - Gritó - No has acabado conmigo...solo eres un cobarde...muestrate de una vez.

Se acercó lentamente apoyándose en la vaina de su espada, Verbena se quedó mirándola. León estaba en muy mal estado, no duraría mucho más. Verbena se acercó a él de manera que solo unos pocos centímetros lo separaban del muchacho que se retorcía de dolor, no parecía dispuesto a luchar.

Esto y el colgante es lo unico que conservo de
Elena, cobarde aquel que mata con con un rostro que no es el suyo, eso
es lo que eres... -dijo entre quejidos, Verbena lo escuchó con atención, seria mirándole fijamente a los ojos.

-León yo... -Su voz había cambiado, ahora se parecía a SU voz. Con la mano ensangrentada cogió la daga que tenía en su cinto, se la puso en la mano de León y la agarró con fuerza, su mano era fría.- Déjame que te ayude... -acto seguido empujó la daga que había puesto en su mano hacia su propio abdomen y el filo del arma se hundió en su carne.- ¿No era esto lo que querías hacer? Hahahahhahaha... -su voz estaba llena de locuro, podías sentir la sangre caliente como se deslizaba por tu mano.

Sacó tu mano con violencia con la daga en tus manos. Se acercó a tu rostro, sus labios estaban a unos pocos centímetros de los tuyos.- Ahora tambien tienes algo mío... -Te dió la espalda y empezó a caminar hacia el centro de la sala.- Sabeis que... Ha sido divertido jugar con vosotros pero el juego ha acabado, no puedo mataros por el momento así que os dejaré vivir. En cuanto a ti... -miró a León.- Yo no me llamo Elena, mi nombre es Verbena Aslan.

Se acercó al pedestal que había en el centro de la sala, encima había una pequeña caja hexagonal de color negro con varias runas doradas a los lados y una pieza dorada circular que lo rodeaba. Lo cogió y lo miró mientras sonreía. Después de eso se desvaneció en las sombras. León aún tenía la daga en sus manos.

No....no...no esto no puede estar pasandome...

Aún con la daga en mis manos...la voz de Elena recorriendome el cuerpo como un escalofrio...y el hecho de intentar hacer ver a mi mente que...no he atravesado la piel de Elena...sino de otra, era muy complicado.

La daga...y la sangre...

Cogió algo del centro de la sala...pero no sin antes decirme...

Yo no me llamo Elena, mi nombre es Verbena Aslan.


No...no...no...era Elena...

El colgante no miente...

Metí la daga en el cinto.

El anciano estaba tirado en el suelo, yo desangrandome, y esperando a que algo pasara...los demás...sin daños aparentes parece ser...aunque 2 muertos...

Volví de mi cabeza a mi cuerpo...estaba hecho polvo.

Volví a hincar una rodilla en el suelo...gritando.

Cojí la espada e intenté meterla en la funda...a solo una mano...mientras aún...mirando al suelo.

¡¡¡Tenemos que irnos de aquí!!!! - Dije gritando...he perdido el control de mi mismo... - ¡¡¡Ayuda al viejo y larguemonos de aquí de una vez!!! - Dije mirando a Selina.

Intenté levantarme...y un dolor recorría mi cuerpo...vaya una forma más asquerosa de vivir...

Kaban Chué

Mi cabeza se asomó tímidamente desde detrás de una columna.

Verbena Aslan, ha dicho?
Sea quien sea, no estaba jugando... y se ha ido por una razón.

Me puse a investigar el centro de la sala, donde estaba el pedestal,
Ha tomado el artefacto. Una pequeña caja hexagonal de color negro con varias runas doradas a los lados y una pieza dorada circular que lo rodeaba, si no me traicionó la vista.
Misión fallida, señores.. y con bajas.
Sentencié mirando el resto de mi grupo.

Continué examinando el lugar mientras el resto ayudaba a León y Hareld.

Debe haber algo más, no creen?.. No puede terminar así...

Aquella ramera de mala muerte, Verbena, desaparecio, dejando a dos muertos y un herido grave. Eso a parte de Halerd, el cual estaba commocionado por aquel gope de energia. Y yo, aqui, con toda esta energia acumulada, sin hacer nada... Bueno... -Leon... Brazo... -Llegue a decir.

Enseguida, empece a acumular mas. Me conocia mis limites, pero... Bah, ¡al carajo los limites! Mas importante era la vida de un compañero. Cuando termine, me acerque a Leon, exteriorizando todo lo acumulado. Mi foco: su herida.

Uso 150 puntos de Zeon para usar el hechizo "Recuperar", regenerando todos los puntos de Zeon de Leon, al igual que su brazo perdido. Zeon Total: 60.

Tras la descarga de alquimia, me tumbe en el suelo, exhausta. Me faltaban las energias, me sentia cansada, muy cansada. Me levante con lo que pude, quedando apoyada contra la pared. En mi rostro se dibujo una floja sonrisa.

Mire al tipo de la lanza, el cobarde que se escabullo del combate. Dijo que habian bajas. -Je. Creo que ahora estamos mejor. -Dije.

Alan

No lo podía creer, se había esfumado. Respiro agitadamente, tomando amplias bocanadas. Sin duda esa tal Verbena no había hecho más que jugar con nosotros. Era un rival demasiado fuerte para nosotros.

Miré con tristeza a los caídos. Tras enfundar mis armas le acerqué al cuerpo de la soldado cuya garganta había sido sesgada. Selina ya había ido a ayudar a León, y el tipo de la lanza al mago. Yo no sabía nada de medicina así que a ellos no les podría ayudar. Simplemente observé la expresión vacía de los ojos de la mujer.

Eran unos ojos que ya no veían nada. Los ojos de alguien que nunca jamás volverían a ver. La muerte era triste, siempre. Con cuidado cerré sus parpados. Me acerqué luego al agonizante capitán que yacía en el suelo, su herida era muy grave. Me agaché también junto a él, por unos instantes había pensado que Verbena lo había matado también. Mi sombrío silencio se quebró.

- ¡Rápido! ¡Aún está vivo, ayuda! – alcé la voz para llamar la atención de mis compañeros. Yo no podía ayudar al capitán, pero quizá ellos sí.

Había sido un tipo algo irrespetuoso pero no merecía morir. Nadie merecía morir.

- Tranquilo, capitán. No dejaremos que se vaya – dije sin estar seguro del todo. El increíble corte en su pecho no dejaba de sangrar.

Antiguo Santuario

En la sala no había mucho más, otro pasillo en la pared opuesta y montones de pedazos de armaduras completamente vacías, cinco en total, armaduras negras. Las llamas de las antorchas ahora brillaban con una luz completamente natural.

Alina corrióhacia el mago, Halerd recobró la consciencia, estaba un poco aturdido, miró a la niña y la abrazó y acarició su pelo.

-Tranquila, ahora mismo nos iremos de este lugar terrible. -se levantó intentando fingir que se encontraba completamente bien. Miró el escenario.- El capitán no lo va a conseguir... -un temblor sacudió la sala.- Me temía que esto pudiera pasar... el artefacto mantenía en pie este lugar creado con magia, ahora que la pared maestra ha desaparecido se va a derrumbar... No hay tiempo que perder. ¿Estais todo listos?

Derein escribió:

Antiguo Santuario

En la sala no había mucho más, otro pasillo en la pared opuesta y montones de pedazos de armaduras completamente vacías, cinco en total, armaduras negras. Las llamas de las antorchas ahora brillaban con una luz completamente natural.

Armaduras negras desintegradas decoran el suelo de éste lugar...
Armaduras negras? Ya he visto ésto...

Derein escribió:

¿Estais todo listos?

¿Te refieres a irnos de aquí? ¿Es que no hay nada que pueda hacerse?
¿..Sólo hemos ganado muerte al bajar aquí..?
¿Y cuando salgamos, no estará un ejército esperando para matarnos?

Yo digo que nos quedemos.
Dije finalmente volviendo a la "ronda de gente" (me había alejado unos pasos inspeccionando el lugar)

León

Me temía que esto pudiera pasar... el artefacto mantenía en pie este lugar creado con magia, ahora que la pared maestra ha desaparecido se va a derrumbar... No hay tiempo que perder. ¿Estais todo listos?


Vas a responderme muchisimas preguntas viejo...si...vete preparando para cuando salgamos de aquí...

Creo que podré seguir Selina...gracias. - Le dije en voz muy baja...de forma de que solo ella pudiese oirme

¿Te refieres a irnos de aquí? ¿Es que no hay nada que pueda hacerse?
¿..Sólo hemos ganado muerte al bajar aquí..?
¿Y cuando salgamos, no estará un ejército esperando para matarnos?

Yo digo que nos quedemos.

Este maldito idiota...pero...¿quien se creé que es?

Tu aquí no tienes ni voz ni voto, ¿quieres quedarte?, quedate - Empecé a andar hacia el pasillo por el cual Alan nos esperaba...

Cuando pasé por su lado...le miré...

Me debes respuestas... - Le dije en un susurro... - Selena, Alan...vámonos, esto no va a resistir mucho

No podía hacerme ahora ninguna idea de nada...y como antes he dicho...quiero ver el sol.

LA CAJA DE MÚSICA

En algún lugar de Luvërah





Era una ciudad preciosa, o lo fue alguna vez, ahora era un lugar sombrío, las calles estaban prácticamente desiertas a excepción de unas pocas personas con aspecto enfermizo que andaban por las calles como si hubieran perdido su voluntad. El cielo estaba nublado nunciando mal augúrio, las calles estaban sucias, una vez fue un ciudad próspera, pero la desgracia se cernía sobre su totalidad como un águila justo antes de caer en picado a cazar a la liebre.

Al final d ela calle había un hombre, era extranjero y había viajado durante varios días seguidos. Vestía una capa negra raída por el tiempo y sucia por el barro, la capa ocultaba su vestimenta a excepción de sus botas de cuero igualmente deterioradas por el tiempo y llenas de barro, llevaba un sombrero negro de ala ancha para resguardarse del mal temporal con plumas negras en el lado derecho, tenía un corte en el ala en la parte frontal, de manera que si ocultaba su rostro debajo del sombrero era capaz de ver lo que tenía delante. Empezó a andar tranquilamente por la calle principal de la ciudad, había llovido recientemente y parte de la carretera estaba llena de charcos de agua sucia, el olor hediondo del alcantarillado subía a través de las rendijas impregnando la ciudad que en su vieja gloria ya no era más que otro sitio que pronto caería en el olvido.

Cruzó delante de una posada, El Botín Dorado, anteriormente la mejor posada del lugar, ahora no era más que un atolladero de ratas y criminales, el viajero se paró delante de la puerta pero por alguna razón no entró, sino que prosiguió su camino, pasó al lado de una mujer que estaba tirada en el suelo, su aspecto era horrible, estaba desnutrida y apenas le quedaban fuerzas para contener el aliento, sin embargo, el caminante continuó sin mostrar interés alguno. Todo estaba en absoluto silencio, y en ese sonido se podía escuchar los pasos pesados del extranjero que resonaban por toda la calle, continuó caminando hasta llegar a una taberna, aquél local era quizás uno de los más infames de toda la región, todo tipo de criminales y mercenarios se reunían siempre en ese lugar, aunque ahora ya no era tan frecuentado aún había parroquianos que seguían bebiendo y emborrachándose en aquél lugar, de hecho podían escucharse algunas voces desde el exterior. La puerta no estaba completamente cerrada y una luz amarillenta se filtraba al exterior.





Así pues, el viajero entró en la taberna llamada "La madriguera", un nombre muy apropiado para un lugar de ese calibre. El interior era bastante espacioso, y un poco descuidado, había varias mesas situadas prácticamente al azar, se hizo el silencio cuando el primer pie del extranjero pisó la madera podrida del suelo de la taberna. Continuó sin aparentemente prestar atención a los demás parroquianos que había en el lugar y se paró justo delante d ela barra donde estaba el tabernero, un hombre de mediana edad y de cuerpo abundante, su camisa estaba sucia y sostenía una jarra de barro en bastante mal estado, tenía un ojo bizco.

-¿Que va a tomar?
-Hidromiel. -contestó con su voz rasgada y profunda.

El tabernero pasó un trapo por encima de la jarra que tenía en la mano y la llenó de hidromiel con una botella que había sacado en la despensa justo detrás de la barra.

El extranjero se quitó el sombrero descubriendo su rostro, no era viejo, pero ciertamente no era joven, una cicatriz cruzaba su ojo derecho que bajaba desde la frente hasta la comisura de la boca, aún conservaba el ojo pero era completamente inútil y una capa blanquecina cubría su pupila, su otro ojo era de un intenso color azul, extraordinariamente un círculo dorado destacaba en medio del azul del iris, un rasgo muy poco común por no decir inédito. Su pelo era largo y negro como la noche y caía en mechones gruesos y sucios.

Bebió el contenido de la jarra de un solo trago como si de agua se tratase y luego dejó la jarra encima de la barra, con su mano izquierda se limpió una pequeña gota de brebaje que caía por la barbilla.

-Roland de Carbass. -al pronunciar ese nombre el tabernero ahogó un gritó en su garganta y temblando se apartó de aquél hombre desconocido, estaba temblando de terror.- ¿Donde puedo encontrarle?
-P-porque... que q-quiere con el C-conde...-su voz temblaba de terror en estado puro.
-He sido contratado por el rey en persona para liberar esta región de la oscuridad que se ha cernido sobre ella. -dijo sin pestañear siquiera. El tabernero cambió su expresión atemorizada por una más seria.
-No es el primero que llega, y he de decirle que todos han perecido en el intento. -su voz aún era insegura por eso.
-Le agradezco la preocupación pero soy un especialista en mi trabajo-contestó.
-¿Cual ha dicho que es su trabajo? -preguntó el tabernero apoyándose en la barra interesado.
-Soy un... exterminador por así decirlo. -dijo mientras se acercaba un poco al otro individuo.- Soy el mejor en realidad.
-Aún así... -empezó pero fue interrumpido por una tercera voz.
-El conde Roland de Carbass. -dijó un anciano al final de la barra, su rostro estaba cubierta de innumerables arrugas pero su avanzada edad, era ciego y apenas había pelo en su cabeza a excepción de unas espesas cejas y una barba mal cuidada.- La agonía y desesperación inundaron su corazón y maldijo estas tierras... -así el anciano empezó a contar una historia que el viajero escuchó con atención.



"...Hace ya varios años esta ciudad era la más bella y próspera de todo el reino de Luvërah y el conde gobernaba con justicia y bondad junto con su esposa Carla de Carbass y su pequeña hija Lucila. Vivían en una gran mansión en lo más alto de la ciudad, un edificio precioso con una arquitectura realmente artística.

Un día su hija Lucila de siete años de edad encontró una pequeña caja negra en el sótano de la mansión, quien sabe cuanto tiempo habría estado allí olvidada, un siglo quizá más. La niña quien había sido siempre una chiquilla muy vivaz y curiosa se llevó consigo la misteriosa caja a su habitación, una vez allí la abrió, en su interior había la figura de una bailarina, era una vieja caja de música, poco después de abrir la caja la pequeña Lucila no volvió jamás a ser ella. La encontraron en su habitación sentada, era ella pero a su vez ya no lo era, porque no había nadie dentro de aquél cuerpo, su alma había desaparecido. En su regazo aún sostenía la pequeña caja negra que había encontrado en el sótano de su casa.

La pequeña recibió la mejor atención médica de los médicos y curanderos más hábiles del reino, pero no hubo ninguno que pudiera remediar su estado. El conde empezó a obsesionarse con conseguir una cura para el extraño estado de su hija que parecía un muñeco sin vida. Empezó a estudiar todos los libros de medicina que existían pero tod fue en vano, el conde que era hábil en las artes mágicas probó tambien con la magia y estudió pero no hubo nada que pudo ayudarle. Se encerró, durante los anteriores meses era rara la vez que salía de la mansión, pero a partir de ese momento ya apenas salía de su despacho, se encerraba allí practicamente todo el dia leyendo viejos manuscritos. Empezó a practicar las artes prohibidas, una magia muy antigua y poderosa pero con un poder muy oscuro, poco a poco empezó a corromperle su corazón y su mente. Encerrado en su habitación rodeado de libros y algunas otras cosas mucho más horrorosas.

El pueblo preocupado por el conde intentó ayudarle, así mismo lo hicieron varios médicos y amigos de la familia, pero él no escuchó, ni siquiera les recibió en su casa, la ciudad y la región poco a poco fue decayendo en la desgracia y la pobreza sin nadie que la liderara como era debido, era su mujer Carla quien gobernaba ahora pero angustiada también, su mente no podía pensar con claridad. No tardó en caer enferma por la depresión y un día lluvioso y gris se colgó en la habitación de su pequeña hija donde había estado mirando al vacío desde aquél día.

El servicio para aquél entonces había abandonado la casa, la gente decía que estaba maldita y tenían razones para creerlo. No fue hasta una semana después que el conde Roland de Carbass alertado por el olor pútrido del cadáver que su esposa desprendía que salió del despacho y lo descubrió. Aquella imagen dantesca, sacada de las peores pesadillas que un hombre, un padre y esposo podría tener jamás. Allí estaba el cuerpo de su mujer inerte colgando por una soga del techo, lo único que ya no parecía su mujer, su piel deteriorada y seca tenía un color amarillento y ligeramente azulado por la asfixia que sufrió en su muerte y los gusanos ya empezaban a comerle la carne pútrida como carroñeros, estaba desnuda. Justo en frente estaba su hija, sentada en la cama mirando hacia su madre, solo que no la miraba en realidad, su mirada estaba perdida, y en su regazo aún la sostenía, como si nadie se hubiera percatado de ella ahí estaba la caja de música que permanecía cerrada.

El conde se percató de la caja de música, no le pareció haberla visto jamás pero entonces recordó que también la sostenía en su regazo cuando la encontraron dos años atrás. El aspecto de Lucila no había cambiado apenas, estaba más delgada y pálida pero los cambios no eran sustanciales. Roland cogió la caja de música y la abrió, una melodia empezó a sonar.



Por alguna razón y aunque no había escuchado aquella melodia nunca, le resultó familiar, había algo en ella... Sin embargo la caja parecía rota pues al abrirla por dentro encontró que había una melodia diferente en ella pero esta no parecía reproducirse. Roland de Carbass pensó que aquella caja de música había robado el alma a su querida hija y probó todo tipo de hechizos en ella, desde el más senzillo al más complicado y oscuro pero nada sirvió.

Fue entonces cuando el conde mandó a buscar a todos los maestros artesanos especializados en cajas de música que existieran en el gran continente. Uno por uno fueron llegando pero ninguno tenía éxito alguno, en cambio cuando dejaban la mansión parecía que les hubieran robado toda la energía y los artesanos morían al poco tiempo. Un día llegó un maestro artesano que decía venir de muy lejos, de otras tierras lejanas, aseguró que él podía arreglar la caja de música. Entró en la casa y desde aquél día el cuielo se volvió gris para siempre y la oscuridad fue corrompiendo las tierras de toda la región. La hierba dejó de crecer, los peores sentimientos de las personas empezaron a aflorar, las pesadillas se volvieron realidad y la oscuridad consumió a algunos hombres.

Nunca se ha visto el conde otra vez pero los hombres consumidos por la oscuridad bajan de la mansión para llevarse a niños y mujeres que nunca vuelven a ser vistos. Muchos intentaron huir de la región pero una niebla rodeó las tierras impidiendo su salida de ellas, pues siempre acababas en el sitio por el que habías venido. De eso hace ya cinco largos años..."

El anciano terminó su relato y el silencio inundió la taberna durante varios minutos, los parroquianos parecían contener el aliento como si al soltarlo se les fuera a escapar el último soplo de vida que les quedaba. Fue el viajero misterioso el que rompió el silencio d enuevo.

-Gracias por la información señor. -contestó.- Debo partir hacia la residencia del señor Roland de Carbass cuanto antés.
-Un momento. -interrumpió el tabernero a la vez que alzaba la mano como si aquél gesto fuera a detenerle.- ¿Cuál es su nombre?
-Eriol Lothos... -dijo mientras se alejaba por la puerta.

Eriol Lothos empezó a andar por las oscures calles de la ciudad, en lo alto podía verse la mansión, parecía abandonada pues no había ninguna luz que pudiese indicar que estaba habitada. Realmente parecía encantada, se alzaba imponente por encima de la ciudad, vigilante y amenazadora.

Alan

Con las manos temblorosas me aparté un poco del capitán. Las palabras del mago eran duras pero ciertas.

- Lo siento, capitán. Lo siento mucho – me alcé lentamente, pero el temblor que sacudió la sala me hizo caer de rodillas de nuevo. Aquellas muertes tan repentinas me habían turbado, quizá demasiado.

Sacudí un poco la cabeza, no era hora de lamentarse.

- E-estoy listo – di un último vistazo a la sala. Las armaduras negras yacían en el suelo, como soldados derrotados. Aquello no había acabado aún. Ni siquiera mi eterna sonrisa afloraba en momentos como este.

El tipo de la lanza propuso que nos quedásemos, pero eran sus palabras contra las del mago. Y el joven León parecía estar de acuerdo con él. Era normal, les había salvado de una muerte casi segura. Aún no sabía qué pensar exactamente del viejo Halerd, pero sabía que en situaciones como esta debíamos dejarle los planes a él. Decidí no comentar nada, era libre de seguirnos o no. Pero, por lo menos yo, tenía una importante misión que cumplir.

- Espero que sepas encontrar rápidamente el camino que nos llevará a la salida – le dije al mago. Entonces asentí a las palabras de León y le seguí de cerca, a pasos agigantados. Casi no osaba mirar atrás -. Si quedamos enterrados vivos aquí no podremos poner a salvo a la pequeña.

Estaba algo cansado por la carrera de antes y el combate. Pero estaba dispuesto a correr todo lo necesario para salir de ese lugar con vida.

La sala se derrumbaba. Todo estaba cayendose. Y el tipo de la lanza propuso quedarnos. Quedarnos aqui, en esta peligrosa sala. ¡¿Que le pasa a este tipo?!

Empece a caminar hacia a el, paso a paso, con casi las energias que me quedaban. Cuando llegue a enfrente suyo, lo intente atrapar. Cogerlo ente mis brazos. Obviamente, mis intenciones no son las mejores...
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Tirada de HA.