"Nada se sabe bien sino por medio de la experiencia." Sir Francis Bacon [El fin del Aprendizaje, Alessia, Jarvan, Jorge, Khende y Salvador]

Jorge

La versión de la historia de Ruster hizo que Jorge apartara la mirada sonrojado.

-¡Jajaja! Vaya, yo no la recordaba así. A nosotros nos la contaron de otra forma, ¿verdad, Jorge?

Simplemente asintió. No le apetecía hablar mas del tema.

Tras un rato llegaron al puerto, donde Bron estaba hablando con un hombre realmente extraño, dando ordenes a unos marineros invisibles para que hicieran algo que ya estaba hecho. Eso, como poco, le valía el adjetivo de loco.

-¿Soy el único que intuye problemas en estos dos? No puedo ser sólo yo...

Jorge levantó la mano. Era su manera de decir que él también lo pensaba. Soltó a Jarvan para que pudiera caminar por si mismo y acarició su gatosombra, esperando a que Bron nos dijera algo.

Hola chicos. dijo Bron Os presento al Capitán Federico. Al decir esto, el Capitán se giro hacia vosotros e hizo una pequeña reverencia quitándose el sombrero.
A su servicio. la voz del Capitán, pese a lo cómico de la situación, pues el sombrero era ligeramente más grande que él, era completamente seria. Permitidme que os muestre vuestros camarotes. ¿Quién va a ser el primero?

Salvador

-Si no os importa...- dijo mientras avanzó hacia la rampa dispuesto a subirla, le había caído bien aquel tipo por muy cómico que fuera, y el viaje prometía ser divertido-

Se preguntaba mientras subía si era el único del grupo que sabría nadar, la verdad es que no era bueno, para nada, pero al menos podía mantenerse a flote la mayor parte del tiempo, con más o menos esfuerzo... si Jarvan se caía al agua ni sus dones divinos le salvarían con aquella armadura, tendrían que intentarlo con cuerdas a ver si había suerte así que por si acaso mientras arrancaba soltó -Jarvan, te sugiero quitarte la chapa mientras estamos en el barco y no halla peligro de encuentros, no se si alguien de aquí es capaz de sacarte del agua si te caes con ella- la armadura en realidad no pesaba tanto, pero si Jarvan no sabía nadar eso haría que fuera un peso muerto, un peso muerto con plomada además.

Bron nos presenta al capitán Federico, quien saluda de forma reverencial y se ofrece a mostrarnos nuestros camarotes.

- Un placer, capitán. Yo soy Jarvan y este que está conmigo es Jorge. -digo mientras hago el saludo militar.- Bonito barco.

"Bonito los cojones, pero hay que ser amable."

Salvador es el primero en subir, pero antes me dice que debería quitarme la armadura mientras estuviera a bordo.

- No te preocupes, ahora cuando vaya al camarote me la quitaré. Aunque preferiría no caerme, con armadura o sin ella.

Espero a que Federico se vaya con Salvador para acercarme a Bron, darle una palmada en un hombro y decirle en voz baja:

- ¿Qué pasa Bron? ¿No había presupuesto para un barco algo más... en condiciones?

El tono es un poco de broma, pero la pregunta va en serio.

-A cualquier cosa le dice bonito el tío este. Pero bueno, también le da demasiada importancia a la estética. Lo que realmente importa es que puede navegar.- Y tras una pequeña pausa añadió mirando a Bron -Porque puede navegar ¿no?

SALVADOR:
El Capitán Federico te lleva, recorriendo los pasillos del barco. Por dentro parece mucho más grande, y de hecho los pasillos son enormes, decorados con cuadros, posiblemente de la familia y de amigos de la familia. Todos son señores (y señoras) con sombreros extremadamente grandes, como el de Federico, que además parece que va creciendo por momentos, excepto por dos o tres cuadros que deben ser de amigos o pasajeros. Finalmente os detenéis. Entre dos puertas, completamente encajonada, una puertecilla por la que caberías de niño. En la pared opuesta, un cuadro que muestra con un realismo excepcional a un grupo muy variopinto junto a Rooster y el Capitán en la cubierta.

El grupillo es realmente raro. Dos tipos con pinta de guerreros en un lado, uno de ellos mirando con cara de odio a uno con pinta de marino que está en el lado contrario, una joven de baja estatura oriental, un guerrero oriental y una mujer con atuendo de cazadora aspirando el humo de un extraño artefacto con varios botijos a los pies, dos gitanos, una joven de apariencia angelical y un chaval algo más mayor con una espada de madera peleandose con el Capitán por un bizcocho... Bueno, y Rooster mirando furtivamente el trasero de la gitanilla. Al pasar por delante del cuadro Federico deja escapar un suspiro: Buenos chavales...

Finalmente te señala la puerta y te hace un gesto para que entres.
Tu habitación. Espero que sea de tu gusto.

RESTO:
Bron trata de calmar vuestras dudas.
Tranquilos, Espíritu de Aventura es mucho más de lo que ven los ojos. Aunque es cierto que Fede es algo rarito, pero os gustará. Además tiene un montón de historias que contar y puede que conozcáis a alguien interesante a bordo.
Tras decir esto, y viendo que Rooster se ha subido al mástil, comienza a contaros historias de sus viajes, de las maravillas de más allá del mar y de las tierras lejanas, Lannet, Shivat, Phaion, Estigia...

Finalmente y tras un largo rato, vuelve el Capitán Federico.
A ver micos, ya he dejado al pequeño allí. ¿Quién quiere ser el siguiente en ver su preciosa habitación?

Bluesproto escribió:

Tranquilos, Espíritu de Aventura es mucho más de lo que ven los ojos. Aunque es cierto que Fede es algo rarito, pero os gustará. Además tiene un montón de historias que contar y puede que conozcáis a alguien interesante a bordo.

-Sí, esos hombres invisibles con los que estaba hablando antes parecen interesantes

Bluesproto escribió:

A ver micos, ya he dejado al pequeño allí. ¿Quién quiere ser el siguiente en ver su preciosa habitación?

-Yo mismo, a ver si es verdad lo que comenta Bron.

Salvador

Aquello se le antojaba casi maravilloso, sería un efecto arquitectónico o una verdadera maravilla, quizás de verdad fuera más grande por dentro que por fuera, quien sabe, el mismo conocía un hechizo similar, pero a menor escala.

-Este barco....¿tiene algo especial?.. no se si me entiende- el mismo se quería auto convencer de que tenía que haber algo, pero la verdad es que no detectó el más mínimo rastro de magia, seguramente sería le hecho de que era la segunda vez en su vida que veía un barco por dentro, efectos de los que usaban antiguos maestros constructores y esas cosas.

-¿Tengo que entrar por esa puerta? no parece muy adecuada para mí- dijo mientras se metía por ella, lo consiguió pero la verdad es que era bastante incómodo. Iba a preguntarle sobre los chavales del cuadro, pero prefirió no hacerlo todavía

KHENDE:
El Capitán Federico te lleva dando más vueltas que un borracho. Subir escaleras, bajarlas, torcer en un pasillo... Aquel barco es laberíntico. Y de hecho dentro notas una sensación extraña. Al mirar las cosas te parece que los pasillos se encogen y alargan. Y te parece que los cuadros de lo que parecen ser los antiguos capitanes y sus familias te miran.

Finalmente llegáis a una puerta... Bueno, por llamarle algo, porque para entrar vas a necesitar hacer contorsionismo. Frente a la puerta un cuadro de una gitanilla sentada y mirando al frente, como con lágrimas en los ojos.
Anda, entra chaval.

SALVADOR:
Tu sorpresa al entrar es mayúscula. El camarote es bastante grande y está decorado como tu habitación en Cadeus, excepto por dos detalles. El primero es que sólo hay una cama. Y el segundo es uno del que te cuesta darte cuenta al principio. En una pared, justo a la cabecera de la cama, hay un cuadro de una mujer con un niño en brazos. Al principio te cuesta reconocerla, pero te acuerdas. Sois tú y tu madre. ¿Pero cómo hay un cuadro así en el barco?

JORGE Y JARVAN:
Tras un rato de espera, Rooster parece harto.
Chavales, ya os llevo yo a las habitaciones, que como tengamos que seguir esperando a Fede nos van a dar las uvas.
Rooster baja del mástil y se va por los pasillos del barco, haciendo un gesto para que le sigáis. Bron, sin embargo, se queda en cubierta.
Yo ya sé donde está mi habitación, ya bajaré en un rato, voy a quedarme a verlo zarpar.

-Joder, la próxima vez, en lugar de quitar la mitad de la derecha de la puerta, quitas la de abajo y le damos algo de variedad ¿No? En serio, como un día me atasque me cargo los lados y arreando, yo te aviso.

Salvador

Como era esto posible era algo que Salvador ignoraba completamente. No había detectado magia alguna, eso solo podía significar que aquel barco tenía un a especial conexión con la inquisición, ¿o quizás solo con algunos miembros?. Era algo que se le estaba escapando por momentos.

Salvador se volvió hacia el pasillo y se asomó casi atrancándose en la puerta, miró a su alrededor y otra vez a los cuadros

-¿Hay alguien? dijo al aire, para ver si le respondían, tenía que saber que pasaba con aquel barco, y porqué había un cuadro suyo y de su madre en su cuarto

JORGE:
Rooster te dejó a ti primero en tu camarote. La puerta era algo estrecha, pero pudiste pasar sin problemas. El interior te dejó sin palabras.

A pesar de que sólo tenía una cama era idéntica a tu habitación de Cadeus, o lo habría sido de no ser por el cuadro que había a la cabecera de la cama. Una muchacha de cabellos blancos con un vestido, también blanco y de una sola pieza, de espaldas al observador. La figura era vagamente familiar, pero no sabrías decir quien era.

KHENDE:
La habitación era por dentro realmente extraña. Estaba decorada de forma austera, aunque era obvio que los materiales eran de gran calidad. En las paredes había cuadros de personas que te eran vagamente familiares, aunque parecían manchados con sangre seca.

En resumen, la habitación, aunque familiar, era algo que no podías colocar en el tiempo.

JARVAN:
La habitación era poco acogedora. Poco más que una camilla, pobre aunque cómoda, entre cuatro paredes. Sin embargo te era familiar, asi como el extraño brillo rojizo que lo cubría todo.

Y como si hubiese aparecido de repente, te percataste de un cuadro. Era tu padre.

TODOS:
Al cabo de un rato llegó Bron. La cena ya estaba servida y Fede quería que compartieséis su mesa. Bronce os llevo por los pasillos, que a algunos os parecían cambiantes y sinuosos, hasta que llegastéis al camarote de Fede. Había una mesa, y a ella se encontraban sentados Fede, Rooster y una joven de aspecto gitano, algo más mayor que vosotros, aunque de baja estatura, a la que tanto Khende como Salvador pudieron reconocer de los cuadros.

Por favor, sentaos. La voz de Fede era amistosa, a la vez que curiosa.

Al final Rooster se impacienta y decide llevarnos él a las habitaciones. Cuando llego a la mía, me encuentro con un cuarto no muy grande y apenas amueblado. Dejo mis cosas junto a la cama y me siento. Al menos es cómoda. Y lo mejor de todo: individual. Me acuesto mirando al techo cuando noto que la habitación tiene como un brillo rojizo. Extrañado, me levanto para ver si encuentro su procedencia. De repente en una de las paredes veo un cuadro colgado. "¿Eso estaba ahí antes? Un momento..." Me acerco para mirarlo mejor. Contengo el aliento, sobrecogido.

- ¿Papá? ¿Cómo...?

Estiro la mano hacia el cuadro hasta rozarlo un poco con los dedos. Me quedo un rato así y miro a las otras paredes por si apareciesen más cuadros. Me vuelvo a sentar en la cama, inclinado hacia delante y con los dedos entrecruzados. Mantengo la mirada fija en el cuadro. Es como si mi padre me evaluase con esa mirada tan suya. Me quedo así, preguntándome qué pensaría de mi mi padre si me viera ahora. Qué pensaría al contarle todo lo que he vivido en Cadeus y lo que estoy viviendo ahora fuera del monasterio. Me quedo recordando todos estos años hasta que Bron llama a mi puerta para cenar. Me levanto de la cama y voy hacia la puerta. Antes de salir echo una última mirada al cuadro y me despido con un saludo militar. La cena es en el camarote de Fede y durante el camino pregunto a mis compañeros.

-¿No son un poco austeros los cuartos?

Al llegar al camarote de Fede, vemos sentados a la mesa a Fede Rooster y a otra chica. No sé quién es, pero supongo que nos la presentarán.

- Buenas noches, capitán, Rooster. -saludo- Y señorita. -añado inclinando la cabeza a la chica.

- Por favor, sentaos. -dice Fede.

Tomo asiento y la palabra.

- Capitán Federico, ¿podría hacerle una pregunta? ¿Por qué hay un cuadro de mi padre en el camarote que me han asignado?

Podría ser que hubiera conocido a mi padre en algún viaje, pero sinceramente es algo que dudo mucho. Algo raro tiene que haber aquí.

Jorge

Rooster lo llevó hasta su habitación. SU habitación. La de Cadeus. Tan solo habían un par de detalles que las diferenciaba. En esta tan solo había una cama, y frente a esta había un cuadro realmente extraño. Quien se suponía que estaba pintada, estaba de espaldas, y la silueta le resultaba familiar, a la vez que le provocaba un extraño sentimiento de tristeza.

Acarició a la gatosombra y la dejó sobre la cama. Se cambió de ropa para ponerse una muda limpia. Luego se sentó al lado de la bolita de pelo, y mientras la acariciaba le dijo:

-Te llamarás Shelinne, ¿vale?

Cuando Bron vino a recogerle, le dejó un tazón de leche al animalito y los siguió a través de los pasillos. Cuando Jarvan preguntó por los cuartos de los demás, Jorge alzó los hombros como respuesta.

Sentados a la mesa estaban Rooster, Federico y una chica zinner, no mucho mayor que ellos y de baja estatura. Jorge se sentó a la mesa saludando con una ligera reverencia. Entonces, Jarvan preguntó sobre un cuadro de su cuarto, y Jorge aprovechó para hacer el una pregunta referente al suyo.

-Hablando de cuadros, ¿de quien es el que hay en mi habitación? La pintura está de espaldas...

Salvador

Se quedó un rato meditabundo, mientras terminaba de instalarse, aquello no era normal.

Al final acabó llegando Bron, dándoles otro paseito por el sinuoso interior del barco y acabaron cenando en la mesa de Fede y algunos más.

Estaba figurando como preguntarle lo del cuadro de su madre, y suyo propio, cuando se le adelantaron sus compañeros.

-Me sumo a la pregunta, yo mismo estoy en uno de esos cuadros, y mi madre, y creo que casi todos los aquí presentes, es casi como si este barco fuera una casa de recuerdos de inquisitores- dijo, como si fuera una idea casual, cuando era lo que pensaba firmemente.

Khende se bloqueó por un segundo. Si ellos tenían cuadros de sus padres era posible que...

-Joder, ¿tiene que ser todo tan extraño? En serio, quiero explicaciones YA. ¿Por qué son las habitaciones tan raras? ¿Por qué aparecen... gente que conocemos? ¿Y qué tiene que ver con ellos la tía esta? La cual, por cierto, que ha aparecido de la nada. ¿Se supone que tenemos que sentarnos aquí como si no pasase nada y ponernos a cenar? A saber lo que es la cena, por cierto...- Dijo Khende indignado y enfadado, más por haberse acordado de su familia que por los motivos expuestos.

Bron se llevó una mano a la cara ante el comentario de Khende. Federico se levantó de la silla, aunque en un principio os había parecido de una estatura normal, ahora parecía que fuese un gigante, y sup presencia imponía un respeto innatural.
Este barco es mucho más de lo que vosotros podríais apreciar, y la culpa de lo que ocurra en vuestros camarotes es algo que concierne sólo a vuestras mentes. El Capitán Federico parecía realmente irritado. Su voz denotaba un enfado que no habías podido sentir en nadie que conocieséis. Y en cuanto a la joven Micaela, ella es mi invitada tanto o más que vosotros. Espero que haya quedado claro. Y si tuviera la más remota idea de quien aparece en dichos cuadros os ayudaría gustoso, pero esta es mi nave, y en ella no toleraré que se ponga en duda mi buena fe.

Salvador

-Aquí el único que cuestiona es Khende, no nos meta a a todos en el mismo saco- respondió tranquilamente, aquella costumbre de Khende de importunar a la gente se estaba mostrando molesta.

-Porcierto mucho gusto en conocerla Micaela- añadió antes de seguir. -Ha dicho algo de que es cosa de nuestras mentes- prosiguió intentando ignorar el enfado de Fede -¿Cómo es eso posible?- preguntó finalmente, el no había detectado nada mágico, pero aquello normal no era por lo que decía el capitán.

Khende, supongo que para no perder la costumbre, hace enfadar a nuestro anfitrión con sus impertinencias.

- Discúlpe a Khende, capitán, y no se lo tome como algo personal. Él es... así, con todo el mundo.

Echo una mirada de reprobación a Khende. Salvador echa balones fuera, a lo que asiento como uniéndome a sus palabras. Me dirijo a Micaela.

- Es un placer, señorita Micaela. Mi nombre es Jarvan, a su disposición.

Salvador también pregunta más educadamente sobre el barco.

- Sí, por favor, capitán. Cuéntenos más sobre este enigmático barco. Seguro que tiene muchas historias interesantes.

Fede pareció tranquilizarse y se sentó.
Bien, parece que alguno al menos tienen cabeza. Dicho esto miró a Bron, y éste dio asintió con la cabeza. Esta nave no es completamente natural. Fuerzas incomprensibles participaron en su fabricación. Y la energía intrínseca de estas ha hecho que la nave sea tremendamente reactiva a los pensamientos ajenos y a sus subsconcientes. Mientras hablaba gesticulaba de forma algo exagerada, casi echandose sobre la mesa y con el sombrero amenzando con taparle la cabeza entera o derribar algún vaso. Las habitaciones cambian según quien entre en ellas, transformandose según sus deseos más ocultos, sus recuerdos olvidados, o incluso sus más terribles pesadillas.

Jorge

La absoluta falta de tacto de Khende hizo sentir a Jorge un miedo tremendo. Cuando Federico empezó con su respuesta, cerró los ojos esperando a que pasara la tormenta. Tras ello volvió a abrir los ojos. Respiró hondo y pensó que lo mejor que podía hacer era callarse, bajar la mirada y no molestar. Aun así permaneció atento a todo lo que se decía a su alrededor.

Salvador

Escuchó atentamente las palabras, si lo que decía Fede era cierto igual aquel barco no era tan agradable. -Me surge otra duda... ¿este barco siempre es usado por la inquisición o es cosa de Bron?- se le acababa de pasar por la cabeza que igual aquel barco no entraba en lo tolerable para un inquisitor, pero claro, el único inquisitor real de la sala era Bron, y a el parecía parecerle bien.

Hubo un silencio de unos instantes. Nadie habló durante unos instantes. En ese momento habló Micaela.
Uno no elige este barco. El barco elige a sus pasajeros. Aunque sea la propia Inquisición.
Fede asintió ante la frase de la joven. Claro que al asentir casi derriba media mesa con el sombrero, pero bueno. Tras asentir, Fede terminó diciendo:
Bron es un caso especial, aunque no es ni mucho menos el único inquisidor que ha pisado el barco. Me viene de hecho a la cabeza cierto chaval con profundos problemas de personalidad.
Unas miradas entre Fede, Bron y Rooster, y empiezan a reír. Las sonoras carcajadas de Bron consiguen relajar un poco la atmósfera de la sala.
Viejas anécdotas aparte. ¿Algo más que querráis saber?

Salvador

Salvador se lo pensó un segundo, pero decidió no ponerse pesado -Me gustaría saber más sobre el barco, pero es pura curiosidad, puede esperar y supongo que hay cosas más importantes, como saber que nos toca hacer en estos próximos días- dijo sin más, lo cierto es que Bron les había dicho su objetivo de manera bastante escueta, no estaría mal saber un poco más de detalle, al fin y al cabo ahora que lo pensaba ellos no sabían desenvolverse en el mundo real, llevaban desde niños encerrados detrás de unos muros donde se lo daban todo.... ¿y si Bron los volvía a dejar solos y la cosa no salía tan bien?

Bron habló tras dar un largo trago a su copa.

Comprendo tu preocupación, pero tranquilo. Ya os haré saber que vamos a hacer. De momento descansad, porque cuando lleguemos a tierra tendremos todavía una buena travesía por delante.

Dicho esto la cena siguió.

Los días pasaron de una forma más o menos tranquila. Aunque no habíais visto a nadie a parte de Fede, Rooster o Micaela, el barco marchaba a una velocidad considerable y todo estaba en perfecto estado.

Pese a que seguistéis cenando todos juntos, Fede, Rooster y Bron evitaban las preguntas y Micaela prácticamente no hablaba, aunque de vez en cuando cantaba en la proa del barco.

Finalemente llegastéis al puerto de Baldemar. Aunque tardastéis un poco en daros cuenta. Cuando os despertasteis Fede os explicó que Bron y Alessia ya se había marchado y que os había dejado una carta:

Spoiler:

En efecto, 3 escudos de oro. Bueno, al menos teníais vuestros caballos y el equipo que traísteis. Y seguía siendo un dinero. Y ante vosotros, el puerto de Baldemar, con más de una decena de naves saliendo y llegando y casi treinta mil almas.

Aunque no habíais estado nunca fuera de Cadeus, algo recordabais de las clases sobre como llegar a Ilión. Y a las malas, seguramente en cualquier iglesia estarían encantados de ayudaros.