"Nada se sabe bien sino por medio de la experiencia." Sir Francis Bacon [El fin del Aprendizaje, Alessia, Jarvan, Jorge, Khende y Salvador]

Debajo del gatosombra una camada de cinco gatitos blancos y maullantes.
(Tirad Frialdad ante su monosidad)

Khende se acerca y, con cuidado, toca a uno de los gatos, y le acaricia un poco, y luego tras la oreja.
-¿Y esto es peligroso? Como no seas alérgico a lo adorable...

Volvemos a la posada y dejamos que Bron se recupere de su herida. Sorprendentemente no tarda casi nada en estar como nuevo y proseguimos nuestro camino, llevando a Hansa con nosotros. Pero una mañana Hansa se nos escapa y Bron decide que no perdamos tiempo en buscarla. Al segundo día de camino, vemos el cadáver de una gran bestia blanca que Bron identifica como un gatosombra.

- ¿Te trae recuerdos? -le digo en tono animado.

Oímos unos maullidos y Khende se acerca al gatosombra a ver qué hay. Echo la mano al pomo de la espada sin llegar a desenfundarla por lo que pudiera pasar. Pero lo que veo parece lo más inofensivo del mundo: unos cachorrillos de gatosombra. Khende se acerca y acaricia a uno.

-¿Y esto es peligroso? Como no seas alérgico a lo adorable...

Me acerco y levanto uno cogiéndolo por el pellejo del pescuezo.

- Pues crías de gato, nada más. Bolas de pelo que arañan y escupen bolas de pelo. Una lástima que la madre haya muerto dejando a estos detrás. En fin, sigamos. -digo dejando la cría de nuevo en el suelo.

-¡Ups! Lo siento. No sabía que sí que eras alérgico a lo adorable, ha debido a sonarte a broma de mal gusto.- dijo Khende en tono sarcástico. -Entonces esto debe dejarte catatónico- continuó mientras le lanzaba uno de los gatosombras.

- ¡Ups! Lo siento. No sabía que sí que eras alérgico a lo adorable, ha debido a sonarte a broma de mal gusto. -dice Khende en tono sarcástico- Entonces esto debe dejarte catatónico. -continúa mientras me lanza uno de los gatosombras.

Alzo las manos para recogerlo en el aire y evitar que caiga. Miro a Khende con una mezcla de sorpresa y enfado.

- ¿Pero qué haces, descerebrado? ¿Es que quieres matarlo? ¿O es que pretendías matarme a mi? Pensaba que aquí ya éramos todos mayorcitos para resistirnos a los encantos de un gatito. Pero esto ni siquiera son gatos, son crías de bestias salvajes. ¿Qué quieres hacer? ¿Llevártelos? Mira en lo que se llegan a convertir. -digo señalando el cadáver de la madre- No sé vosotros, pero yo no creo que seáis capaces de controlar a una bestia así, ya no digamos a cinco.

-Cierto, ¿Para qué entrenar desde cachorros a este tipo de bestias? ¿Para qué podría ser útil un gatosombra a tu servicio?- El tono sarcástico de Khende va en aumento.

- Bah, haced lo que os dé la gana.

"Espera un momento. Esto es un bicho adorable. Seguramente a Cynthia le gustará. Pues ya tengo un regalo."

Dicho esto, me giro y echo a andar con el gatosombra en brazos.

-Pues parece que estamos de suerte. La hipocresía se ha unido a la lista de "virtudes" de Jarvan en buen momento. Si no, conociéndole, la discusión habría durado hasta mañana.

-¿Te enfadas por que el imbécil este casi lo mata y tu quieres abandonarlos para que mueran de hambre y sed?, por una vez estoy deacuerdo con Khende- añadió a la discusión, posiblemente era la primerza vez que Salvador se ponía de parte de Khende, y posiblemente fuera la última.

Dijo mientras agarraba otro de los gatitos. Acto seguido se giró hacia Bron, y lo único que hizo fue mostrarle el gatito mientras ponía cara de niño bueno, esperaba que no se quejara.

-Eh, que eso de que casi lo mato no es verdad
Quizá debí puntualizarlo antes, pero no lo lanzo con fuerza y a dar, sino hacia arriba para pasárselo. A demás, los gatos siempre caen de pié.

Jorge

La desaparición de Hansa le sentó peor que cuando la criatura lo atravesó. Jorge volvió a cerrarse. Ni tan siquiera podía hablar demasiado con Jarvan. Aun así, guardó la canica de Hansa como si fuera un tesoro.

Continuó el viaje, siempre cabizbajo...

Y entonces se encontraron con el cadáver de un gatosombra. Desmontó del caballo junto a los demás y todos escucharon unos maullidos que venían de debajo del cadáver. Khende lo levantó con cuidado, y debajo habían unas crías. Unos gatitos pequeños, blancos y adorables.

Jorge sintió un impulso muy grande. Un impulso primario que le hizo lanzarse para coger uno de aquellas bolas de pelo y ponerse a jugar con él, ignorando cuanto ocurría a su alrededor.

Tras unos minutos al final de los cuales todos teníais una bola de pelo subida al hombro, cogida entre los brazos o algo similar, Bron da la orden de marcha.
Vale, muy monos y todo lo que queráis, pero ahora nos vamos. Y como los bichos sean un gasto extra vais a tener que compartir habitación.

Los gaticos sólo beben leche todavía. Durante el viaje no hay mucho problema, pero dado que vais a tener un viaje largo por barco dentro de poco y la leche fresca puede escasear Bron manda una carta a un amigo para que prepare una cosa para los gatos. No os explica qué es, pero os dice que servirá. Durante el viaje Bron cuenta bromas, fanfarronea y narra anecdotas, señal de que se ha recuperado completamente, pero un día antes de llegar al puerto desde donde cogeréis el barco os reúne por la noche y os habla.

El hombre que nos va a llevar en su barco, así como mi contacto con la sorpresa que os tengo preparados son algo... Raros. Puede que os surjan dudas al verlos, pero son completamente bienintencionados e inofensivos. Al decir esto hace una pausa Al menos la mayor parte del tiempo. Mañana cuando lleguemos al puerto id a los almacenes. Preguntad por Ruster. Él os dará la sorpresa que tengo preparada y os llevará al barco del Capitán Federico. Tanto Ruster como el Capitán Federico son un poco raros, pero os acostumbraréis. Puede que incluso os gusten. Y si sabéis conseguir que se interesen por vosotros pueden ser unos grandes aliados si llegais a ser inquisidores. Tras decir esto todo se queda en silencio durante unos segundos mientras Bon trata de recordar algo y dice: Ah, si, y cuidado con el sombrero.

Al día siguiente a media mañana llegais a la pequeña ciudad costera en cuyo puerto se encuentran los tales Capitán Federico y Ruster. Estáis en la zona de los almacenes buscando al tal Ruster cuando Jarvan comienza a estornudar y toser como si no hubiera un mañana. Encima de un tejado, sentado y fumando de una pipa hay un hombre bajito, con cara rara, y que llevando una cajetilla en la otra mano.
Tranquilo chaval, que vas a sacárte los pulmones por la boca. dice, entre calada y calada.

Tras recoger a los cachorros con permiso de Bron, nos ponemos de nuevo en marcha. Mi pequeño gatosombra, al que bautizo con el nombre de Kimba, viaja metido en mi mochila. De momento no hace más que beber, mear y dormir. A veces me pregunto si esta bola de pelo realmente llegará a convertirse en una bestia asesina del tamaño de un caballo y capaz de matar a un hombre casi sin esfuerzo.

Durante el viaje, Bron bromea animadamente y yo le río las bromas y le cuento algunas propias. Una noche antes de llegar al puerto, Bron nos dice que nos vamos a encontrar con un puñado de tipos raros y nos da instrucciones para el día siguiente. Lo miro con cara de extrañado, pero no digo nada. Si nos quisiera contar algo más ya lo habría hecho. Me voy a alimentar a Kimba, a rezar y a dormir.

Al día siguiente por fin llegamos a la ciudad portuaria donde tenemos que coger el barco. Nos vamos a los almacenes a buscar a Ruster, como Bron nos indicó. Cuando avanzamos un poco, sufro un ataque de tos y estornudos. Mis ojos comienzan a lagrimar un poco. Encima de un tejado, un hombre bajito que fuma en pipa me dice:

- Tranquilo chaval, que vas a sacárte los pulmones por la boca.

"Joder, alergia y graciosillos. Menuda combinación."

- *cof cof* Disculpe caballero. ¡At-chús! ¿No conocerá usted *cof cof* a un tal Ruster? Necesitamos ¡At-chús! hablar con él.

"Y yo salir de aquí cagando leches."

El hombre se mesó la barba pensativo.
Ruster... Ruster... ¿Un tío así, bajito, con cara rara, ojos saltones, barba de tres días, calvo, que fuma en pipa, se sube a los tejados y por el que suspiran todas las mujeres? No, ni puta idea.

Pues a mí sí me hace gracia. Me empieza a caer bien el tal Ruster.
-¿Dónde puedo conseguir ese tipo de tabaco? No fumo, pero me sería muy útil para callar a este a veces.- dice Khende con una sonrisa.

Salvador

Salvador tenía un gatito nuevo, quizás aquello fuera interesante, además deberían cuidarlos ellos mismos. Bueno, haría los viajes más llevaderos

Tras seguir las indicaciones de Bron acabamos encontrando a alguien, o más bien nos encuentran a nosotros.

-Seguramente lo sabrá todo el mundo ya pero venimos de parte de Bron- añadió tras la respuesta del hombre que fumaba.

Prefería esperar a tener más información antes de meterse en serio en la conversació.

Al tipo se le ve pensativo
Bron... Bron... Ah, coño, Bron. ¿Y ese os ha mandado? Joder, como está el mundo. Bueno. Supongo que vosotros sois los que quériais la hierba. Aunque no parece que a vuestro amiguete le haga ni puta gracia. Bueno, chicos, seguidme. dice, mientras hace como que va a bajar, se tropieza pero logra caer sobre los pies. Cagüen la leche. Menudo resbalón. Ya no se hacen tejados como antes. Como ha caído esto desde lo de Z. Bueno chavales, dice, viendo entre vosotros a Alessia Supongo que de putas no nos vamos a ir, aunque no tiene pinta de que lo necesiteis. Bueno, vamonos, que Fede debe de tener ya una montada...

Tras esto echa a andar cantando una canción:
Llegamos a un mundo fantástico, lleno de seres extraños...

Jorge

Jorge permaneció ensimismado todo el rato. Simplemente seguía a sus compañeros. Y habría seguido así de no ser por los lametones de su gatosombra, el cual estaba siempre sobre su hombro izquierdo. Todavía no le había puesto nombre, pues no se le ocurría nada, pero pronto le vendría algo a la cabeza. Jarvan estaba estornudando y tosiendo, y un hombre que parecía ser el tal Ruster bajaba de un tejado.

Los comentarios de Ruster le hicieron arquear una ceja, pero prefirió no hacer preguntas. Las palabras solían quedarse en su interior. Rodeó los hombros de Jarvan con su brazo derecho y le ayudó a caminar. No debía ser fácil estando como estaba.

Joder, qué tipo más extraño. Khende se acercó a Alessia y le dijo en voz baja y con una ceja arqueada -¿Estamos seguros de que este es el tal Ruster?

El tipo este tiene una lengua de oro. La mitad de lo que dice son palabrotas o groserías. ¿Con qué clase de gente se junta Bron? Echo a andar detrás de él todavía con el ataque de tos. Jorge se acerca para ayudarme a avanzar. Lo cierto es que me viene bien, porque entre las toses, los estornudos y los ojos llorosos igual acabo chocando contra algo o alguien.

- Gracias, compañero. Espero que donde vayamos no haya de lo mismo que aquí, qué asco de alergia.

- Miau.

- Tú a callar Kimba, que dentro de la bolsa vas bien.

Durante el camino pregunto a Ruster:

- Oye Ruster, ¿y tú de qué conoces a Bron, si se puede saber?

Pues mira, estaba yo tan tranquilo, yendo en un carro con unos pollos cuando... Era la historia de los pollos. Pero Ruster, en esta versión, que, como comprendestéis, no había sido censurada a diferencia de la que ya conocíais, estaba también en la parte de atrás de aquel carro, "jugueteando" con la hija del campesino que llevaba los pollos. Para cuando finalmente acabó de contar la anécdota (haciendo hincapié en el sonoro "Plock" que se escuchó en la armadura de Bron cuando vió a la chavala desnuda) os dijo que ya habíais llegado.

A vuestro frente, en un antiguo muelle que daba la impresión de estar abandonado, un barco de velas negras sobre el que estaban Bron y una figura vestida con capa corta y un sombrero de tamaño rídiculamente grande (de hecho el sombrero debería estar callendosele hasta los hombros).
¡Arriad las velas panda de holgazanes cabrones!¡¿Es qué en esta nave tengo que hacer todo el jodido trabajo?! decía el hombre del sombrero. A quien se lo decía es ya otra historia, porque la cubierta, excepto por él mismo y Bron, estaba vacía. Y las velas estaban ya preparadas.

-¿Soy el único que intuye problemas en estos dos? No puedo ser sólo yo...

Ruster estaba presente en la historia de los pollos. No puedo evitar reírme mientras la cuenta.

- ¡Jajaja! Vaya, yo no la recordaba así. A nosotros nos la contaron de otra forma, ¿verdad, Jorge? -digo sin esperar respuesta.

Llegamos a un muelle con toda la pinta de estar abandonado, con un barco a juego. Sobre él veo a Bron y otro tipo de aspecto... peculiar. Parece que da órdenes al aire, porque lo que se dice habitado el barco no parece estar.

"Jooodeer. No tendremos que viajar en eso, ¿verdad? Y si el barco no tiene tripulación, ¿significa eso que nos tocaría trabajar a nosotros? Nah, seguro que no."

-¿Soy el único que intuye problemas en estos dos? No puedo ser sólo yo... -dice Khende.

- Bueno, si Bron confía en ellos...

No soy capaz de terminar la frase. Estos tipos son raros con avaricia. En fin, ya veremos como acaba todo. Llamo a Bron desde el muelle.

- ¡Hey Bron! Ya hemos encontrado a Ruster. ¿Ahora qué?

Salvador

Salvador anotó mentalmente la anécdota, quizás la pudiera usar algún día con Bron, de alguna manera.

-¿Soy el único que se extraña de haber llegado sin problemas hasta aquí?- respondió a la pregunta de Khende y Jarvan. Lo cierto es que se habían lanzado con cierta confianza detrás de aquel tipo del que ni siquiera sabían si era Ruster de verdad.

Exáminó el barco, le habría gustado decir algo, pero lo cierto es que solo había visto un barco real en su vida y tenía muy vagos recuerdos de él, así que no podía opinar.

-¿Nos vamos ya de aquí o tenemos que hacer algo?- añadió para acelerar tras Jarvan