[Campaña] (Godia Ozonas, Dakota Cromwald, Jiang, Miquelangello Brunetti y Alexei Tolstói) La Sombra Bajo la Cruz

RM de Dakota (55)
Resultado: 124 (154 contra aire, 94 contra tierra)



[duda: ¿no tiene q hacerla Daguerreo tmb? Supongo q al no conocerlo, no, pero como no sé qué hechizo está usando...]

El miembro 'VonClouve' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 69

[Offrol: Vosotros no lo sabeis, pero está utilizando Encontrar, Nivel 66 de Magia de Luz. En teoría la RM es contra 140, pero como ha tenido que acumular y os ha dado tiempo a alejaros mucho, tiene un penalizador de -40.

Daguerreo, Jiang, Miquel y Alexei, no tienen por qué realizar la resistencia. Ya que el inquisidor ni siquiera sabe quienes son.]

Dakota supera la resistencia con cierta facilidad.

Auch... Ouch... Duele... Decia Miquel cada vez que apoyaba el pie.

Pero se sentia apenado. Apenado por Alexei. Tan joven y sufriendo esto... Pensaba, mientras iban caminando apoyados de Jiang

Gracias por ayudarnos, amigo... Le dijo Miquel a Jiang.

Me has salvado ya de tantas... Un dia te salvare yo a ti, ya veras... te lo prometo.

Tirada de RM

El miembro 'Sir Lobo' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 9

[¿Puede dague tirar por Val.Magica pa ver si detecta el conjuro? Dakota la interpreto directamente que no, pero Dague quizá...

Bueno por si acaso respondes q si, hago la tirada y luego ya me dices.]

Daguerreo: Valoración Mágica(45)
Resultado: 111

El miembro 'VonClouve' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

'Dado de 100' : 66

[Offrol: joder Lobo, un puto 9... dios te odia.]

Daguerreo logra percibir el conjuro. Sin embargo, sólo puede decir que está vinculado con la Luz. Le doy permiso a Dague, para que sospeche de que se trata de un conjuro de detección, y que posiblemente haya funcionado.

A ver cómo se las apaña la parejita para librarse del inquisidor.

Correr correr y correr. Ese era el único pensamiento que ocupaba las mentes de nuestros protagonistas. Debian alejarse de aquel lugar, de las llamas, del inquisidor, de los guardias, de los problemas...

Dakota, Godia y Daguerreo corrieron, atravesando la ciudad. No muy lejos, Jiang, Miquel y Alexei avanzaban lo más rápido que podian. Por desgracia, la cojera de los dos últimos, complicaba su carrera.

La fuerte caida impide a Alexei y a Miquel correr al máximo de su Tipo de Movimiento.

Entre los edificios y rampas de la ciudad, con las calles vacías y en silencio, las chicas avanzaron hasta llegar casi a la salida de la ciudad.

¿Qué pensais hacer ahora?

Los chicos, mientras huian, se preocupaban por las chicas... ¿seguirían en la posada? ¿habrían muerto? aunque la idea de volver, era un completo suicidio. Miquel sabia muy bien como actuaba la inquisición. En una ocasión, cuando era pequeño y trabajaba en uno de tantos burdeles, un inquisidor llegó a inspeccionar el lugar. Habia rumores de que una prostituta tenía extraños poderes. El enviado de la Iglesia se encerró en el sótano, una por una, con todas las prostitutas, para interrogarlas. Al no encontrar lo que buscaba, las mató a todas.
Y cómo olvidar a Furion, quien fue ajusticiado por un inquisidor, hace tan solo unos días.
Desde entonces, Miquel ha sido incapaz de encararse ante un inquisidor. Por suerte, es muy posible que ese temor, contagiado a sus compañeros, les haya salvado la vida a todos.

Aún así, estais muy preocupados por las chicas. ¿Qué haceis?

RE: Todos.

-¡Un momento! ¡Nos buscan!
Señora, os conmino a correr ahora mismo. ¡Tenemos que irnos!

Salimos disparados tras esa voz de urgencia. Yo estaba hipnotizada, casi en trance, y me dejaba llevar.

Corrimos todo lo que pudimos. Y más.

Cuando se nos terminó el resuello, el rancio aire nos dejaba y la noche no tenía tantas luces parpadeantes. Guiados por la intuición de Daguerreo, que nos instaba a marcharnos, seguimos por todos los callejones que pudimos. De vez en cuando se elevaba ante la atónita mirada de mi señora y volvía a bajar para indicarnos el camino a seguir.

Llegamos sin incidencias a las afueras de la ciudad. Nos detuvimos, exhaustas, y Daguerreo se acercó a nosotras con su raro atuendo, muy diferente de como solía ir antes de... en fin, antes. Mi señora y yo estábamos sentadas en el suelo y decidimos descansar ahí por ahora. Estábamos inmersas en una oscuridad casi completa, no se veían cinco pasos. No estaríamos mucho rato, pero el haber ganado algo de tiempo confió a Daguerreo un poco y nosotras… nos relajamos.

Daguerreo, tan autoritario, tan… heroico. Cuando pasó un rato, Daguerreo reanudó la interrumpida conversación.

-Godia-anti, lamento la interrupción.

Hizo una espectacular reverencia.

-Mi nombre completo es Daguerreo Daasan-Navethi.


Prosiguió hablando en tono calmado y serio, mirándola fijamente a los brillantes ojos.

-Me honra vuestra lanza y decís que me debéis la vida, pero en verdad mi vida es Dakota, y me encuentro que a vos os debo que esté sana y salva. Y no a bajo coste, me temo.

Daguerreo miró apenado el brazo de Godia. Sacudió la cabeza en un gesto complicente de culpa y rabia. Noté lo que pensaba. “Ojalá hubiera llegado antes”.

-Godia-anti, para mí sois un espíritu bravo de verdad, sayyidtak, saludo vuestra gracia en virtud del valor desinteresado que habéis mostrado. No sólo sois una magnífica caballera, sino que tenéis mi gratitud eterna. Levantaos y mostrad al mundo vuestra gloria, y vuestro honor de caballero.

...y si me lo permitís… hacedlo como mi amiga.



Las palabras de Daguerreo eran sinceras, nobles, y sobre todo; muy intensas. Usaba cortesía muy formal, de la que rara vez se le escapaba alguna frase, que yo apenas escuchaba con despreocupación. Y sin embargo era tan distinto ahora... Tenía la confianza de un príncipe, de alguien que ha pasado años despachando a lores y sires en su trono. Daguerreo, mi Daguerreo…

Había cambiado, bastante. Y estaba mirando fijamente a mi señora.

No es que no me lo esperara, pero mi señora Godia tenia los ojos absortos en él. Qué estupidez, me pasaba como cuando Alexei… un pinchazo en el estómago. Era como si no estuviera siendo consciente de la situación.

Ella estaba herida, y la responsable era sin duda yo.

-Yo… señora Godia, muchísimas disculpas. No os he contado muchas cosas cosas, cosas sobre mí. Daguerreo…


También recordé a nuestros otros amigos. Ellos debían de estar poniéndose a salvo ahora, o quizás seguían durmiendo, pero con nuestros gritos probablemente debía de haberse montado un tumulto nada pequeño. ¿Estarán bien…?

Mi mente volvió a la realidad. Yo no estaba bien. Era lo peor. Mi señora, a la que debía lealtad, estaba herida. Daguerreo, que se había marchado porque no soportaba estar a mi lado, y había vuelto, demostrándome lo bueno que era y lo… lo horrible que podía ser yo.

Os quiero.

Mier…Pardiez, no sabía que podía decirlo, pero os quiero. De repente, es como si tuviera algo que perder, y este sentimiento no lo había experimentado nunca. De Dague, había aprendido que podía marcharse. De mi señora Godia… había aprendido que podría no quedarse, que podría hacerle daño estar simplemente a mi lado. ¡Qué clase de escudera era yo! ¡Y a Dague lo había traicionado ante el hombre horrible! Mis pecados se me agolpaban y se me antojaban demasiado numerosos para salir por mi garganta.

El inquisidor dice la verdad… Soy un error, un error de Dios.

Mejor que esté sola.


-Yo…ay… ¡Perdonadme, por favor! ¡Todo es porque estaba yo aquí! ¡Juro que no os pasará nada porque esté yo aquí, de verdad! ¡De verdad!

Salí corriendo, sin darme cuenta que todo este rato había estado llorando delante de los dos, y me perdí en la oscuridad.

No llegué muy lejos, por supuesto. Mis pies estaban ateridos y me temblaban las rodillas. Di con el suelo de tierra,y me quedé así, a cuatro patas. Patética.

Noté sus pisadas corriendo hacia mí. Yo miraba a la tierra, cabizbaja, odiándome, jurándome averiguar qué era lo que me hacía tan diferente.





No tuve que esperar mucho. Delante de mí, hincada en el barro, una pequeña pluma de luz se deshacía suavemente entre la humedad de mis lágrimas.

Las muchachas! Exlcamo de repente Miquel. Que les habra pasado? Y si... si han... muerto?

Seria todo mi culpa... Os hice correr, pensando primero en mi vida, pero por el camino perdimos a nuestras compañeras... Todo por intentar salvarme... Decia. Pensaba que habia pecado. Pecado por haber abandonado a dos muchachas inocentes a su suerte. Pecado por no haber parado al Inquisidor. Pecar por haberse preocupado por su vida en vez de por la de las muchachas...

P-pero... Un Inquisidor... es... un asesino... Primero mis amigas del burdel. Luego Furion. Y ahora tambien las muchachas. Todos, son unos asesinos... Susurro, soltando alguna que otra lagrima.

Corría apoyado sobre Jiang. La pierna derecha me dolía, impidiéndome desenvolverme por mí mismo en la huida. La caída había sido para mí una muestra de lo débil que era. Seles tenía razón.

Ni siquiera la luz de la luna nos amparaba cuando corríamos por la oscura ciudad, huyendo del inquisidor. No conocía a fondo los métodos de la Inquisición, pero sabía que nada bueno podía esperarse.

En medio de la noche detengo nuestra huída, dando por sentado que nos hemos alejado lo suficiente. Las palabras de Miquel me calan muy hondo. Hemos huido, las hemos dejado atrás. Ni siquiera la presencia del Stradivarius a mis espaldas consigue darme fuerzas. De nuevo aquello que llaman amistad se ve debilitado en mi interior. Mi pierna derecha flaquea, impidiéndome mantenerme de pie. Rechazo la ayuda de Jiang con un brusco gesto, quedando sentado en el suelo.

- Necesito… descansar… un poco. – digo entre jadeos.

Cierro los ojos con fuerza. La señora Gòdia, y Dakota… ¿Qué habrá sido de ellas? Me sorprendo a mí mismo recordando casi con adoración a la pequeña. Tan dulce, tan sonriente…

Era como ver el reflejo infantil de Seles, y eso me traía paz. Pero su ausencia me angustiaba. ¿Por qué me importaba tanto esa niña? ¿Era por Seles? ¿Simplemente había comenzado a amarla como a una nueva hermana?

Me llevo las manos a la cabeza, recordando la risa maquiavélica de Seles, recordando cómo partió en dos mi corazón. Siento de nuevo un nudo en la garganta, pero me es imposible llorar. Toda mi vida ha dado un gran vuelco en pocos días. De pronto me encuentro al servicio de una hermana medio loca que quiere que secuestre a una niña. He matado a un hombre por el mero hecho de amar a mi hermana.

Yo ya no era Alexei, era algo diferente. Alexei murió junto al hermano de Kail. Y tenía serias dudas acerca de la posibilidad de volver a ser como antes. Miré al cielo, y reprimiendo las ganas de gritar murmuré abatido.

- ¿Por qué? Padre… Seles… ¿Cuál es la maldición que se ha cernido sobre nuestra familia? ¿Por qué debemos vivir de esta forma? ¿Por qué los Tolstói debemos convertir aquello que amamos en dolor?

No lo entendía, no entendía nada. Sólo sabía que tenía ganas de llorar, y no podía hacerlo. Y, enmudecido por todo lo vivido, yací en el suelo sin mediar palabra, mirando las estrellas.

El silencio también es música.

-¡Un momento! ¡Nos buscan!
Señora, os conmino a correr ahora mismo. ¡Tenemos que irnos!

El entrenamiento militar al que me habia sometido actuo por mi. Solo el tono de voz ya habia activado mis reflejos y habia saltado como un gato tras Daguerreo. Mientras corria fue cuando procese lo que acababa de oir. ¿Nos buscan? ¿El Inquisidor? ¿Ya nos ha encontrado? Una sensación de vertigo asedio a Gòdia, que casi tropieza en su carrera. No, por favor, que no nos atrapen. El recuerdo del acero doloroso en su interior hizo que apretase los dientes hasta hacerlos rechinar.

Aun asi no podia dejar de maravillarme ante el ser que tenia delante ¡Vuela! ¡Santa Madre! Aquel ser podia cambiar de apariencia a voluntad, sanar heridas y crear y destruir objetos a placer ¡Cuan insignificante era ella en comparación! Aquesta noche he encontrado personas increíbles, por su fuerza o maldad y seres magicos. Gòdia, que equivocada estabas cuando creias saber de que iba esto de vivir…

Ya a las afueras de la ciudad, el noble ser que nos habia salvado respondio mi ofrecimiento.

-Godia-anti, lamento la interrupción.

Hizo una espectacular reverencia.

No pude mas que asentir, el pecho me subia y bajaba en cada bocanada de aire, y el sudor perlaba mi frente. Mire a Dakota que estaba igual que yo. El sin embargo parecia fresco.


-Mi nombre completo es Daguerreo Daasan-Navethi.



Prosiguió hablando en tono calmado y serio, mirándome fijamente. Casi no puedo aguantar su mirada.

-Me honra vuestra lanza y decís que me debéis la vida, pero en verdad mi vida es Dakota, y me encuentro que a vos os debo que esté sana y salva. Y no a bajo coste, me temo.


Cierto es.Afirmé mientras me sujetaba el brazo inútil. Vaya que si es cierto. Dije en mi cabeza, en un tono mucho mas amargo. Pero si no estas dispuesta ser herida en la vida que he elegido ¡Mas me vale irme a casa a coser! Je. Casi me convenzo a mi misma. ¿Cómo iba a pensar que antes de siquiera cumplir medio siglo iba a quedar invalida y tullida? Un nudo se me formaba en la garganta. Deja de pensar en eso, ya lo solucionaras a su debido tiempo ¡Y no llores! Cerré fuertemente los parpados durante un leve segundo, para después seguir escuchado a Daguerreo.

-Godia-anti, para mí sois un espíritu bravo de verdad, sayyidtak, saludo vuestra gracia en virtud del valor desinteresado que habéis mostrado. No sólo sois una magnífica caballera, sino que tenéis mi gratitud eterna. Levantaos y mostrad al mundo vuestra gloria, y vuestro honor de caballero.

...y si me lo permitís… hacedlo como mi amiga.

Me halagais vueça merced. Mais no exagereis pues no sois bardo, sino noble persona. Os honra valorarme tal y como lo haceis pues compararme a vos y ofrecerme vuesa amistad no hace mas que mostraros humilde. Mas sin embargo acepto esta injusta petición, a pesar de que salgais perdiendo al tener por compañera de armas a una mujer tullida. Una risa amarga salio de su garganta, pero risa al fin y al cabo. Logré sujetar con el brazo malo apretando entre mi cuerpo y el bíceps, a mi fiel Brigída, para extender mi mano buena hacia Daguerreo.

Hay un antiguo juramento. Los Iberos, una nacion antigua, de antes de que Zhorne uniera los pueblos en el Sacro Santo Imperio, ellos lo tenian.

Mi vida por vuestra vida. Mi muerte por vuestra vida. Mi vida por vuestra muerte. Mi muerte por vuestra muerte.

Yo os lo prometo, Daguerreo Daasan-Navethi, y a vos tambien Dakota Cromwald.

¡No llores! Tuve que volverme a gritar. Demasiado tarde porque una pequeña lagrima ya escapaba solitaria. Por suerte no hubo mas.

Dakota, a punto de estallar en lagrimas comenzo a hablar.

-Yo… señora Godia, muchísimas disculpas. No os he contado muchas cosas cosas, cosas sobre mí. Daguerreo…


-Yo…ay… ¡Perdonadme, por favor! ¡Todo es porque estaba yo aquí! ¡Juro que no os pasará nada porque esté yo aquí, de verdad! ¡De verdad!

La joven salio corriendo. Antes de que Gòdia pudiera hacer nada se interno en la oscuridad.

¡Do’ vais niña! ¡No corrais cabeza loca! Me calle derepente, mis gritos podian alertar a cualquiera. Incluso en estos momentos tengo el corazon frio. No se si estar orgullosa de mi misma o no.

Entontre a la pequeña no muy lejos. Sollozando.

Es solo una niña. ¡¿Cómo demonios va a ser esto un ser malefico?!

No pude resistirme. La abraze fuertemente, desde la espalda. Susurrandole al oido.

Son mentiras. Shhhh, no llores. Yo te conozco, no tienes nada ¿Escuchas? ¡Nada! Ni una pizca de maldad en tu interior… Eres algo especial.

Pero ¿sabes? Cuando tenia tu edad, lo unico que deseaba era ser alguien fuera de lo normal. Alguien especial.

Y asi, acurrucadas pasaron minutos, o segundos, o quizas horas.


[Post Sentimentaloide de Gòdia, pero no os preocupeis, en cuanto supere este pequeño bache volvera a ser la misma loca intransigente y soberbia de siempre.]

Godia y Dakota, sobrecogidas por todo lo que habían vivido esa noche, permanecieron todo lo lejos que pudieron de aquel lugar, lleno de horribles recuerdos.
Acurrucadas, en mitad de una inmensa ciudad, Ascani, perdidas entre callejones y edificios, con el deseo de que amaneciese de una vez, comenzaron a sentir sueño. Dakota estaba desconsolada, más Godia no se cansaba de apoyar a su joven escudera. Y entre llanto y llanto, quedaron profundamente dormidas, cansadas, exhaustas. No había nada que temer, Daguerreo velaría por ellas.

Por otro lado, Alexei, Jiang y Miquel, encontraron un improvisado refugio en una especie de establo abandonado. La paja y unos cuantos sacos raidos, fueron la mejor de las camas, para terminar de una vez con aquella condenada noche.
Aunque la culpabilidad que sentían, al no haber podido ayudar a sus amigas, les hizo permanecer despiertos lo poco que quedaba de noche. Con la idea firme de que, al alba y con toda la gente en la calle, el inquisidor jamás daría con ellos, y entonces sería el momento perfecto para buscar a Godia y a Dakota. Solo habia que esperar.

Una caballera con el orgullo dañado, que hará cualquier cosa por recuperarlo, una niña envuelta en un mar de magia e incertidumbres, un músico, que se debate entre su familia y su moral, un guerrero, que busca fama y aceptación, y finalmente un benévolo justiciero, que quiere ante todo erradicar el mal. Estas personas tan dispares se han unido gracias al Destino, y aunque para ellos sea inconcebible, el mundo les aguarda grandes logros y hazañas, que cambiaran por completo sus vidas.


Este capítulo de vuestra historia ha terminado. La aventura continúa después de verano.